“¿La Conozco, Srta? Eso me dirá estoy segura” Se dijo en la mente.
Apretó su cabeza con ligera presión, sopló aire con leve brusquedad y dio pasos hasta la puerta.
La joven no podía poner stop a su imaginación, se había pasado como dos días ensayando en su cabeza mil veces lo que respondería.
En su mente usaba tonos sutiles, tonos amables, tonos inocentes, tonos bruscos por si se ensaña con ella e incluso había buscando otras alternativas de facultades de otra universidad por si acaso, esa era su fe a Gryffindor, nula nula.
-Sí, soy su alumna insufrible ¿Me recuerda?- Ensayó aquello antes de entrar al aula temprano como siempre y en voz baja.
Pero este no la miró, el hombre ya estaba ahí detrás de su escritorio esperando temprano a todos hasta la hora exacta porque todos se trasladarían al laboratorio.
La joven se exaltó porque al verlo pensó que había llegado demasiado exacta y eso era peligroso. Miró su reloj y no, se sintió confundida, él había llegado demasiado temprano faltaban al menos unos dieciséis minutos.
El hombre aguardaba leyendo sobre su escritorio.
“Vaya, definitivamente ya no estamos en la escuela, ahí llegaba justo a tiempo y después casi intentaba tirar la puerta con un azotar escandaloso.” Se dijo la joven en la mente sin parar de hablarse ella misma.
Cuando pasó cinco minutos en que cada estudiante se cuidaba de hacer ruidos bruscos, es más intentaban no moverse y eso incluía a la joven Jean que prácticamente parecía un perezoso observando a milímetro el extender de sus extremidades, lento, seguro y delicado se exaltó cuando
el hombre alzó la voz.
-Señores estudiantes, buenos días, hoy iremos al laboratorio razón por la cual me ven aquí antes de tiempo sin embargo publicaré el cronograma para que asistan a la otra aula los días que correspondan sin pisar esta, Estará en la tarde en el panel principal de la escuela.
Avisen a sus compañeros, los que aún tienen oportunidad de llegar un día tarde, comuniquen que deben estar atentos a los cambios.
Antes de que el tiempo de espera se cumpla, una magnífica aparición masiva se hizo frente a los ojos de todos, los alumnos que faltaban llegaron de golpe situándose cada uno exactamente en sus lugares de pie frente al escritorio.
-Bien, veo que estamos completos, por favor vengan conmigo.- Empezó un lento y firme paso hasta salir del salón de integrado.
El hombre se dispuso a caminar adelante como guía por todo el pasillo. Todos lo seguían sin parar dando prácticamente el mismo paso del pocionista, atrás como si fueran un gran batallón.
Los laboratorios no estaban tan lejos, al entrar vieron el nivel de limpieza y tecnología que se usaba, todo era pulcramente blanco incluso los calderos tenían una forma diferente y más prolija.
Hermione pensó que aquello molestaría al mago ya que este vivía prácticamente en una cueva y las aulas parecían de ultratumbas pobremente iluminadas con olor a plantas quemadas y menta suave de jardín sin mencionar que estaba rodeado de almas en pena que luego hacían de las suyas en la noche pero esto a Snape no le afectaba, era como sus pajarillos del campo cantando para un Ravenclaw.
El profesor separó a todos en grupos por orden de nombre, los grupos escogieron líderes y tomaron dos espacios.
-Cada grupo de cuatro preparará dos pociones. “Bálsamo que regenera piel” y una que se usa mucho en San mungo. “Endurecimiento de heces.” que aunque suene estúpido deben de tener cuidado porque si ponen las porciones equivocadas harán que las personas ocupen piedras o en el peor de los casos perderán un intestino grueso. La magia hasta hoy no crea un órgano blando de la nada por eso aquella poción es importante en el hospital.
Muchos quisieron reír pero se mordieron la lengua. Hermione en cambio tomó todo con seriedad, ella era así.
Los procesos de preparación en cada grupo fueron supervisados y guiado por el profesor quien quedó admirado de la clase de alumnos que tenía. Pero después de la última vez que felicitó a una joven estudiante de la cual sospechaba haber visto antes, quería vigilar si habría algún mejor estudiante que ella, desemvuelto y de preferencia que fuera varón. No por ser machista o elitista o discriminador sino que no quería tener a una alumna cerca de arriba a abajo como otros profesores que además (Tenían permiso por la dirección de poder conquistar a esas jóvenes mujercitas) él simplemente quería evitar estar tentado a convivir con una joven niña cuando tuviera que pasar y que esta terminara admirándolo no sólo por ser maestro o peor que se enamore de él.
Pero otra vez, esa alumna la cual le parecía conocida volvió a resaltar con su cuidadoso desenvolvimiento en pociones, una precisión que no había visto desde el último mes que estuvo en Hogwarts, otra vez esa niña tuvo la mejor calificación consiguiendo no sólo éxito individual sino que todo el grupo que la escogió celebraba con ella.
Al terminar la clase no quiso quedarse con la duda, sus facciones eran las mismas, el cabello estaba ligeramente cambiado pero eso se podía modificar con magia estética la cual era común en jóvenes de su edad, sus manos, la pulcera que tenía en la muñeca, su forma de escribir sobre el papel, las manías nerviosas. Alguna vez había visto eso pero todavía no estaba seguro.
Cuando vio que se iba la detuvo sin importar que otros estuvieran ahí. (Los demás salieron corriendo porque no quería que les pase lo mismo, simplemente que les llame el señor Tobias Prince.)
-Srta. Puckle, quédese un momento.- Dijo aún supervisando con una libreta el orden perfecto de los utensilios en el laboratorio, eran las repisas al fondo del aula.
La joven caminó hasta el escritorio un poco más relajada que antes y ahí esperó las indicaciones.
-Lo esperaré, Sr.
-Ya voy, no tardaré.- Giró para hablar a la joven al sacar su varita y moverla con elegancia para hacer un hechizo de revisión y orden.
Caminó hacia ella con postura seria, miró sus manos pequeñas y juveniles las cuales jugaban con el borde del cintillo de su bolsa colgante que apoyaba sobre su hombro y carraspeó para llamar su atención.
-Alumna, perdone mi atrevimiento pero usted me parece conocida. ¿Nos hemos visto antes?
Hermione intentó ser amable así que alzó la mirada para verlo a los ojos antes de responder.
-Sí. Nos conocemos.- Dijo mientras no le quitaba la mirada al hombre y no dejaba de sonreír con suave y amable expresión.
Tan rápido como ella dijo que sí, tan sólo dos o tres segundos después el hombre perdido en sus ojos intentando recordar el momento dijo.
-Ahhh, Granger…- Apretó las sílabas. -Se cambió de nombre.- Dijo suave y pausado. -El Ministerio exigió aquello a los menores de edad. Si hubiera seguido siendo usted me sería más rápido recordarla.- Seguro se refería por su cabello y además que el rostro le había cambiado levemente, sus facciones como adulta menor eran un pelín diferentes. -Ha cambiado un poco, pero hace bien, hace bien en seguir esforzándose por estudiar y mejorar.
“¿Qué me habrá querido decir?” Pensó la joven curiosa.
-Tampoco me esperaba encontrarme a alguien aquí, por eso me fui lo más lejos que pude. Espero que no le moleste, Sr.- Jean bajó la mirada humilde, lo único que quería evitar era fastidiar.
-No tiene por qué molestarme.- Dio un paso más cerca a ella y estiró la mano para apretar la de ella.
Hermione sintió extraño en el estómago, no hubiera creído esa situación antes en la que él, exactamente ese pocionista, le estire la mano para saludarla.
Se relajó un poco ante gesto lo peor ya había pasado. “¡Increíble!” Se dijo la estudiante en la mente.
Accedió a apretarle la mano en forma de saludo y añadió.
-Gracias, para serle honesta tuve miedo al principio porque lo reconocí el primer día pero ahora me siento mejor porque ya he tenido clases con usted, me hace sentir segura que esté en la universidad.
El hombre no dejó de mirar la forma en que ella se expresaba sin perderse nada, sus labios, el fruncir se ella al verse apropiada y esa pequeña timidez de juventud.
-Pero no piense que la cuidaré, ya no tengo a Dumbledore sobre mi cabeza.- Quiso hacer una pequeña broma, luego giró para sentarse en la silla atrás del escritorio e invitar a la joven a hacer lo mismo en la que estaba del otro lado viéndolo de frente.
Hermione Sonrió.
-No señor, no lo voy a molestar, no le faltaría el respeto.- Se acomodó en la silla. -Por favor déjeme felicitarlo por el cargo de Decano.- “Ya cierra la boca no seas tan amable.” Se dijo en la mente. -¡En hora buena por usted!
-Gracias…- Por alguna razón se sentía comprometido a hablar con ella. -Mmm también es una sorpresa para mí ser el Decano y volviendo a ser curioso quisiera saber ¿Cómo se encuentra, cómo están sus amigos, y su novio Wesley?
Snape sabía que ellos estaban juntos Wesley y ella, bueno, todo Hogwarts lo supo.
-Yo estoy muy bien, regresé con mis padres aunque mi papá murió hace unos meses, se enfermó del corazón, mi madre y yo ahora vivimos cerca de aquí, por la torre del reloj.
-Justo iba a preguntar por sus padres, es lamentable… Oh sí sé dónde queda la torre del reloj a dos cuadras hacia Hamilton tengo una farmacia Muggle…- Intento ser amable con ella.
-¡Oh qué bien! y bueno, de Harry no sé nada desde que salí de la escuela y también dejé a Ron un mes después, es que de verdad quería romper con todo contacto del pasado, me era un poco incómodo seguir con eso presente en mi cabeza.
-Aquella también era mi idea.- Dijo serio.
La miraba de forma altiva sorprendiendo a la joven porque también tenía interés de interactuar, algo que no se esperaba la alumna, esa mirada negra era de real atención.
-Pero está bien todo, las cosas suceden por alguna razón, Señor, y de verdad me alegra verlo aquí.
Snape asintió con respeto y venia ligera de la cabeza.
-Y a mí me alegra que siga estudiando sobre todo los cursos que menos pensé escogería alguien como usted, eso me ha sorprendido lo digo como confesión.
La joven sonrió de nuevo y bajó la mirada.
-Es que no hay carrera mejor que prepararse para otro loco como Voldemort, después de lo que pasó aritmancia o runas ya no me sonaban difíciles, mi atención a esos cursos se esfumó desde que pensé iba a morir.
-Entiendo a la perfección.- Tocó su barbilla y apoyó los codos tapando sus labios levemente analizando las palabras de la niña. -Y qué bueno que ya no pierde el tiempo con el niño Wesley, aquella niñez le iba a durar hasta que tuvieran cuarenta…- Puntualizó. -Usted no, sólo él.- El ademán de sus manos era elegante, relajado.
-Jajaja, lo siento me ha hecho reír, sí, su mayor defecto era la inmadurez pero bueno, somos amigos y así está bien. La verdad quiero concentrarme en estudiar.
-Excelente, es bueno no perder el tiempo.- No supo qué más decir. -Pues fue un gusto conversar con usted, intente no lastimarse.- Dijo pensando en todas las veces que esos se metían en problemas usando la misma voz gruesa que ella conocía de memoria.
-Lo prometo, no me meteré en problemas.
-Ah y dígale a sus compañeros de clase que la siguiente clase deben llegar media hora antes porque iremos al subterráneo para practicar.
-Lo haré.
La joven se puso de pie y él la acompañó de inmediato intentando hacerlo primero. Se adelantó y estiró su mano para despedirse y ayudarle a tomar el camino.
Sí, Snape se estaba comportando muy caballeroso quizá por influencia de compañeros profesores, la etiqueta elegante ahí era muy fuerte, la universidad era otra cosa diferente a Hogwarts.
Hermione entregó su mano para apretarla y después olvidando completamente que era Snape se acercó aún más como si fuera a abrazarlo y besarle el rostro. (Algo que hacía sólo con personas de mucha confianza, como las que eran cercanas.)
El hombre al ver el gesto se adelantó e inclinó levemente para no ser descortés pero ella se detuvo justo cuando empezó a empinarse.
-Oh lo siento, iba a abrazarlo.- Se puso roja, muy nerviosa.
-Hágalo si quiere.- Dijo él enderezándose de nuevo para que la estudiante no se sintiera mal.
Hermione sonrió por ese hombre que estaba ahí, lo amargo se había esfumado prácticamente y quizá con ella porque ya la conocía o porque habían vivido muchas experiencias como dijo su mamá la noche de espagueti.
Sé lanzó a él con prudencia y él le correspondió.
-Pórtese bien, alumna. La veré en clase.- Esa forma paternal en que le habló le hizo sentir a la joven muy bien en el estómago además de adjuntar tres golpecitos en su espalda con su gran manota blanca pálida.
-Y usted no reniegue mucho.- Dijo ella aún en el abrazo. Después de unos segundos lo soltó y se despidió con una ligera venia delante de su profesor.
-Hasta luego, Srta.- Definitivamente el abrazo fue confortante también para él.
El acto había sido visto por un hombre que observaba en espera de que el pocionista se desocupara, era el colega maestro principal de la escuela de pociones, quien sería mano derecha de Snape desde días anteriores alguien que Snape sin querer dejó sin cargo de Decano.
-Profesor Prince.- Saludó con exagerada alegría.
-Ya voy dame unos minutos, Sandler.
El hombre de cabellos negros y lacios recogió su portafolio y lo hizo flotar detrás de él.
Hizo una venia sutil de cuello y alzó la vista para esperar que el otro comunique lo importante.
-Es linda la joven.- Comentó con descaro el otro.
-Lo es, Santori.- Respondió rápido al llegar hasta él.
Se puso a caminar para que el otro lo siga. El otro profesor tenía ojos rojizos, era extraño y peludo además de albino.
-¿Es tu novia?- No existía un hombre más chismoso y descarado que Sandler.
Snape abrió los ojos sorprendido y acomodó sus ropas para no perder elegancia.
-¡Oh claro que no!, Entiendo las costumbres aquí y las reglas y de que los alumnos son adultos pero la verdad no soy compatible a aceptar una relación entre profesor y alumna, eso no se debe consentir y no va conmigo.
-Es hermosa e inteligente.- Soltó Santori más conocido como Sandler por parecerse a un actor de comedia Muggle.
-Por su puesto que es inteligente, la joven fue mi alumna.- Dijo rápido con una ceja alzada en tono presumido.
-Tan presumido, Tobias.- Sonrió el albino. -Pues si no quieres nada con ella yo podría consentirla un poco… No lo sé, quizá ayudarle con las tareas.
-Sobre mi cadáver y hablo en serio.- Dijo recto el pocionista con determinada energía y prohibición.
-Oh entiendo. Está bien, será intocable entonces. Pero tú sí deberías empezar a conseguir una esposa, una hermosa e inteligente mujer.
Snape hizo como si pensara qué decir, una mueca exagerada.
-No puedes presionar en el tema, me refiero a que esas cosas pasan cuando deben de pasar y no, me niego a tener a una menor a mi lado por más inteligente y bonita que sea, la joven que salió la conozco desde que era una niña, podría ser mi hija. ¿Te imaginas qué podría decir su madre? No lo consentiría.
-Entonces sal con la madre.
-¡Por favor no molestes!- Snape lo ignoró.
-Ahh… Ahora entiendo el cuidado hacia la joven. Pues al menos tu carácter ha cambiado, no me imaginaba eso de ti.
El pocionista le permitía que le interrogue porque en dos semanas ahí la gente era muy entrometida además que conocía al otro profesor, este había sido compañero de escuela en Hogwarts y además un punto de ensañe del grupito de James el bullyneador.
-Yo sigo siendo yo sólo que con menos presión. ¿Para eso has venido? Estoy apurado…- Exigió el pocionista. -Dime de una vez lo que tienes que decir o déjame en paz.
-No no fue para molestar, habrá una reunión de emergencia el viernes, será de media hora a las cuatro de la tarde, el director quiere presentar a dos profesores nuevos para Artes oscuras y quiere que tú los entrevistes.
-Bien, ahí estaré. Hasta entonces.- Snape desapareció con elegancia en milisegundos delante de Santori.
Llegó a su ambiente enorme el cual habían modificado encargados de la universidad por petición de él al ver que querían tenerlo contento, se sentó en el borde de la cama, se quitó toda la ropa y se metió a bañar.
Mientras caía el agua por sus cabellos lacios los cuales había recortado recientemente y ahora le tocaban el filo del hombro, pensó en lo que le dijo el otro profesor que debía pensar en tener una novia.
“Sí, Granger ha cambiado, es una hermosa mujer, pero cualquier pensamiento hacia la alumna sería atrevido. Además de que no creo ser llamativo para ella, soy atractivo pero ella seguro me ve como un padre. No, no, es una locura.” Suspiró escuchando su conciencia.
Salio de la ducha se puso una camisa blanca y un pantalón de vestir. Caminó hasta la pared principal donde había una larga cortina la cual hacía que el ambiente sea oscuro y dejó que la luz lo golpee con un hechizo silencioso que corrió toda la tela hacia la izquierda.
La pared era igual que en la biblioteca, transparente.
Ahí con el cabello sujeto en una cola y los pies descalzos sobre la alfombra se adelantó hasta estar pegado al cristal, con un vaso de agua en la mano izquierda.
Miró al campo lateral con hierva verde recién cortada y en los bancos de abajo justo estaba ella, su alumna insufrible.
La joven como si adivinara en completa casualidad volteó y vió hacia arriba mientras tenía un libro grande sobre sus piernas.
Al ver dónde se había movido unas cortinas café distinguió al pocionista sintiéndose comprometida a alzar la mano para saludar.
El Mago al reconocer bien a la joven y confirmar que era Granger correspondió al saludo levantando más cejas y después retrocedió para volver a cerrar las cortinas aunque esta vez hasta la mitad para que entrase un poco el aire.
Retrocedió hasta un sofá y descansó ahí mientras absorbía el líquido con sus labios en el borde del vaso.
“Mmm, ¿Podrá ser? ¡No, no sucederá, no es correcto!” Su conciencia fue dura y tajante.
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