l timbre del teléfono de su escritorio sonó con ese característico sonido del marcador interno, sospechaba que podía ser de la oficina. Alzó la bocina y sí, era la gruesa voz de su jefe.
Pero su respuesta debía ser la misma al responder…
-Buenos días, Navarre Editorial con quién tengo el gusto.- La voz seria de la joven usó el tono seguro de cada llamada comercial, era el saludo que tenía que decir siempre al contestar.
-Brise, buenos días ven un momento por favor.
-Sí señor, ya voy, deme un segundo.
La vendedora Jaz hacía una llamada justo en ese instante pero como siempre estaba atenta a todo lo que pasaba en la oficina.
La joven se alzó de su asiento y la compañera de ventas hizo cara de “Uy ahora qué quiere el jefe” pero Brise alzó los hombros en respuesta de no saber qué pasaba.
Cuando la joven comenzó a caminar, Jaz se puso el teléfono a un lado, tapó el canal del micrófono y en un susurro le dio un consejo.
-No lo hagas enojar.
Brise caminó los pasos hasta estar frente a la puerta de Axel, tocó de nuevo con sus nudillos a pesar que esta se encontraba abierta.
“Toc Toc Toc Toc”
Él la miró apenas un segundo alzando la ceja en aprobación y con la mano confirmó el pase para entrar jalando con un ademán el aire hacia él.
-Pasa y cierra la puerta por favor, no sé por qué tus compañeros entran y la dejan abierta, saben que me gusta que esté cerrada.
-Con permiso, dígame Sr.
-No sé si te llegaron los correos de tu jefe, Luis me envió unos documentos personales de nuevos clientes, tengo esta carpeta.- Le entregó a la joven en sus manos y ella se sentó en la silla para revisar lo que le había dado. -Te voy a enviar el correo por si no te ha llegado a ti, he impreso algunos de los documentos entre ellos una larga historia para corregir que me quedaré yo por su puesto. Por favor revisa si me faltó algo y guárdalo en el archivero.
-Sí, claro Sr.
-Eso es todo, Brise, gracias… Ah no, me olvidaba, el documento que te dejé revisar el viernes te dije que la numeración en el archivo digital estaba mal, que cambies las fechas en la contraportada y el sello de la edición, vas a ponerle esta fecha.- Le entregó un papel blanco con un escrito de su puño y letra, ella lo recibió curiosa y empezó a leer en baja voz. -Bien ahora sí gracias, es todo, jovencita .
-Lo voy a revisar de nuevo y se lo entrego.
-Brise por favor, cuando estés aquí no tienes que decirme “Señor”.- Dijo en baja voz. -Me haces sentir más grande de lo que soy.
-¡Señor sí señor!- Hizo un gesto militar a propósito. El hombre frunció el ceño con una molestia suave ladeando una sonrisa. Ella sonrió y añadió. -No mentira, está bien.
-Gracias.- Axel puso sus manos en sus muslos y terminó de sonreír cuando ella ya había salido de ahí.
***
En la tarde antes de que ella se fuera Axel se acercó a revisar lo que estaba haciendo, se colocó a espaldas de su asiento y empezó a leer inclinándose un poco hacia delante sobre el hombro derecho de ella.
-¿Está bien o está mal?- Preguntó la joven mientras el hombre no perdía de vista el documento en pantalla.
-Mh…- Leía con velocidad y acercó un poco su rostro a la pantalla apoyando su mano derecha en la superficie del escritorio y la mano izquierda en la silla giratoria atrás de la delicada espalda de Brise. -Cuando acabes envíalo en formato de texto a mi correo, yo lo terminaré de corregir pero hasta ahora veo que todo está bien.
-Gracias Señor.
-Muy bien eh, conserva esa buena actitud de trabajo.- Le hablaba viendo la pantalla, su rostro estaba casi junto al de ella aunque por obvias razones mucho más alto, seguía leyendo afanado.
Brise pudo notar el perfume de Axel invadir su espacio de trabajo, cuando entró por sus fosas nasales con claridad y luego llegó hasta su cerebro desviando un poco a sus pulmones y corazón, se le ocurrió en atrevimiento decir que le agradó.
Pero antes decidió guardar una sola impresión para ella, como un secreto, la sensación de estar tan cerca le agradaba, esos nervios que recorren sus brazos y vientre de forma extraña, ese que te altera o te pone intranquila, estar tan cerca a él se grababa en su mente como antes las civilizaciones antiguas grababan sobre piedra sus conocimientos, esta vez la piedra era aquella parte del cerebro que recolecta o expulsa las emociones y también un espacio pequeño en su corazón.
-Señor…- Susurró suave para no incomodar.
-Dígame, Srta…- Axel no perdía la vista de la pantalla, seguía sin parar de leer, ahora usaba el mouse para desplazarse sobre el texto.
-Quisiera hacer una apreciación importante.
-Dígame cuál es.- Él pensó que hablaba del texto.
-Que… ¡Huele taaan bien, muy rico!- Soltó eso a propósito como en un susurro, quería que se vaya, se sentía nerviosa cuando el jefe estaba revisando sus cosas, cuando estaba muy cerca, esos nervios que empezaba a sentir no eran tan controlables que digamos, empezaban a sobrepasarla. Necesitaba algo así de sutil y verdadero para que él decida irse a su lugar y sí al parecer consiguió su cometido. Pero bueno, su intención tenía otro deseo escondido.
El hombre, se puso nervioso, sonrió mientras leía y paró de golpe. Se enderezó sobre sus pies arreglando su ropa y dio un pequeño paso al lado derecho viéndola a los ojos.
-Gracias por el cumplido.- Hizo una venia imperceptible, se dio la vuelta y se fue sonrojado pero aún sin perder seriedad.
“Es muy lindo.” Dijo para ella misma en su mente.
“Qué joven tan agradable.” La mente de Axel dijo en baja voz.
Cuando era hora de salida, Brise se fue a la cocina para servirse un poco de agua, allá encontró a Oscar el cual se estaba sirviendo una taza de café.
El joven la vio y sonrió junto a un saludo.
-¿Cómo estás, Brise?
-Bien, ya salgo porque tengo clases en la universidad.
-Ah, eso está muy bien. Y ¿Donde está tu padre, tu cuidador?
-Está en la oficina creo.- Se giró para ver el corredor y Axel se acercaba hasta donde ellos estaban, era tan oportuno, Brise disfrutaba mucho verlo. -No, mira, justo viene por el corredor, tienes mucha suerte.- La joven quería morir de risa, sabía que podía espantarlo así.
Oscar se desinfló y salió rendido, no quería recibir más llamadas de atención.
Axel entró al ambiente sin dejar de sostener esa mirada seria, miró a la joven, saludó, caminó hacia el rincón de la cafetera.
-Hola jovencita ¿Ya te vas?
-Sí, salgo a las dos de la tarde todos los días de lunes a viernes.
-Pensé que te quedabas hasta las tres.
-No, dos días me quedé hasta esa hora porque el señor Luis me dio algunas indicaciones.- Caminó hasta estar frente de la cafetera. -¿Quieres que te haga un café?- Preguntó la joven con amabilidad viendo el rostro de Axel.
Mientras más lo conocía o tenía esos pequeños encuentros con él se daba cuenta que el carácter del hombre era más accesible de lo que exponía su postura, además de que era un caballero agradable.
-No, muchas gracias yo lo hago.- Se acercó tomó su taza y se sirvió hasta la mitad sin poner azúcar. -Y… ¿Te estaba molestando el joven Oscar?
-No pero me dijo “¿Donde está tu cuidador?”
-Jajaja qué payaso.
-Y le dije “Debe estar en su oficina.” pero luego vi que venías y entonces no me quedé callada “Mira, ahí viene por el corredor.” Después de que dije eso salió corriendo de aquí asustado como si viniera su padre a darle de nalgadas.- Dijo eso último en baja voz
-Bien hecho. Jajaja- El hombre rió, era la primera vez que ella veía aquello, era fascinante, fue admirar algo tan personal y opinar que era hermoso por dentro. Axel giró dejando atrás la mesa donde estaba la máquina de café y le dio un sorbo al líquido empinando un poco la taza, se quedó apoyado contra el estante cercano de insumos, observaba con cuidado cada movimento de ella sin ser obvio, era una joven atractiva y graciosa, le gustaba eso de ella, lo había visto desde un principio sólo que ahora se daba permiso de notar que se sentía bien cuando ella estaba cerca.
-Nos vemos mañana, descansa.- Brise siempre tenía esa forma seria respetuosa pero agradable para quien hablara con ella, cualquier persona de la la empresa.
-Aún me quedan unas horas pero gracias.- Axel hizo un parpadeo lento como relajado disfrutando de la bebida caliente que recorría su garganta y también el escuchar la voz de la joven, el tono que usaba con él, este le indicaba que ella al fin tenía más confianza pero había algo más, él sentía algo más como pequeñas confesiones silenciosas al chocar con sus ojos.
-Axel, olvidé darte mi número de celular.- La joven quien estaba casi en la puerta por haber avanzado con sutileza hacia ella regresó rodeando las dos largas mesas cuadradas de la cocina y se puso frente a él. -Préstame tu celular, escribiré mi número en él, tú sigue con tu café.
El hombre metió la mano en el bolsillo de su saco y sacó su celular el cual entregó enseguida en las delicadas manos de la joven.
Al recibirlo ella se puso al lado izquierdo del hombre, muy pegado a él tocando su brazo, Axel casi puso sentir todo el costado de la joven, definitivamente la confianza que él había ganado de ella era grande, era notoria, ella se acercaba a él cada vez y a él no le molestaba eso al contrario, que ella se comportara más libre le era fascinante.
-¿Cuál es la clave?- Preguntó curiosa, relajada.
-A ver dámelo.- Él se sorprendió, Brise quería que le de la clave para desbloqueo de su pantalla, pensó en dictarle pero no lo hizo para verse serio. Le pidió el celular a la joven, dejó su taza en el filo de la mesa frente a él y escribió cuatro números para desbloquear el celular.
Después de eso se lo volvió a entregar.
Desde donde estaba veía el espectáculo, los dedos de la joven con aquellas uñas largas y cuidadas, aquellos dedos largos los cuales se veían suaves, estos tomaban su celular con delicadeza y sumo cuidado como si le tuviera cariño al aparato o si se le fuera a romper si usaba más fuerza.
El celular una vez desbloqueado fue revisado por Brise quien buscaba el teclado de número para marcación, grabó el número guardando en la memoria de la cuenta de Google con el nombre: “Brise la asistente.” y después de un par de minutos estiró la mano para devolver el celular a su dueño.
El hombre vio eso y protestó.
-No, sólo pon tu nombre, eso de asistente como que no, sale sobrando.
-Ya lo cambias tú.- Sonrió la joven, después lo miró a los ojos esperando una reacción diferente.
-Vale, te llamaré más tarde para que guardes mi número.
-Señor sí señor.
-Cuídate, jovencita.- Dejó salir sus palabras rendido, la joven a veces molestaba a propósito en tono de broma. Le gustaba esa forma le gustaba.
Ella sintiendo la necesidad de mostrar que ahora había un mejor trato, se acercó y le dio un beso en la mejilla del lado izquierdo, arriba de su barba y muy cerca a sus labios, lento, preciso, seguro y demostrativo.
Sí, tuvo toda la intensión de dejar esa huella en su mejilla, la marca de cariño, de confianza, de aprecio y una importante, la marca de alguien que dice con la superficie de piel en los labios: “Me gustas” en un suave toque que no son únicamente sentidos.
El hombre sonrió en complicidad y giró para corregir el nombre, lo cambió por “La simpática Brise.” guardó el celular en el bolsillo, salió por el corredor hasta su oficina y siguió con su café hasta el fin de su jornada.
Así se quedó en la oficina imaginando qué decía al llamar al número de la joven, al escuchar su voz.
Tenía un presentimiento, ese que se siente en el cuello, en el estómago, el presentimiento de que ambos se gustaban, que podía conocerla, el que le decía que podía intentar “algo” que muy en el fondo se veía como un “Todo” El presentimiento era un amigo, este le tocaba el hombro y hablaba con él para decirle en secreto “¿Sí te das cuenta de las señales que te da, de cómo te habla? No responder eso al amigo era el colmo de la incredulidad, él le hacía pensar en su sonrisa, en su risa, en su simpática forma de coquetear ¡Sí, eso hace, te está coqueteando! “No, no lo hace y si lo hace es un juego de niña” Eso estaba en su mente sin embargo no podía ser distinto a lo que su forma le recomendaba, si podía ser más cercano podría averiguarlo muy rápido, la respuesta era fácil.
“Sé directo.”
***
Cerca de las ocho quince de la noche el hombre que estaba en casa revisando unos textos frente a su computadora, viendo el borde de sus libros apilados a su derecha, relajado en el respaldar de su silla, quería llamarla, tardó un par de minutos los cuales fueron intensos y decisivos.
“Sé directo.” La frase pequeña carcomía su cabeza y pensaba que podía llamar su atención, algo, lo que sea, asegurarse de tener esa afirmación.
Así llamó, escuchó el timbre sonar un par de veces y ella contestó.
-Hola, con quién hablo.- Dijo curiosa acomodándose a lo largo de su cama boca abajo.
-Buenas noches Srta Brise, soy Axel ¿No te interrumpo?
-Nop no es así, de hecho terminé de hacer una tarea en la laptop hace unos minutos, y me disponía a revisar mi celular, algunos correos y finalmente ponerme a leer para dormir, estoy en la cama así que tranquilo Sr. Axel.
-Ah qué bueno. Pues este es mi número, guárdalo en tu lista de “Pretendientes”.
-Ja ja ja, ok así te guardaré.- Ella sintió un nervio salir de su cabeza este se estacionó en su estómago y regresó explotando en mil neuronas de risa, el hombre le confesaba que era un pretendiente, podía pensar que era broma o tenía ganas de ser osado. – También quería ver si mañana querías salir conmigo como a esta hora.- Por alguna razón se sintió nervioso de preguntar, realmente le había costado decirlo.
Ya se imaginarán lo que ella confirmó con la segunda parte en la exposición de palabras.
-Sí, me encantaría.- Respondió en menos de un segundo. -¿Pasas por mí en la noche o nos encontramos en algún lugar?
-Claro que iré por ti. No dejaría que vayas sola a algún lugar que no conoces, eso no estaría bien.
-Gracias, qué lindo. Llámame cuando estés cerca de la facu para no tardarme en darte el encuentro cuando llegues.
-Sí, te llamaré.- Dijo seguro aún con más confianza.
-Perfecto, ya quiero que las horas pasen. Y… ¿Qué haces?
-Hago unas cosas en la computadora.
El hombre a veces era muy cortante cuando se trataba de sus cosas, quizá porque era reservado o simplemente no de forma equivocaba pensaba que no sería interesante decirlas.
-¿Qué cosas haces? Vamos, me da curiosidad.
-Mh pues escribo, escribo un libro.
-Está bien, si no quieres decirme no pasa nada. ¿Ya cenaste?
-Sí ya lo hice.
-Jijiji eres tan serio, no seas tan así conmigo “Sr. Importante”
-Simplemente no es interesante hablar de la cena.
-Y… ¿De qué es interesante hablar?
-Quizá de trabajo.- El tono del hombre se volvió más grueso, con un pequeño atisbo de atención.
-De trabajo… Mmmh, pero quiero saber más de ti aunque sé que todo tiene que ver con tu trabajo.
-Soy un hombre que gusta de escribir y leer, alguien que se esfuerza para entregar cosas correctas.
-Sé que eres así de estricto contigo. Eres un persona interesante y no precisamente por lo misterioso, es por muchas cosas.
-¿Cuáles cosas, jovencita?
-Mmm no sé, tú mirada, tu forma de hablar, esos pequeños momentos cuando te veo en tu escritorio que parece vas atravesar la pantalla con algún tipo de láser poder mental tipo hombre xmen. Cuando estás en tus cosas parece que de verdad te olvidas de todos y de todo.
-No sabía que me veías cuando estoy en la oficina.
-Sí, bueno… No te estoy acosando es curiosidad, las veces que paso hacia la oficina de Luis estoy tentada a ver qué hace mi jefe.
-También te he visto hacer tus cosas sobre todo tu trabajo, pones atención y concentración en lo que haces, eso es admirable.
-No, yo no. Verte a ti es admirable.- La joven se sonrojó por segunda a vez. -No pensé que fuera interesante ver lo que hago en la oficina sólo soy una asistente.
-Sé que no sólo eres eso, también eres una estudiante aplicada y una amiga extraña de un compañero de habitación que también es raro. Todo lo mencionado lo sé por ti.
-Tienes razón, soy más aún.- La joven apagó el tono normal e hizo un tono sincero de intensión cercana. -Me gustaría que sepas más por eso conversamos en este momento. Quisiera que sepamos más del otro.
-Buena idea, ¿Qué hay contigo, qué piensas de estar tan lejos de casa?
-No estoy tan lejos, al menos estoy en el mismo planeta, distinto sería si estuviera en Júpiter o Venus. Pero… Para ser sincera sí los extraño un poco. Me pasa algo que me ayuda a no recordarlos tanto, es que aquí las personas son muy cálidas, amigables falsamente pero por lo menos amigables siempre pendientes de ti con algún motivo informativo importante. Tú, eres distinto a ellos, por alguna razón algo me dijo que podía confiar en ti.
-La tarea que me dejas es grande, lo digo por eso de estar pendiente. Sí soy distinto, las personas a mi alrededor pierden tiempo en pantallas digitales a veces pienso que son fríos y no entienden los sentimientos, no es que necesite eso de ellos sino que una explicación más detallada del por qué ves una película les parece raro y se quedan rodando la ardilla en su cabeza ya que para ellos algo es tan simple de clasificar con dos opciones, para los demás todo es “Bonito, feo” no hay otros matices.
-Pienso igual que tú, la gente se ha vuelto muy fría, la lectura no es una costumbre actual, aquella te llena de riqueza pero no para hablar mejor y presumir sino para ver los detalles reales de este mundo. La gente ahora sólo cree lo que le dicen y repiten todo como si fueran loros.
-Sí, estoy de acuerdo. Si pudieras decir algo que nadie sepa ¿Qué sería?
-Que me gusta hablar contigo.- Ambos se quedaron en silencio pero para no hacerlo incómodo ella se despidió. -Te dejo seguir con tus cosas, descansa si puedes.
-Gracias, igual.
“Ya no le pregunté si era una cita.” Pensó la joven dejándose caer boca arriba sobre la cama, estiró sus brazos para relajarse dibujando una sonrisa en su pacífico rostro. “Pues averigüemos qué tipo de salida es.” Mordió sus labios.
***
En el trabajo todas las horas que tenía que estar en la oficina se hicieron cortas, y para colmo no pudo ver a Axel. Pensó que como salían esa noche estaría bien hacer alguna coordinación de última hora.
Ella le había dicho que él le parecía atractivo y no podía seguir coqueteando con alguien que quizá no estaba interesado en sus huesitos. Quizá él la veía de forma amistosa o peor aún la última opción, la más patética, que el hombre la veía como una hija.
Pero por eso saldría con él, quería acercarse, coquetear para saber si ella podía ser del agrado de Axel, un hombre como él podía tener a muchas mujeres interesadas, no quería pensar que ellos simplemente serían amigos.
Estaba segura, no podía discutir con ella misma la seguridad de lo que sentía al hablar con él, la impresionó, le gustaba de verdad, el hombre era más que interesante.
Llegó las dos de la tarde y Axel no la llamó para explicarle algo o dejarle más labores por lo que esperó un minuto antes de las catorce horas, apagó su computadora, fue a la cocina como todos los días a dejar su taza limpia y tomar un poco de agua.
Al caminar por el pasillo para llegar a la cocina vio a Axel conversando de forma acalorada con Oscar, seguro lo estaría regañando por su incompetencia ya que el joven era muy flojo, o era una advertencia de despedida. Se imaginaba muchas cosas pero ante todo no le importaba aunque se alegaba de que Axel tuviera autoridad sobre el “nenito”, ver cómo lo ponía e. Su lugar era hasta cierto punto satisfactorio.
No quiso interrumpir por lo que se siguió de largo, hizo lo que tenía que hacer en la cocina, salió marcando su salida con la huella digital de su dedo y tomó un taxi a su estadía.
***
Brise estaba ansiosa de salir, quería conocer un poco de la ciudad en la noche, le daba mucha curiosidad además sabía que algo iba a pasar, lo que sea que Axel dijera para asegurarse de que no estaba imaginando cosas, como que él podía estar interesado en ella. Lo que sea que pasara, sabría que sería divertido, interesante, un momento para esparcirse y disfrutar.
Por otro lado Axel sería sincero, era un caballero así que no podía mentir, es cierto que al principio la estaba cuidando pero es una mujer y una muy atractiva. Lo más llamativo para él era la forma de hablar de Brise, la forma de analizar o pensar lo siguiente que respondería, su forma de expresar sus ideas, su literatura, era una joven nada superficial, agradable y guapa, ordenada y afanada con las cosas del trabajo.
Se lo diría, que quizá daba mala impresión el que la protegiera de Oscar y ahora quisiera darle un beso, pero no sólo quería lo que Oscar, estaba interesado en conocerla mejor y definitivamente no para que fuera sólo su amiga.
/////
Diez minutos antes de las ocho, rumbo a la estadía de Brise, el hombre tomó su celular, buscó el número de la joven en la agenda y lo apretó, lo siguiente fue esperar ansioso de que responda.
-Hola, Axel.
-Buenas noches, Brise, casi estoy en la calle del campus, llego en Uber, nos vemos.
-Nos vemos, no tardo, te esperaré afuera.- Tomó su bolso, su abrigo y salió hasta el jardín, caminó a la salida, esperó un par de minutos y vio llegar al hombre en el auto junto cuando tomó su celular para ver si le había escrito.
Olvidó algo importante en su habitación así que le escribió por el celular que le espere unos minutos, que de inmediato regresaría con él.
Axel recibió el mensaje y asintió al mismo tiempo que escribió un “Está bien, te espero”
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