La joven despertó viendo que se le había hecho muy tarde, su clase empezaba en media hora por lo que su aseo sería resultado de su magia, y su asistencia la urgente aparición dentro del aula.
Al estar en su silla sacó su libro, empezó a leer hasta que el profesor Mario de asignatura electiva, apareció.
Después de la clase fue a comprar un libro en la tienda que se situaba a espaldas del edificio principal, ingresó a la tienda, buscó la repisa y tomó el libro con su mano derecha.
Una compañera la reconoció y llamó su atención mientras la estudiante leía la contraportada.
-Jean ¿Cómo estás?- La jovencita usó voz animada y luego la saludo de mano.
-Bien, Carla, el profesor nos mandó a leer a un libro acerca de hechizos que detienen magia oscura.
-Si vas a comprar el libro que escribió no lo hagas, tengo dos copias, una de mi hermana y una mía la cual no tiene su autógrafo. El hombre es muy creído y hace que compren su libro, para colmo se llama Mario ¿Qué nombre tan soberbio?
-También tenía su libro sino que según él la nueva edición trae mejoras.
Mario no es tan malo, lo malo es su presunción y querer vender a fuerza todos los años.
-Eso es mentira, sólo le ha cambiado la tapa. Nada nuevo hay dentro del texto o al menos no he podido comprobarlo este año, además que uf, súper caro.
-Eso pensé.- Sonrió la joven bruja de Gry.
-Te lo mando por correo a tu casa, te llegará en la noche. Te servirá porque podrá firmar su autógrafo ahí.
-Gracias, Carla, te debo una.
La joven compañera se acercó a ella y empezó a caminar delante de sus pasos.
A cincuenta metros de distancia desde una sala de juntas un profesor buscaba a través de la pared transparente hallar a una jovencita de rizos entre dorados y rojizos. Su vista fue tan precisa y cuidadosa que la halló y cuando supo dónde estaba, hizo una aparición cercana.
-¿Has visto al profesor Tobias?- Preguntó Hermione a la otra alumna.
-Creo que está en la biblioteca.- Pensó y añadió. -Tengo que irme, me toca clase con Santori, cuando llegamos tarde nos hace cantar al frente alguna letra de cuna, nos vemos después, Jean.
-Ve, ve, yo iré a buscar al profesor.
El mago oyó que lo buscaba y apareció en el aula que siempre usaba dentro de la biblioteca.
Hermione en cambio apareció en la recepción de la biblioteca donde se dispuso a buscar al decano Tobias Prince (Conocido por ella como Severus Snape) Había considerado que como él había decidido cambiar de nombre entonces lo llamaría así. Bueno, también quería llamarlo de esa manera porque le sonaba interesante.
-Disculpe, busco al profesor Tobías.
-Él está en el ambiente cuatrocientos nueve.- Dijo el encargado.
-Gracias.- Contestó apurada.
—De nada.
Antes de llegar encontró a Mallou sentado en una mesa pequeña a unos pasos de subir escaleras al siguiente piso, este señalaba al compañero Sinclair quien al fondo del ambiente coqueteaba con alumnas mayores que él.
-Es gay.- Dijo Mallou en voz alta a Jean, compañera que ni si quiera prestó atención.
-¿Quién?- Frunció el ceño confundida, fastidiada.
-Sinclair, es gay, por eso molesta a tantas mujeres, no es capaz de sentir atracción real por una sola mujer por eso necesita averiguar sus gustos en el género opuesto conociendo a tantas, ninguna le gusta y nunca le va a gustar una porque le gustan los hombres.- Explicó con cuidado.
-Al parecer no eras tan callado.- Dijo Hermione. -No está bien hablar de alguien así si no tienes la certeza además si lo es, es cosa suya.
-He visto a Sinclair mirar al profesor Santori.
-Perdona, Mallou, pero no me importa, mejor sigue siendo callado.
-Nunca he sido callado, simplemente no me sentía en confianza de comunicar mis ideas pero como ambos trabajaremos juntos en el proyecto de investigación del profesor Tobías, entonces te he dado un dato valioso para que no pierdas tiempo en creer que hay una posibilidad de emparejarse con Sinclair.
-Nunca se me pasó por la cabeza fijarme en Sinclair.- Aclaró la joven sin ganas de seguir en eso.
El joven se puso de pie y se acercó con caballerosidad haciendo una venia. El jovencito era unos centímetros más grande.
-Si no gustas de él quisiera sugerirte que me tomes en cuenta, por ejemplo este fin de semana mis padres harán una reunión de llegada a Londres, vendrá muchísima gente y quisiera que me acompañes como mi pareja de baile.
La joven se sintió insegura de confiar en alguien que desprestigia a otro o habla de sus cosas personales como si tuviera derecho de exponer lo ajeno.
-Lo siento, esta vez no puedo aceptar y la verdad no eres mi tipo.- Soltó sin pensar que nada era mejor que ser sincera.
-Qué pena, pero tendré paciencia… Que un día, tu tipo cambie. Hasta luego.- Le dio la espalda a la joven portándose desinteresado inmediatamente.
Hermione se sintió mal, el joven no le dijo de forma directa que quería salir con ella por algún motivo, los jóvenes suelen decir “Me gustas, me pareces hermosa, quisiera que salgamos porque quiero que seas mi novia.” pero este ojo asiático se portó muy soberbio y le cayó mal.
Fastidiada siguió su camino hasta el tercer piso, caminó hasta la parte posterior y fue delante de la entrada para llamar con un pequeño toque sin embargo el mago abrió la puerta al mismo tiempo que sus nudillos casi tocaron la superficie.
El corazón del mago estaba exaltado y qué decir el de ella, que al tener un reciente recuerdo compartiendo con el otro un poco de café, confianza y sentires, traspasando su emocional alma, junto a un bordado cuadro de posibilidades, le daba valentía para atraverse a decir: “¡Fue suficiente, no puedo más, tú me gustas mucho!”
-Srta. Pukcle ¿Me buscaba?- Snape quería estar a solas con ella, quería conseguir un beso. Después de esa noche que hablaron quería sentir nuevamente que se le permitía estar cerca, que no era un tonto el cual sería rechazado.
Una semana desde ese parque ¿Por qué, por qué se escapaban los lazos y conexiones hechas, por qué volvían a la formalidad, una y otra vez como si nada creciera?
Conversaciones casuales por aquí, reglas de escuela por allá, nada concreto aún, no confesiones, pocas insinuaciones. Ahí estaba el problema, ninguno podía evitar ser prudente, no se animaban a mostrar que algo había y aquello era muy importante de decir.
Snape creía que ese día se le ocurriría una forma, quizá si tenían un poco más de tiempo a solas hablando de cosas privadas, ella se sentiría más relajada de expresar su atención a él o revelar algo que le interese al mago respecto a su persona.
-Sí profesor, lo buscaba.
Acabo de salir de clase electiva.
-Iba a contactarla por la tarde, para avisarle que ya tenemos un trabajo para elegir. Ahora me dirigía a mi estudio por unos libros, si a usted no le molesta ¿Cree que esté bien acompañarme a mis aposentos?
A la joven no le parecía mal ir con él a su departamento, habían hablado muchas veces y se sentía muy cómoda con él, claro que su estómago quiso dar mil volteretas pero intentó que su rostro no se pinte de rojo sino él lo notaría pronto, que gustaba de él.
-Por su puesto, Sr. Vamos, podemos aprovechar a conversar, quería hablarle respecto a asuntos de la escuela.- Estiró su mano para que él la tome y él apretó sutilmente con agarre de toda su mano. La sensación de tocarle la mano a esa jovencita era extrañamente satisfactoria a Snape y le dejaba un gusto profundo en el cuello y pecho.
A ella también le gustaba la compañía del pocionista, se sentía protegida y quería que pase algo entre los dos, una conexión, un revelar que le de esperanza de coquetear a ese hombre y que este acepte su persona.
*
Al aparecer en el recibidor de la vivienda del mago (La que estaba dentro de la universidad) Soltó su mano y pidió permiso para retirarse.
Cuando estuvo nuevamente frente a ella, dejó un par de libros sobre un mueble alto en la sala y le ofreció una botella oscura de soda la cual era de los dispensadores en los pasillos estudiantiles (Él que no gustaba de esas cosas se lo consiguió pensando que a ella le era llamativo.)
-Espero le agrade el sabor vi que los jóvenes suelen comprarlo.
-Es delicioso, arándanos, granada y cafeína, ayuda a estudiar mejor según las costumbres de los de mayor grado. Sin embargo sólo lo probé una vez.
-A mí no me agrada pero supuse que a usted sí. En mi bar no hay bebidas juveniles sólo hay agua, licor de manzanilla, licor de maíz, vino y Whisky.
-¿Qué vino tiene, Señor?- A la joven le pareció buena idea.
-Borgoña tinto semiseco del cincuenta y dos. Procedente de Ica Perú. ¿Por qué?
-Mmm ese estaría bien.- Saboreó al comentar. -¿Usted bebe mucho?
El profesor negó y se sorprendió de la sugerencia de compartir alcohol dentro de sus aposentos pero tampoco le pareció mal aunque esa no era su idea.
-No sabía que le agradaba beber, señorita Granger.- Dijo interesante dándole la espalda y poniendo la botella de bebida juvenil sobre el bar caoba para poder tomar la otra botella de borgoña del estante oscuro y frío.
-Hay muchas cosas de mí que no sabe nadie.- Pensó en decir algo más. -A mí me encanta el sabor del vino tinto.
-Digo lo mismo.- Se acercó a ella y le entregó la copa de vino. Pareciera que el hombre le estuviera coqueteando pero la joven no lo tomó así, ambos se conocían de tiempo y aunque no habían sido personas cercanas se sentían en confianza de compartir una conversación con vino ya lo habían hecho sin él y la pasaron bien, sin problemas.
No tenía nada de malo, eran adultos y ambos querían estar a solas.
El hombre la invitó a sentarse y después lo hizo también pero a su lado, a su izquierda, muy cerca, tanto que su muslo tocó el de ella.
Era como si probara qué tan cerca podía estar qué tanto podía permitírsele hasta que la jovencita manifieste incomodidad o queja.
Pero ella no hizo nada, se veía cómoda a los ojos del profesor, cómoda y en confianza.
No había duda que se había hecho un adulto la jovencita de rizos castaños (Ahora rojizos) y labios carmín. El mago de Slytherin se fijó por primera vez en su figura completa, sus piernas, su cuello, sus pestañas, el perfume en sus manos y ropa.
“Es tan hermosa.” Se dijo Snape.
-Entonces, ¿Qué descubrió en ese libro? ¿Ha leído más de las reglas de la escuela?- Preguntó el hombre para hacer un poco de conversación.
La joven entró de inmediato en modo “Granger.cero”
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-Justo por eso lo buscaba, qué bien.- Se sorprendió de que él prácticamente le preguntó lo mismo que ella estaba preparada para decir, además que sus nervios se detenían un poco gracias a esa salida casual. -El primer capítulo habla de las reglas generales de convivencia en la institución, el segundo habla acerca de sus deberes como profesor y Decano. Y el tercer capítulo, porque no pude leer más por las tareas, habla acerca de la forma en que debe calificar, notas, tareas, exámenes etc.- Lo miró amable y atenta viendo la expresión del hombre relajado junto a ella. -¿Cuál de esos quiere que le explique? —su voz era cuidadosa y prudente.
Snape asintió para exponer orgullo. Después pasó a ver los ojos y labios de ella.
“Vino a mi departamento, no puede ser que sea un tramposo con ella, no puede ser que busque una situación para poder besarla” el mago estaba nervioso pero su aspecto no cambiaba.
-Mejor comencemos con las clases que vienen, pero necesito que me ayude a dirigir el grupo de investigación, tengo tres proyectos que pueden interesarle.
-¿Cuáles, Señor?
-Le mandaré un correo con mis tesis, será mejor que los lea.
La joven se giró levemente más a él y viendo la situación de confianza en la que estaban se atrevió a preguntar.
Era una duda que la hizo sentir insegura, creyó que dependiendo de la respuesta vería si era la última vez que estaba ahí, con él.
-¿Suele invitar a otras estudiantes aquí? —se puso seria, hizo un esfuerzo máximo, no preguntaba por entrometida, sólo que, si el mago ya se había metido en su mente y visto que gustaba de él, entonces quería estar segura que no era algo donde podría ser lastimada. Estaba un noventa por ciento segura que él coqueteaba, también.
-No, no hay razón por la cuál deba llamar a otra estudiante para que conozca el lugar donde habito, no he puesto esa confianza alta, en nadie más que en usted. Usted es la única que tiene acceso porque al parecer aceptó ser la líder de grupo de investigación, y además usted y yo… —hizo una pausa para beber—. Usted y yo tenemos una relación más cercana que ser profesor y alumna, por los años que la conozco, aún más por este pequeño tiempo en que hemos charlado —él deseaba, soñaba con poder decir que la pretendía sin embargo se detenía—, De verdad confío en usted, habló del ámbito escolar y pienso que ya no tendrá esas malas costumbres de husmear en cosas que no le pertenecen como robarme ingredientes para hacer poción multijugo. No, a nadie más le tengo tanta confianza —recalcó.
-Jajaja ¡Era tan sólo una niña, no puedo creer que aún lo recuerde!- Se indignó con una sonrisa en los labios. -¡No le robaré más ingredientes! ¿De verdad cree que lo haré?
Snape negó, cargaba una aura que exponía interés por lo que ella decía.
-Gracias, me deja tranquilo. Sé que no me robará ingredientes. Por eso y otras razones, ahora conoce el lugar donde me quedo, porque sé que ya no hará lo mismo que antes, usted ya no es una jovencita inmadura e insensata, ahora es una joven mujer estudiante de universidad —su voz de hizo más grave y cercana.
-Cierto.- Bajó la cabeza. -Aunque sigo siendo un pelín inmadura.
-Hogwarts es parte del pasado y hace unos días la escuché decir que no quería saber más del pasado.- El hombre bajó la mirada pero después la subió con postura altiva y un leve fruncir del ceño. El acto lo expuso delante de ella impresionante, se veía tan bien. Hermione vio sus labios y regresó a sus ojos cuando él siguió. -Déjeme darle un consejo que aunque yo no he podido cumplir por completo es necesario tomarlo en cuenta. -Debe intentar hacer la paz con su pasado para que cuando esté regrese, no le afecte en ningún ámbito personal —añadió lento-, Sé que puede ser difícil pero en algún momento vendrá al presente y tiene que saber enfrentarlo.
-Estoy aprendiendo eso, Sr. De todas formas yo no tengo traumas tan grandes.- Se quedó en silencio e hizo una pregunta que él no estaba preparado a escuchar. -Profesor, ¿Cuál fue la razón principal por la que salió de Hogwarts?
Pestañeó y luego, al aclarar su garganta con gruesa voz, siguió. Miró que ella se hizo frente a él en el sofá 🛋, relajada, la joven alzó su mano izquierda y se apoyó de lado sobre el respaldar, su pierna derecha la subió, doblando su rodilla para encoger la postura, como si hablara con un viejo amigo en el lugar más cómodo de la tierra.
-Fueron muchas razones, jovencita.- Hizo una pausa haciendo el hechizo accio y sirviendo un poco más de vino sobre su copa y la de la joven. -Pero creo que la principal es que quería olvidar las mazmorras y la torre de astronomía donde Dumbledore murió. Las imágenes a veces vuelven a mí y es demasiado fuerte a pesar que fue planeado al milímetro y él me lo pidió tiempo atrás de que ocurriera.
-¡Es terrible! No quisiera estar en sus zapatos.- La conexión empática fue de inmediato, ella se movió, no pudo dejar de hacerlo. Ahora su cabeza se giraba hacia él para escucharlo y ver sus labios delgados y pálidos, moverse, al explicar. Su cuerpo se hizo más hacia la mesa de centro que estaba frente a ellos.
-Me es insoportable que el solo acto no me deje dormir causando pesadillas y profundas heridas. No quería tener una recuperación lenta y valiente, simplemente me deshice de todo y con radical acción empezar de nuevo.- Su voz seria y gruesa exponía a la joven transparencia humana, las pausas y el tono perfecto se lo dejó en claro.
-Señor, hizo bien, yo pasé lo mismo, las pesadillas no me dejaron en paz y harta por el cansancio me fui para no regresar más. Me bajé de peso por no querer comer ya que me sentía siempre con sueño, tuve depresión y con eso dolores muy fuertes de cabeza.- Peinó sus cabellos con el cuerpo levemente hacia delante. -Bueno, no pude más con toda la presión.- Suspiró absorbiendo otro trago de vino. -Y… Si me deja decir, usted se ha vuelto una mejor persona, siempre fue exigente, bueno enseñando pero ahora es más accesible e inclusive gracioso.
El hombre Sonrió con el borde de la copa de vino en sus labios.
-¿Usted cree?- Se acercó a ella sin perder postura recta. -¿Ahora soy gracioso?
Hermione dibujó una sonrisa que fascinó al pocionista.
-No, la verdad es que sigue con el mismo feo carácter soberbio, jajaja.- No pudo aguantar la risa. Los tragos de vino aunque fueron pequeños empezaban a desinhibir a la joven.
-Ahora soy su querido profesor, antes Odiado…
-No tampoco fue así, profesor. No todos lo odiaban, yo no lo hacía.- La joven le quitó la varita al mago de la mano derecha, atrajo el objeto frente a sus ojos viendo con cuidado los detalles. -Siempre envidié su varita, es hermosa —señaló ella, él miraba atento tal atrevimiento sin enojarse, por primera vez, y eso debía significar algo. La jovencita hizo varios amagos y luego se la puso al lado, para devolverla. -De verdad no lo odiaba, yo le temía pero porque usted se hacía respetar e imponía mucho carácter y mal genio.
La alumna sonrió en confesión, él la miró y le pareció encantador el gesto que hacía además de quitarle la varita tan fácil cuando nunca nadie antes la había tocado simplemente porque no se lo permitió, nadie había tenido ese privilegio. La joven hizo pausa y añadió.
-¡Buenos días querido profesor!- Dijo Imaginándose en un aula de niños en la antigua escuela, cuando él aparecía con ganas de explotar a todos -Si se nos ocurría antes saludarlo así usted nos hubiera quemado dentro de un caldero.
-¡Qué va qué gracia! Cómo siempre los ex miembros de Gryffindor exagerando las cosas.- Tomó un fuerte trago y se puso en pausa porque ambos se estaban pasando. Tomó su varita y la colocó en la mesa de centro y luego se hizo más hacia ella, hasta chocar con su cuerpo, de lado. -Espero no dejar de dar esa impresión y obtener de todos mis alumnos respeto aunque me teman un poco. Me gusta que usted me respete, el respeto es antes que todo.
-Su carácter está bien como está, señor Snape. A mí me gusta respetarlo, me gusta su carácter y también su persona.- Dijo la joven atenta a la conversación mientras el hombre acomodaba su brazo detrás de ella sobre el largo respaldar del sofá no para intentar abrazarla sino por comodidad, era el mismo brazo que antes sujetaba su varita de pino negro.
Ella tomó esto como una puerta abierta de acceso, él se le estaba acercando, para el pocionista ese era su último movimiento que esperaba confirmación,además no estaba sordo, escuchó bien “me gusta su persona”
Sí que eres Gryffindor, Hermione. Severus lo había conseguido, ella no se iría, faltaba poco para decirle que gustaba de ella.
El mago pestañeó y se aseguró que no haya algún impedimento sentimental, no quería sólo besarla sino intentar algo más.
-Y siendo indescreto, con su permiso por supuesto ¿Qué hizo Ron Wesley para que usted lo deje, si estaba muerta por él? Toda la escuela lo veía.
-Nooooo, no exagere Sr. No estaba muerta sólo estaba equivocada y bueno… Él estaba muy apresurado por hacer las cosas de pareja y yo ahí sentí que no era esa clase de chica para él, esa fue la razón además de lo que mencionó antes.- Pensó decirlo con prudencia. -Él es muy niño, yo me sentía como su madre, a veces, eso le hizo perder mucho encanto. No me dieron ganas de cuidar a un niño y si tuviera que estar en una relación y esta vez una seria, quisiera que este hombre fuera más maduro, además mayor, un poco más grande que yo.
-¿Sólo un poco? Aún más grande es lo recomendable.- Habló el mago con conveniencia.
Intercambiaban miradas cómplices, sus palabras cada vez eran más cercanas al otro.
-Tiene razón, con tal que ese mago sea para mí y yo para él…- Dio otro trago a su copa. -¿Usted tiene novia?
-No —aquella pregunta lo lastimó porque definitivamente, aquél era su momento—, no tengo una relación —soltó con cuidado—, pero, me atrae una joven mujer… —la vio a los ojos como para decírselo a ella —… preciosa, tan delicada e inteligente—, El hombre fue grave, pausado, tan grave como fue la situación clara y directa.
-Qué interesante, a mí me atrae un hombre mayor…- Su voz se hizo levemente gruesa, seria. La jovencita ya no usaba el mismo tono, quería llamar la atención del hombre.
Hermione iba y venía pero tampoco fue tan clara para el hombre.
La estudiante no se iba a escapar de Snape, él tenía que besarla, tenía que sentirla cerca. Él buscaría que ella le confiese atracción hacia él sino no haría nada por eso intentó causar intriga con un comentario informativo.
-Algunos hombres por no decir la mayoría tardan más por crecer y sobre todo por madurar.- Explicó él aún más cerca de ella. -Yo desde su edad ya sabía lo que quería.- Explicó el mago en exposición y no me refiero a intimidad.
-No pensé en ello, que Ron fuera inmaduro y agrandado, creo que yo quería en el momento dedicarme a mis cosas y mejorar en pociones sobre todo, él en cambio estaba en la luna sin interesarle nada sin tener aspiraciones. Yo buscaba ayuda.- Suspiró y se acercó más a él. -Me hubiera gustado que usted me ofreciera antes ayuda para que así me sea más fácil la escuela pero ya se imaginará el suplente que puso la profesora Minerva, los últimos seis meses.
-Lo sé, nadie se compara a su querido profesor Snape.- Estaba siendo sarcástico.
-No, nadie lo hace, usted no tiene comparación… Usted es único.- Hermione pestañeó lento viendo la mesa de centro y puso su mano izquierda en el muslo del hombre más cerca a la rodilla que a la ingle. Las palabras salieron de ella con todo lo que aguantaba porque sí, ella quería confesar que los últimos meses cerca a él, habían incrementado su admiración y respeto por él y que quería jugarse su relación alumna-amiga ese instante si era necesario con tal de acabar sus posibilidades de tenerlo en otras formas.
El Mago no se esperaba eso pero no se aprovechó sino que la tomó por la cintura para acercarla más a él y dejar que esta se acueste sobre su pecho la mirada y voz de la joven cuando le dijo aquello lo puso levemente nervioso.
–Ay Granger… —suspiró grave y largo, acercó sus labios para besar la cien de la joven con ese agarre que rápidamente soltó de su cintura. Nada más la acercó para darle afecto, un poco torpe pero quiso hacerlo porque estaban solos, mucho se había compartido como para que se le criticara algo raro en manifestar cariño por ella, era irresistible la ternura que ella encendía en su cuerpo mezclada con un fuego loco, necesidad de cuidarla, tocarla, y envolverla con señas pasionales sin mala intención, tanto que no podía apagar todo aquello con frialdad, sin movimientos sino mejor, con un beso.
Ella se giró hacia él de nuevo. Le agradó el contacto y el beso del mago, sus piernas querían temblar y hacía hasta lo imposible para no pase.
Una situación increíble donde ambos magos estaban muy cerca, sobre un sofá, viéndose a los ojos, relajados, interesantes, con carga de balas llenas de pólvora y confesiones, faltaba apretar un poco más el gatillo y dejarse ir.
Casi iban por la tercera copa servida tomada hasta la mitad, su conversación se hacía cada vez más íntima y Snape había reducido sus límites de tocarla con sus manos que hervían gracias a su corazón. Él la escuchaba en su repertorio Wesley porque le interesaba saber, no dejaba de preguntar cosas a la chica y buscar otra ventana abierta.
¿Por qué se detenía?
Porque se consideraba viejo para ella, su mente era el más feo fantasma negro qué odiaba y le acusaba, así de simple, le decía que imposible atraerla.
-… Entonces la propuesta me pareció loca, sentí asco de verme en esa situación con él, sí le tenía cariño pero no así, no para ser su mujer.- La energía en la voz de la joven viendo hacia sus ojos, casi casi apoyada en el cuerpo del mago, era como si hablara por teléfono con la persona más cercana del mundo.
-Una mujer como usted debe tener a un hombre de verdad, alguien que pueda protegerla, la cuide, la consienta mucho, no que le estorbe. Además que la ayude a ser una excelente profesional y persona realizada.- Su mente viajó. -Mh, no digo que necesite que la empujen porque usted sola puede, si quiere, conquistar el mundo. Su carácter es fuerte y ambicioso, Granger… Aunque también aquél hombre debe estar advertido de su insolente personalidad e irrespeto cuando se enoja porque usted Hermione, tiene un feo carácter encantador.- Dijo a propósito, lento, silabeando para ver la reacción de ella –sonrió apenas, una sonrisa seria, así creía la chica.
Su rostro estaba rojo, los calores habían pintado su frente y mejillas.
-Y usted es increíble…- Soltó en sarcasmo. El hombre estaba tan cerca que aspiró el perfume suave y sutil de la mujercita. -Sí me molestan tengo que defenderme pero si una persona que respeto me pide con cariño las cosas… Yo… Obedezco.
-Gracias.- Siguió Snape apretando el brazo de la joven con la mano derecha del brazo que la rodeaba por la cintura. -Mmm qué pequeña amiga tan bonita eres.
La estudiante dejó de acostarse en el respaldar, ahora se había girado más para verle a los ojos, en una postura de explicación. Se alejó de él.
-No soy tan malcriada, señor. Sólo me gusta demostrar que sé lo que me interesa.- Reclamó tropezando en sus palabras por culpa del alcohol que recorría sus venas. -En fin no quise hacer el amor con él, por eso terminé aquella tonta relación.- Apoyó de nuevo su mano izquierda en el muslo del mago y esta vez sí fue cerca de su ingle cosa que estimuló mucho al hombre el cual no se detuvo de ninguna manera a dejar reaccionar su cuerpo, al fin y cabo la joven no se fijaría.
Ella lo tocó así porque se había cansado de mantener su brazo en el aire, fue como si se hubiera apoyado para descansar, además medio cuerpo ya estaba sobre el lado derecho de él. Sus muslos estaban tan cerca que a ella solo le faltaba pasar una pierna por encima de la de él.
-Comprendo… Dígame más… ¿Le asustó lo que podía pasar? Me refiero a que quizá temió por la intimidad sexual.- Dos de los dedos puntiagudos del mago acariciaron el cabello que caía sobre el hombro de la joven el cual era castaño rojizo.
Puso hacerlo porque ella de nuevo se había hecho a su lado, su brazo estaba sobre el respaldar y alcanzaba aquella cabellera rizada.
Pero ella seguía ahí, cómoda y en confianza, no le molestó que el mago hiciera eso, le maravilló, le provocó eso sí, le provocó irse sobre él para besarlo.
—Merlín, tengo ganas de besarte, Severus -soltó despacio, en voz baja casi como un susurró que Él no escuchó bien.
Tenía al hombre más inteligente que conocía a su lado, al más responsable, al más alto, extrañamente poseedor de un sexapil elevado que no se le escapaba a ninguna mujer que lo conociera, era fuerte, valiente y atractivo y sobre todo con un porte que casi se había extinguido en el género masculino.
Las demás cosas que escuchó por ahí no le constaban.
Sí, le gustaba, ella también quería que pase, de nuevo quiso besarlo.
“¡Oh es tan interesante!” Dijo la joven en la mente.
-No, no fue temor, él era tan tonto e infantil.- Explicó apoyada por completo en el pecho del hombre, su lado izquierdo para ser específica. Y ahí se atrevió a subir sus piernas sobre él -¿Qué experiencia podría tener?- Casi derrama el líquido rojo que estaba por la mitad dentro de su copa pero después bebió. -Sólo…- Hizo pausa y vio dentro de la copa la cual estaba vacía.
Snape se la quitó de inmediato haciendo un pequeño esfuerzo al verse atrapado de las piernas de la niña insolente y atrevida. No le dejaría beber más y él tampoco lo haría.
—También quiero besarla -susurró, habló para él. Y luego subió el tono-
Es suficiente, no más vino, Granger —su tono mandón hizo que ella asiente sin pensar. El mago sostuvo las dos copas entre sus dedos de la mano izquierda y apoyó la otra sobre la rodilla de la estudiante. -Continúe, tengo total atención.
Ella siguió.
-Me di cuenta que no lo amaba que había sido un tonto apego de la niñez, costumbre por convivencias. Al crecer tus pensamientos cambian y abres los ojos a otras cosas.- Tuvo aires de analizar al pronunciar con cuidado y pausa sus palabras. -No me asustaría entregarme al hombre correcto pero ese que de verdad se esforzara cada día por no jugar conmigo, ese que se preocupe por mis pensamientos, por mis sentimientos y emociones y que cada día cuide el no lastimar…
-¿Usted necesita a alguien así?- Preguntó curioso con intención de ofrecer su cuidado porque estaba encantado con ella, quería conocerla más, charlar, quería tener a Hermione para él solo ¿Qué demonios le pasaba?
-Creo que todos necesitamos a alguien así, Sr. Eso no se busca, aparece de pronto.- Suspiró dejando atrás los recuerdos dispuesta a conocer de verdad a alguien. -Mi ceguera de cariño me mintió, yo le quería entregar eso a él pero no era él o la situación, lo nuestro sólo era un juego de niños.- Giró más hacia la izquierda, se acercó más para verle los ojos negros inquietos y atentos a lo que dería. -Yo quiero a un hombre de verdad conmigo.- Listo, la joven empezó a provocar.
Snape separó los labios, pensando. Quería buscar en su mente el lugar perfecto para hacerle el amor, o ahí donde estaban sentados o en la habitación.
Sí, quiero hacerle el amor toda la noche y acariciar cada pequeño círculo de su cuerpo en toda la extensión de su piel y texturas.
Preguntó:
-¿Un hombre de verdad?- Su voz susurrosa y gruesa tocó el rostro de ella
-Sí, un hombre de verdad, alguien así como usted…- Ahora ella separó los labios. -Pero, aún soy muy joven y… No creo ser interés de nadie por ser de padres Muggles.- Dijo con trampa porque cuando ella era estudiante siempre se sintió señalada por esa tonta razón y más por los Slytherin.
Snape dejó las copas en la mesa de centro, ahora su mirada se clavaba en ella, en esos ojos café que no perdía de vista, sabía que la estaba intimidando pero ya no se iría para atrás. No, ya no.
Se lo diría, ese era el momento.
-Sé que hay muchos interesados en su persona, hablan de usted, la admiran, Sin embargo yo la encuentro muy especial, atractiva y valiosa. Ahora mismo siento que no sería correcto que yo le propusiera conocerla más o que usted me conozca a mí en ese modo personal, quisiera sí, yo… —se sentía temeroso pero seguiría con más—, No callaré, usted me parece una mujer muy hermosa, pero estaría equivocado en pensar que podría influir en que se acerque a mí actuando como un Atrevido pretendiente.
-Eso se llama conquistar, no tiene nada de malo, profesor, atrévase y es válido para todos los varones que quieran intentarlo.- Lo miró a los ojos.
-No, para nadie más, yo la quiero para mí solo.- Soltó eso y provocó que ella no tenga más dudas. No quería ni permitiría a nadie más ser pretendiente de esa jovencita hermosa.
-Yo le dejaría intentarlo a usted, profesor —cambió su forma de hablar, ahora ella también era un poco grave—, tú eres encantador, eres muy atractivo, yo…- Le vio los labios al mago y este se dio cuenta. -No sería atrevido, ya no soy una niña, deberías arriesgar… Un poco más…
Snape no se esperaba eso.
Ya moría por besarla. Entonces lo intentó una vez.
Acercó su rostro, cerró los ojos y le dio un pequeño beso en los labios, uno que le hizo brincar las venas adentro de su carne pálida en todo el cuerpo, y a ella, el acto le dijo: “Sí, quiero que sea él, Merlín”
Sin separar su boca de la suave de ella, abrió más la suya, sólo un poco e hizo un beso más profundo y húmedo que duró pocos segundos y ella correspondió con la misma intensidad, apretada a él, apretando ese par de labios carnosos, rosas y dulces por el vino.
-Es cierto, ahora es una mujer excepcional. Pero ahora habla el alcohol en su sangre —señaló la botella de vino. Separó su rostro de golpe.
¡Snape ve por ella! Una voz se dejó escuchar en el ambiente. Era la voz de su mente pocionista y Slytherin.
-No, no, no es el alcohol, es que de verdad es muy atractivo para mí —Hermione pensó rápido—, mañana podrá comprobarlo, mañana al amanecer después de una madrugada larga le diré lo mismo… —soltó la bomba-. Te lo diré cuando amanezcamos juntos… —sus ojos se hicieron rojos y emocionados aunque también la pasión se le había subido a la cabeza—, Cuando me levantes con tus brazos y me lleves a reposar en tu cama…
“Ahhh, hermosa...” Le dijo el hombre con la mente sin que ella se entere porque hasta el hechizo de legeremancia se le había olvidado al comprobar que Granger gustaba de él, que lo estaba provocando y además se imaginaba con él.
El hombre acercó el rostro sin perder tiempo sintiéndose lo suficientemente estimulado a atreverse un contacto diferente y ella no retrocedió.
Sintieron sus labios, suaves, tibios, se besaron un pequeño instante más y luego se separaron agitados. Ahora él tenía un ceño desconocido y el pecho como si una lanza le hubiera atravesado y no le dejara respirar.
Se contemplaron un instante, a los ojos, ambos querían algo más, cada uno imaginaba lo que sería estar juntos, sintiendo calor dentro de sus cuerpo y las palabras “Intentarlo no es atrevido, lo quiero, la quiero.”
-¿Puedo besarlo?- Dijo despacio la estudiante, de una manera provocativa que no pudo resistir el pocionista.
A este no le quedó de otra que responder con sinceridad por confirmar que ella iba por más.
-Hermione… —suspiró con carga extrema de pasión. Dijo su nombre de una manera tan perfecta y sensual—, Puedes hacer lo que quieras conmigo… Aunque antes yo habré hecho algo primero.
Ambos estaban con un nivel de alcohol considerable que exhibe la mente y deja paso a la verdad.
La joven se adelantó y rodeó al hombre con sus brazos, este la cargó y la sentó en sus piernas, el acto era nuevo para ambos ella no sabía qué hacer pero él sí
sin embargo Snape no quería pasar de besarla, no era correcto en la tentación condenadamente irresistible que tenía, de morderla con los labios en el cuello y la mitad de su pecho.
El hombre metió sus manos por debajo de la falda de la joven, ese era el único día que usaban uniforme por regla de la universidad. Le acariciaba la piel mientras ella sentía temblores involuntarios de gusto y placer.
Tenían las frentes pegadas y los ojos cerrados sintiéndose cerca, autorizados por el otro a hacer lo que sea. La joven atrapó los labios del hombre y empezó a besarlo.
Él tomó su rostro e intensificó el acto.
Sé tocaron al fin, tan natural, sus cuerpos fluían para gritarle al otro que eran correspondidos, su intensidad era igual, si él subía la pasión ella también y si lo hacían lento y despacio ella se dejaba llevar.
Era un dejarse llevar tan suave, como una pluma que vuela con el viento del mar, una pequeña brisa que refresca y la alza cada vez más arriba y luego la deja bajar, para reposar.
Esa sensación familiar de que había pasado antes, que se conocían bien en esa situación, les gritó en los oídos que no tenían que tener más temor.
Se gustaban, y mucho.
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