El noviazgo
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-Te veo después de clase -Snape usaba ese tono envolvente mientras sostenía su mano, estaba inclinado hacia ella viendo sus ojos café nerviosos, al mirarla así con intensidad y detalle podía darse cuenta que Hermione se hacía más bella con el pasar del tiempo delante de sus ojos o era que apenas lo notaba.
Aquella voz era grave y provocativa, el final del sonido la sonrojaba porque habían tenido una magnífica primera semana viviendo juntos sin que la mamá sepa que la magia oscura y algunas pociones intensificaban el gozo placentero entre dos personas egresadas de una escuela llamada Hogwarts.
En convivencia, Snape era atento aunque un poco exigente con el orden pero esto no era problema para ella, habían tenido mucha intimidad y eso en vez de aplacar las ganas por ella había hecho que se vuelva adicto a sentirla cerca.
El mago tenía mucha energía tanta que había sorprendido a la chica, ese andar callado y misterioso por los pasillos del castillo con aires intelectuales o esa forma respetuosa de responder un sí a Minerva McGonagall, había hecho un prejuicio distinto al que ahora tenía: el hombre es romántico, apasionado, pero quizá tiene ganas como dijo el otro día, de tomarme como un loco mortífago , la estudiante no se quejaba de ese alto libido, al contrario, es más, sentía que el mago se reprimía en ciertas circunstancias. De todos modos el pocionista se aseguraba que ella fuera la primera en llegar a la cima. ¿Cómo quejarse de esa maravilla?
Las dos noches que habían quedado atrás, Hermione le había dado un par de sorpresas al hombre, una de esas fue amarrarlo a la cama y abusar de él como si ella fuera una niña mala y la otra fue ponerse el uniforme de la escuela, alterado con magia hasta ser diminutas piezas de tela.
La sugerencia la tomó al meterse un instante a la mente del hombre mientras este dormía y se imaginaba que hacía tantas cosas con ella.
-Nos vemos en el parque -Su tímida voz al igual que su mesura le causaba placer al hombre, ella era tan frágil como una rosa, como un vaso de cristal, estaba maravillado por su frescura y vitalidad -o quizá puedes venir por mí después de clase electiva, salgo a las cinco de la tarde.
-Ahí estaré, primor.
Le besó la mano y desapareció antes de entrar al edificio principal, eran las primeras horas de la mañana.
***
-Santori me recomendó un joven que venía del extranjero como ayuda al trabajo de investigación pero ya no recibiré a nadie más, me quedaré sólo con la alumna Jean.
-Sabes que no puedo regresar al joven, al menos tenlo una semana bajo tu cuidado -El rector le hablaba en tono serio.
-No soy niñera y tengo cosas importantes que hacer, no quiero a un conocido de Santori cerca de mí después de que este me amenazó.
-Comprendo, Severus pero el joven no tiene nada que ver con el problema. Santori fue sancionado, se le ha pedido que vaya a la universidad de Escocia un año como castigo junto a su hijo.
-No confío, lo vigilaré una semana y será todo porque si no te agrada puedo irme -dijo en amenaza al rector, giró sobre sus tobillos, se refería al joven extranjero. Hizo una Reverencia para disimular su enojo -Lo digo con el respeto que te mereces.
-Bien, Severus.
El rector sabía que el mago le estaba haciendo un favor al quedarse porque como esa escuela, otras también querían tenerlo no sólo de maestro.
Severus tenía razón, no podía confiar en nadie y menos en alguien que Santori había recomendado.
El joven iría a la oficina que tenía en el Subterráneo, acababa de llegar y lo que no sabía el hombre es que este mago ya se había presentado delante de la alumna y ella se había acordado que tenía que entrevistarlo como quedó con su profesor mucho tiempo atrás y para aumentar el dolor de cabeza del Slytherin, lo entrevistaría a solas.
Ambos jovencitos estaban reunidos en un aula del Subterráneo conversando muy fluidamente como si se conocieran tiempo atrás, esto ocurría por la personalidad del hombrecito alto quien no perdía tiempo en mostrar su mejor impresión.
Snape la buscó en cada lugar donde ella podía estar y creyó que la sangre iba ser disparada por su coraje acumulado en su cabeza cuando acudió a la compañera de clase de su novia y esta le comentó que conversaba con un alumno nuevo por encargo de él.
Imaginar a su joven novia con otro le hacía hervir la sangre.
Quería morirse, enviar un patronus, matar a un alumno extranjero le parecía buena idea, y amigo de Santori no le causaba mucha seguridad.
Cuando los halló supo que estos al menos habían tenido tiempo suficiente para charlar y compartir algunas ideas porque al acercarse detrás de la puerta de vidrio escuchó la risa de Jean y desencajó la mandíbula intentando controlar su genio.
Le llegó altamente la etiqueta y pasó sin anunciarse.
Ambos jóvenes se pusieron de pie de forma intempestiva, sorprendidos por la forma.
-Buenos días, jóvenes -Se acercó al estudiante con postura altiva y le dio la mano. -Soy Tobias Prince, Profesor y Decano Superior en esta escuela -le apretó la mano -Usted debe ser Alex Worrington.
-Soy yo, un gusto conocerlo en persona, Señor Profesor. Mi mentor me habló de usted, debe saber quién es Igor Karkarov, estudie unos años en Durmstrang pero terminé los estudios en el extranjero para regresar hace un par de años a Londres -El joven guardó postura de respeto y admiración. -Conozco su trabajo, es simplemente admirable, Profesor Snape.
-Llámeme: “Tobias Prince”, Gracias por lo que dijo -Miró a Hermione con velocidad y vio una sonrisa en sus labios carmín, ella no perdía de vista al joven castaño de ojos claros.
-No hay de qué, señor.
-Mjm, iré al grano, tú recomendación fue hecha por una persona en la cual no confío en estos momentos, pero voy a evaluar esta semana tu documentación, lo haré por las mañanas para ver si eres apto en el grupo de investigación.
-Lo que usted diga, señor, tengo todo el tiempo del mundo, hice mi intercambio definitivo a esta escuela para titularme en la especialidad de pociones y artes oscuras, aún no lo sabe el rector pero mi instituto ya mandó la solicitud. He iniciado mi inscripción hoy mismo, el ambiente es maravilloso y el alumnado también me convenció -miró y sonrió a Jean.
Para Snape no fue agradable escuchar eso.
-Bien, entonces tu primer entrevista conmigo es a las siete de la mañana en la oficina del edificio principal.
Alex asintió.
-Te veo después, Hermione, me encantó conocerte, seguro en la integración podremos ser compañeros de aula -Cuando este iba a extender su mano hacia ella Snape puso atención en los ojos castaños del jovencito, su mirada se fue al vestido blanco y ligero de su novia sin disimular -Gracias por darme tu número de teléfono, será de mucha ayuda-. El joven hizo una venia profunda y se retiró haciendo lo mismo hacia Snape.
El mayor vio cómo el estudiante se fue con una sonrisa coqueta en los labios.
-Parece un joven educado -Le dio la espalda a la alumna para verse en el pequeño librero de la sala con las manos tomadas por detrás. La superficie era lustrosa y reflejaba como un espejo.
No había escuchado mal, Hermione le había dado el número de teléfono a ese niño extranjero ¿Para qué hizo eso?
-Es mayor que yo por cinco años, ya tiene la carrera de Aritmancia, estudió en Suecia y Barcelona.
-Mh también es inteligente -No la miró e hizo aún como distraído.
-Lo es, es un alumno estupendo, me comentó que siempre quiso estudiar en Hogwarts, pidió mi número porque dentro de dos meses harán una reunión de encuentro la promoción cinco años mayor a la mía, su hermano mayor perteneció a Slytherin, ya no recuerdo si me dijo hermano o primo.
-Qué bien, ahora tienes con quién más aprovechar el tiempo -fue descarado en sarcasmo, quería saber lo que ella diría.
Jean conocía su estado de celos, el joven no le interesaba, sólo había sido atenta. Le respondió al hombre justo como él no esperaba.
-El tiempo que tenga disponible sólo me importa aprovecharlo contigo, lindo -Se acercó al hombre y subió sus manos por su levita, deslizándose desde el estómago hasta su cuello, fue como una caricia cálida en confianza además también provocativa. Lo obligó a acercarse y le dio un beso lento, suave, húmedo y con ganas de apaciguar sus celos.
Snape que estaba de pie se debilitó y casi olvidó la molestia del niño, se dejó besar al mismo tiempo que imponía también su experiencia. Su lengua era una tortura placentera para esa tierna jovencita.
Sopló aire caliente por sus orificios nasales viéndose dispuesto a lo que sea en ese instante y se le pasó por la cabeza sus recientes planes.
-Mh, quiero llevarte este fin de semana a ver unas cosas importantes, tiene que ver con el proyecto y unas cosas más que serán de tu interés -la varita que se escondía en su manga calló al suelo de forma accidental y el hecho no le importó.
Hermione pronunció accio para tener esa arma color negro en su mano derecha y así apuntarle en el cuello con esta en modo de juego.
A Snape esto lo incomodaba pero también traía un cierto nivel de excitación erótica en su cuerpo.
Hermione no lo sabía, sólo estaba jugando.
-Vamos a donde tú quieras -le susurró provocativa sin perder el rostro de inocente, metió la varita en el bolsillo grande del levita, el objeto sobresalía del bolsillo pero al menos ya estaba de regreso con su dueño.
El mago sujetó su cintura con cada mano, la puso sobre la mesa de vidrio grueso y oscuro, acercó su pelvis a la ropa interior negra de ella deseoso por entrar a lo más profundo en su corazoncito.
Le arrancaba besos pausados con altos atisbos de deseo.
Posó sus grandes manos en los muslos de ella, estimulando con el tacto, subió a su cintura y luego su espalda para terminar acercándola más a él, apretarla contra su excitación incontenible.
El final del vestido blanco y ceñido estaba en la cintura de la joven, sus glúteos cerca al filo, la posición le daba acceso al mago para hacer travesuras sencillas y apresuradas pero no siguió, la cabeza llena de celos no le dejó ser imprudente.
-Eres una muñequita hermosa ¿Cómo puedo competir con jóvenes de ojos claros por tu atención?
-¿Competir en qué? Pero si tú eres mío. Eres único para mí.
-¿Y tú eres mía?
Hermione asintió viendo sus ojos negros, esos labios delgados pronunciar lento más palabras.
-Sabes que sí, soy tuya -estaban susurrando como cuando querían hacer el amor.
-Mh, ¿Me estás provocando? Porque yo cierro todo mis asuntos y nos vamos lejos en unos minutos.
La abrazó muy fuerte y empezó a besarle el rostro, el cuello, quería quitarle todo.
-Eres Decano y yo estudiante, ambos tenemos cosas que hacer -La prudencia se salió de la joven.
-¡Al diablo todo, cariño, te haré el amor aquí! -Apretó las palabras entre dientes.
-Jajaja te desconozco, profesor.
-¿Qué es lo que no conoce, Srta Granger?
-No lo sé, ¿Así eras antes?
-Antes no era nada, tú haces que sea alguien —exageraba para llamar la atención de la chica.
-Mi amor -acarició su rostro, el mago cerró los ojos al contacto.
-Por favor ten cuidado con la gente de Santori, sé que se ve amigable el niño pero debes desconfiar ¿Comprendes?
-Sí, está bien -Hermione desapareció de imprevisto dejando al mago completamente solo y confundido.
¿Dónde se fue?
La esperó unos minutos pero nada, no regresó.
¡Ay niña!
Observó cada rincón del lugar con los ojos entre cerrados y entonces abrió la puerta con velocidad al ver que no tenía sentido seguir ahí.
-¿Donde estabas? -La jovencita lo encontró afuera.
-Te esperaba, fui a cambiarme de ropa porque creo que la que tenía puesta era muy provocativa para ti, no quiero que estés distraído en la universidad, hay trabajo que hacer.
Snape levantó una ceja en extrañeza extrema.
-Lo que usted diga, jefa ¿Ahora no puedo verte en vestido?
-Sólo quiero que estés concentrado.
-Para que se entere, señorita -se adelantó a ella como si fuera a regañarla- soy perfectamente capaz de separar el espacio en mi mente de; la joven novia y el trabajo.
Quiso probarlo.
-¿Por qué no vamos a tu oficina al final del día y hacemos el amor sobre tu gran silla cómoda, giratoria? -la joven aprendía a ser maliciosa.
Snape abrió los ojos con el cerebro a punto de explotar al ver esa imagen en su mente, la agilidad, la calentura, los ruiditos de ella en su oído cuando la… ¡Lo volvía loco!
-Entiendo, crees que puedes manejar al príncipe mestizo con placer sexual -Acusó con su mirada y tomó una de las manos de Jean -No vas a ganar
-La verdad es que no quiero ganar, sólo quiero que tengamos un poquito de sobriedad -Le hizo saber que se iba -Vas a acabarme uno de estos días, brujo.
-Intentarlo no suena mal o sí -Se irguió preparado para desaparecer con ella y dejarla en su última clase del día -Te veo al final de Rogell -se refería a la clase electiva.
***
Al faltar unos minutos para el timbre de cambio de turno, Snape caminó al pasillo donde estaba el salón de clase electiva, tenía una capa negra que estaba al ras de sus zapatos de brillo negro, dentro de esta tenía el levita azul con el que salió de casa. Su cabello estaba amarrado con una goma simple de tal forma que algunos cabellos estaban salidos a ambos lados de su rostro recto, le daba un aspecto varonil y salvaje sin dejar de verse imponente e intelectual por los lentes de lectura.
El hombre era una locura, su grave voz y elegancia lo hacía ver irresistible.
La brujita salió sosteniendo su bolsa de libros con uno de sus hombros mientras ordenaba las mangas de su camisa larga, tenía el cabello suelto con el color natural al fin cambiado durante esa semana a castaño claro por sugerencia de su madre.
Vio al mago esperando con las manos en los bolsillos sin importarle nada sin destruir su postura seria. Se sorprendió de la imagen, de tener a Snape como un estudiante enamorado paciente por verla al final de su clase, la circunstancia alimentaba su seguridad, le hacía ver que no se había equivocado al darle su confianza y más.
No lo entendía por completo, no se sentía una experta conocedora del hombre sólo por charlar de pociones, besarse de forma incontenible o dejarse llevar por pasiones fuertes en la intimidad, enlazando su cuerpo a él como si fuera suya de verdad.
Era importante aún ver lo que podía pasar al enfrentarse con él en alguna discusión. Pero la idea horrible no le agradaba, quería evitarlo a cómo de lugar.
Observarlo le hacía sentir que estaba en un estado cómodo y natural, lo exponía más hermoso por ejemplo.
Se estaba sintiendo débil cuando no estaba con él y cuando este al fin aparecía delante suyo le hacía sentir tanta satisfacción y felicidad.
Se había pasado la hora en que salía, antes podían verse a las cinco, pero eran cerca de las seis y media de la tarde porque el profesor de electivos pidió permiso para tomar horas del grupo de turno noche y mezclarse ambos, para una evaluación especial.
Hermione en dos meses y un poco más había conseguido estar en el tercio superior, esto le hacía sentir orgullosa.
Antes de hacer esperar a Snape le había enviado un patronus para que fuera por ella más tarde.
-Hola Lindo -Sus manos se sujetaban delante de ella con timidez.
-Jean -Snape hizo una reverencia de cuello. Estiró su mano para tomarla del hombro y hacer que desaparezcan.
En milésima de segundos en lo que ambos cuerpos giraban veloces hasta el lugar donde aparecerían, la rodeó por la cintura como atrapándola a él y la dejó caer sobre una blanda cama.
Hermione jadeó al imaginar lo que venía.
-Ey, espera, espera.
-¿Qué sucede? -Snape tenía la cara sonrojada, la atacaba a besos y caricias. Apretó su cuerpo debajo de él, no podía frenarse, tenía ganas de ella, quería fundirse en una llamarada caliente, experimentar lo terso, húmedo, ese ansioso y apretado abrazo de amor, rodeado de fuego rosa.
-Conversemos un poco, mago.
-Te necesito, niña -Las palabras escaparon entre sus dientes apretados.
La joven le dio una caricia en la mejilla.
El hombre se detuvo con el cabello despeinado, su respirar era agitado.
La miró a los ojos para cuestionar su inconveniente y le dio un último beso.
-Lo siento -Se disculpó y se hizo a un lado, libró a la joven de su peso.
-No te disculpes, lindo.
-¿Qué ha sucedido, necesitas algo?
-No, es sólo que no hemos charlado desde hace mucho tiempo y cuando estamos juntos siempre es acabar en un mar de placer, intercambiar sílabas exaltadas.
Snape la miró a los ojos para intentar entender lo que trataba de decir.
-Por favor tienes que ser un poco más directa, no comprendo, primor.
-No sé cómo decirlo -Miró sus manos por la pena, estaba boca abajo al lado derecho del mago.
-¿Tiene que ver con la intimidad sexual? -Pronunció las palabras con pausa y sutileza hablando serio como si el tema fuera una ciencia.
Ella asintió.
-Ah, pues sí digamos que es eso -Añadió para demostrarle que quería hablar del tema o al menos intentarlo.
-¿Estás satisfecha? ¿Lo hago bien? -Dijo rápido, creyó que algo le molestaba a ella.
Él quería que la joven lo viera a los ojos pero no, lo único que consiguió fue sonrojarla al máximo.
-Ah, yo… Estoy muy satisfecha con las atenciones que me das y… También espero que tú estés satisfecho.
-Lo estoy -La besó en el rostro y se acomodó sobre la cama, no tenía el levita y la camisa estaba desabotonada hasta la mitad -Estoy…
Magníficamente satisfecho, mi amor.
¡Ay Merlín por qué me vuelve loca este hombre!
-Me alegra aquello -Jugaba con sus manos y el anillo de novios que él le había comprado un día atrás, también él lo lucía en su mano izquierda -Es que… Parece que sólo necesitamos al otro para… Pues, para…
-¿Para el placer sexual? -Miró el rostro de la joven cuando preguntó aquello y negó -¿Acaso tienes esa impresión de mí? No quiero negar que ahora mismo estamos descubriendo al otro en la intimidad pero no es como crees -Suspiró y la tomó de la mano invitándola a estar junto a él en la cama, intentó ser sutil -Para nada es lo que piensas, las ganas que tengo de tenerte son precisamente porque te amo, tú me llenas en todos los sentidos, Granger y has despertado este erotismo tan fuerte en mi ser completo. Quisiera tener tiempo para explicarlo -Se acercó a su rostro -Me gusta… -Empezó a hablar lento -Que puedas sentir deseo por mí cada que estoy cerca, cada que escribo un ensayo del por qué me encanta tu perfume, cuerpo y ojos, el por qué me siento completo, acompañado, me encanta que me necesites como yo necesito que estés conmigo sin embargo no vamos a morir si no hacemos el amor todos los días. Si ese es el problema entonces puedo detenerme.
-Oh -Abrió la boca por el efecto que esa voz mezclada con palabras explicativas, le provocaba -Tienes razón, el deseo se ha hecho más fuerte.
Severus no quería parar, le encantaba estar con ella, la necesitaba así que no se quedó callado.
-Propongo que si deseamos tener al otro no nos detengamos, el libido bajará en ambos con el tiempo, es natural, aunque al conocerme tan poco y al estar dispuesta de quedarte conmigo, yo prometo que cada día voy a alimentar tu necesidad por mí no sólo en lo sexual. No me refiero a necesitarme para todo porque eres independiente y sabes cuidarte, sino que me hagas parte de un sólo individuo.
La bruja sonrió, no entendió por completo.
Snape en cambio se refería a casarse pero al ser astuto no quiso adelantar el mensaje.
-¿Es posible eso, mago, que todos los días me conquistes?
-Mh, sí, cariño. Lo quiero y lo prometo, Hermione.
-Ah, eres el amor de mi vida, quiero todo lo que dices me darás. No pensé que fueras tan… Así de atento y apasionado.
-Y yo no pensé que tú, una jovencita inocente —Snape otra vez exageró—, le gustara que fuera poco introvertido con ella en todos los sentidos, incluso con mis sentimientos.
La joven ladeó una sonrisa, sus voces ahora eran susurros.
-Te ves hermoso hoy, más que ayer -La estudiante no pudo evitar decirlo -y me fascina cuando me insinúas que me quieres… Y bueno, también cuando me tienes ganas.
-Tú y yo podemos hacer el amor sin tocarnos toda la vida ¿Lo sabías? -Empezaba a estar agitado -Pero quiero, que tú, mi hermosa joven Gryffindor, seas mi…
Y entonces fue interrumpido por un grito agudo con el nombre de la niña, no sólo una vez sino dos y tres.
-¡Hermione te hablan por teléfono! ¡Hermione! ¡Hermi o ne !
-Tu madre te llama -Su humor cambió un poco al saber quién estaba al otro lado de la bocina.
Se levantó de la cama y caminó al librero para tomar cualquier libro, parecía que disimulaba pero se puso alerta para escuchar absolutamente todo en esa conversación.
-Vengo en un momento, te traeré algo de cenar —fue dulce con el mago.
Snape asintió para que se fuera de una vez, pensó rápido en un hechizo, probó dos veces y acertó.
Segundos después estaba atento a las palabras de un jovencito nuevo recién llegado a Londres.
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