Impulsivo Capítulo XII Verla Un Instante ❤️🦁

Lista de capítulos

Capítulo 1 ¡Adiós Y Hasta NUNCA, Hogwarts! Capítulo 2 Universidad De Londres 🤔 Capítulo 3 Profesor Tobias Prince 📜 Capítulo 4 Srta. Jean Puckle 🕒🔊😨 Capítulo 5 ¿La Conozco, Srta? 🤔🧐 Capítulo 6 ¿En Qué Lo Puedo Ayudar? 📕👂😱 Capítulo 7 Suspicacias De Un Slytherin 🐍 Capítulo 8 Reunión De Subterráneo ✒️📋📷 Capítulo 9 Cuando Quiera, Granger 🔎 Capítulo 10 Coincidencia Nocturna 🌃 Capítulo 11 No es malo 🌅🌧️ Capítulo 12 Verla Un Instante ❤️🦁 Capítulo 13 Querido Profesor… 👄 Capítulo 14 Querido Profesor Part 2 👄🔞 Capítulo 15 La Madre De La Joven – 1🍋🔉 Capítulo 16 La Madre De La Joven – 2 🧐😕 Capítulo 17 Impulsivo Part 1 🏰 🐍 Capítulo 18 Impulsivo Part 2 🚂🏰👄 Capítulo 19 La Anciana Y El Chocolate👗🔥🛤 Capítulo 20 La Caja De Cristal 🔓🧧 Capítulo 21 Piedras Y Cielo Nocturno ◾🔥🌃 Capítulo 22 LA BENDITA RADIO 📻 ⌚ Capítulo 23 EL BENDITO TELÉFONO – ☎️📞 Capítulo 24 ¡SUMERGIR LOS CELOS! Capítulo 25 CASA DE CAMPO Capítulo 26 El POCIONISTA SABE LO QUE HACE 🔥 Capítulo 27 ABUELO ESTIRADO 🤨 Capítulo 28 PARTE DE LA SORPRESA 🦁 Capítulo 29 MALFOYLONG 🧐🖋️📜🔥 Capítulo 30 Narcissa Está Embarazada 🤨🌋⚡� Capítulo 31 Te Voy A Degollar 🧠� Capítulo 32 Alex, Hermione, Scamander, Y Severus 🔥 🔥 💼 Capítulo 33 ¿Dónde Estás, Malfoy? 🤫🤺 Capítulo 34 Narcissa Black – Snape En Taxi 🚖� Capítulo 35 Super Mercado Muggle 🦁🐾💊 Capítulo 36 Flashes Del Pasado 😬 📸 Capítulo 37 Scamander Y Baile Del Torneo 🏰 Capítulo 38 La Familia Es Valiosa 🏰 � Capítulo 39 Confrontación, Éxito Y Accidente 🔪� Capítulo 40 Doble Problema Y Segunda Oportunidad 📖 🧠 Capítulo 41 Te Quiero 🟩🔺� Capítulo 42 Consultorio de terror 🔎 🐍 👶

Segundo anexo (Eliminado)

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Hermione sabía qué pasaba, el hombre empezaba a serle más que agradable, le atraía.

La noche después de verlo había sido interesante, o esa noche en que pudo abrazarlo y él le correspondió, tan amable, tan cálido.

Era increíble todo lo que pasaba, después de todo ella intuía que él, aquel hombre cerrado como un cristal rectangular claro y frío, ahí dentro de su interior, había algunas necesidades de expresar y convivir y entre ellas estaba poder expresar su pensamientos, conocer a alguien.

¿Por qué la chica pensaba eso de él?

Porque ella que era joven y aún no había vivido lo suficiente, en esta nueva vida y oportunidad que tenía, sentía una fuerte necesidad de convivencia con otros, quizá porque ya no tenía a esos chicos para cuidar, a esos chicos que le absorbían tanto su poco tiempo. ¿Necesitaba más amigos o… Necesitaba un novio?

O mejor ¿Necesitaba un Snape?

Alguien diferente, centrado, serio, alguien preocupado por investigar, que no se cansa de trabajar o estudiar, de tener pergaminos entre sus dedos, de dormirse con libros sobre su rostro, en su vientre o en sus piernas, un hombre que escuche su propia voz en algún dictado de latín porque aún descubría nuevas palabras para memorizar, alguien que utilice una pequeña vela en lugar de prender una luz fría muggle porque aún solo, gustaba de aquella tibia calidez.

Ella, necesitaba a un hombre así, un hombre alto, un hombre con ese porte y ese sex-appeal recto, necesitaba esas manos, sus abrazos, aquellos ojos tan intensamente tolerables y negros.

Necesitaba a Snape. No sabía cómo, quizá lo más rápido era intentar ser amigos. ¿Podrían, de verdad se podía?

Tenía miles de escusas para acercarse, incluso encontrarse con él, era un hombre atento, no sabía por qué pero podía intuir que sí se acercaba él no iba a negarse a su compañía.

Tenía que decirle que él le gustaba.

***

Esa tarde cuando salió de clase de pociones cerca de las cuatro, se quedó un instante en el campo de sombra, ordenando algunos papeles y leyendo el libro que el mayor le había encargado manejar.

Cuarenta minutos después, Snape estaba afuera también junto a dos compañeros de la universidad. Eran profesores de Defensa que le pedían algunos cambios con respecto al calendario docente del siguiente ciclo, algunas normas en las que no estaban de acuerdo.

Los mayores sugerían que eran demasiado estrictas para cumplir, sobre todo para los estudiantes que recién ingresaban a la universidad.

El pocionista se negó rotundo, exponiendo con seriedad la importancia de hacer creer a los estudiantes, que ya no están en una escuela de magia simple sino en un grado mayor al cual se debe imprimir más esfuerzo.

Uno de sus colegas le dio la razón pero el otro se incomodó por los métodos, Snape pensó que ya se habían acostumbrado a tener casi todo listo en vez de ponerse a investigar, incluso también los docentes parecían estar de vacaciones, y eso no lo iba a permitir más.

Siempre hay uno que se queja porque ya no puede lograr su meta diaria y prefieren dejar que los libros hagan su trabajo. Profesores como esos daban vergüenza. Ese era el pensamiento de Snape.

*

Snape, Tobias, la vio, ella estaba ahí, quieta, tan fresca y relajada como siempre, con ese aire intelectual, bonito y sutil como una doncella, una muñequita peligrosa y de Gryffindor que ahora parecía ser una mujer, una para él.

No la perdía de vista, ni si quiera pestañeó.
Se encontraba tan atenta, sin perder de vista el mismo libro que él le había dado.

No podía ni quería quedarse de brazos cruzados él tenía que hacer algo, lo que sea para acercarse, verla un instante, más cerca, olerla y por qué no, sentir su cintura otra vez abajo de sus manos.

—Señorita Puckle —llamó su atención al llegar hasta a un par de metros cerca de donde ella reposaba.

—Ah, hola, Profesor, me da mucho gusto, verlo —se puso de pie de inmediato, dejó sus cosas a un lado en el asiento de piedra.

—Lo mismo digo… —tenía que ocurrírsele algo, y lo primero que pasó por su cabeza era citarla en ese mismo lugar cuando ya no haya otra persona a su alrededor—, Esta noche haré algunas anotaciones de la escuela ¿Quisiera acompañarme unos minutos?

Hermione se sintió comprometida de inmediato, comprometida y feliz a pesar que tenía un poco de labores para casa, las tareas eran lo que más la absorbían.

—Ah, sí, claro ¿Es sobre las reuniones del equipo de trabajo?

—Sí, también es eso aunque más es… —sería franco, él quería pasar tiempo con ella, moría por tenerla a su lado conversando de cosas banales y sin sentido al menos unos minutos. Tomó fuerza y con seriedad soltó la verdad, como sólo él podía expresarla—, me encantaría que salgamos unos minutos cerca de las siete y media de la noche.

—¿Dónde iremos, señor? —se sintió curiosa en dos segundos, si la invitaba a cenar entonces quería verse realmente elegante, no quería ponerlo nervioso o algo, sabía que su mente era tan valiente, pero podría asustarlo.

—Quizá podamos tomar, un café —Snape sugirió sin perder seriedad, estaba tan serio que ella pensó era tema de la escuela, no se le pasó por la cabeza que la intención del mayor era llamar su atención.

—Claro, me encantaría —sonrió suavemente delante de sus ojos negros, los cuales la miraban directo a esos ojos café claro y luego, ese mirar recto resbalaba hasta esa boquita de labios rojizos tan provocativos, sin que ella se diera cuenta.

Después de eso le dio la espalda para irse.

Qué bonita eres, mujercita. Soltó en su mente, no pudo evitarlo.

Snape casi deja el corazón ahí, tirado en el suelo, se le quería brincar en clavado sobre el pasto, su acelerar era exagerado y no sabía cómo aún podía controlar que no se le pinten las mejillas de arcoíris.

“Tranquilo, tranquilo, Slytherin, piensa en serpientes, en serpientes que son… mordidas por grandes leonas y en un hombro… No ¡Demonios eso te hace poner más nervioso!” peleaba dentro de él.

—Profesor —su voz era tan dulce y suave que lo tomó al parecer, del cuello con un lazo y lo jaló con brusquedad para terminar arrodillado frente a ella, o mejor dicho lo hizo girar, rápido.

—Dígame, señorita —quería cambiar la voz, pero esta se le hacía como siempre, tan grave y levemente enérgica.

—Quisiera saber a qué hora nos veremos, si habrá un horario antes de la salida, voy a estar en la escuela, señor —ella no quería que la conversación acabe rápido, quiso confundirlo y lo logró porque este ya le había dicho la hora.

—¿Dónde estará? Si desea puedo ir por usted cuando acabe sus asuntos personales.

Hermione pensó que no había horario, entonces ella lo pondría.

—Yo, estaré en la biblioteca pero podremos encontrarnos aquí a las siete.

—Bien, estaré aquí a esa hora —hizo una venia profunda, giró sobre sus talones y se fue luciendo su levita gris oscuro, sin perder la altivez que lo caracterizaba.

—¡Ay Merlín, casi me quedo sin respirar! —se dijo la joven en baja voz.

***

Al pasar unas horas, él estaba ahí, primero que ella, esperaba con las manos atrás de su espalda, su cabello lacio y negro se veía precioso debajo de la luna brillante cuarto menguante y su altura como siempre, era tan intimidante.

Hermione tenía una bolsa de papel cerradas que cargaba con sus dedos, al parecer dos recipientes que había traído del laboratorio.

—Buenas noches, profesor.

Snape quien estaba de perfil a ella giró el rostro un poco y se irguió antes de hacer una venia ligera con el cuello.

—Señorita Granger, buenas noches —se acercó más a ella para extender su mano y que ella lo apriete igual pero la joven lo sorprendió con un abrazo sobre su levita, un abrazo apretado que pudo corresponder con delicadeza después de un minuto donde se quedó congelado.

Sus grandes brazos se soltaron y fueron a la espalda de ella rodeando su cintura y apretándola contra él, un poco.

No supieron cómo, pero ese abrazo les dijo a ambos que necesitaban más del otro. Sí, más, más abrazos.

Hermione lo soltó y tomó la bolsa de papel que quedó flotando atrás de ella. En su rostro había una sonrisa coqueta y sutil.

—Lamento arrugarle la ropa, señor.

—No, no importa, usted puede arrugarme todos los levitas que desee —Snape no iba a perder el tiempo aunque sonara como un robot grave y terrorífico.

—Jajaja, que lindo es —la joven hizo un mechón de pelo detrás de la oreja, tímida, sonrojada, sospechaba que sí, el mayor estaba dispuesto a ser cercano a ella, quizá un amigo.

Snape sin embargo quiso besarla ahí mismo por ese colorcito en su frente y mejillas, quiso quitarle el aliento y apretarla a él unos minutos.

—¿Vamos? —fue lo único que dijo.

—Yo le traje un café —ella alzó la bolsa de papel y él alzó una ceja viéndola a los ojos, le recibió la bolsa y él sintió que dentro habían dos vasos de cartón con tapa.

—Soy muy exigente con el café —soltó creído, era difícil que el café que tomase esté bien hecho a menos que lo comprara en un lugar que él conocía bien.

—Lo sé, lo leí en su autobiografía de la escuela —soltó Hermione—, lo preparé yo.

—¿Ha leído mi autobiografía escolar, señorita, con qué permiso?

—Oh, me tomé la libertad de investigar y ahí supe que le gusta el café americano con una gota de estevia, la cual se hierve doscientos gramos, unos tres minutos, en media taza de agua.

Snape alzó la ceja de nuevo.
Sacó los dos vasos de café y aspiró el aroma de ambos para usar sus habilidades de pocionista, entonces escogió el de la izquierda y bebió.

—Mh, sí tiene buen sabor, sin embargo el otro parece que también huele igual.

—Puede probar el mío si desea. Pero, el de usted es el probó.

—Si lo bebo ya no querrá poner su boca ahí.

—Vamos, yo le doy permiso —insistió ella.

Snape bebió porque ella lo presionó. Y se dio con la sorpresa de que el sabor era un poco más dulce, más agradable.

—Mh, sí, tiene mejor sabor ¿Por qué es? —lo alzó y bebió un poco más.

—Ey, ya, ese es mío —Hermione se lo quitó de las manos—, tiene dos gotitas de azúcar diluida. Es azúcar simple de caña.

Snape extrañó el vaso en sus manos, ese último sabía mucho mejor.
Vio lentamente cómo ella aún con una sonrisa, acercó el pico de la tapa a sus hermosos y suaves labios para sorber de ahí, de ahí, el mismo lugar donde él había bebido y no sintió asco sino que sonreía feliz.

Él tenía su vaso de donde también volvió a beber.

—Gracias —dijo Snape—, por hacerme notar que el café que yo pensaba ya era perfecto, resulta que no lo era.

—Oh, no, no sea malo, qué cruel es por decir eso, lo dice para hacerme sentir mal cuando yo sólo le traje un poco de café, yo tomo el café como lo probó, no tengo la culpa que le guste más el mío.

Snape la miraba con seriedad, y por dentro sonreía feliz.

—Yo estaba pensando en llevarla a un café distinto a estos de la universidad, conversar un poco por Londres, conocer lugares que no hemos visto aún.

—Suena divertido, aunque ya tenemos un café, eso nos dará más tiempo para conversar y pasear.

—Tiene razón, señorita. Pues, estaba pensando ¿Qué le parece, Green Park?

—Es el parque de las colinas y grandes árboles, lo he visto en la revista de la escuela pero no sé dónde queda, no he ido. Casi anochece así que se verá estupendo cuando el sol caiga completamente.

La joven le quitó el vaso y también el de ella lo guardó en la bolsa y lo acomodó con cuidado en su bolso el cual colgaba a un lado de su hombro, cruzaba todo su trozo sobre su ropa.

—Bien, vamos —la invitó estirando su mano para tocarla pero ella se hizo delante de él y subió sus manos para apoyarse en su torso, cada una de sus manos perfectamente apoyada en el pecho alto del mayor, sobre su levita gris.

Se miraron unos instantes, Snape bajó a verla a los ojos, sus cabellos lisos tocaron los rizos castaños de ella mientras él con cuidado deslizó sus dos manos en ambos lados de la cintura grácil y delicada de esa hermosa estudiante.

Ambos aguantaron la respiración, el toque dijo más que la forma en que se miraron, ella con esa leve sonrisa y él atento al pestañear de sus ojos café claro hasta que sintieron ese remolino de desaparición.

Al aparecer juntos sobre una pequeña colina, los últimos rayos de sol se asomaban, de pronto ya era una tarde perfecta, una donde podían estar solos sin la interrupción de nadie, solos hasta que uno de los dos decida si ir para atrás o para adelante, animarse y confesarse.

Hermione tenía un plan para que él juegue y era provocar en una pequeña discusión, tenía en uno de sus bolsillos, la caja de cigarrillos que él le había regalado.

No perdió el tiempo, al acercarse a otra colina con un gran árbol en el centro, apretó la caja con su mano derecha y habló.

—Podemos sentarnos aquí y fumar un poco.

Snape volteó a verla directo a los ojos, quería ver si era una broma.

—¿Qué cosas terribles han escuchado mis oídos?

—Jajaja, pero usted me lo entregó y me dijo que la tentación ahora era mía.

—Es obvio que era una broma.

—No es obvio que usted haga bromas.

Snape estiró la mano rápido para quitárselo.

—No, la caja es mía y voy a fumar —Hermione sacó un encendedor y Snape movió su varita para apagar la llama.

—Dije rotundamente que NO, señorita, no me desafíe a menos que quiera que me enoje.

—Usted me lo dio, sólo quiero probar uno —volvió a encender el aparato aún con el cigarrillo en la boca y Snape volvió a mover su varita para apagar el fuego.

—Oiga no, no se vale —habló raro por el objeto entre sus labios—, deje que pruebe uno, recuerde que debe aprender el alumno con el ejemplo y usted me mostró que podía aspirar humo y luego botarlo lentamente por la boca.

—Pues es un asqueroso vicio el cual no quiero que usted tenga, jamás —la energía en su voz fue real.

—Vamos, sólo un poquito, sólo una pitada.

Snape, con los nervios alterados, le quitó el encendedor y la empujó contra el tronco del árbol hasta acercar mucho su rostro a ella, amenazante. Subió su varita para apuntarle con la punta de ese pino negro.

—¡He dicho que no, jovencita, no te gustará verme enojado!

Hermione lo tenía como quería, cerca, susceptible a sus insinuaciones, las cuales quizá él podría ignorar por recto, por no imaginarse nada malo, pero tenía que intentarlo, él ya estaba ahí con ella.

—¿Por qué yo no puedo, probar de una gran tentación y usted sí? —le puso rostro provocativo, ya no le interesaba si él le entendía o no.

El mayor separó los labios perdido en los ojos brillosos de ella.

Bajó la voz, el tono, completamente, en una forma que ella no había escuchado antes.

—¿Qué pasa si le pido que no lo haga, si la convenzo de que no vale la pena que sus labios toquen este cigarrillo sin filtro, de nuevo? —acercó la mano que sostenía su varita y esta regresó con magia a su manga para luego darle libertad a tocar. Su pulgar se posó en la boca de su estudiante, más precisamente en su labio inferior y más grueso, por la mitad, y su dedo índice tocó el rabillo del cigarrillo con delicadeza, hizo un poco de presión y retiró el objeto con cuidado—, esto no debe tocarle los labios de nuevo ¿Lo promete?

Hermione estaba embobada viendo a esos ojos negros hipnotizantes, aquella suave voz en él fue hipnotizante, el hombre le gustaba, quería besarlo, confesarle que estaba muerta por él y le tenía unas ganas tremendas de salir otra vez pero a algo más íntimo y romántico.

—Lo prometo —no quiso decir algo torpe pero añadió—, haré todo lo que me pida… —Debió quedarse en esas palabras pero su genio la traicionó—. Haré lo que me pida porque confío en usted.

Snape acercó de nuevo su mano y ahora le tocó la mejilla para darle una caricia en felicitación.

—Muy bien, eres sensata —Se dio la vuelta arreglando sus ropas y al bajar de la colina dejó escapar algo más, aún con el rostro serio y energía—, me gustan las chicas obedientes y maduras, y usted, llegará lejos si sigue así.

Lo que estaba usando era una técnica de disciplina por motivación, una vez que alguien cumplía su mandato, debía felicitar, porque era un reforzador de conducta con el objetivo de que no vuelva a faltar las reglas que él tenía. Sí, el hombre era un mandón de la vieja escuela.

Hermione quería reír, por su puesto que sabía lo que él hacía con ella.

—Oh vamos, ¿Está enojado conmigo? —lo persiguió unos metros hacia abajo en la colina.

—No hay razón para estarlo —no le dio cara, seguía sin verla, observando al rededor, buscando un lugar ideal para reposar.

—Sí está enojado conmigo y no quiero que esté enojado porque yo lo quiero mucho.

—Já, no juegues con mi mente, y sí estoy enojado por desafiarme, aquello es algo que no le he permitido a ninguno de mis alumnos y a absolutamente a nadie.

—Ya ve que sí estaba enojado —la voz de ella, sutil y cuidadosa se quedó pensativa en un largo: Mh.

—Acabo de decir que sí, ya no insista en el tema —exigió el mayor que ahora cruzó los brazos.

—Lo lamento, lo siento de verdad, prometo por mi padre que no volveré a darle la contraria —corrió hasta ponerse delante de él y mostrarle un puchero pequeño casi imperceptible.

Snape dejó de apretar sus brazos en su pecho y los soltó a cada lado.

—Mh, ya se me pasará.

—¿Qué hago para que no esté enojado?

—Sólo cálmese, siéntense y cierre la boca —ordenó.

Vio cómo ella agachó la cabeza delante de él, cerró esos hermosos párpados que moría por besar, su boquita se hizo pequeña, arrugada y triste, sus hombritos se hicieron hacia delante y después, ella giró para subir a otra pequeña colina junto a un árbol alto de maple y recostarse contra él para descansar, como su fuera una gelatina derretida.

Quería reír, el mayor quería reír, ambos tenían ese no sé qué, que les hacía sentir bien pero que no podían describir y menos atreverse.

Snape se sentó a su lado y le preguntó.

—¿Por qué quería hacer que me enoje? Si usted sabía que había bromeado con lo de los cigarrillos, usted misma me dijo que era un hábito terrible.

—No quise hacerlo enojar, lo que quería es hacerle una broma, no quisiera hacerlo enojar porque cuando se enoja usted parece un demonio y aquello no lo veo desde que tenía como catorce o quince años de edad.

—Gracias por la comparación, intento ser más malo aún —su sarcasmo no era leve.

—No juegue, usted nunca fue malo.

—Granger, lo dice porque sabe que la cuidé todos esos años, si no supiera eso seguiría pensando que soy un ogro endemoniado.

—Es mentira, si usted no hubiera sido mi profesor y yo lo hubiera encontrado así como hoy, en una colina, leyendo un libro, yo me hubiera podido enamorar de usted fácilmente porque somos un poco parecidos.

Snape sintió algo tocarlo en lo más hondo de su estómago.

¡La chica es soberbia! Se dijo

—No tengo rizos castaños ni esa fea esclava Gryffindor conmigo en todo momento, en mi mano izquierda —le señaló con su dedo puntiagudo, la pulsera que ella siempre cargaba en la mano, una con un pequeño dije de león.

—Jajaja, sabe que no me refiero a físicamente, pero usted y yo podríamos haber sido hasta hermanos de casa y lo sabe bien, por la valentía que tuvo al hacer todas esas proezas, usted es admirable y magnífico y sé… Cuando fue joven, quizá a mi edad, seguro que pudo dejar a más de una chica persiguiéndolo por los pasillos del castillo.

Hermione no supo por qué dijo eso.

Snape se hizo el importante, recostando la espalda hacia atrás después de escuchar la emoción de esa hermosa voz.

—El día que me ponga algo encima de la casa de Gryffindor, ese día, Voldemort y Dumbledore van a levantarse de su tumba.

—Jajaja, jajaja, usted sí que me hace reír.

Hermione no paró de reír por un buen momento.

Y ambos bebieron hasta la última gota de café mientras hablaban de la escuela, no de la universidad sino de Snape y su estricta forma de calificar exámenes en Hogwarts.

*

El mayor disfrutaba cada segundo de la noche, hablando porque a ella le interesaba oír, se quedó ahí a su lado y ella se dejó caer lentamente hasta su pecho, algo que le agradó y lo dejó mudo, ella se le pegaba mucho y aquello,

Le agradaba en demasía.

***

Después de casi una hora en silencio él tenía su mano en el hombro de ella y la joven casi se había quedado completamente dormida. Estaba agotada, las clases, los libros que tenía que leer, las tareas, estar en la universidad era muy cansado.

Snape por otro lado, en el silencio, dejaba gritar a su alma que se sentía muy atraído por ella, por su inocencia, por su forma jovial, por su frescura, su dulce voz, su aroma a jazmines, vainilla y manzanilla, sus manos como algodones enrollados para un caldero, suaves, su precioso cabello. Le diría pronto, le confesaría que le gustaba.

Es que no, no sólo le gustaba la estudiante, no sólo era eso, era más, más, ella le había cabado algo en el interior, algo desconocido que no había sentido jamás ni con su mejor amiga.

¿Eran amigos, él y esa joven dormida en su regazo, tenían esa relación?

Porque si era eso no lo iba a permitir, primero tenía que decirle que creía.

De algún modo, estaba perdido por ella.

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Este Cap no lo había publicado, como el anterior anexo, había sido eliminado por completo y reescrito en el capítulo llamado “Querido profesor”

Sin embargo ahora que lo he editado, queda con la misma esencia de cuando lo escribí por primera vez.

Muchas personas me han criticado a este Snape porque es muy expresivo y Snape no puede “Ser”, sin embargo yo les presento a un Snape fuera de las presiones de Hogwarts, con problemas superados psicológicamente, que ha escogido una vida lejos del castillo, dispuesto a vivir algo distinto, una nueva oportunidad y en un lugar rodeado de otros hombres y formas de ser.

Ella, Hermione es ese poquito que le faltaba para probar su nueva vida, ella le ha ayudado con su amabilidad, franqueza y confianza.

La ama, se ha enamorado de ella y eso no se puede evitar, hacer notar.

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