Impulsivo Capítulo XXIX MALFOYLONG 🧐🖋️📜🔥

Lista de capítulos

Capítulo 1 ¡Adiós Y Hasta NUNCA, Hogwarts! Capítulo 2 Universidad De Londres 🤔 Capítulo 3 Profesor Tobias Prince 📜 Capítulo 4 Srta. Jean Puckle 🕒🔊😨 Capítulo 5 ¿La Conozco, Srta? 🤔🧐 Capítulo 6 ¿En Qué Lo Puedo Ayudar? 📕👂😱 Capítulo 7 Suspicacias De Un Slytherin 🐍 Capítulo 8 Reunión De Subterráneo ✒️📋📷 Capítulo 9 Cuando Quiera, Granger 🔎 Capítulo 10 Coincidencia Nocturna 🌃 Capítulo 11 No es malo 🌅🌧️ Capítulo 12 Verla Un Instante ❤️🦁 Capítulo 13 Querido Profesor… 👄 Capítulo 14 Querido Profesor Part 2 👄🔞 Capítulo 15 La Madre De La Joven – 1🍋🔉 Capítulo 16 La Madre De La Joven – 2 🧐😕 Capítulo 17 Impulsivo Part 1 🏰 🐍 Capítulo 18 Impulsivo Part 2 🚂🏰👄 Capítulo 19 La Anciana Y El Chocolate👗🔥🛤 Capítulo 20 La Caja De Cristal 🔓🧧 Capítulo 21 Piedras Y Cielo Nocturno ◾🔥🌃 Capítulo 22 LA BENDITA RADIO 📻 ⌚ Capítulo 23 EL BENDITO TELÉFONO – ☎️📞 Capítulo 24 ¡SUMERGIR LOS CELOS! Capítulo 25 CASA DE CAMPO Capítulo 26 El POCIONISTA SABE LO QUE HACE 🔥 Capítulo 27 ABUELO ESTIRADO 🤨 Capítulo 28 PARTE DE LA SORPRESA 🦁 Capítulo 29 MALFOYLONG 🧐🖋️📜🔥 Capítulo 30 Narcissa Está Embarazada 🤨🌋⚡� Capítulo 31 Te Voy A Degollar 🧠� Capítulo 32 Alex, Hermione, Scamander, Y Severus 🔥 🔥 💼 Capítulo 33 ¿Dónde Estás, Malfoy? 🤫🤺 Capítulo 34 Narcissa Black – Snape En Taxi 🚖� Capítulo 35 Super Mercado Muggle 🦁🐾💊 Capítulo 36 Flashes Del Pasado 😬 📸 Capítulo 37 Scamander Y Baile Del Torneo 🏰 Capítulo 38 La Familia Es Valiosa 🏰 � Capítulo 39 Confrontación, Éxito Y Accidente 🔪� Capítulo 40 Doble Problema Y Segunda Oportunidad 📖 🧠 Capítulo 41 Te Quiero 🟩🔺� Capítulo 42 Consultorio de terror 🔎 🐍 👶

Algo andaba mal.

Observaba al hombre con cuidado intentando descubrir si por el exterior se veía una forma de actuar o hablar diferente, que hayan señales por la respuesta a su duda: “¿Qué es lo que no debo enterarme? ¿Por qué mi nombre aparece en una carta dirigida a ti, del señor Malfoy?“ la respuesta a esa pregunta había sido muy rápida, sin titubeos, obvia. ¿Por qué una respuesta de Snape no era suficiente a la joven?

¿Por qué pensaba eso? Que Snape era fácil de leer cuando en realidad era todo lo contrario, aquel era un pensamiento equivocado, pensar que descubriría nuevos horizontes al observarlo detenidamente, verlo y memorizar las cosas “usuales” cambiar.

Una demostración de volverse enojado le diría que escondía algo, que estaba mal, no iba a poder averiguarlo a menos que se metiera en su mente pero como el hombre tenía los muros arriba todo el tiempo, entonces mejor esperaba el momento oportuno.

Aunque nada estuviera bien en su cabeza, tenía que saber.

Esa carta que mencionaba su nombre no parecía tener relación con que Malfoy fuese a trabajar a la universidad ¿Para qué ese hombre que podía pudrirse de dinero quería trabajar cerca de Snape y de ella? ¿Ella? ¿Por qué ella era tan importante para Lucius?

Los cuentos bonitos donde los ex enemigos se transforman en Buenos amigos, sí existían pero de Lucius Malfoy no podía creerlo, habían razones para convivir, es cierto, pero creer que el hombre ahora era suave y humilde era tan extraño como creer que Voldemort había sido humano alguna vez en su cochina vida.

***

El profesor Tobías, como se hacía llamar en la universidad, llevó a la joven a un restaurante cerca del centro de Londres, no estaba muy lejos de la escuela y tampoco de la casa de la madre donde ahora se estaba quedando ese par de brujos.

El lugar era un bonito ambiente donde conversar el cual se exponía agradable, privado y un color claro donde los dueños eran seguramente Slytherin.

—¿Por qué no Gryffindor? —Dijo Hermione con poca sutileza.

—No, los Slytherin son más pretenciosos y detallistas en cuanto al romance.

Hermione sonrió de lado y se acercó a él, tanto que Snape se puso levemente tenso.

La razón era que pocas veces ella se iba hacia él, el noventa por ciento de las veces él estaba cerca, sujetándola en un abrazo o coqueteando fuertemente con la forma de mover los labios en cada pronunciación.

—Mentira, tú eres más pretencioso y detallista y debe ser un efecto secundario a la medicina de San Mungo por el veneno de Naguini —Hermione tenía ganas de coquetear, le hablaba al oído mientras él mantenía esa postura hacia delante, recta y apoyado de su antebrazo derecho para sostener su barbilla en lo que esperaban el pedido de su reserva.

Sí, el hombre había pedido en la reserva.

—Lo soy aunque la idea de venir aquí era sorprenderte con una cena elegante, silenciosa e íntima.

—Acerca de sorpresas puedo intentar contarte un plan interesante para esta noche. Uno que preparé y terminé en la tarde, está listo para que lo abras —su voz cargaba tonos sensuales.

Snape giró a su derecha, la miró a los ojos intentando saber qué era.

Se movió al rostro castaño de la joven y perdiéndose en ese momento en el que la besó por primera vez, le atrapó los hermosos labios rojizos para deleitarse con una caricia mutua de ambos en un camino largo de imágenes anheladas y corazones inquietos.

Sus alientos al respirar por la nariz se mezclaban, al principio, torpe, pero después eran como si estuvieran sincronizados. Amaba besarla, amaba tenerla, amaba realmente a esa mujer, la valoraba y admiraba, necesitaba intentar decirle cada día aún sin su voz que lo había regresado a una vida real.

Fueron unos segundos, hasta que el mozo los interrumpió para dejar sus platillos servidos.

Hermione se apartó para empezar su cena pero, Snape la atrajo a él para responderle de forma interesante.

—Sabes que puedo entrar a tu mente y leer lo que quieres, guapa.

—Y yo puedo usar el mismo hechizo para leer que tienes pendiente arriesgarte a ciertos movimientos que crees pueden ser atrevidos —hablaban frente a frente, cerca y viéndose los ojos.

—Cuéntame más, ¿Qué misterio ocultas? —Snape era así, ella había descubierto su hambre por enterarse siempre de todo. Su tono fue grave y bajó hasta el susurro.

—Una travesura, algo que nos de un recuerdo del principio. Algunas palabras que nos digan quiénes somos, hechos, que estamos juntos a pesar de lo que digan, a pesar de todo.

—¿Qué es? —insistió el mago.

—Acerca tu oído a mí —pidió la joven suavemente y él miró hacia la mesa, los platos servidos y deliciosos. Hermione ahora quiso susurrar de forma pasional y tremendamente provocativa—, Una noche donde tenga el uniforme de la escuela puesto y tú no puedas quitármelo para tocarme e intentar aprovecharte de mí.

—Corrección —Snape cambió la sonrisa imperceptible por una mueca grave en sus ojos y ceño —La pretención le queda mejor a una Gry atrevida, qué crees, no suena nada mal esa invitación, es llamativa y fuertemente atrayente, podría ser aceptable.

—Aún no has escuchado lo mejor… —Snape cerró los ojos al mismo tiempo que ella acercó sus tibios labios al lóbulo derecho del hombre—, Un espejo frente en la pared delante de nosotros y del escritorio, uno donde me acerques y veas mi rostro mientras jugamos a encontrar un castigo profundo y correcto.

—Ah, ¿Con quién conversas esas cosas? Dile que tiene mi felicitación —Snape suspiró, no creía capaz a la joven de ciertas cosas.

Hermione se puso roja, pensó que le llamaría la atención.

—Mh no sé por qué pensé de pronto que sería interesante y quise compartirte mis ideas, contigo.

—Tus ideas son excepcionales, podría ser mejor… Estará bien que en el camino hagamos algunas modificaciones —Pensó unos segundos—, Eh… ¿Podemos cancelar la cena para ir a corregir esas tareas en casa, de inmediato?

—Creí que tenías hambre —se alejó la estudiante, sorprendida.

—Lo tengo pero ya no de alimentos vegetarianos —contestó de forma seria y política.

Ella sonrió cómplice.

***

Después de una cena ligera Hermione partió unos cinco minutos antes que el mayor para esperarlo con un ambiente completamente distinto al que estaban acostumbrados.

Dos mesas largas, unos seis bancos altos, oscuridad clásica de mazmorras en una iluminación artificial, vapores de dos calderos en una chimenea encendida y dos repisas repletas de ingredientes y pomos de vidrio con etiquetas beige. Además, una Hermione con la falda de la escuela extremadamente más alta sobre su muslo y arriba de un escritorio, ella con las piernas cruzadas, la blusa desabrochada hasta sus pechos, la corbata bien puesta, el cabello suelto y enmarañado, sus calcetas largas Gry ordenadas, zapatos escolares bien lustrados y un libro de pociones avanzadas en sus manos.

Cuando Snape apareció por la puerta con el levita y capa negra intentó entrar en el papel pero no pudo con el calor insoportable que incendió su ser al verla.

—Señorita Granger, pésima noche para tomar clases particulares de pociones —otra vez esa bendita joven pudo hacer que se sienta intimidado y lleno de nerviosismo el cual iba disminuyendo mientras caminaba por las largas mesas.

Era su territorio, la joven no lo iba a intimidar.

—Profesor, buenas noches.

—¿Encontró un lugar cómodo en mi escritorio?

—Mh, sí pero usted podría decirme exactamente dónde podría recibirlo… Quiero decir, recibir su clase y ayuda…

Snape se perdió un instante imaginando lo que seguía, intentando mantener la razón y sus cinco sentidos sobrios, pero esas piernas casi no cubiertas por esa escandalosa falda era un gran “¡Bendito seas, Merlín!”

Agitó su varita incluyendo unos elementos que lo hacían sentir más en su ex ambiente y ordenó con voz autoritaria dirigida a ella.

—A su silla, Granger, no sea insolente— su voz fue enérgica, tan autoritaria como siempre.

Hermione entendió cómo debía actuar, era la Granger de la escuela, respetuosa y atrevida cuando se trataba de responder una pregunta sin que la llamaran pero únicamente en temas escolares. De forma personal tenía que ser respetuosa.

—Sí, señor.

—En esta clase aprenderemos algo diferente —se acercó a ella por detrás de su alto asiento—, tiene que convencerme de invertir mis noches en usted, algo que me diga que seré beneficiado con justicia —bajó el grave hasta el punto de susurrar, la reacción de ella fue inmediata al sentir la mano pálida del profesor en su hombro.

—¿Qué puedo hacer?

—Primero escuchar y luego obedecer.

Hermione no pudo evitar temblar, no pensó que el hombre iba a meterse tanto en su propio personaje. Asintió viéndolo a los ojos.

—Dos ramas de crisantemo azul, dos hojas de orégano fresco, dos gotas de jarabe dulce y… —hizo pausa dramática—, un poco de la tela de su ropa interior.

—Señor, es una poción de amor obsesivo.

—Que sólo beberé si lo hace a la perfección. Usted vería que sería la única forma de hablarle suave y amable, sentir gusto de enseñarle los momentos en que podría estar sólo y leyendo.

—Es peligrosa —ella hablaba en serio, el personaje de Hermione Granger de quince años se fue al caño —La poción es peligrosa.

—No si tiene un ingrediente más que obtendremos de su interior. Estaré aquí para ayudarla a que todo salga bien.

Ella pasó saliva y negó por inercia.

Snape sonrió, por primera vez sonrió delante de ella con completa complacencia.

El profesor se quitó la capa, tomó sus manos por su espalda y observó mientras la joven reunía todos los ingredientes que de no haber sido reales, como la extensión mágica de su varita unida a su ex despacho y salón de pociones, ambos podían intoxicarse.

Su observación era detenida y cuidadosa al extremo de ser intimidante, ella temblaba porque no quería equivocarse en una poción que sólo había leído una vez y por culpa de Ginny.

No estaba dentro de la currícula escolar, no estaba si quiera en un libro de pociones convencionales, el hombre estaba loco muy loco y ella moría de saber qué pasaría.

—Vamos Granger, piense menos en los resultados y trabaje con cuidado en cada uno de sus movimientos, la observo y no dejaré que estropee la poción.

Asintió nerviosa, en su imaginación estarían intimando desde los primeros minutos, no haciendo pociones reales para luego beberlas.

*

Después de una hora la poción estaba terminada.

Snape se acercó a ella con un hisopo, lo metió en la cavidad bucal de la estudiante y extrajo de la lengua un poco de su saliva y tejido epitelial de su mejilla interna. Caminó hasta el caldero y hundió la cabeza del hisopo provocando que esta poción cambie a un color morado brillante.

—Ahora sirva en una botella de caoba y entréguemelo en las manos —Cruzó los brazos situándose junto a su escritorio.

—Sí, ya voy —con cuidado tomó un cucharón de cristal y derramó el líquido en una botella pequeña de madera. Caminó hasta él y se lo entregó.

Snape observó y olió unos segundos para después inclinar la botella en los interesados bordes de sus labios. Unos segundos después que estaba en su paladar, bebió dos y tres veces.

Hermione estaba aterrada, no sabía lo que podía pasar o cómo él podía comportarse con ella.

Segundos después este dejó la botella de madera en el escritorio y explicó. Tan normal como si no hubiera bebido una poción que podía envenenarlo.

—Es interesante como la poción de amor obsesivo en alguien que ya está enamorado de una forma diferente, elimina el buen amor y deja paso a un solo… Estado… Sólo deja actuar a la lujuria…

Hermione abrió los ojos sorprendida, retrocedió y vio cómo desde el hombre que claramente había pronunciado un hechizo silencioso de protección para atraparla con él ahí, salía una marea de luz tenue y azul que recorrió todos los rincones del lugar.

—No va a salir de esta aula hasta que tome la última gota de su ser… Señorita… Granger —pronunció su nombre con lenta y exagerada voz gruesa. Posó sus manos en el cuello de su levita para empezar a desvestirse mientras empezaba a caminar hacia ella —Quizá quiera correr un poco o escapar, le doy un consejo, inténtelo, pero mientras lo hace no olvide que no podrá hacerlo, así que vaya quitándose la ropa pesada.

Ese Snape no era su novio.

***

Después de unos minutos intensos y locos, el hombre la tenía apretada contra el espejo, él, completamente desnudo y la chica sólo con la falda gris de la escuela, las calcetas y los zapatos puestos.

—Ah, has, ah —La Joven era jalada desde la cabellera hacia atrás con cierta presión, las garras del mayor se clavaban en sus caderas, parte de su cuerpo que recibía el enojo en la pelvis del mago, un enojo que se había convertido en una maravilla constante, castigadora e interminablemente placentera.

—Sí, eres una niña obediente, me gusta tanto cuando te quedas callada.

Ella sí estaba siendo castigada de verdad, aunque quería pecar en preguntarse cuándo acababa el efecto de la poción pero era imposible. El Snape dominante era un sueño hecho realidad.

—Ahh, no puedo más —la voz de la joven era como un llanto de lamento débil.

—Shh, no hable, deje que las cosas pasen en secreto.

Hermione sintió que las fuerzas de sus piernas se iban de golpe, el temblor casi fue imperceptible por la energía que usaba el mago en su interior aún cuando la fuerza y velocidad se vieron disminuidas en forma de tortura, como si quisiera robarle la cordura.

El mayor le besaba el rostro de lado izquierdo mientras miraba sus ojos cerrados a través del espejo, y su boca hacer gestos que lo ataron más a ella.

—Mmmh Granger, casi, casi me convence… Ohh, sí, ya casi… Mh —su voz bajó tanto como un rugido que no salió de su boca y segundos después, ahí en el silencio de una amplia aula falsa de pociones, el golpeteo contra la piel de una estudiante fue disminuyendo después de ser ágil y rápida. Por las piernas de ella fue cayendo lentamente la poción más clara, fácil y difícil trabajada en grupo de dos que no se hacía en caldero invierte, esta poción era hecha por expertos en el tema, calientes, dos cuerpos apasionados en el arte de la reacción amorosa. Fue una poción maravillosa que tocó el aire y cambió su espesor mientras más cerca estaba de la ropa.

La abrazó aferrándose a ella detrás de su espalda, la rodilla de ella que se apoyaba en el banco alto casi no tenía vida, la joven no la sentía. La frente del hombre estaba en el espejo, sus ojos entre cerrados viéndose directo sin acusaciones, el placer en su rostro, el rostro suyo y de ella, cómplices de una travesura loca.

***

Cerca de las siete de la mañana estaban abrazados en la cama y el ambiente era el cotidiano, el mismo acogedor y placentero que todas sus últimas noches.

Habían pasado tres noches tranquilas, amanecidos con cosas de la escuela, él clases y ella tareas.

—Severus… —susurró con amor, adormilada.

—Mmmh ¿Qué puedo hacer por ti, señorita? —el hombre despertó alerta.

—Sería interesante repetir lo de la otra noche, me gustó —dijo en modo de confesión y él abrió los ojos, tenía su rostro frente a ella en la cama.

—A mi joven hermosa le daré lo que me pida y que por cierto me convenga, claro está. ¿Te gustó lo que hicimos?

—Mucho, mi amor —confesó de nuevo.

—Tengo muchas buenas ideas, esa noche sólo fue un antojo personal. Me sorprendiste, la idea fue maravillosa e indiscutiblemente acertada —se vio en esos hermosos ojos café claro.

—Creo que ambos sabemos quién fue el que puso más entusiasmo —su rostro enrojeció al recordar al hombre tan encendido por una poción peligrosa. Después de unos segundos, preguntó con esa curiosidad que no se iría fácilmente — ¿Hoy entra a la escuela, Malfoy, cierto?

—Sí, mi querido Malfoylong empieza como profesor en la universidad.

—¿Por qué va a enseñar en la universidad, no tiene dinero?

—Tiene dinero para hacer que viva todo Londres bajo su ostentoso cuidado, él entra a la universidad para vigilar a su hijo.

—Ay no —Hermione se sentó en la cama— ¿Draco estudiará en la universidad? —aquella información era supuestamente clasificada.

—Sí, será tu compañero de clase —fijo el hombre como si nada.

—Vaya, eso tiene mayor sentido —Hermione se acostó boca arriba mientas el brazo del mayor seguía aplastando su pelvis para no dejar que se moviera de su lado.

—¿Qué te preocupa de Malfoylong?

—Nada, no es nada… De hecho ahora mismo me pregunto por qué le dices así.

—Es su apodo de casa, siempre le he dicho así, sin que otros lo sepan. En la escuela él era más alto.

—Gracioso. Suena gracioso junto a todo lo que pasa ahora. Y… Cambiando de tema, Severus ¿Por qué mi nombre estaba en esa carta?

—Ya te he respondido.

—Sí pero suena extraño.

—Si no quieres creerme puedes pregúntale a Lucius —no había alguien que perdiera la paciencia tan rápido como él.

—No, no lo sé, quizá… ¿Es necesario que lo haga?

Ella confiaba y a la vez no lo hacía por el presentimiento que todo eso traía

La joven no debe enterarse

Snape a su lado le veía los ojos, era ella quien intentaba desviar esa conexión que casi era perfecta desde hace unos días, aunque para la estudiante su mirada negra, el noventa por ciento era, intimidante, intentaba sostenerla por la confianza de tantas y tantas noches que viéndose a los ojos, habían perdido la razón y el aliento en placentera complicidad.

Snape había cambiado sus maneras, quizá se había puesto más atento sin embargo en la clase era el mismo frío y desinteresado hombre que prefería exigir perfección y matar en el camino a cada alumno como quien mata cuquis con antenas y alas.

Además, ella había descubierto que si le dejaba un poquito al hombre, este se volvería con ella, mandón, controlador y autoritario.

Quizá eso era de lo que se cuidaba.

***

Muchas horas después en la universidad.

Hermione conocía muy bien, cada rincón en esa gran universidad, entre todo los lugares más silenciosos, los salones del subterráneo eran confortante hasta que Severus Snape le advirtió que, al resguardar tantos objetos hechizados y encerrados con artes oscuras en cuadros de vidrio, era el lugar más peligroso de todos. Se podría decir que había dejado de asistir pero también, que le parecía más interesante.

Se frenó así misma a ir esa tarde y decidió ir a visitar al nuevo profesor.

Al entrar a las aulas del segundo piso para la carrera de “Historia de la Magia”, se dirigió al aula de runas antiguas y observó detenidamente al entusiasta y alegre profesor nuevo.

—Buen día, querido profesor.

El hombre perdido en su escritorio, de pie frente a él, alzó la vista, se sentó y sonrió.

Ella fue agradable y siguió su paso hasta él para hacer una venia de respeto, aunque en realidad quería salir corriendo porque esa mirada le causó temor.

Después de unos segundos, Malfoy se puso de pie de inmediato y también hizo la venia de respeto

Después de unos segundos, Malfoy se puso de pie de inmediato y también hizo la venia de respeto.

—Buenas tardes, señorita alumna, no ha venido a clase.

—Estoy en el grupo de los miércoles.

—Ah —se irguió frente a ella—, voy a saber los horarios y nombres dentro de poco, me refiero a memorizar-los, usted sabe.

Hermione asintió.

—Bueno, no quería interrumpir, venía porque de casualidad leí una carta suya dirigida a Severus y en esa carta estaba escrito mi nombre… Usted quizá quiera explicarme a qué se debe.

—Por su puesto, siéntate, jovencita —esperó que ella lo haga primero para acompañarla—, Es acerca de mi estadía aquí, pensé que quizá le iba desagradar mi presencia en un mundo universitario y de amores con Snape, el profesor de DCAO es un ex compañero mío que sabe bien para quién servía.

—Eso ya quedó atrás, Voldemort está muerto —Hermione comentó con energía y el hombre quiso morderse el puño pero se aguantó.

—Me sorprende la facilidad con que dices su nombre sin ningún temor.

—Nunca tuve un temor grande a esa criatura oscura, su nombre ya no tiene peso y nunca lo tuvo en mi cabeza, antes no lo mencionaba, ahora tampoco pero no habría por qué detenerse. Severus es un hombre que está viviendo una vida diferente a la de Hogwarts.

—El señor oscuro está muerto, así es. Ya no hay que temer… —pronunció lento—, ¿No temes a nada, Granger? ¿No hay por qué hacerlo o sí?

—No, no hay por qué temer, la universidad es segura, los profesores son expertos en combatir artes oscuras además de detectar a tiempo a un vil y sucio traidor.

—Jajaja no hay un Dumbledore para traicionar.

—Usted me entendió bien.

—¿Entonces es una amenaza? —aquello le causó gracia al brujo de cabellos plateados.

Y Hermione sonrió.

—No, yo de verdad le doy la bienvenida a una nueva vida porque todos necesitamos una segunda oportunidad y también vine a decirle que usted ahora será mi profesor.

—¿Eso me da algún beneficio o premio, departe suya? —cruzó los brazos a modo de no entender.

—No, tendrá el trato de profesor. Aunque puede ser una postal de felicitación en el día mundial del maestro, si tiene suerte y se porta bien.

—Jajaja ¡Qué graciosa, Granger! —distorsionó su rostro en la risa—, una postal sería maravilloso.

Hermione sonrió y añadió.

—Le queda bien los trapos que usa y ese corte de armada naval.

—Ja, ja, ja, usted es tremenda. Bueno… —se calmó y estiró su mano para apretar la de ella en despedida, Hermione le aceptó el gesto y cuando quiso dejar de apretar y quitar su mano, él se la sostuvo a la fuerza un momento más, se adelantó y con la otra mano le tocó el codo —Hasta pronto, atractiva estudiante —soltó suave y galante.

La bruja se libró del hombre con un poco de fuerza y al salir al corredor
con los nervios de punta, se juró que no estaría delante de él otra vez a menos que estuviera acompañada.



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“A veces lo mas difícil no es dejarlo ir, sino mas bien, aprender a empezar de nuevo”.
– Nicole Sobon.

#Sevmione

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