Cuando Hermione bajó eran cerca de las ocho y media de la noche.
-Hola preciosa espero no ser inoportuno.
-Para serte sincera, lo eres, mi novio vino de visita y hablábamos unos temas de la escuela, le encanta ayudarme -tuvo que decir que Snape estaba ahí, felizmente su madre estaba en su habitación.
-Lo lamento, como te dije en la escuela, no soy celoso jajaja. Tengo los horarios movidos pero tranquila, mañana te llamo más temprano. Me quedé con lo que hablamos, sobre Krum, el chico ha cambiado mucho pero supongo que le va a encantar verte después de mucho tiempo.
-No tengo interés de verlo.
-Vendrá a Londres en unos días ¿Por qué no hablas con él?
-No puse mucha atención cuando hablaste de él, no me interesa Viktor, y por tercera vez te digo, tengo novio. No fuimos amigos tampoco como para que halla algún tipo de estima.
Snape sintió alivio al escucharla decir eso.
-Entiendo, qué raro lo que dices, Viktor me comentó mucho de una joven de Hogwarts -se rió de forma escandalosa -jajaja parecía estar enamorado, te hablo en serio.
-Pues debe ser alguna otra chica, cuando fui su pareja de baile era muy joven, después de él no tuve un interés real hacia un hombre hasta hace poco.
-Comprendo, siempre es así, pero algunas personas cuando vemos que alguien es realmente especial o puede ser una persona importante en tu vida, ya no la perdemos de vista hasta estar seguros de que no va ser para uno. Por ejemplo, supongamos que tú me pareces una chica linda, yo podría acercarme e intentarlo, tienes novio sí, lo cual no significa que estás fuera del alcance de otros, porque eso pasará cuando te cases, que ya no estés disponible, mientras sigas de novia muchos otros chicos pueden intentar acercarse o incluso intentar ser mejor que tu novio demostrando sus verdaderas intenciones.
Yo te aconsejo, siempre intenta cuidar tu corazón ante hombres que se creen unos expertos o que son orgullosos o tienen problemas del pasado, aléjate de los que exageran caballerosidad, los que parecen perfectos y quédate con el más franco. Si tu novio es celoso por ejemplo, ahí, date cuenta, eso te traerá problemas, sé lo que te digo.
-Mh ya veo. No entiendo por qué me dices todo esto pero gracias, es la primera vez que escucho a un hombre decir algo así de otros hombres.
-Los verdaderos hombres se equivocan, créeme, son defectuosos, piden disculpas, se esfuerzan por ser mejor, valoran a sus hermanas y madres pero sobre todo respetan a sus padres, los que no valen nada te dicen “Esto es lo que soy, lo tomas o lo dejas” “Yo no tuve papá, no sé qué es cariño”, si escuchas algo como eso, créeme, no vale la pena.
-Vaya, qué fuerte lo que me dices, te lo agradezco, no tengo experiencia en esto del noviazgo, de hecho con quien salgo, es la primera persona que conozco, estoy enamorada de él y estoy segura que él de mí.
-Nunca estés completamente segura de algo.
-Esta vez lo estoy, él me hace muy feliz, me ayuda, me impulsa a muchas cosas y siempre desea que tenga lo mejor.
-¿Entonces es de dinero?
-Qué crees que eso no me interesa, Alex. Si tiene o no tiene yo sé que si la relación prospera, seré alguien que de lo que tenga que dar en todo ámbito, no menos del cincuenta por ciento, yo daré más y no para retenerlo.
El jovencito estaba entusiasmado por hablar con ella.
-Mañana quisiera que conversemos un rato después del almuerzo, deseo proponerte unas cosas respecto a lo que hablamos de la fiesta de reencuentro y me encantaría que tengamos un momento de privacidad, quiero contarte unas cosas personales que pasé. Saber de otros también te da un poco de precaución.
-Sí estaría bien, hablemos mañana.
-Gracias, guapa, quisiera que tú y yo seamos amigos ¿Te parece buena idea?
-Sí claro,
Ahora tengo que regresar con mi novio, te pido que si puedes, la siguiente vez avísame a la hora que llamarás para poder atenderte con mejor disposición.
-De acuerdo, jovencita -el niño se creía muy grandote.
-Jajaja, está bien, señor anciano, me haces reír.
-Si quieres reír te digo otra cosa… -reía de forma traviesa -… Adivina qué tengo puesto.
Hermione frunció el ceño sin tener idea de lo que se refería el estudiante, aún sonreía por esa rara forma de hablar del extranjero.
-No lo sé ¿Qué tienes puesto? -su tono fue distinto al curioso, quería saber por qué quería que sepa.
Snape apretó el puño, la puerta de madera casi podía sentir la fuerza del mago salir con cólera.
-Tengo sólo mi boxer con estampados de dibujos animados, uso así mi ropa interior desde hace buen tiempo, son de conejitos rojos y sapos verdes, la serie del canal cinco -quería reír más fuerte pero se escuchaba por el teléfono que se tapaba la boca. El joven le había contado que creció con las tías muggles y que estas lo dejaban ver televisión.
-Pff ¿Por qué me dices eso? Jajaja -no le interesaba saber algo así, de hecho le pareció bastante infantil, también fue raro ese tono emocionado porque otros se enteren de ese acontecimiento -Estás mal de la cabeza, Alex.
-Sólo un poquito jajaja. Descansa, guapa, nos vemos mañana.
-Descansa y cuídate, Alex.
Snape estaba molesto y no sabía exactamente por qué.
Quizá le parecía que el jovencito de cabellos castaños le coqueteaba a su novia de forma descarada o que estaba loco de remate, de igual manera le quitaba tiempo que debía estar con él y con nadie más. Ese era el pensamiento del mago.
Hermione fue con su madre para avisarle que Snape se quedaba y que le llevaría de cenar ahí en su gran habitación y entonces se dio con la sorpresa que ella había dejado una nota y no había nadie más que ellos en casa.
Jovencita, me voy a casa de tu tía Delia, me quedaré un par de semanas, dile a Snape que resguarde la casa y que si te pasa algo lo saludaré con cariño.
La nota le reveló algo que sospechaba, la madre sabía que Snape estaba con ella ahí en la buhardilla.
Fue a la cocina y dejó las dos bandejas servidas sobre charolas de acero plateado, con un hechizo las invocó tranportándolas sobre la mesa redonda, para dos de su habitación, como ya lo había hecho antes con ayuda de Snape quien le enseñó aquella magia.
Subió por las escaleras, abrió la puerta de la buhardilla y al entrar encontró a un Snape relajado viendo hacia la calle, sostenía sus manos atrás en su espalda, su postura imprimía en los ojos de la jovencita, satisfacción.
-Está servido, lindo.
-Voy en un segundo -Snape analizaba toda la conversación del niño con su novia y al final esta no le había parecido tan mal, pensó que no había por qué preguntar. Si el niño era bien intencionado no había por qué tener inseguridad, él era mejor que el niño.
-Sí, te espero, olvidé algo de tomar así que bajaré de nuevo a la cocina.
-¿Deseas que vaya por las bebidas? -Snape quería ayudar.
-No es necesario, herví un poco de agua para tomar té sólo faltan las tazas…
Antes de que ella dijera algo más, las tazas y el agua estaban sobre la mesa bien acomodados.
-Lo sé -Hermione hizo la pausa característica cuando admitía que fallaba en algo pequeño -dirás que tengo magia.
-No, diré que eres una joven buena -Caminó en silencio hasta la mesa, su postura era recta, levemente tensa -al finalizar la cena saldré unos minutos, olvidé hacer unas cosas de la universidad, no tardaré sin embargo si estás cansada no me esperes.
-Pero… -la estudiante quiso decir que se habían quedado en un acontecimiento importante de los dos pero le dio pena seguir e insistir -está bien, si me da sueño dormiré.
No preguntó más, también permaneció en silencio toda la cena hasta que el mago se fue.
Snape, decidió ir a caminar hasta la universidad, llegar a la Secretaría General, buscar en los archivos recibidos los papeles del chico e ir a su residencia para averiguar un poco más quién era este sujeto.
Cuando tuvo las respuesta a sus constantes apareció en el barrio donde se quedaba el muchacho, un condominio de pequeños mini departamentos formado dentro de una mansión, la familia que era dueña le alquilaba a algunos estudiantes de intercambio que venían de América.
Se acercó a la ventana del primer piso de lado posterior al jardín, el joven se quedaba ahí según lo que había averiguado.
Al asomarse, el joven discutía enérgico con otra persona, fue la primera impresión que tuvo, su rostro estaba muy enojado, no era el joven simpático de sonrisa feliz.
Prestó atención acomodado a la derecha de la ventana para evitar que fuera detectado, con cuidado pudo escuchar mejor utilizando un hechizo que amplificaba el sonido con el extremo de su varita.
-¡Me dijiste que no nos íbamos a mudar de nuevo! -Era la voz de un niño grande, de al menos doce a trece años de edad.
-Roger, ¡Es por tu bien! Nuestros padres vivieron en Londres, ellos hubieran querido que estudies aquí desde los tres años de edad.
-¡Pero yo no quiero ir con los muggles!
-Roger, no has recibido invitación para alguna escuela de magia, no has presentado algún tipo de talento en toda tu vida con relación a ese tema, no te quiero lastimar, ya hemos hablado de esto -intentaba ser sutil al mencionar aquello -¡Tienes que obedecer, puedo darte lo que quieras, puedes tener cualquier título profesional, yo pagaré todo!
-¡No es justo, quiero tener magia! -El jovencito empezó a llorar.
El joven se veía cansado, no parecía haberlo criado sólo unos años sino más tiempo.
-Nada es justo, yo no pedí perder a mis padres a los dieciséis ¿Acaso querías quedarte en esa casa de huérfanos? Te he cuidado ¿Qué más quieres? -relajó su ceño y se puso un mandil de cocina encima del cuerpo, apoyó ambas manos en el lavabo, muy harto y cansado.
-Lo único que quiero es que estés conmigo -lloraba más, el niño se sentía frustrado -sólo estás en la escuela, en conferencias, te reúnes con otras personas y conversas con ellas por teléfono pero cuando se trata de mí nunca tienes tiempo, soy un libro más en esta casa que tomas únicamente para no desperdiciar las hojas.
-No Roger, no te evito, es sólo que tengo que trabajar, tengo que estudiar y tengo que cuidarte, son esas tres cosas y no es nada fácil. Ve a bañarte y no quiero que vuelvas a meterte en problemas, te arreglaré esa muñeca antes de que comas, haré la cena.
-¡No quiero nada!
-¡Comerás lo que te de y serás agradecido aunque tenga que obligarte a serlo! -Gritó muy duro y empezó a llorar sin que el hermanito lo note, veía hacia el reflejo de un cristal cercano.
El joven tenía una camiseta negra y unos short grades y sueltos con estampados ridículos, que seguro eran los calzoncillos que le comentó a su novia.
Al ver esa situación se sintió culpable de pensar que el muchacho había sido enviado por Santori para perjudicarlo, se sintió culpable de querer esperar el momento oportuno y alejarlo de su Hermione.
Alex era un santo, no era un soberbio egoísta como creía, merecía a las mejores personas a su lado.
***
En la universidad, Alex siempre buscaba a la joven para conversar o pasar el rato, Hermione lo ayudaba con algunos temas de la escuela meramente administrativos porque en cuanto a resolver su vida estudiantil el niño era brillante, tan brillante como alguna vez Snape lo fue en su época.
El pocionista los observaba de cerca, a veces disfrutaba que su joven novia tuviera con quién conversar y poner su confianza en alguien pero otras veces no le agradaba. El joven era respetuoso, inteligente, amable, se sentía mal por alguna extraña razón al decirse en la mente: “Se llevan tan bien”
Snape sentía preocupación, no podía evitarlo.
Lo admitió al finalizar la semana, después de terminar de revisar toda su documentación y referencia, no encontró fallos o mala conducta, sólo encontraba premios, recomendaciones, referencias notables, diplomas y diplomas como un alumno excepcional.
Cuando iba a darle la noticia al estudiante de que era un individuo más en el grupo de investigación, fue a la cafetería para darle su pase y fotosheck, su ingreso oficial para trabajar en el proyecto “Impulsivo” y ahí, cuando atravesó la puerta vio el rostro del joven, triste, su barbilla recargada en el hombro de su novia y sus brazos rodeándola por la cintura en un abrazo y confianza que no pensó, eso chico, lograría en una semana.
Se fue, no dijo nada, se dio la vuelta y atravesó la puerta de vidrio a través de los cristales con una desaparición.
El mago canceló el viaje donde le enseñaría a la joven algo importante, ese fin de semana. No durmió con ella dos días usando una escusa de trabajo.
Decidió vigilar más de cerca al muchacho de cabellos castaños.
***
Dos días después, exactamente Lunes, las primeras pruebas inocuas del proyecto serían sobre una niña que traían de Egipto, una que tenía un Obscurus peligroso el cual le había causado una parálisis de extremidades y sólo podía pestañear las veces que comía o estaba cansada.
La pequeña niña había sido traída por sus padres, el profesor Snape y el joven, quien era uno o dos centímetro más bajo que el pocionista, la metieron en ese caldero fabricado con las mezclas y líquido hasta el tope, Hermione no estaba pero era importante atender el experimento porque la visitante y su familia tenían una cita programada por la universidad y las perdonas que autorizan el avance, sus esperanzas casi eran nulas y querían confiar, arriesgar todo.
-Debemos sumergirla completa, profesor -El joven sujetaba a la niña de uno de sus brazos, en su voz estaba el esfuerzo por el peso de esta, no la tocaba directo sino sobre la bata blanca de mangas largas para evitar algún problema de cruces de magia.
-¿Y tú quieres contarme mi historia, jovencito? -Snape le respondió de forma civilizada usando su seria y usual voz. Era su tesis ¿Cómo no iba saberlo?
Snape le puso un snorkel a la niña antes de sumergirla por completo y al mismo tiempo usando la voz de susurro para contar hacia atrás desde cinco, dio la voz para soltarla al mismo tiempo que el chico.
El efecto tenía que suceder de inmediato, no podía pasar más de diez segundos.
El líquido burbujeó enloquecido, no cambió de color como se habían previsto. Después de esos largos diez segundos la alzaron por dos cuerdas que habían amarrado en el tórax alto de la niña. La observaron y tocaron de nuevo desde la tela húmeda y el obcurus amenazó con huir porque al querer sacarla por completo, el agua parecía atrapar la enorme explosión líquida negra y sin forma, como si salir al aire junto a la pequeña se la arrancaran a la fuerza, pero no se soltó sino que se quedó buena porción y esta cayó al fondo del líquido.
Al apoyarla en una camilla de junto la niña podía mover uno de sus brazos y respiraba aún agitada.
-Está funcionando, debemos incrementar la dosis de algunas pociones, tenemos que poner la cantidad exacta de cada cosa para así tener completo éxito -Snape le habló analizando todo lo hecho, no estaba complacido, era un fracaso.
-Es bastante, profesor, no se preocupe sé que lo logrará, tenemos que estudiar y hacer notas.
Snape asintió, no soportaba al chico y su amable voz, su lluvia de adulaciones era un dolor de estómago.
Se decía así mismo “tienes que soportarlo” pero quería desaparecerlo.
-A Hermione le hubiera encantado estar aquí -El joven estaba animado, se limpiaba con su varita de forma apresurada para salir de ahí corriendo para ir a su siguiente clase.
-Si la ves dile que necesito que me hable.
-Lo que usted diga, señor -hizo una reverencia profunda delante de él y sonrió amable -hasta pronto.
-Hasta pron to -Snape intentaba controlarse.
Cerca de las siete de la noche esperaba a la joven en su despacho, normalmente se encontraban y luego iban juntos a casa cerca de las seis de la tarde, pero ya era siete y media pasado meridiano.
Se colocó su levita gris oscuro y salió a su encuentro.
Atravesó la puerta posterior del edificio central y sintió que le cortaron el pecho de un tajo de espada cuando vio a su novia muy divertida sentada en el suelo mientras el gran amigo le contaba una historia divertida sentado sobre la segunda banca del jardín.
Para Snape esa situación era el colmo, tenía que hacer algo ¿Por qué le hacía eso, por qué se había olvidado de la hora en que regresarían? Toda la semana fue así, siempre estaban juntos, quería golpear al joven Alex. Su novia sólo reía cuando estaba con ese muchacho, dejaba que la abrace o hacían tareas en la biblioteca, a Snape incluso le había parecido que este le acariciaba el cabello en clase electiva tres días atrás.
Bajó la cabeza y con las manos en los bolsillos empezó a caminar en dirección a ellos, intentando seguir el camino de piedra en forma de ele para darles un poco más de tiempo.
Rendido cuando estaba a unos tres metros, sin hacer mucho ruido se apoyó de su hombro derecho contra la pared, cruzó los pies y también los brazos observando con detenimiento en una falsa postura relajada, notó que ese par hacía tanto escándalo con sus risas que no se percataban de su presencia.
Entre tanto relajo Hermione volteó a su izquierda y lo vio ahí observando con detalle, sus ojos clavados en ella, la estudiante sintió nervios recorriendo todo su cuerpo, su tensión fue tan grande que esa mirada la hizo sentir culpable.
-Hola -No supo qué decir, la conversación con Alex había sido interrumpida -¿Ya nos vamos?
-No, ustedes sigan, no tienen por qué cortar su alegría -el mago sonrió falsamente y luego dejó sus facciones como antes, serio super serio y de muerte.
-¿Seguro? -Hermione presentía algo malo.
-Te estuve esperando cerca de dos horas.
La estudiante abrió los ojos.
-¿No le de dijiste, Alex? -Hermione sintió dolor de garganta.
-¡Santo Merlín, lo olvidé! -El niño se tapó la boca angustiado, decía la verdad porque sí lo había olvidado, Hermione le dijo que le avise a Snape que venga por ella a ese mismo pasillo cuando estuviera desocupado.
-Mh, ¿Fue un fallo conveniente, jovencito -Snape no perdió su lugar, estaba inmóvil con la misma mirada acusatoria.
-No, de verdad lo siento, Hermione -No sacó sus manos de su boca por unos segundos más, después pasó su derecha sobre su cabello semi lacio, -ya no me dio tiempo cuando fui por el café en el intermedio, te debo un favor, a ambos -miró a su profesor.
-Vamos, jovencita -la voz de Snape era exigente.
-Nos vemos, Alex -Hermione se despidió de un beso en la mejilla.
-Nos vemos pequeña amiga, hasta luego profesor -tomó sus cosas y desapareció. Hermione le había enseñado ese movimiento mágico.
Snape adelantó sus pasos, en unos segundos más se quedarían completamente solos, llegaron a la primera sombra después de dos esquinas.
Hermione estaba temblando.
-¿Por qué estás tan nerviosa? -Snape no cambiaba su humor de forma notoria.
-No lo estoy -negó en gran mentira.
-Sí que lo estás.
-No, bueno sí, es que tú me pones así. Imagino lo que estás pensando y juro que no es eso.
-¿Qué estoy pensando? -frunció el ceño y se detuvo, después inclinó la cabeza un poco de lado.
-Crees que… Pues que yo… Que yo y Alex.
-¿Tú y Alex, qué? -Desafió con la voz, definitivamente quería enterarse cuanto antes.
-¡No lo sé, dime qué demonios estás pensando!
-Pienso que ese joven de cabello castaño me está quitando mí mujer y lo hace primero con su atención… Te has olvidado que regresábamos juntos a casa un día como hoy.
-No te quita a nadie, él es un buen chico, no me atrae es sólo que es… Es, Alex es diferente…
-¿Te gusta? Porque igual voy a eliminarlo y a él sí que le pareces más que simpática -parecía que bromeaba.
-¡No, no le harás daño, a él no!
-Oh, ¿Por qué no? ¿Porque es inteligente? ¿Porque es atractivo? -ambos empezaban a gritar.
-No, es un chico bueno que ha sufrido muchas cosas estos últimos años.
-Ah ¿Sientes lástima por él? Dilo así y me sentiré más tranquilo.
-No, yo lo quiero…
-¿Lo quieres en tan pocos días? ¡Qué ridícula!
-Basta, no me hables así, él y yo somos mejores amigos, somos tan compatibles, es muy simpático y buen chico, ya quisiera que él sea más cercano a mí.
-¡Quédate con tu buen chico, entonces! -Le dio la espalda y empezó a caminar más rápido, su capa se azotó en el viento como cuando lo veía años pasados ignorarla en los pasillos de un castillo.
-¡No, no, espera, no es lo que tú crees!
-Dímelo de una maldita vez, no tienes por qué hacerme esperar como un idiota, ¿Te he dado razones para jugar? ¡No puedes disponer de mi tiempo y mis sentimientos como se te de la gana, yo no soy un niño!
-No, Severus, no es eso. Es sólo que no te lo puedo decir.
-Oh, ok, no me lo puede decir la niña -hablaba de forma despectiva, se burlaba de su forma de hablar.
Se acercó al pecho del hombre y lo jaló de la muñeca para que la mire a los ojos.
-Mi amor, juro que no es lo que crees, no pierdes nada, tú me gustas, yo soy tu novia.
-Al menos dime que lo sabe -Snape quería saber si se lo había contado. Se sentía orgulloso de no haberlo matado aún.
-No he tenido tiempo de decírselo pero se lo diré.
Snape se quedó en silencio y luego la besó de forma brusca.
-Hasta mañana señorita Granger.
No se iba a esperar, tenía que ir por el joven pronto.
Sabía que lo encontraría en la biblioteca, el niño era casi el gemelo de Hermione.
-¿Estás interesado en Jean Puckle? -le cerró el gran libro de golpe, tenía que ir al grano.
El joven se sorprendió de verlo ahí, le azotó su libro de artes oscuras, saltó nervioso por la brusquedad del pocionista quien estaba encendido, en ese rincón de biblioteca frente a él nadie podía defenderlo y no quería averiguar qué era enfrentarse contra esa eminencia, sólo había tenido oportunidad de estar una vez anterior a solas con su jefe de investigación y ya había sido muy incómodo.
-¿Señor? -se sentía muy confundido, se puso de pie.
Snape dio pasos hacia él, quería imponer su presencia y carácter.
-Pasas mucho tiempo con ella.
-Sss sí nos llevamos muy bien… -quería temblar, esa situación era incómoda.
-Jean es muy linda y excelente compañera de estudios -empezó a temblar.
Snape puso una mano en el hombro izquierdo del niño y este vio todo el movimiento con sus ojos. Iba a someterlo, el contacto era un aviso, una advertencia de cuidado, le diría al niño que esa joven era suya.
-Te pregunté si te gusta, Alex.
-Sí, es buena chica… Yyy yo no sé qué desea de mí, señor Prince.
-Quiero que me digas la verdad ¡Dime qué sientes!
-Yy yo yo… Yo no creo que sea correcto decirle, lo respeto mucho, profesor. Alex recordó inmediato lo que conversó con Hermione días antes, cómo se abrió a ella en confianza.
-¡Por ese respeto a mí debes ser sincero, maldita sea!
-Es que… Yo… -se empezó a agitar, su rostro estaba rojo.
Y entonces algo inesperado pasó.
Snape tenía los labios del joven pegados a los suyos y sus brazos fuertes del estudiante aferrados por el cuello.
-¡Qué demonios te pasa, Puckle es mía! -se alejó bruscamente, se limpió la boca lleno de incomodidad, de pronto empezaba a sentirse miserable por lo que había acontecido, había malinterpretado a su novia.
-Señor, es que yo… pensé que venía a saber lo que sentía por usted. Pensé que Hermione se lo había dicho…
-¿Hermione? No, pensé que tú y ella me estaban viendo la cara.
Salió a buscar a Granger desesperado, ahora entendía por qué no le había dicho a Alex que era la novia de Snape.
El joven terminó de unir las piezas, su mejor amiga no le había dicho que era la novia del pocionista, el hombre por el cual había viajado a Londres.
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