La Asistente Capítulo IV Ya Aprendiste A Llevarte…

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-“Ya aprendiste a llevarte” ¿Qué significa eso, está mal dicho o qué es?.- Preguntó curiosa la chica mientras su amigo la escrutaba acusador.

-Significa que ya aprendiste a bromear con otros, a seguir la corriente o usar la broma para molestar.

-Pero yo no hice eso.- Su rostro guardaba compostura para convencer.

-A ver, te pregunté quién era el hombre que vino a dejarte en la tarde a la clase, te sugerí que era tu papá y me dices que sí es y luego te ríes, me dices que también es tu jefe.

-Jajaja era sólo una broma, él es mi jefe y ahora es también nuestro compañero de curso.

-Ah pues no está nada mal tu jefe.- El joven mordió sus labios en un gesto de deseo carnal.

-¡Estás mal de la cabeza ya te lo he dicho mil veces, Nacho, no está bien ser homosexual!

-¡Y yo te dije que ser heterosexual es un asco!

-Sí lo sé, y aún así te quiero.- Brise abrazó a su amigo y lo quería a pesar de su gran defecto. Nacho pensaba lo mismo de ella, se lo recordaba constantemente y su extraña relación de amistad era así, muy rara. -Pobre nacho, ser homosexual te deja sólo un triste raspado de anís.

-¡Aishhh Qué ascoo, dónde aprendiste eso igualada, naca de nacas!- Se indignó tocando su pecho. -¡Qué corriente te estás volviendo, con quién te juntarás!

-Lo leí en tu diario Jajaja, sólo habló contigo lo juro, no tengo otras amistades.

Nacho abrió los ojos y se tapó la boca con su mano derecha.

El sábado en la tarde era el curso que había abierto la facultad, Brise estaba ansiosa de encontrarse a su jefe, sabía que con él le iría mejor que bien.

Pero el entusiasmo se fue cuando lo vio conversando muy alegre con una mujer grande que lo rodeaba por el cuello con uno de sus brazos.

Su plan de trabajar junto a él pues ya no era tan fiable. Y para mala suerte del jefe quien también esperaba a la joven, la tímida mirada de ella cayó sobre él en el instante preciso que se acercó a la mejilla de la mujer para besarla porque esta se iba, un simple símbolo de despido forzado.

Vio cómo la joven apretó los labios hacia adentro de la boca, le alzó las cejas en señal de saludo y se sentó junto a un adolescente greñudo en la primera fila.

En la cabeza de la joven por algún motivo había decepción pero no de él sino de ella, sentía como si hubiera esperado otra expectativa tonta con él, era confuso porque hasta ese día sabía que él tomaba el curso ¿Qué era aquello escondido que no significaba pero al mismo tiempo sí? Era una de las preguntas que salían sin pedir permiso.

“Soy una ilusa, tonta, el hombre sí me gusta…” Su sentir le dio una bofetada sorpresiva para que despierte, se había visto en su imaginación con él conociéndolo más, acercándose en el curso, trabajando juntos como compañeros, quizá saliendo con él pero, no podía ser posible. No creía que podía ser atractiva para él, se consideraba una niña inmadura a su lado mientras que él era más que un hombre de verdad.

Apretaba la pluma contra la libreta de apuntes, aunque escuchaba la clase o un eco lejano de ella en verdad no lo hacía, felizmente tenía la grabadora prendida, se decía ingenua mil veces, apenas lo conocía y toda la situación la hacía ver peor, aún más niña, vulnerable y sentimental hasta los huesos.

Al final de la clase ella salió junto al tumulto sin despedirse, caminó hasta la puerta, fue al corredor con dirección a la cafetería, necesitaba algo que la distrajera, un paquete de chicles de menta era una opción divertida, agradable y deliciosa, el azúcar falsa podría ayudar a que entendiera que debía estar más centrada.

Llegó hasta la tienda, hizo su compra y salió rápido hacia afuera de la facultad, directo al campus específicamente hacia el pabellón de hospedaje, no creía que podía tener oportunidad de hablar nuevamente con él, “Vaya, realmente me he quedado impresionada con él.”

Su conciencia la atacaba, sentía que no quería hacerlo, no estar de nuevo en una conversación distinta a las que tienen títulos importantes acerca de la escuela o el trabajo, pero él la siguió y sorprendiéndola la detuvo tocándole con cuidado el hombro.

-Brise ¿Cómo estás?- Su saludo fue entusiasta pero no vio lo mismo en los ojos de ella.

La joven giró y saludó con postura relajada.

-Bien, Axel, iba a mi habitación para descansar un poco y llamar a mi mamá unos minutos por video.

-Mh, ahora me dices Axel, así se escucha mejor ¿Por qué no lo haces en la oficina?

-En la oficina usted es mi jefe.

-Regresamos de nuevo al principio.- Se tocó la barba en señal de rendición, Cualquiera pensaría que una joven alumna le daba lata con alguna pregunta de clase a un decano, él tenía ese aspecto serio y porte de rectitud, parecía de verdad un estricto profesor.

-En la escuela eres un alumno igual que yo. Por eso sentí que podía atreverme a llamarte por tu nombre.

-Ya veo peor no pienses eso, que es un descaro ¿Y quieres trabajar conmigo en ese curso al que asistimos o ya te has echado para atrás?- Fue directo, ya sabía que ella era muy ordenada, esforzada. En los antiguos trabajos de otros cursos había tenido a adolescentes flojos que eran carga sobre sus hombros pero ella, aunque la conocía poco pensaba también que juntos serían una excelente pareja de estudiantiles.

-Pero ya tienes una compañera a la que puedes elegir.- Mencionó eso y sintió que se hirió así misma “Dios mío qué tonta soy, no debí” -Tranquilo, ya han pasado dos clases, posiblemente ya la tenías, perdón fui yo la que me adelanté a pensar que quizá no la tenías y podíamos trabajar juntos, no quise comprometerte así, lo siento de verdad.- Lo dijo alegrándose por él pero con disculpa sincera.

-No la tengo yo quiero que tú trabajes conmigo. Que tú seas mi compañera.

-Pero tu novia se va a enojar conmigo.

-No es mi novia, es una colega que conozco de muchos años.

-Mh, es cierto, casi olvido que los saludos aquí son de más confianza. Entonces, si no hay inconveniente me gustaría hacer grupo en el curso, contigo, Axel.- Dijo como si nada pasara para disimular, lo saludó de mano como determinando un trato serio.

-Buena decisión.- La apretó con delicadeza. -¿Te gustaría ir a tomar un café?

-No tomo café, lo siento…- Él empezaba a entender que ese era un rechazo directo pero ella continuó sorprendiéndolo. -Sí tomo té o chocolate, puede ser caliente o frío pero café no puedo me hace daño.

-Adelante entonces.- La invitó a caminar un paso delante de él. -¿Ya conoces la ciudad?

-Ah muchas gracias sí, vamos. No, conozco el campus, el trabajo y el centro comercial a unas cuadras de aquí. Casi no tengo tiempo se salir, Nacho no me quiere acompañar tampoco porque está ocupado con su novio.

-¿Quién es Nacho? Si puedo preguntar, claro.

-Es mi compañero de habitación, es mi amigo pero no en el sentido de amistad extraña que un hombre y una mujer tienen, bueno, la verdad es que nuestra amistad es extraña pero es porque él es homosexual y yo heterosexual, después te lo explico es una larga y divertida historia de cómo nos conocimos.

-Conflictiva amistad me doy cuenta.- Se vio interesado y se ofreció a ser guía con sutileza. -Si deseas podemos organizar algunas salidas los fines de semana para que conozcas algunos lugares llamativos de Ciudad de México, hay bellos lugares como teatros, museos, el palacio de Bellas artes con un anfiteatro de música clásica, centros históricos y culturales, comida etc etc hay una historia enorme en esta ciudad que yo estaría orgulloso de compartir contigo.

-Wow eso sería fenomenal, pero ¿No se molestaría su esposa?- Ella veía que el hombre era grande y serio, tenía que estar casado sí o sí.

-No tengo esposa, no soy casado y tampoco tengo novia.- Respondió tajante.

-Y ¿Por qué no la tiene? Usted es un hombre atractivo.

-Ah caramba, muchas gracias, creo que sólo tú te has dado cuenta de eso.

-Pero además es admirable, es escritor y ha hecho algunas conferencias.

-Gracias de nuevo, eres una chica muy simpática. Por favor dime Axel.

-Perdón es que no puedo evitarlo a veces.- Sonrió disculpándose. -¿Entonces me estás invitando a salir como una cita algunos fines de semana o me acompañas como amigos a conocer la ciudad?

-Sé que hay una diferencia grande entre las dos, sin embargo me gustaría saber la respuesta a esas distintas formas de entender mi deseo para que conozcas la ciudad.

-Lo digo por algo simple, no quiero explicarlo o hacerlo muy largo pero estas semanas que he estado aquí siento que debo explicar mejor a lo que me refiero, verás: Una cita, de donde vengo es una salida que una mujer acepta como invitación para conocer a un hombre con la finalidad de que él quiere algo más que una amistad, significa que el hombre se responsabiliza de los gastos para impresionarla aunque en la actualidad ya se comparten los gastos. Una salida de amigos significa que cada quien vela por sus gastos y sólo es eso, es que uno acompaña al otro y listo. Por eso lo pregunto, si quieres saber mi opinión pues debes señalar cuál de los dos motivos usas ahora en este instante.

-Con sinceridad, mi único deseo es que conozcas mi bella ciudad y lo que representa la cultura y costumbres de mi país. No tengo intensión de conseguir nada de ti y tampoco me molesta acompañarte e invitarte cada día todo lo que desees sin embargo tampoco me voy a molestar si me compras un helado.- Le guiñó el ojo.

-Si hubiera sido una cita…- Giró dándole la espalda poniendo un dedo en su labio superior como pensando, hizo ese sonido largo y luego giró de nuevo caminando lentamente hacia atrás sin perderlo de vista directo a sus ojos. -Yo, mmmmh, yo hubiera dicho que sí.

-Ahh ooooraleee qué bandida… Camine, Srta.- Axel se daba cuenta que era más extrovertida de lo que pensaba. -Pues ahora sólo será un té.

-Yo te invito el helado, tengo mucho dinero, mi jefe es generoso.

El hombre asintió un poco de lado.

Llegaron hasta la cafetería, una de dos pisos que fácilmente podía ser de los mejores locales de café rústico que ella había visto antes en toda su vida, el ambiente era tranquilo, una pequeña y esquinera biblioteca era la principal atracción del lugar.

La joven había cambiado su ánimo ya no estaba decepcionada de sí misma o traía algún sentimiento de arrepentimiento, es más hasta se había olvidado de todo para dedicarse a disfrutar de esa pequeña oportunidad donde podía conocer a ese magnífico hombre.

Pidieron cada uno sus bebidas favoritas, él café descafeinado con crema y ella chocolate caliente.

La conversación después de salir del tema trabajo con preguntas curiosas pasaron a ser más personales, algo que ninguno estaba acostumbrado a discutir y menos preguntar pero sucedió inesperado.

-¿Puedo adivinar o suponer algo del por qué un hombre como usted está solo? Uno, es Gay, o dos, ya no quiere enamorarse nunca más porque le rompieron el corazón.

-No soy gay, no creo que eso sea malo y voy a favorecer más la segunda idea que expusiste.- No le gustaba hablar de sus cosas personales. -¿Tú por qué no tienes novio si eres joven y simpática?

-Tuve uno cuando era una niña, me escribía cartas y poesía muy mala. Él era muy simple pero su ser patético al esforzarse por impresionarme me causaba ternura. Yo leía a Rostand desde muy joven resaltando y dando honor a sus letras vérsicas repetitivamente desde los nueve, leía a Shakespeare desde los diez y a los once la prosa era mi segundo estilo de lectura y escritura porque mi mundo eran los sueños, las pesadillas y la poesía de todo lo que me rodeaba y percibía mis sentidos.- El hombre escuchaba atento impresionado. -Leí la revista del mes de febrero, un libro de historia con tus textos y ediciones los cuales descansan en recepción sobre la mesa de vidrio. siento que tú tienes ese estilo tan marcado con aires netamente románticos o neorománticos, ese espejo de épocas pasadas. Das a sentir muchas sensaciones fuertes en casa oración y descripción, eso casi se ha extinguido en los hombres, el detallismo, la humanidad en una sola palabra, la belleza de una oración perfectamente escrita.
Escribir… Escribir bien no todos pueden y tú lo haces excelente, por eso digo que eres admirable.

-No, no tengo palabras para agradecer lo que dices, pero puedo decir que el que ve detalles hermosos en un texto que escribo debe ser alguien que tiene el corazón así y mira de esa manera como yo miro las cosas. Te agradezco todo lo que has dicho, me halaga, de verdad muchas gracias.

-De nada.

-¿Entonces escribes poesía y novela?- Preguntó curioso, absorbía su café.

-Hago el intento, sólo soy una simple y humilde aficionada. No escribo ni el cinco por ciento de interesante como tú.

-No digas eso, un día me encantaría leerte.

-Vale, está bien, te mostraré algo de lo que escribo pero por favor no seas tan duro conmigo. Yo amo escribir pero amo más leer a personas como tú.

Los ojos del hombre relucieron al escuchar a esa joven.

Se quedaron unos instantes más compartiendo opinión de algunas películas y libros favoritos que leían, se dieron cuenta que la confianza ahora era más agradable y cómoda.

Después de casi dos horas sin parar de hablar de libros, corrientes literarias y un poco de historia…

-No quisiera quitarte más tiempo, te llevo a la universidad, voy a pedir un Uber.

-No es necesario, si tienes tiempo vayamos caminando.- Hizo gesto de súplica con ambas manos y una mueca de labios compradora de intenciones.

-Sí lo tengo, vamos.- Dijo amable.

-Genial, así podremos hablar más.- El rostro de la joven sostenía gusto, estaba disfrutando la compañía, su tono era fresco y en esos minutos ya desenvuelto.

Salieron del local de café, juntos caminaron hasta ingresar al campus  al pabellón de las habitaciones, al corredor donde estaba la habitación, exactamente hasta la puerta.
Debieron confundirlo con algún familiar o algo porque por otro lado hubiera sido imposible que él entrara hasta ahí.

-Gracias por el chocolate estuvo delicioso, me recordó al que hace mamá en navidad.

-No, gracias a ti por tu gentil compañía.- Él mantenía su distancia aunque sí sentía la necesidad de estar más cerca.

Y en eso, ella se adelantó para abrazarlo y darle un beso en la mejilla dejándolo helado.

-Tenga un buen día, jefe.- Añadió una venia antes de entrar a su aposento.

El hombre se despidió con una mano sin saber que decir o hacer.

“Siento que le agrado, espero no estar equivocado.”

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