La noche era para la estudiante el momento perfecto para leer.
Salió de su habitación y decidió caminar hasta la universidad. La joven estudiante tenía de forma consciente el no perder el tiempo y aprovecharlo para los estudios pero de forma inconsciente tenía esa vaga probabilidad y necesidad de verlo, encontrase con su profesor de pociones, lo había visto tantas veces que empezaba a serle una actividad importante hablar con él.
Se metió al subterráneo, buscó un aula de reunión y sin permiso se quedó ahí, pensó que permanecería hasta que alguien le reclame pero como antes había hecho lo mismo no creía ser inoportuna al menos a esa hora, si no tenía autorización no podían decirle nada sólo avisarle que tenía que retirarse.
Los de música clásica daban su último ensayo, el último del día, ella lo sabía bien por eso aprovecharía tener la música como fondo.
Al estar a solas revisando sus escritos y apuntes de la universidad, después de las primeras armonías sinfónicas que sonaron no pudo evitar salir a disfrutar un instante, se levantó de su lugar, caminó hasta la puerta y se quedó en el pasillo alfombrado, observando el escenario con toda la agrupación de jóvenes afines a la música. Personas que ella había empezado a amar por talentosas.
“Es ese único talento que con magia no se toca y tampoco se puede presumir.” Pensó la chica admirada del talento del solo de violín. “¡Qué hermoso, Merlín!” Cerró los ojos encantada, dejándose tocar por la música y las notas de violín en lo más escondido de su ser.
Sé quedó largos minutos contemplando el concierto de Mozart que estaban tocando, sin abrir los ojos, sólo con el oído se dejó envolver por el talento de los jóvenes compañeros.
Por otro lado un mago pocionista también disfrutaba a su modo en el mezzanine del lugar, este había escuchado a los jóvenes desde que empezaron el ensayo y eso fue desde unas cuatro horas atrás.
Cuando la sinfónica hizo pausa unos segundos el hombre se puso de pie dispuesto a ir a descansar pero en ese instante la vio, vio a la joven Granger contemplar con los ojos cerrados a la orquesta de la Universidad de Londres categoría A. No la interrumpió sino que bajó hasta ella para situarse cerca a unos dos metros atrás, pensó sería buena idea ofrecerle acompañarla a casa pero él no sabía que apenas había llegado.
Unos minutos después se dejó llevar nuevamente por la música así que cerró los ojos, colocó sus manos a su espalda y como cantando lo que seguía su mente se conectó nuevamente.
La joven sin embargo se despertó del trance, retrocedió dos pasos y girando bruscamente se chocó con él.
-Ayy lo siento.- Intentó disculparse.
Snape se sobresaltó abriendo los ojos asustado pero la sostuvo de la cintura por unos segundos y luego la soltó por el contacto.
La joven sintió que lo había llamado con el pensamiento.
-¡Oh no, perdóneme!- Se preocupó por el golpe.
-No se preocupe, he tenido golpes más fuertes en la vida, Srta.- Snape fue amable, además aceptaba la mitad de la culpa.
-Lo siento de verdad, no pensé que estuviera ahí.- Se sentía avergonzada.
-No, no, no, no te preocupes, el error fue mío. La vi desde el elevado y bajé a preguntar si deseaba compañía para volver a casa.- Las tonadas de música aún estaban fuertes exactamente en un crescendo.
-¡No lo escuché, Señor!- Alzó la voz. -¿Qué me decía?
-Le decía que…- Pero interrumpió para tomarle la mano y llevarla hasta el exterior de la escuela donde el silencio era un excelente acompañante musical. -Lamento la sorpresa, le explicaré.
La joven sonrió.
-Está bien no hay problema.- Añadió la alumna.
-Le decía que la vi desde el elevado del auditorio y me pregunté si le gustaría tener compañía para regresar a casa. Estuve en gran parte del ensayo de los jóvenes músicos.
-¡Señor, muchas gracias! Pero yo apenas unos minutos que llegué.
-Vaya, lo siento pensé que…- Intentó disculparse.
-No, al contrario, si tiene tiempo y desea me gustaría tener compañía y protección.
Snape pensó que la joven era una aprovechada pero le causó ternura.
-La verdad me encantaría molestarla.- No perdía seriedad pero la hizo dar una pequeña risotada tímida.
-Jajaja es usted encantador sobre todo cuando se pone serio.- Soltó la joven.
-No sabía que podía dar esa impresión.- Snape seguía sin perder seriedad.
-Siempre disculpándose, usted es encantador.- Volvió a decir la joven quien no podía evitar sonreír.
-¿La devuelvo al aula de donde salió o estará bien que reposemos en el descanso?- Quería tener un momento con ella, uno donde ambos puedan conocer más del otro.
-Deseo quedarme aquí, el jardín también es hermoso en la noche, las luciérnagas son hermosas en la oscuridad y en el día la…- Se emocionó al recordar lo que es observar el campo de sombra pero fue interrumpida por Snape.
-En el día el campo tiene la sombra del edificio, los jóvenes varones descansan viendo hacia las colinas, los pájaros hacen bandadas al volar y las mariposas a veces se dejan ver sobre las flores.- Le dio la mano para ayudarle a sentar en una de las bancas.
Hermione vio este gesto con agrado así que le dio la mano para sentarse, él la apretó con justa presión y la hizo reposar suavemente, después se sentó al lado derecho.
-Estoy sorprendida, es exactamente lo mismo que iba a decir, en el día el campo tiene la sombra del edificio, es tranquilo y relajante.
-Somos pocos los que valoramos el lugar, es tibio cuando hace mucho calor.
-Sí, lo es.- La estudiante bajó la mirada porque no podía sostener la del pocionista, a pesar que este la suavizada por tener más confianza seguía siendo fuerte.
-¿Qué hacía en una de las salas de reunión?- Preguntó curioso.
-Quería leer… Yo… ¿Cómo lo supo, cómo supo que me quedaba ahí?
-También uso a veces el fondo musical sin embargo yo estoy autorizado, usted no.
Hermione sonrió culposa, si hubiera querido acusarla como épocas antiguas no le avisaría con anticipación así que intentó librarse con gracia.
-¿Me va a acusar o puedo hacer alguna tarea como castigo?- Retó al mago con la mirada.
-¡Qué más quisiera pero no ha roto las reglas! No la puedo castigar, además la tarea que le deje sería muy difícil de realizar.- Snape empezó a coquetear.
Y ella no dejaba de ponerse roja con una sonrisa eterna en los labios.
-¡Qué barbaridad, señor! ¿Qué sería tan difícil?- Ella quería más, quería encontrar el límite al fin y al cabo ya había conseguido de forma inconsciente estar con él esa noche, conversar un poco.
-Ahora que lo pienso mejor, para usted nada sería difícil.- El hombre se echó para atrás una vez más pero ella al ver su perder la mirada en el campo llamó su atención.
-Usted es capaz de encontrar ese algo difícil para cualquier alumno. Usted es capaz de lo que sea por eso lo admiro.
Snape giró para verla a los ojos y sonrió de lado sintiendo un poco de emoción que por su puesto no reflejó con su rostro. (Aunque una sonrisa de él era haber puesto a Snape súper súper nervioso, el logro merecía una medalla.) La jovencita había dicho que lo admiraba.
Decidió presumir un poco.
-Tiene razón, tengo mucho poder y nadie puede contra mí, ni si quiera usted que es tan come libros.- Le alzó una ceja en reto.
-Como usted… Comprenderá. A mí me encanta leer.- Subió los hombros sin perder de vista sus labios delgados y pálidos.
La batalla de quién gana a quién había empezado.
Snape entendió perfecto, ella sugirió que él también era un come libros.
-¿Como yo? Sí, a mí me agrada leer me gusta más que las pociones y las artes oscuras.- Se enderezó en su lugar frunciendo el ceño a la joven.
-¿Y qué lee?- Quiso saber Jean.
-Pociones y Artes oscuras.
Hermione quiso explotar en risa pero dejó salir una tímida carcajada.
-Jajaja es interesante y completamente inédito que lea aquellos temas. Son los títulos que menos se me hubieran ocurrido pensar que el profesor Severus lee.
Snape parpadeó lento junto a una venia pequeña de cuello y además un asentir importante.
-Son temas bastante provechosos, se los recomiendo.- Él siguió el juego.
-Y más ahora me vienen bien. Qué gracioso es usted, señor.- Jean quería reír.
-Últimamente me agrada que usted ría.- Snape empezó nuevamente a coquetear.
Hermione se puso roja levemente nerviosa pero no paró.
-Gracias por provocarlo no lo había hecho desde hace mucho, exactamente después de que mi padre murió. Se siente bien reír, pasar un buen rato.
-¿Y cree usted que ha podido superar aquella pérdida?- El cambió drásticamente el tema preocupado por ella.
-Creo que todo hijo necesita a sus padres, sea a la edad que sea. ¿Usted necesita a sus padres, señor?
-Sí, sobre todo a mi madre pero la he necesitado tanto tiempo que me he acostumbrado a su ausencia, no sé cómo sería si tuviera a una anciana atrás de mí queriendo mandar sobre algunos aspectos personales de mi vida.
-Creo que usted sería feliz si eso le pasara.
-Lo sería pero empiezo a ser feliz de tener a alguien como usted cerca.- Snape se arriesgó a decir aquello y se puso de pie delante de ella, la joven lo acompañó y se acercó a abrazarlo, esta vez dejándose llevar en la sensación sin decir absolutamente nada.
El sonido nocturno los envolvió en sentimientos nostálgicos, cosas de familia, cosas de la escuela, incluso el qué sería si pudieran estar más cerca.
Sí, a la joven en un instante se le pasó por la cabeza que el mago podría estar con ella, analizó y pensó lo que sería tener en una relación amorosa al mago, una barbaridad pero lo pensó.
Se abrazaron tan fuerte más de lado de ella, con tanta confianza que el otro conoció el latido del corazón ajeno, el respirar relajado y cómodo del otro.
Era un adulto responsable, exitoso, profesional, tenía sentimientos al fin y al cabo, algo que la sorprendía pero sí, tenía sentimiento. Hermione tuvo esa certeza metida en su su mente por unos segundos, que estar con él podría ser tan diferente que con un niño tonto que no sabe lo que quiere.
Pero él era su profesor y nunca, nunca iba a presentar atracción hacia ella.
El hombre le habló en el oído.
-Voy a llevarla a casa por favor le pido que después de las diez de la noche si no está conmigo no se quede en la escuela. Si quiere supervisión mejor venga a mis aposentos o avíseme que estará en algún lugar.
-Vale, así haré, Sr.
El hombre estiró su mano para que ella lo tome, ni bien la sostuvo de la otra mano desaparecieron y aparecieron en el aula junto al auditorio.
Tobias Prince como se llamaba en la actualidad la esperó y vio que ella se acercó a él, está vez no le dio la mano sino que la tomó del cuerpo más específicamente de la cintura para atraerla hacia él y así desaparecer.
Al llegar a la calle de la joven la acompañó hasta la puerta de su casa, dejó que abra la puerta y se despidió.
-Tenga una noche provechosa, Srta. Puckle.
-Hasta luego, Profesor Prince, descanse.
El pocionista hizo una venia, caminó unos pasos y desapareció.
Hermione quien vigilada por su madre desde la ventana de la cocina, ingresó a casa, subió por las escaleras hacia la buhardilla, salió por el ventanal rectángular hacia el tejado, se subió a él y habló al aire.
-Profesor, tuve la impresión que estaba coqueteando conmigo ¿Cómo es posible que haya cambiado tanto?- Su voz fue un susurro que se perdió.
“¿Cómo es posible que pase por mi cabeza que él puede fijarse en mí?” La realidad en la mente de la joven la acusaba y además le hacía pisar firme el suelo, no podía aventurarse a molestarlo y menos imaginar que no resistiría en besarlo si este seguía así con ella, amable, atento y caballeroso.
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