Impulsivo Capítulo XIX La Anciana Y El Chocolate👗🔥🛤

Lista de capítulos

Capítulo 1 ¡Adiós Y Hasta NUNCA, Hogwarts! Capítulo 2 Universidad De Londres 🤔 Capítulo 3 Profesor Tobias Prince 📜 Capítulo 4 Srta. Jean Puckle 🕒🔊😨 Capítulo 5 ¿La Conozco, Srta? 🤔🧐 Capítulo 6 ¿En Qué Lo Puedo Ayudar? 📕👂😱 Capítulo 7 Suspicacias De Un Slytherin 🐍 Capítulo 8 Reunión De Subterráneo ✒️📋📷 Capítulo 9 Cuando Quiera, Granger 🔎 Capítulo 10 Coincidencia Nocturna 🌃 Capítulo 11 No es malo 🌅🌧️ Capítulo 12 Verla Un Instante ❤️🦁 Capítulo 13 Querido Profesor… 👄 Capítulo 14 Querido Profesor Part 2 👄🔞 Capítulo 15 La Madre De La Joven – 1🍋🔉 Capítulo 16 La Madre De La Joven – 2 🧐😕 Capítulo 17 Impulsivo Part 1 🏰 🐍 Capítulo 18 Impulsivo Part 2 🚂🏰👄 Capítulo 19 La Anciana Y El Chocolate👗🔥🛤 Capítulo 20 La Caja De Cristal 🔓🧧 Capítulo 21 Piedras Y Cielo Nocturno ◾🔥🌃 Capítulo 22 LA BENDITA RADIO 📻 ⌚ Capítulo 23 EL BENDITO TELÉFONO – ☎️📞 Capítulo 24 ¡SUMERGIR LOS CELOS! Capítulo 25 CASA DE CAMPO Capítulo 26 El POCIONISTA SABE LO QUE HACE 🔥 Capítulo 27 ABUELO ESTIRADO 🤨 Capítulo 28 PARTE DE LA SORPRESA 🦁 Capítulo 29 MALFOYLONG 🧐🖋️📜🔥 Capítulo 30 Narcissa Está Embarazada 🤨🌋⚡� Capítulo 31 Te Voy A Degollar 🧠� Capítulo 32 Alex, Hermione, Scamander, Y Severus 🔥 🔥 💼 Capítulo 33 ¿Dónde Estás, Malfoy? 🤫🤺 Capítulo 34 Narcissa Black – Snape En Taxi 🚖� Capítulo 35 Super Mercado Muggle 🦁🐾💊 Capítulo 36 Flashes Del Pasado 😬 📸 Capítulo 37 Scamander Y Baile Del Torneo 🏰 Capítulo 38 La Familia Es Valiosa 🏰 � Capítulo 39 Confrontación, Éxito Y Accidente 🔪� Capítulo 40 Doble Problema Y Segunda Oportunidad 📖 🧠 Capítulo 41 Te Quiero 🟩🔺� Capítulo 42 Consultorio de terror 🔎 🐍 👶

El tren avanzaba a lo que daba el motor en esos viajes, en ciertos tramos al salir de los pequeños pueblos incrementaba velocidad sobre el camino, esto era divertido para los niños.

Las personas que leían, dormían, bebían café y compraban en el carrito intentaban disfrutar del viaje pero un par que simplemente había desaparecido de la vista de otros pasajeros sí que estaba sacando provecho al sonoro ruido de las ruedas de metal sobre los rieles.

Una señora que cargaba a su perrito en la cartera intentando infringir las reglas de seguridad de pronto sintió que la pared a su espalda era azotada levemente con un ritmo constante, al principio tenía un intervalo largo en el tiempo sin embargo ...

Una señora que cargaba a su perrito en la cartera intentando infringir las reglas de seguridad de pronto sintió que la pared a su espalda era azotada levemente con un ritmo constante, al principio tenía un intervalo largo en el tiempo sin embargo después se elevó a un ritmo más continuo que no podía contar.

Pero era un escándalo, era cosa de oído agudo.

-Palmira, ¿Qué sucede quién está pateando la pared?

-Señora, no hay nadie al otro lado sólo una delgada pared y asientos para pasajeros. Nadie patea la pared.

-Llevan buen tiempo, seguro son unos niños inquietos, estoy sintiendo claramente unos golpeteos ágiles contra la madera, como si estuvieran martillado sin fuerzas.

La enfermera de la anciana se puso de pie como pudo y caminó unos pasos hacia su derecha por el pasillo para buscar la causa del ruido sin embargo al avanzar sólo un paso vio que a la espalda de donde estaban sentadas había una pared simple, una mesa similar donde descansaban dos asientos vacíos y una pequeña ventana, no había nada ni nadie que golpeara la pared.

Regresó para sentarse con la señora Lidia, una mujer mayor de al menos setenta y cinco años de edad, la miró confundida e insistió.

-Señora, no hay nada al otro lado, la pared al menos tiene unos quince centímetros de ancho y el ambiente está vacío.

El ritmo empezó a ser más ágil y además junto a este se escuchaba otro sonido más, un sonido sutil, el sonido era similar a un a voz de mujer exaltada por algún motivo.

Ella sabía que no era producto de su imaginación, estaba bien aceptar que el ruido era pequeño y casi imperceptible pero no lo inventaba.

Doña Lidia no se quedó tranquila, tomó el vaso de la mesa de donde bebió limonada y lo colocó en la pared para oír con claridad.

Al principio no era claro pero al ajustar el oído.

-Ahhh, Ahhh, mi amor, Ahhhhh.- El aire de Hermione se iba por la presión de Snape contra ella y también por la enloquecedora intromisión.

-Pre ci o sa.- Deletreo el varón entre dientes y después suspiró soltando aire explosivo como si a veces aguantara el aire.

La señora abrió la boca al identificar el acto, no se podía creer lo que escuchaba, era imposible que el alma de dos se hubiera quedado viviendo en la pared.

Abrió la boca lentamente y empezó a gritar como si la hubieran lastimado, no a ella sino a la jovencita que gemía en ocasiones.

-¡Hay una mujer en la pared! ¡Hay una mujer en la pared!

Palmira negó en preocupación y miró a los demás con vergüenza, los pasajeros estaban siendo molestados.

El sonido era más intenso, esas dos personas estaban gozando del ritmo del amor pasional con una fuerza que ni si quiera una mujer con avanzada edad podía creer en toda su experiencia con novios, los años pasados sí que eran diferentes.

La joven mujer casi podía estar muriendo.

La anciana tenía razón, la pequeña mujer estaba muriendo de placer en los brazos de su amante.

-Ahhh Ahhh Ahhhhh ahhhhhhh mmmh.- Tomó aire exaltada. -Ahh mi amor ohh sí… Si así.

-Mmmh cariño, ohhhh.- La voz ronca de Severus sonrojó a la mujer adulta.

-¡Ay un hombre en la pared, está matando a una jovencita!

-¡Pobre mujer, llévenla al manicomio ¿Cómo le permiten viajar así?!- Un hombre mayor con sombrero de escritor juzgaba la locura de la anciana

-Nooooo, tienen que escuchar, la va a matar, no es un invento. ¡La va a matar!

-¡Ya sáquenla de aquí no nos va a dejar dormir!- Un hombre joven se tapó los oídos y cruzó los brazos.

-Ellos…- Habló lento. -Ellos están teniendo intimidad.- La señora no terminó de hablar cuando el mismo joven que la acusó de no dejarlo dormir abrió los ojos, se levantó primero, le quitó el vaso y apoyó la oreja en el objeto de cristal.

Por otro lado dentro de un ambiente secreto hechizado.

Un hombre alto sostenía a su novia contra la pared y con su propia cadera además de la ayuda de sus manos la cargaba y apretaba sin lastimarla contra la pared mientras le susurraba muchas palabras frente a ese rostro sonrojado, sus labios delgados estaban tocando los de ella, la besaba en cada palabra, se unía a ella haciendo el amor de una forma ágil y continua, el sudor se le escurría por el cuello igual que el de la joven por la mitad de su pecho. Dentro de ese ambiente ardían sus cuerpos a pesar de la ventanales semiabierta, hacía tanto calor que el cabello largo y lacio del varón, el cual se había soltado del agarre de una liga que lo sujetaba, caía húmedo enmarcando su rostro enrojecido por el placer.

Sus labios apenas se separaban para decir, le hablaba, en susurros enloquecedores le hablaba.

Severus veía que ella giraba la cabeza pero no perdía de vista ese rostro sonrojado, la veía intensamente a los ojos, veía que la joven apenas podía abrir sus párpados, esos hermosos labios carmín mordidos por ella le revelaban un mundo distinto uno donde podían quedarse con el otro. Los suspiros que salían de su boca intentando responder algo coherente le daban tan ternura, tentación.

-Ahhh me gustas tanto, Hermione, puedo perdonarte tantas cosas.- Apretaba la palabras entre dientes pero después las dejaba salir con sutileza, reclamo leve, una voz que ella nunca había escuchado. -Todas las veces que me has robado, hermosa insolente.- Deletreó lento mientras se unía a ella sin parar. -Ahhh cómo me encantas, niña.- Suspiró. -Te estoy haciendo mía, mía… Ohhh.

Hermione no entendía lo que decía pero le gustaba escucharlo así. Relacionó eso que dijo que le había robado con Hogwarts, una completa locura pero sí.

-No, no lo hice. No te he robado ahhhh, tú me encantas Severus, Ahh me encantas, profesor.

-No mientas.- Apretó las palabras. -Pequeña hermosa toma todo de mí… Ahhh, toma todo de mí mmmh.

-Ahhh sí… No lo hice, yo…- La joven no podía más no sabía qué decir, el aire salía con libertad junto a su exaltada forma de placer, el hombre la quería desquiciar, estaba segura de ello.

Snape aceleraba el movimiento de su pelvis intentando no morir en el proceso.

-Júreme que no.- Apretó las palabras y a la joven la cual disfrutaba de la tortura placentera. Ambos gustaban del otro tremendamente. -Te estoy haciendo mía, mía. Ahhh.- Suspiró profundamente, todas sus palabra ahora eran apretadas, profundas. -Te necesito toda, toda, me gustas tanto, preciosa. Ahh mi amor.- El hombre estaba a punto de estallar al igual que ella que lo apretaba de forma inconsciente.

-Ahhh Ahhh sí sí sí lo hice, lo siento ahhhh lo siento.- La Joven casi desmayaba, estaba a un pequeño instante de culminar. -Ahh mi amor no puedo más.

Se dejó ir cantando alto los síntomas del placer que le provocaba el hombre, era todo un maestro, era tan pasional. La joven como pudo veía su cuerpo, era diferente al que pensaba, delgado pero de hombros anchos, su vientre levemente marcado sin grasa y casi con músculos, había mejorado en un año, ahora entendía por qué el levita por los brazos estaba ajustado, era perfecto o es que sus ojos lo veían así porque se estaba enamorando, sentía que si seguía probando de él se volvería loca, la adicción la estaba atrapando, estaba cerca, estaba cerca de darle el corazón entero. 

Snape estuvo atento a esas palabras, los quejidos, su ser resbalaba hacia el interior de ella, la joven estaba teniendo un orgasmo apretando más aún más su masculinidad. Su hermosa dama aguantaba el ruido a pesar que el ambiente estaba silenciado.

No perdió de vista sus ojos, el sentirla aún más, gravemente más.

-Ya no podré ver que la castiguen.- Las incoherencias de Snape eran de que se había volado la cabeza. Seguía en su papel de profesor estricto, no se limitaba a usar el ímpetu de ganas que tenía aumentando un poco la fuerza a petición de la “niña” que lo abrazaba por el cuello. -Muy mal, bonita, muy mal.- La acusaba.

Snape aguantó a pesar de esos ruidos hermosos clavándose en su cerebro, sus sesos quería explotar por la corriente nerviosa invadida de ella, la hermosa joven de Gryffindor.

La llevó a la cama, la posó y acarició sus labios mientras ahora seguía más lento y despacio, sintiendo la piel de esa tibia humedad apretarlo en latidos que acompañaba el tierno corazoncito león.

Le había ganado nuevamente, había tenido dos victorias ante ella en una noche y esta vez sin magia.

Se sentía joven.

Hermione lo veía a los ojos como podía y estos párpados entre cerrados le mostraban a un hombre agitado disfrutando del momento, loco por ella.

Era increíble, el profesor le hacía el amor como si ella fuera suya realmente, eso le causó temor pero a la vez un gusto que era extraordinario.

Entendía que se dejaban atar al otro mientras más contacto íntimo tuvieran. Hermione estaba en esa importante etapa de explorar, no conocía la vivencia, el enamoramiento, no conocía qué era ser novia de alguien.

Estaba segura que muchos sentimientos podían confundirse pero el gusto por el mago, ese necesitarlo era casi imparable, el sentimiento crecía a pasos agigantados ¿Era que él sería el último?, la pregunta era constante y ahora lo deseaba, deseaba que funcione, quedarse con él a pesar de su corto “Conocer”.

Los pequeños momentos en que habían podido estar cerca, hablar con el hombre, le daba la impresión que se entendían casi a la perfección y ahora en esos ámbitos era como si de verdad fueran el uno para el otro.
Su andar precavida de no arriesgarse o precipitarse era esfumado por Severus, por su forma de portarse con ella, como si la quisiera de verdad, su instinto protector no lo había visto en ningún hombre joven y es más ni en los hombres grandes que había conocido en su familia veía tanto cuidado y atención que al mismo tiempo no era molesto.

El hombre se acercó a besarla y movió ligeramente su mano derecha a lado de la almohada donde ella apoyaba la cabeza, su cuerpo se separó levemente de ella, dejó de apretarla y entonces la admiró también con su tacto, acarició su suave cuerpo que por el frío que se colaba no estaba sudado sino blanco, caliente por el acto, ardiendo por él, su mano subió a ese largo y elegante cuello, acarició su rostro y se quedó en los labios de ella tocando con su pulgar el borde de esos gruesos tonos carmín. Ella cerró los ojos por el placer que la aturdiá al final.

Snape se separó un poco más viendo cómo todo lo de él se unía a ella, la luz  que entraba por la ventana ahora se cortaba con el avanzar del tren, eran los postes de alambrado sobre las vías de algunas calles pobladas los cuales se terminaron de interrumpir a campo abierto.

De pronto en ese avanzar rápido empezó a desaparecer la luz por completo, el paisaje nocturno se avecinaba al igual que las estrellas en el cielo, las que podían verse entre las nubes, este avanzar los dejó a completa oscuridad.

Pero la oscuridad no tenía silencio, tenía un vaivén húmedo de una pareja nueva conociéndose, prometiendo ser único para el otro y ahí en esa completa oscuridad el mayor no se aguantó la voz apretada en su boca.

Su tono ronco, un ronco distinto le avisó a ella y también a los que escuchaban en grupo al otro lado de la pared que su cuerpo estaba invadido de un clímax gigante, lleno de poción glandular natural de testosterona.

Agitado sintiendo las caricias de ella, sus manos suaves en su pecho se fue dejando caer por el cansancio lentamente.

Le susurró a la joven mientras le besaba la frente.

-¿Vas a quedarte conmigo, bonita?- Hasta el susurro era intimidante. Estaba agitado.

-Sí, lo haré, lo haré.- Lo besaba y respondía también de la misma forma.

-No lo dudes entonces.- La besó con más ganas, su tono fue levemente exigente.

.

Los amantes estaban rendidos sobre una cama pequeña enredados entre sábanas besándose hasta que el silencio afuera de ese lugar que los escondía los dejó en paz sin darse cuenta.

Nunca supieron que una mujer adulta, una anciana loca había convencido a gritos toda la sección de pasajeros del vagón donde ella estaba tomando aperitivos, los convenció que atrás de donde se sentaba había una pared embrujada con “Un recuerdo de amor de un loco y fuerte hombre poseído en placer por culpa de una hermosa jovencita.”

***

Tobias y Jean habían tenido la mejor experiencia íntima de sus vidas, el momento que se quedaba atrás, atrevido y arriesgado los hacía cómplices, lo vivido había hecho un hoyo enorme en su ser, a cada uno le dijo que el otro no se iría.

***

Dos sonidos fuertes avisaban la primera parada en una ciudad extranjera, el profesor de universidad despertó viendo a su novia mal envuelta boca abajo cerca de la pared, la joven parecía esconderse de la luz que lo obligaba a él a cerrar los ojos.

La contempló un instante disfrutando aquél hermoso paisaje, sus cabellos, esa cintura delgada, sus curvas delicadas, ella era definitivamente una joya.

-Hermosa mujer, casi hemos llegado.- Susurró despacio tocando su espalda exactamente por esa curva delgada entre sus caderas y espalda.

-No, Severus, no molestes, tengo sueño.- Suplicó adormecida, jaló la sábana como pudo.

-Hermione por favor, ya despierta, tenemos que vestirnos antes que los demás noten la anomalía.- El hombre disfrutaba ese tierno despertar malhumorado de la mujer. Su voz en petición era cuidadosa.

-No, aún tengo sueño…- Hermione se puso de lado y se tapó mejor con esa sábana, una de las sábanas blancas que el tres brindaba a sus pasajeros para cubrirse en el verano nocturno, fresco y levemente húmedo. Se cubrió hasta la cabeza porque la luz le estaba lastimando la vista.

-Vamos, pequeña sé que quieres dormir pero tenemos que vestirnos, en Verona podremos dormir un poquito más.

-Es mentira tú no vas a dejarme dormir.- La Joven se sentó de golpe tapando su desnudez hasta el pecho, lo acusó creciendo el ceño intentando verlo a los ojos mientras él contempló sus cabellos que la hacían ver tan salvaje y sus labios rojo intenso por el leve frío y besos infinitos mordibles que él le dio sin descansar.

-Eres un encanto.- Los ojos del hombre se clavaron en ella que se ruborizó con exageración. Su voz era sincera, en el tono que usualmente usaba.

-No me mires así me pones nerviosa.- Se quejó la joven con voz de jovencita tímida y a Snape eso casi le provoca tenerla una vez más.

-¡Por Merlín tu inocencia fingida y tu frágil juventud me estimula tanto!- Respiró despacio. -Soy afortunado sin duda, qué mal que no puedo presumir delante de Sirius o Lupin.

-¡Soy inocente, no es fingido!- Hizo la voz natural. -Bien…- Miró al mago ponerse de pie de espaldas a ella. -Mmmm, profesor sin pudor que quiere presumir conmigo como si fuera un trofeo. -Pobres amigos, lo hubieran desaprobado, ellos no eran muy fan tuyo.

-¿Qué, yo qué?- El hombre se limpiaba con un hechizo. Cuando dijo eso con su típica seriedad, giró levemente el cuerpo y ahí sus manos estaban cerrando los botones de un levita, la ropa había aparecido en un santiamén. -Eres lo que más quiero presumir pero no, no eres un trofeo para mí, eres un regalo hermoso por alguna acción buena que no recuerdo haber hecho.

Hermione se puso de pie y lo besó mientras él se abotonada. Después de unos minutos el hombre puso su varita debajo de la barbilla de la chica, en el cuello y lentamente resbaló la punta de esta besándola de nuevo. Guió lentamente esa superficie de punta redonda y lisa con cuidado en línea recta hacia abajo por la mitad de sus pechos, por su vientre, ingle una de sus piernas y finalmente terminó apuntando el piso. La había limpiado completa admirando de forma indirecta su delicadeza.

***

El hombre se había encontrado con un buen grupo de colegas los cuales se reunirían en esa ciudad, Verona, una ciudad antigua para atender asuntos conferenciales aburridos como dijo Snape a la joven.

Hermione no tenía que ir pero el hombre insistió, pensaba que podían pasar un tiempo juntos siendo sólo ellos, arriesgando incluso el exponerla en un instante pero tenía todo controlado.

Le convenía hacerlo, llevarla, así en menos de una hora todo Inglaterra estaría enterado que ya no era libre.

Hermione se negó al principio a escuchar cada exposición pero después se quedó por Snape.

El hombre para cumplir el protocolo social, al terminar las exposiciones se reunió en la puerta del local con el director de la universidad y otros dos profesores mayores en edad para discutir de algunos temas sensibles de la sociedad Muggle, después de unos minutos la joven se adelantó a explorar frente al local, la misma calle estaba llena de comercio variado.

Le llamó la atención una tienda grande de vestidos, comprar uno le parecía buena idea, no había usado uno desde meses atrás en la fiesta de un familiar. Intentó no tardar.

Al escoger el que le agradó se lo puso y fue a pagar a caja. Salió de la tienda y en pocos segundos llamó las miradas de los varones al cruzar la calle, fue como aparecer delante de él, una sorpresa. También la había visto un compañero de trabajo de Snape además de Sandler que giró porque los otros hicieron silencio, en un instante al verla dejó caer al suelo dos libros, se había cegado al reconocer lo radiante y encantadora que era, su cabello amarrado la hacía ver esplendorosa.

El albino puso su puño en su boca para morderse viendo a Jean con un vestido de ceñido corsés apretado que la hacía ver voluptuosa sin embargo la mantilla delgada que cubría sus hombros mostraba el recato correcto y bella delicadeza de una joven mujer.

La estudiante había pintado sus labios rojos para resaltarlos trayendo las miradas de prácticamente todos los hombres al cruzar la calle.

Snape se vio ajeno a Hermione como si tan sólo fuera un espectador más, así se sintió, levemente culpable de admirarla hasta que ella en esa fresca belleza le habló provocando de inmediato la envidia de todos los reunidos al exterior del local.

-Severus.- Pronuncio tímida pero Snape no escuchó.

-Hermoso día Srta. Puckle.- El albino levantó su sobrero exponiendo sus cabellos platinos.

-Profesor cómo está, profesores es un gusto verlos y saludarlos.- Se acercó a Snape quien aún la admiraba con los labios levemente separados. -¿Quieres que me adelante para comer o te espero?

-Sí, hermosa.- No supo responder lo que ella dijo.

-¿Te dejo aquí solo, de verdad?- Volvió a preguntar la joven, se acercó más a él.

El hombre volvió en sí al darse cuenta que sólo leía esos labios, la había tomado de la cintura y después sujetado de ambas manos con suma delicadeza.

-Oh sí, no, voy contigo en un instante.- Su voz era distinta, respetuosa y grave. -Lo siento, señores caballeros una dama me solicita.

-Es su novia.- Dijo Sandler al director y rector de la universidad el cual estaba acompañado de otros dos profesores de otras escuelas.

El director alzó su pulgar y guiñó su ojo al pocionista.

-Ve, Tobias, hemos culminado.- El anciano bien vestido sonrió.

-Si conocen a la madre de la joven díganle que me haga una igual.- Un joven dijo bajito, uno que era prácticamente el lustrabotas de Sandler.

-Tobías, lo olvidaba, mañana las clases son normales y pasado hay junta directiva, no vayas a olvidar esos detalles.- Alzó la voz el anciano.

Severus giró sobre sus tobillos hizo una venia y siguió atrás de la joven hasta que la alcanzó apresurando el paso sin perder postura o arrugar su levita.

-No sabía que te gustaba llamar la atención.- Le habló adelantando el paso y consiguiendo sutilmente atraparle la mano con la suya, para caminar juntos. Pero al sentirla la apretó más y guió hasta la esquina de la calle.

-No, no llamo la atención, sólo me compré un vestido.

-Comamos algo y vayamos a la universidad, pequeña. Ya no tenemos que quedarnos, se cancelaron las reuniones, al parecer uno de los representantes de DCAO para la universidad de Italia falleció en la mañana.- La miró de nuevo con el rabillo del ojo y entonces vio sus pechos ceñidos arriba del corsés. -Mmmh… Te ves radiante.

-Gracias.- Dijo mientras pensaba en el hombre muerto. -Qué pena lo que pasó con el hombre.

-Sí, muy oportuno en realidad, tenía otros planes pero está bien, así podremos empezar a leer juntos lo que hay pendiente.

-Yo ya he terminado.

-Hablo de mí, preciosa atrevida.

Hermione se sonrojó al escucharlo en ese intento de ser cariñoso y usar ese tono extraño.

***

Al llegar a la universidad entraron por la puerta principal para pasar por dirección y dejar unos papeles en su caja de almacén, bueno quien guardó archivos fue Severus, la joven sólo lo acompañó.

Iban rumbo a la vivienda de Snape pero se cruzaron con los compañeros de investigación, bueno, con uno de ojos rasgados.

-Hola Jean, ¿Quieres chocolate?- Le ofreció Mallou.

Snape vio al joven con la mano estirada y se la quitó de delante de ella con un empujón leve de su varita.

-Un momento ¿Sinclair te dijo que se lo entregues, cierto?

-No, señor…- Negó intentando aguantar la mentira y una risa explosiva al notar que el hombre era magnífico detective.

-Mallou, miente una vez más y te arranco la cabeza.- Sonó diplomático, correcto y modoso.

-Tome, señor.- Le entregó toda la caja.

Sinclair apareció atrás tomando una lata de arándanos empinada en sus labios.

-Profesor, Jean, ¿Cómo están?- Su personalidad campante no parecía tramar una artimaña.

-Deje de molestar a su compañera.- Exigió Snape, se adelantó unos pasos frente al joven viéndose de inmediato más alto que él y aún más de su acompañante.

-¿Yo qué, por qué dice eso, profesor?- Intentó negar.

-Tiene esta caja de chocolate oliendo a poción confusa con unas gotas de amortentia. ¿Por qué?- No dejó su tono formal y correcto.

Hermione veía la conversación divertida, aguantaba la risa como Mallou.

-Yo no hice nada, profesor.

El mayor hizo un chasquido de lengua, apuntó la caja con su varita lanzando un hechizo silencioso que dejó un camino de humo el cual desapareció en los siguientes segundos, se la entregó en las manos al joven estudiante para deshacerse del objeto y así cruzar los brazos autoritario.

-Si esto no es suyo entonces coma, prometo que no le pasará nada. Sólo si no es suyo.- Snape lo vio de forma altiva esperando que tome los bombones y se los coma.

-Ahhh yo, no es mío lo juro.- Volvió a negar el chico.

-Coma antes de que la señorita vea cómo se los meto al estómago por otro lado que no es su boca.- Ahora sí era una amenaza.

Mallou estalló en una pequeña e impulsiva risa pero para que esta no siga tapó su boca con ambas manos.

Sonó algo así como “Paahhj”

El joven miró a Snape y esa forma lenta de hablarle junto al cambio repentino del color de su rostro a uno más colorado e hinchado.

-Sí, lo haré, lo haré.- Tomó un bombón pero Snape le obligó a tomar otro con un gesto de sus ojos y cejas.

Cuando los objetos estuvieron en su boca los saboreó sin embargo al término del último sabor derretido sintió un dolor tremendo en el estómago.

-Lleve a su compañero al baño por favor.- Ordenó a Mallou. -Y si les da tiempo antes de que acabe el día vayan por la caja de cristal que solicité en el Subterráneo.

Se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección de la joven quien empezó a caminar lentamente.

El mayor volvió a tomarla de la mano y la guió hasta sus aposentos para estar a solas con ella.

Y bueno, era de esperarse, el joven Sinclair se quedó en el baño dos horas asistido por su nuevo amigo Mallou quien ya le había llevado dos botellas de agua y un aromatizante de sanitario además de un paquete grande de papel de baño.

Hermione por otro lado estaba en la biblioteca de Snape sentada frente a él del otro lado del escritorio, un pequeño espacio de lectura que el hombre había condicionado para ella.

-¿De verdad tenía amortentia?- Preguntó al profesor curiosa.

-Sí, primor.- Pasó una página de su tesis.

-Creo que no te conoce, el alumno Sinclair, no sabe quién eres.

-Sí sabe quién soy, su padre es el profesor Sandler, debe haber hablado de mi a su retoño.- Dijo con asco y siguió con su lectura.

Hermione no podía creerlo, Marcos no se parecían en nada a su padre.

La estudiante decidió guardar silencio para no molestar a su a veces bipolar novio.

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