Snape esperó que la vendedora dejara de vigilar sus movimientos por el pasillo, de todos modos no podía adelantarse a pensar que Hermione estuviera embarazada, mejor debía preguntar o averiguarlo de otra manera.
Desde unos cincuenta metros podía ver cómo su joven novia se tomaba su tiempo para leer aquellos productos en ese lugar lleno de cremas de manos, shampoo de cuerpo y en general como ella bien había dicho, utensilios de aseo personal femenino.
Sacó su varita y lo hizo, a pesar que había prometido no hacerlo más, se metió en su mente mientras ella estaba fuertemente distraída leyendo en voz baja.
Al entrar vio la primera cosa que lo perturbó, esa joven extrañaba a su amigo Alex y no poco, en segundo lugar se vio así mismo y sentía cómo el cuerpo de ella se estremecía al mirarlo, mirar sus ojos negros, su cabello, su boca y forma de caminar esa especial sensación cuando la tomaba de la mano.
Ese pequeño instante fue mágico para él, más al comprobar que ella al verlo no lo tenía visualizado en el presente sino en su versión donde se supone estaba lleno de cosas y razones para que nadie se interese en él, y ella sí lo hacía, lo hacía y se sonrojaba al comprobar unos segundos que gustaba aún más de él.
La soberbia crecía en el mago cada que ella le hacía creer sus sentimientos, cuando comprobaba ese enorme lugar donde ella lo tenía adentro de su ser, inamovible. Snape decidió erguirse, caminar sin temor a que lo vea y listo para hacer algunas preguntas.
Al llegar a ella, sigiloso cómo solía ser, la sorprendió por la espalda con un abrazo rápido por la cintura y un beso en su mejilla.
—Señorita Granger —usó aquél tono donde ella aún se ponía nerviosa.
—Wow hola —casi suelta la caja que tenía en las manos— me asustas, Severus.
—Lamento eso, no he perdido carácter… Y ahora, ¿Podrías contarme por qué tanto misterio? ¿Qué sucede?
—Nada, sólo necesitaba unas cosas personales porque hoy o mañana empiezo días complicados, tengo un calendario y este no ha fallado nunca, se me han acabado las provisiones, vine por más, eso es todo.
Snape la miró fijamente, todos sus gestos en su delicado rostro.
Cruzó sus brazos, pensativo y levemente decepcionado.
—Ah, ya veo… ¿Sabías que puedes solucionarlo con una poción? Lo digo por si se te había olvidado.
Ella pestañeó lento, con una sonrisa coqueta en los labios.
—Con la poción ya no duele, lo que necesito es sostener el flujo sin alterar mi cuerpo de forma radical.
—Conozco muchísimos hechizos, primor.
—Lo sé, señor sabelotodo —le dijo eso para ver qué hacía el mayor.
—¿Y por qué no me pediste ayuda? Sugirió el mago, que de verdad era muy controlalo todo.
—Porque hay ciertas cosas que no necesitan magia y esta es una de ellas, somos magos pero también humanos y prefiero sentir que soy una mujer completa, porque cada que hago ese hechizo durante dos o tres días, siento que no tengo órganos en mi interior y bueno —se peinó el cabello detrás de la oreja derecha viendo a otro lado—. Además no me cae bien, se me baja un poco la presión y me mareo.
Snape rodó los ojos, tenía que ser esa joven Granger, inusual, tan extraña y única.
—Qué extraño, perdón, no creo haber escuchado eso jamás en la sala de Slytherin o entre las jovencitas.
—Severus, no soy Slytherin, sí parezco a veces pero no lo soy. Y bueno —cruzó los brazos igual que él para intimidarlo sin tener éxito—. Justo quería saber eso ¿Sí cuidabas de todas las chicas, cierto? —le alzó una ceja.
—Mi deber era cuidar de las chicas y los chicos.
—Me refiero a que ¿No había algún interés especial por una de ellas?
—No —Snape lo soltó rotundo y rápido —creo que ya te lo había dicho.
Hermione quería saber si la joven que vio era una ex alumna de él.
—Ah, bueno… Si tú lo dices…
—La única estudiante con la que he cometido el descaro de enamorarme, eres tú —la picó con su dedo puntiagudo en el hombro sin ser rosco, sólo exageradamente señalativo.
Ella sonrió, le encantaba escuchar eso y el tono en que lo decía, sin perder seriedad.
—Ah, eres tan lindo y tierno —Hermione inclinó su rostro a un lado de su hombro. Snape alzó una de sus cejas, la voz de Hermione a veces parecía que le faltaba el respeto en burla.
—¿Soy tierno? —el mago entrecerró los ojos, preguntó acercándose un poco a ese rostro femenino y bonito sin perder seriedad y postura, le tocó la nariz con la punta de la suya, otra vez cruzó los brazos como llamando su atención.
Así de cerca sus dos ojos café claro parecían un sólo ojito redondo, como si fiera una cíclope y sus mejillas dos esponjosas almuaditas para morder y más en esa tierna sonrisa que ella aguantaba al ponerse roja delante de él.
Ella no dijo nada, sólo asintió despacio y luego le dio un pequeño y suave besito tiezo en sus labios delgados de pocionista.
—Descalificado completamente de las artes oscuras, ¿Qué diría mi maestro Voldemort? —negó con la cabeza, débil ¿Por qué estaba tan muerto por ella?
—¡Ey, no lo invoques, Severus! No e spor miedo, es por odio… Y bueno, está bien, no eres tierno —miró a los lados para ver si no había nadie cerca—, eres un mortífago malo, amargado y atractivo —apretó las palabras entre dientes y volvió a darle un beso en los delgados labios.
Snape vio la imagen que tenía en su mente cuando la leyó, vio cómo ella lo admiraba y de verdad pensaba eso, lo recordaba mucho en el pasado más que en el presente.
—Eso está mejor… Mh, bueno, voy a hacer una pregunta que tengo en mi cabeza, ya me has respondido pero igual deseo tenerlo claro. Verás, señorita —se acercó más para ser recatado—, cuando tenemos relaciones sexuales, me he ocupado un noventa por ciento de la veces en tomar una poción anticonceptiva, las demás veces tengo que confesar, he sido irresponsable.
Hermione abrió los ojos, sorprendida.
—¿Tú estás diciendo que has sido irresponsable? Wow, debí tener una grabadora para documentar todo —hizo rostro divertido.
Snape rodó los ojos en símbolo de cansancio e impaciencia.
—Es algo serio, mujer ¿Tú estás usando una poción?
Hermione negó, porque no había usado poción nunca en esos asuntos.
—No, si quieres la verdad, pues creo que me he cuidado unas dos veces, el resto sé que tú has bebido poción anticonceptiva, y lo sé por el olor a durazno, fresa y orégano que espiras al transpirar.
—Ah, no sabía que olía muy fuerte ¿Eso te desagrada? —Snape se alejó.
Él había empezado a beber esa poción desde que comenzó a salir con ella y esta se mezclaba con su perfume varonil, el que también hacía en un caldero.
Por su puesto a veces, de verdad no lo había bebido.
—No, lindo, no me desagrada —le agarró su gran mano izquierda para apretarla mientras seguí—, a mí me encanta cómo hueles, con perfume, sin perfume, con poción, sin poción.
El mago no pudo evitar sonreír, ella era tan adorable que quería abrazarla muy fuerte, reventar su grácil cuerpo en un abrazo y desangrarla de amor, con corazones verdes flotando al rededor mientras moría lentamente en el suelo y él colocaba una rosa negra sobre su pecho. Sí, sus pensamientos eran de un mago loco y desquiciado, a veces.
Se concentró en la conversación y dijo con gravedad:
—¿Estás conciente que si no nos cuidamos, podemos concebir un niño? —Snape lanzó con todo.
—Sí claro que sí, eso lo sé desde la primaria —ella soltó rápido y seria aunque con una sonrisa que quería ser risa.
Snape suspiró cansado, ella estaba jugando pero era algo serio, era un tema serio y ella quería reírse en su cara. Quizá era el día en que ella se había portado más infantil que otras veces, no pasaba nada, no era molesto, sólo que en ese instante estaba preocupado.
—¿De verdad lo has pensado, jovencita? ¿Embarazarnos? ¿Has pensado en que puedes embarazarte de mí?
—Así es, guapo —empezó a molestarlo más, a él no le gustaba que le diga así—, He pensado en tener un hijo contigo ¿Eso estaría mal?.. —Hermione caminó y tomó de los estantes algunas toallas íntimas de las más delgadas y suaves.
—Ah ¿Y tus estudios, Hermione? —se preocupó por ella. El tema no dejó de ser serio para él a pesar que ella le confesaba que estaría encantada de embarazarse con él.
—Sabes que podría terminarlos, que eso no sería un problema ¿Tú quieres tener un hijo conmigo o ya tienes un hijo por ahí sin que lo sepas? —Hermione no perdía el carácter, cómo se le ocurría provocar así al mago o intentar averiguar ciertas cosas con esa pregunta incómoda.
Snape puso rostro confundido, aquello lo descolocó.
—¿De qué estás hablando? —su semblante cambió con radicalidad.
—Sólo fue una pregunta, mago.
—Por su puesto que quiero tener un heredero varón contigo —Snape tomó su varita y la agitó unos segundos delante de ella—, He de confesar que antes no me agradaba la idea de cuidar a una bola de carne llorona… Pero contigo —su voz se suavizó un poco osea que se hizo más grave y en susurro, sus cejas se alzaron desde el centro en gesto sentido—, cuando llegaste entendí que un niño con tu inteligencia o una niña con tus ojos e insolencia, además vistiendo el uniforme de Gryffindor, no sería una tortura sino lo más bello que podría tener en mis manos. El amor es raro, hacen aparecer cosas extrañas en la mente, Hermione, cosas extrañas y que nunca había anhelado o soñado —la abrazó desde la cintura y pegó su frente a ella inclinándose hacia delante, rozando sus labios—. Reconozco que me sorprende escucharlo porque es la primera vez que lo digo y de verdad lo siento, siento que al ser posible, moriría con tantas suerte si se realizara.
Hermione cerró los ojos y lo abrazó por unos segundos.
Abrió la boca aún sin saber cómo decir lo que él le hizo sentir.
—Severus, nunca había escuchado algo tan hermoso —lo jalón de la tela del levita, por el pecho e hizo que el mago se incline un poco más a ella, así lo alcanzó de los labios y empezó a besarlo por unos dos minutos provocando el sonrojo en el rostro del mago de Slytherin— Ahora debemos esperar algunos días para empezar a intentarlo —se separó de él en un instante.
—Entiendo perfecto y… Aunque no sea algo malo sino bueno, prefiero que termines los estudios antes de que tengamos un niño. Y… Respondiendo a esa pregunta extraña que hiciste hace un par de minutos. No, Severus Snape no tiene hijos con nadie.
En ese instante un carrito de compras golpeó sutil la cadera de Hermione. La estudiante volteó y se encontró con una montaña de cosas para bebés, para un bebé varón.
—También hice compras, pensé que estabas embarazada. Hablamos y escuchamos del otro que no sería mala idea así que decidí que podíamos guardar esta colección de inutilidades muggles para bebés.
Hermione abrió la boca sorprendida.
—Estás loco, Severus —Hermione se aferró a su pecho.
Snape se separó y la acusó con la mirada, enojado, no le gustaba cuando ella usaba esos términos tan simples o en su cabeza malinterpretados como faltas de respeto.
—Comienzo a conocerte, Granger
***
La pareja casi estaba lista para darle el encuentro al señor Scamander y a Alex pero el mayor se dio cuenta que olvidaba algo importante.
Responder una carta.
—Oh, hoy recibí carta de Minerva, me invitó al torneo de los tres magos, quiere que vaya este fin de semana para ayudarle con unos asuntos. Al parecer han adelantado las actividades mágicas y han vuelto al ganar el sorteo de las sedes.
Hermione sonrió imaginándose una cosa.
—¿No me digas que quiere que le des clases de vals a sus estudiantes para el baile del torneo?
Snape se sorprendió, aquello era algo que no quería que ella se entere.
—Así es, por eso… Le diré que no. Sin embargo he aceptaré ir como juez del torneo.
—Ja, ja, ja, no puedo creerlo ¿Entonces eso que estaba en la cabeza de nosotros aquél día que la profesora Minerva nos enseñaba a bailar, era cierto?
—¿Qué era cierto? —estaba curioso de enterarse ¿Qué estaba en sus impertinentes y atrevidas cabezas de león despeinado?
—Qué tú le enseñaste a bailar a la casa de Slytherin —estaba sorprendida y su voz la hizo más exagerada.
—Así es ¿Qué tendría de malo?
—¿Y por qué no me has llevado a bailar?
—Pues ven conmigo este fin de semana, al baile y de paso tú le enseñas a los chicos de Slytherin y yo le enseñaré a las jovencita. No gusta bailar pero en la escuela se aprende como has visto.
—Acepto —le estiró la mano al mago para quedar de acuerdo y él aceptó el trato.
Snape asintió.
Hermione se quedó en sus pensamientos de escuela, aquellas épocas después de todo no habían sido tan malas.
—El señor Scamander nos espera —soltó Hermione animada.
—Vamos rápido, tu amiguito debe estar llorando de extrañarte —hizo rostro desagradable. No le caía bien aquel joven, lo intentaba pero no podía. Su rostro le era tan fastidioso con esa sonrisa bonita y su cabello castaño, no le agradaba, le recordaba un poco a James Potter o peor a Sirius Black.
Hizo lo que pudo para alejar a ese niño odioso por lo menos un par de días completos y ahora tenía que verle la cara otra vez ¿Cuándo sería el día que su intercambio termine para no verlo agarrar la mano a su novia en el patio de la escuela?
*
Snape hizo que desaparezcan desde la casa de ellos, hasta llegar a la universidad y ahí dirigirse al traslador.
Hermione se perdió un instante en su mente y recordó una situación de miedo, desagradable y miedo.
—Severus ¿Recuerdas ese día? —preguntó de imprevisto.
—¿Cuál, hermosa? —miró las pupilas de la estudiante, atento.
—Esa vez en el salón de DCAO, el despacho de Umbridge, cuando la brigada de defensa del ministerio que ella había formado nos atrapó ahí, a punto de salir por la red flu.
—Lo recuerdo ¿Por qué la pregunta?
—En realidad quiero que recuerdes el momento en que Harry te dijo dónde estaba Sirius, porque aquella vez fue la primera vez que él confiaba en ti, de hecho fue la primera vez que todos confiamos, Harry te dijo dónde estaba Sirius delante de la profesora esperando que le avises a la orden. Tú decidiste ignorarlo y hacer como si fuera un invento.
—No podía hacer otra cosa delante de esa desagradable mujer y delante de todos ustedes que eran unos bobos niños.
—¿Tú le avisaste a la orden para que rescaten a Sirius?
—Así es.
—Wow, esa constante, sabía, lo sabía pero en ese momento en que todos nos vimos rodeados por los mortífagos, se nos olvidó, no se nos ocurrió que el rescate fue gracias a tu advertencia.
—Sabes que tenía que cumplir con Dumbledore y el señor tenebroso al mismo tiempo.
—Gracias, gracias, si no hubieras avisado, si no llegaban ellos a defendernos, creo que… —ella iba a decir “hubiéramos muerto por Harry”
—Por favor no lo digas, Hermione, ahora estás aquí y no hay por qué pensar en eso.
Ella asintió.
Se movieron de pabellón y
Llegaron al salón donde estaba el traslado, salieron al encuentro del Señor Scamander y Alex en un torbellino agitado.
_________________________________________________
No sé pierdan el siguiente Capítulo “Scamander y Baile del torneo”
¿Te gustó el capítulo?
Tu calificación: