-¿Cómo está, profesor? veo que le tocó revisión -Hermione se burlaba de Lucius Malfoy que lleno de nervios veía atento por encima del vinilo en el cristal.
-¡Qué Graciosa, Granger! -respondió sin perder de vista el acto de ese aparato parecido a un taladro en la mano de la madre de Hermione a quien últimamente le llamaba “Jean” sin faltarle el respeto.
Hermione cruzó los brazos en síntoma de relajación y espera, tenía un caramelo de menta en la lengua que luego reposó sobre uno de sus dientes de lado derecho.
-No pasa nada, señor, se ve amenazador pero no duele nada, si tiene una caries le pondrán un pinchazo con esa aguja larga en la encía y listo, ya podrán triturar su diente sin dolor.
Hermione sabía que eso no era un taladro perforador sino un pulidor de esmalte el cual ayudaba mucho a la hora de retirar sarro diminuto.
Malfoy puso rostro de enfermo junto a una mueca de su boca en claro arrepentimiento.
-Su Madre puede ser muy persuasiva, ella me sugirió venir hoy por algo simple, retirar una de mis muelas del juicio. Es inteligente aún más que usted.
-La conozco de toda la vida, puedo asegurar que la mayor parte de tiempo con respecto a dientes o dolor de muelas, ella tiene toda la razón -sonó orgullosa y segura.
Hermione miraba a su madre y luego veía atenta a Lucius que no perdía de vista el mismo objetivo, era demasiado, ya no creía que fuera sólo nervios o miedo ¡Por Merlín el mayor era un mago!
-Mh… -Lucius no sólo veía las manos de la señora sino también sus ojos, veía también el recuerdo de hace unos dos días cuando la señora les llevó un pedazo grande de pastel de chocolate a cada uno, a Snape y a él, en la oficina de la botica principal cerca de su casa, no podía olvidar esa sonrisa amigable y llamativa. Sobretodo no podía olvidar el increíble sabor y aspecto de este postre el cual nunca en toda su vida de postres caros y lujos, había disfrutado.
Llevaba un tiempo de conocerla de charlar en distintas oportunidades perderse en temas de salud en general o para qué se utilizaba ciertos medicamentos en el mundo muggle exponiendo así que no eran tan efectivos los tratamientos como en el mundo mágico. La mujer citaba libros a detalle o eventos médicos importantes que le hacían sonar tan importante.
Hermione no se quedó tranquila y se metió a su mente muy rápido para ver eso último un poco extrañada porque sabía que la última semana Alex había estado coqueteando con él aunque este se había mantenido neutral, interesado pero sin reaccionar.
-¡Ey! cuidado con lo que ve -advirtió Hermione seria y en susurro.
-¿Qué? ¿Por qué? -el mago se exaltó un instante, quedó de pie y se irguió aún más sujetando con ambas manos su chaqueta abierta para estirarla y acomodarse mejor el traje. Lucius se había dado cuenta que estaba usando su habilidad de legerement con él.
-Pensé que a usted le gustaba Alex -soltó atrevida-, a ella también le gusta usted.
-Alex… -pensó en ella unos rápidos segundos sobre todo en esa forma a veces infantil en que le escribía misivas detrás de los exámenes, tenía que admitir que era llamativo tener la atención de una estudiante pero él era distinto a Snape-, Es una joven y hermosa mujer… Pero su madre, Granger… -dijo despacio-, me ha sido repentinamente más llamativa -Lucius no pudo ser más directo con lo que pensaba dejando de una sola pieza a su alumna. La mujer que veía a través del vinilo era ¿Cómo decirlo? Una mujer también atractiva pero no sólo físicamente sino también inteligente y con experiencia.
-Espere, ¿Qué?.. Mi madre está en una relación con mi padre -puso sus manos en ambos lados de su cintura y su dedo señaló al mayor con energía.
-¿De verdad? – Lucius sonrió en fuerte astucia, levantó la mirada y la hizo creída-, creo que no estás enterada de todo, la última conversación que mantuvo con Severus delante de mí no mencionó que ellos estuvieran juntos. Por otro lado ella es tan independiente y parece que ha superado a pasada relación es más nos comentó que dos tipos que son clientes, la pretenden.
Hermione cambió su sonrisa por una mueca seria y distinta.
-¿Usted es uno de ellos? -ella ya no tenía una sonrisa sino que notaba quizá un poco dolida sobre todo por darse cuenta por alguien como él.
-No, Granger, yo puedo ser el tercero -hizo una pausa larga viendo directo a los ojos de la chica-, Le confieso que no soy cualquier tipo de por ahí y su madre realmente me atrae.
-Mi madre… -Hermione sacó la varita para amenazar al mayor y este de inmediato subió las manos, alterado-, Usted más vale que… -iba a seguir pero los pasos de su progenitora hacia ellos alertó a ambos.
La mujer salió con guantes en las manos y un poco de salpicadura de sangre que limpiaba con una toalla blanca como si todo fuera algo normal.
-Buenas tardes ¿Cómo estás, Lucius? -miró al mayor a los ojos azules con su par de ojos verde hoja seca los cuales resaltaban más por el tapaboca de seguridad y la luz de una lámpara grande sobre sus cabezas. Después miró a su hija y dijo: Hola, mi amor -con mucha ternura.
-Má, vine para dejar la mensajería -le mostró varios sobres unidos por una goma elástica-, y… ya me voy.
-Oh, no te he visto en toda la semana, quédate un instante mientras atiendo a tu profesor, ya casi acabo -señaló con dirección al interior de su consultorio-, mi pacientita de secundaria sólo necesitaba una extracción más que eso será la próxima semana y ahora espero que la anestesia pase lo suficiente como para que se vaya a casa -muy amorosa la madre con un tono amable, alegre y hasta tierno miro a ambos visitantes.
Su voz y modales agradaba a Lucius y este hombre alucinaba con ella desde hace aproximadamente un día, veía a la mujer en una cocina de casa muggle hogareña pensando en Snape y él, imaginaba que sonreía y escuchaba algún fondo musical de algún aparato de radio cercano y al mismo tiempo preparaba el pastel, su música, la misma música que sonaban en ese consultorio, una suave y llamativa como hecha con luces y cuerdas Brasil. Podía suspirar pero no ahí con la mocosa como testigo de su galantería seria. Se perdió en ella, en sus cejas, veía a la mujer frente a él más expuesta y delicada con un vestido negro y sus cabellos castaños claros lacios bien arreglados en muestra de un contraste espectacular frente a su deleite, un pintalabios rosa brilloso moverse al hablar de hacer dientes falsos frente a él en una cena de restaurante caro.
¡Qué Hermosa es, Merlín! pensó el mago.
Hermione y su madre veían a Lucius quieto con una sonrisa coqueta y los ojos llenos de brillo hasta que al fin gesticuló palabras.
-Jean, apreciable doctora, me da tanto gusto verte -hizo ademanes mientras se acercaba a ella-, ese pastel que nos dejaste estuvo ¡Magnífico! -tomó la mano de la mujer con todo y guante y la besó ahí, dejando a ambas boquiabiertas aunque Hermione sintió un poco de asco, no por el beso sino por las manchas de sangre en el látex.
La señora Granger se sonrojó rápido, tenía al mayor aún sujetando su mano muy cerca viendo directo a sus pupilas, aquello le causó escalofrío y rubor.
-Gracias, sólo quería agradecer la ayuda que me han brindado con algunas medicinas y comprimidos -sentía que le hervía las mejillas-, Ustedes profesores han sido muy amables conmigo.
-Lo hacemos con todo el gusto.
Hermione rodó los ojos, no quería ver a ese par coquetear así.
-Mh, mh -interrumpió Hermione-, Te esperamos aquí cuando te desocupes y luego te acompaño a casa para cenar algo juntas, quizá un poco de Pizza, mamá.
-Mh Pizza! -Soltó Lucius interesado y perdido en su imaginación ya que ni si quiera sabía qué era aquello.
La madre de Hermione intentó ser amable y le invitó.
-Claro, eres cordialmente bienvenido -Lo miró con atención justo cuando Severus apareció.
-Buenas Tardes -se anunció con gallardo y esa gravedad de voz que le caracterizaba.
Hermione se alegró de verlo.
-Hola guapo -el mayor atendió a su novia primero con un beso suave y casto en los labios, el acto causó ternura incluso en Lucius quien envidió aquello por estar abandonado desde hace tiempo.
-Hola Severus ¿Qué te trae por aquí? – dijo la madre con alegría. Severus ya le caía bien, siempre que iba a casa le ayudaba en algo aunque fuera con su magia.
-Hola Jean -miró el reloj-, Buenas tardes, busco a Lucius -miró los guantes con sangre de la dentista-, veo que estás de verdad ocupada -vio también al fondo donde estaba Malfoy apoyado de uno de sus brazos sobre el borde de un librero intentando pasar desapercibido. Snape habló como siempre, pausado y cuidadoso.
Lucius en cambio empezó a quejarse ya que siempre tenía a ese hombre encima de él, porque era su jefe en la universidad y lamentablemente también en el negocio de las boticas. Malfoy quería ser socio no ensuciarse las manos pero el ex jefe de Slytherin lo puso a trabajar como un criado, bueno, como su igual que era casi lo mismo.
-Ash… ¿Y ahora qué, Tobías?
-Te tocaba clase hoy y has dejado encargado a un niño inútil -intentó no ser tan duro ya que estaban acompañados.
-Pedí permiso, la culpa del niño es de la universidad -se libró y colocó las manos dentro de sus bolsillos de sus pantalones, llevaba uno de sus trajes caros y ceñidos a su cuerpo, negro con detalles plateados y una camisa azul claro reluciente.
De verdad Lucius no tenía ni idea de qué niño le hablaba porque se supone que no iban a reemplazarle.
Hermione vio que el semblante de Severus cambió un poco después de enterarse que Malfoy había pedido permiso.
Su novio bajó su estado alterado de inmediato ese donde fingía que sólo había ido a ver a Lucius y no era que iba también por vigilar su joven persona.
-Bueno entonces me voy, yo sí tengo clases hasta las seis. ¿Tú no tienes clases? -miró a Hermione.
-No, amor, no. El profesor faltó -sonrió al ver a Lucius-, en su lugar uno de mis compañeros está haciendo un mal repaso de la última clase.
Lucius inclinó su cabeza para darle la razón.
-Te dije, me dijeron que no iban a reemplazarme.
Snape olvidó el asunto y cambió.
-¿Puedes venir un instante? -Severus sugirió delante de todos con precaución así que él y su joven novia salieron hasta la calle, ahí miró los ojos cansados de la chica y le preguntó -¿Ya sabes lo de tu madre? -Hermione asintió-, Ella me dijo que no puede regresar con tu padre después de todo lo que ha pasado, que lo ha intentado pero que no logra hacerlo mejor. Se supone que todo estaba bien pero parece que no.
-Ay, no importa Severus, ellos deben resolver, no voy a meterme. Lo que me preocupa es Lucius, se supone que tenía que pedirle una cita a Alex pero ahora parece estar interesado en mi madre. No sé qué está pasando, pensé que el plan iba a estar bien.
-Ah eso es cierto, es por su pastel de chocolate, Lucius elogió el postre toda la tarde y noche, fue como si tu madre lo hubiera hechizado con él, como si hubiera usado amortentia.
-¡Imposible! -dijo aburrida.
-Lo sé ¿Por qué? -se acercó a ella para enterarse-, ¿Le ha insinuando algo, has visto algo extraño?
-No, me dijo con descaro que sí le interesa -cruzó los brazos y luego miró por la ventana, el corredor al interior del local.
-Lucius es un desgraciado, lo estaré vigilando, si quieres.
-Como quieras, lindo, mi madre también es astuta, ¿De dónde crees que saqué el carácter que tengo?
Snape asintió y alzó una ceja.
-Bueno, me voy, paso a casa de tu madre en la noche porque quisiera llevarte a cenar -hizo la voz grave y lenta en las últimas palabras cuando se acercó más al oído de la chica-, te extraño.
La chica asintió y el mago se acercó para besarla rápido.
después desapareció.
*
En el interior del consultorio Lucius escuchaba extasiado a la madre de Hermione y esperaba su turno en el interior del consultorio, la joven recientemente intervenida estaba recostada escuchando música de unos audífonos grandes que Jean usaba para sus pacientes en el rincón de recuperación.
Los instrumentos estaban siendo desinfectados por la señora mientras le explicaba a Malfoy el procedimiento que le haría a una de sus muelas superiores enterradas. Prácticamente perforaría, rompería la muela, quitaría los pedazos y suturaría un poco la encía y luego la rellenaría con un material temporal por encima que se caería con el tiempo.
Lucius estaba preparado, llevaba su varita para cerrar rápido cualquier rastro de flujo u dolor.
Hermione en cambio se quedó en el pasillo, en una banca larga debajo del fluorescente amarillo.
***
Hermione había avisado a su madre que esperaría en el pasadizo mientras atendía a Lucius.
Esa jovencita había visto como la anterior paciente se retiró del lugar un poco mareada pero acompañada de alguien que parecía su papá. Mientras tanto leía un libro cuando de pronto llegó a ella un olor desagradable que le causó náuseas justo cuando estas personas cerraron la puerta del lugar, ella sintió ese olor tan desesperante que tuvo que entrar al pequeño baño junto al consultorio para no ensuciar la alfombra rojo vino de su mamá.
Al verse frente a la taza del baño abrió la tapa, se amarró el cabello haciendo arcadas pero nada salió. Aquél olor en los perfumes de la paciente o de su padre, la descolocó.
Se puso frente al espejo para verse la cara e intentar recordar por qué le desagradaba tanto el olor de la manzanilla, así que se mojó la cara, y como si nada hubiera pasado volvió a meter las narices entre las páginas de su gran libro.
Otra vez sentada en la banca larga de espera.
*
Después de casi dos horas el adulto salió e ingresó al baño y ella aprovechó a guardar el libro y buscar a su madre.
-¿De verdad quieres llevar a mi profesor a la casa con nosotras? ¿Por qué?
-Hija por favor no quiero sermones ni tampoco críticas, Lucius es un hombre responsable y respetable y no tengo intención alguna de reemplazar a tu padre… -guardó silencio un instante-, al menos no por ahora.
Hermione entendió bien e hizo un gesto de aceptar en silencio. Su madre parecía muy comprensiva y de azúcar pero en realidad tenía un carácter indiscutiblemente fuerte, además nunca se había metido en sus asuntos desde que cumplió los dieciséis, respetó cada acción y cada comentario de fortaleza o tristeza aún si en esas épocas era difícil. ¿Por qué ella tendría que meterse en los asuntos de su madre?
-Está bien -soltó rendida.
-Iré al minimarket de la esquina porque necesito unas cosas, espérame aquí.
La chica asintió.
*
En lo que la madre salió a la esquina el adulto se acercó a ella para observar con cuidado su rostro y esta se incomodó.
-¿Qué sucede? -preguntó con un acento serio y nervioso.
Lucius la veía a los ojos con rareza.
-Tienes la cara muy pálida, Granger -Lucius regresó con las manos en la espalda en una postura de paciencia y espera.
-Me cayó mal un batido de leche cortada que compré en la mañana.
-Pues hace un rato atrás no estabas así.
-Ah, es que la niña que salió llevaba un perfume que me causó una arcada desagradable.
-¿Olía mal? Me parecía que olía a manzanilla -Lucius frunció el ceño.
-Pero es que se había bañado en manzanilla -justificó la chica con un gesto de desagrado.
-Mh creo que no, debes ser intolerante a ese olor o es que estás embarazada -dijo como si nada.
Hermione rió y negó.
-Imposible, no, ¿Yo embarazada?siempre me cuido, además Severus también es muy cuidadoso -seguía con la sonrisa al pensar un poco-, sería hermoso pero no, ahora no.
Lucius giró los ojos y se acercó al rostro de la chica para no ser indiscreto.
-¿Me vas a decir que te has cuidado absolutamente todas las veces, incluso cuando ya no resisten más y pasa como un huracán? -Lucius se imaginaba a esos dos en sus cosas cochambrosas porque ya los había visto en la escuela una vez.
Hermione tenía la boca abierta para intentar responder rápido.
-Sí -soltó segura-, To… Todas las veces -se quedó en silencio-, bueno, las veces que yo no lo hago, Severus lo hace.
Lucius volvió a rodar los ojos.
-¿Has hablado con Severus de eso, cada vez, o al menos antes de hacerlo?
Hermione frunció el ceño preocupada y negó.
-Jovencita… ¿Querías novio mayor? Pues ahí lo tienes. No te fíes de los chicos ni si quiera si tienen cincuenta como Snape. El sexo no es cualquier cosa y hay que ser exageradamente y grandiosamente cuidadosos, te lo dice alguien que tuvo el hijo que necesitaba.
-¿Severus? No tiene cincuenta, eres un exagerado ¡no te pases! -le refutó con incomodidad.
-Más respeto -advirtió el mayor.
-Vaya, pues no lo sé… Quizá deba ir a San Mungo a hacerme un exámen.
-Tu madre tiene un ecógrafo, usa ese.
-No sé el hechizo y no sé cómo usarlo. Severus debe saber eso pero no quiero mencionar nada a menos que esté segura.
-Quítate, es muy fácil. Así veía al zopenco que tengo por hijo en el vientre de Nar.
Lucius movió su varita rápido en un hechizo silencioso para reemplazar la electricidad por magia y apuntar el vientre de la joven. Jaló el aparato y de este salió un rayo de luz tenue que tocó el vientre bajo de la chica.
Hermione se tapó el rostro con temor y luego los ojos.
Lucius en cambio sonrió ampliamente junto a un sonido de victoria.
-Ahí lo tienes, esa cosa en forma de frijol no es tu riñón a menos que uno de tus riñones de pronto haya cobrado vida y haya caminado hacia el sur, además que le hayan empezado a crecer diminutas manos y pies.
Hermione bajó sus manos a su boca y se sentó aún más pálida. De inmediato se quedó observando todo muy emocionada por notar que esas pequeñas manos se movían aunque aún no estaban bien definidas.
-¡Merlín! -no pudo hablar sino mirar y mirar y llenarse los ojos con emoción y lágrimas.
-Mide aproximadamente un centímetro y medio según estas medidas extrañas -dijo el mayor viendo atento a la pantalla hechizada. ¡Cielos! ¿Quién iba a imaginar que Severus Snape sería padre tan pronto? Ya me imagino un niño igualito a él, pobre niño.
-No molestes -la joven estaba llena de emoción aunque también temor.
Granger se puso a llorar casi al instante aún tapando su boca con su mano izquierda, estaba feliz por alguna razón pero a la vez estaba asustada porque no sabía qué pasaría.
Había hablado tanto con Snape acerca de esperar gradurse para casarse y ahora las cosas iban a cambiar con radicalidad.
-¿Por qué lloras? -Lucius se preocupó por ella un instante-, A Severus no le desagradan estas cosas, es más yo creo que es tan oscuramente anticuado que se sentirá muy orgulloso. Haber creado a un ser con una bruja inteligente le ayudará a crecer su ego narcisista.
-Por favor… -soltó ella tratando de calmarse-, no se lo digas ¡Por favor! -la chica se metió al baño y desde adentro gritó -dile a mi mamá que los alcanzo en un momento.
Tomó su traslador cerca del espejo y desapareció hasta llegar a una calle cerrada, corrió a una tienda para tomar una botella de agua y luego regresó a la calle porque no pudo resistir, tenía sed pero parece que el agua tampoco quería quedarse adentro de su estómago, tuvo que apoyarse a vomitar un poco en una columna angosta a pesar que no salía nada.
-Cielos, esto hará más difícil los exámenes -dijo para sí misma intentando arreglar su semblante para volver rápido con su madre.
***
En casa, Hermione mandó a pedir dos pizzas y al tenerlas frente a ella en la mesa se dio cuenta muy tarde que el olor del tomate tostado y el queso no era precisamente tan agradable como antes.
Lucius veía desde su lado e intentó disimular porque pronto la madre de la chica lo iba a notar, además que ella, su rostro era descompuesto y cada vez más pálido, tenía que tomar sus vitaminas porque ese niño que venía posiblemente sería un monstruo enorme gracias a su progenitor.
-Hermione -dijo mientras comía un pedazo de esa cosa de pan con queso derretido y mil embutidos-, recuerdo que para hoy debías entregar un ensayo de Flamel para mi curso ¿Lo hiciste? -su voz elegante y política no supo pensar en otra cosa. Al parecer ¿Lucius Malfoy la quería ayudar? No, también era por conveniencia.
-No lo hice -miró sus ojos claros mientras partía su pizza con tenedor y cuchillo unas mil veces.
-Pues deberías ir a hacerlo ya que voy a mandar a Kevin a recogerlo en la mañana. Aprovecha que tienes tu biblioteca a la mano y avanza de una vez —ordenó en tono raro, y la chica frunció el ceño porque ni si quiera su padre le hablaba así.
-Sí, tiene razón, profesor -se puso de pie rápido, se limpió la boca y se despidió con cuidado-, ahora me llevo otro pedazo a mi habitación, por favor si viene Severus díganle que estoy trabajando.
La madre asintió extrañada.
-Le hubieras dado más tiempo, está como loca en otros cursos, Lucius. Severus también es muy exigente con ella.
El mayor se acercó a la madre y sonrió con disimulo y galantería.
-Si no lo hacía no íbamos a poder estar solos -cada vez era más descarado con ella, la señora Granger era muy atractiva y ese día tenía que expresar algo con urgencia. Moría por besarla.
***
Una hora después Hermione escuchó el timbre mientras estudiaba un libro hebreo con una lista de millones de nombres extraños, tanto judíos como babilonios. Sostuvo su rostro mientras pasaba las páginas y apuntaba con una pluma de tinta rosa sobre pergamino, nombres que le eran llamativos.
Al pasar otra media hora más escuchó que algunos pasos se acercaron por las escaleras, reconocía bien estos y después de pensar tanto en qué hacer frente a Severus, decisión ser directa y sincera.
Después de que tres golpes llamaron a su puerta, levantó su varita en un movimiento simple y este pequeño escudo de madera se abrió revelando a su novio extrañado, erguido y preocupado.
-¿Cómo te encuentras, hermosa, estás lista para salir?
Hermione contestó con ese tono suave y de mujer cuando hablaba en serio.
-Estoy bien, ahora mismo busco nombre para nuestro bebé, mira -le mostró la portada del libro a Snape.
Severus le alzó una ceja y caminó hasta ella.
Colocó su gran mano en su hombro y ofreció la otra para que se ponga de pie. Quería abrazarla.
La abrazó por la cintura y la pegó a él como siempre disfrutaba para sentir su cuerpo cercano a él, amaba a esa chica con locura.
-No sabía que habías empezado un nuevo pasatiempo -pensó por unos segundos, se separó de ella y empezó a leer la lista que ella había escrito con afán y estaba señalada con corazones gorditos cursis y rosas-, me gusta Natanael y Ninrot pero mi hijo debe llamarse Severus igual que yo.
-¿Y si es mujer? -la chica se tocó la cabeza porque sí se sentía descompuesta ¿Qué haremos si es mujer, mi amor, la volveremos a meter?
-No, si es mujer se llamará igual a ti, para que sea una niña buena e inteligente como tú -le seguía la corriente.
Hermione no aguantó, se separó de él un instante para secarse la lágrimas y luego se trepó por el cuello a Severus para aferrarse a su calor y olor ya que podía resistía sin vomitar, además porque lo que escuchó le pareció muy dulce y tierno.
Snape se puso nervioso ya que no había visto a la chica así desde mucho tiempo atrás.
Hermione alzó un puñado de unos objetos que parecían palitos de plástico con tapitas moradas, él aún no reconocía para qué eran.
-¿Estás embarazada? -su voz se agravó-, ¿Por qué lloras, primor?
-Estoy embarazada lo juro -sollozó casi sin poder expresarse bien-, vi sus manos y pequeños pies en el consultorio de mi madre. Lucius hizo el hechizo en el ecógrafo y lo vi. Sé que no lo esperábamos aún pero sucedió.
Snape la abrazó con cuidado por la cintura y le besó la frente.
Estaba en shock por su puesto, no se esperaba nada de eso aquél día.
-¡Merlín! ¿Y cómo te sientes? ¿Sientes dolor de cabeza, náuseas, estás feliz, preocupada? Tranquila, podrás seguir ayudando si reduzco las horas de trabajo y cuido la mitad del tiempo al bebé -a él le parecía que justo eso era lo que ella necesitaba, la conocía bien, ella quería sostenerse en él y aunque la noticia aún fuera increíble, fue sincero con ella ¿Cómo va a ser tan difícil cuidar un bebé?
-Sí -seguía llorando casi en silencio y aumentó más al escucharlo decir eso.
Él la apretó más y se prometió ser de ayuda para ella en todo lo que necesite, sobre todo en temas de la universidad.
-Voy a ser padre… -mucha alegría inundó el pecho del mago aunque también un inmenso temor.
-¿Estás enojado? -la chica no paraba de llorar aunque intentaba calmarse.
-¿Por qué voy a estarlo? -la abrazaba para calmarla, no le agradaba verla así, se sentía muy mal-, es todo lo contrario… -igual el mago casi no pudo expresarlo de otra manera porque era una enorme sorpresa. No se cuestionó si ella se había cuidado o si él se había olvidado un día, no, él sabía que si seguían así eso pasaría un día-, ¿Tú madre sabe algo? -preguntó con cuidado—, Primor, si deseas yo se lo diré.
-No pero seguro no tarda en saber ya que dejé toda la pizza entera ahí abajo.
-Con lo que te gusta esa comida sin ningún provecho notricional. Tenemos que ir a San Mungo, debes revisar bien y empezar a comer distinto, jovencita. En casa te haré sopa de espinaca todos los días.
Hermione hizo cara de que no era muy agradable, sin embargo amaba que Snape se ponga en modo útil.
-Tú has trabajado ahí, sabes qué debo comer.
Snape le alzó una ceja.
-Pero no soy doctor, vamos por favor -insistió.
*
Snape la llevó al hospital para así poder hacer análisis de sangre, peso, estatura, sexo del bebé etc etc, todo lo que podían saber los magos antes de tiempo.
Por su puesto él quería tener un bebé sin embargo estaba tan ansioso de saber, rogaba y rogaba que fuera varón.
***
Esa misma noche en su casa Hermione estaba acostada en su cama desnuda y profundamente dormida.
El ex mago de las mazmorras se sentía bien, miraba al techo con una sonrisa cansada alucinando cómo sería su futuro con un hijo parecido a él.
¿Te gustó el capítulo?
Tu calificación: