¡Estamos Atrapados! Capítulo I Llueve Sobre Mojado Part 1

La ceremonia de graduación para el último año escolar de algunos jóvenes se había dado una semana anterior a esos días donde el verano había empezado extrañamente con fuertes aguaceros, tan potentes caídas sin parar de agua desde los cielos.

Los estragos fueron inevitables, afectaron al puente de madera el cual era reparado por algunos magos quienes que con la magia podían sustituir a muchos carpinteros sin embargo no les surtía efecto los acabados gracias a la excesiva humedad. Era urgente contruir un domo mágico o por otro lado esperar que el verano tenga días soleados.

Algunos, sobre todo los que se habían recuperado más tiempo en San Mungo aún tenían que entregar trabajos o tareas que pesaban para las notas finales y entre esas personas estaba la jovencita de cabellos rizos, Hermione Granger.

Ella no se había hecho tantos problemas porque en tres meses había logrado lo de ocho sin embargo cumpliría cada trabajo y más con el profesor a Cargo de DCAO.

*

Sábado en Hogsmeade 5:30pm

Ron, Parvati y Ginny regresaban de beber algunos vasos de cerveza de mantequilla mientras Hermione les daba el encuentro para intentar tener algo de suerte y disfrutar de la compañía de sus amigos.

—Mira la hora que es ¡Es muy tarde! —Ginny hizo una mueca de fastidio.

—Es que me faltaba la profesora Sprout, La profesora Vector y ahora el profesor Snape, pero ya le daré el trabajo pasado mañana, quería acabar todo para no tener nada el día de mañana.

—Pues tu pesadilla no ha acabado, Hermione, acabamos de escuchar una conversación en la cabeza de puerca, entre el profesor Filius y la directora, dicen que enviarán a algunos a Durmstrang por la escasez de personal.

Hermione frunció el ceño confundida.

—¿Falta de personal? —dijo con exigencia de más.

—¡Ay, pero es que te hace falta pasar menos tiempo con Ron! —Ron se enojó porque casi adivinaba por dónde iría—, Lo tonto se te pega, recuerda que a los que culminaron el año pasado no se les contó el segundo ciclo completo y tuvieron que repetirlo junto a nosotros que cursabamos el penúltimo, como se nos consideró entonces ahora los ha dejado con el doble de tutorías ya que no todos va a ser aurores. Harry, Ron únicamente de toda nuestra promoción y de la casa de Gryffindor, las malas lenguas dicen que de los de Ravenclaw ninguno será auror y menos de Slytherin.

—Yo no quiero ir a Durmstrang ¿Ustedes quieren hacer tutoría allá?

—Yo sí, hay buen Quidditch allá, Herms —Soltó Ginny segura de haber tomado su decisión.

—¿Me dejarás sola aquí? —demandó la chica.

—Pues…

Seamus se dio cuenta de la tormenta sobre sus cabezas y esos rayos y truenos que empezaron otra tarde más, el aguacero.

—¡Vámonos, el tiempo está terrible!

—Uf, y el calor empieza a ser fatal —Harry vio las nubes negras en el cielo y sintió algunas débiles gotas en su rostro y cuello —miren, ahí está el profesor, quizá sepa algo, Hermione ¿Por qué no lo intentas?

La chica dudó y puso cara de miedo y luego inseguridad a pesar que su razón la alentaba.

—¿Ya estará de mejor humor? Es que no le ha dirigido la palabra a nadie, ni si quiera en sus clases se le ha escuchado su voz grave y pausada, sólo ha utilizado mucha magia señalando todo y escribiendo en la pizarra las tareas.

—Después de esa herida es razonable —soltó Harry—, aún puedes preguntar, no pierdes nada —insistió el lentudo.

—Bueno, me arriesgaré, algo se me debe ocurrir —se sintió resignada de inmediato creando una mueca con sus labios hacia un lado de su rostro.

—Ve, ve, la lluvia aún no es fuerte, no vas a querer que se moje —Ginny alentó a pesar que sabía que el agua ya estaba encima de todos.

Hermione apretó los puños, tomó valor y salió corriendo detrás de él quien por sus largas y delgadas piernas avanzaba muy rápido y casi ya no se le podía ver.

—¡Profesor! —gritó un poco alto haciendo el trote un poco más rápido —Espere, señor —no paró de correr hasta atravesar un pequeño camino con arbustos a cada lado.

Snape por otro lado no la había escuchado, llevaba la capucha de la capa sobre su cabeza porque sabía que se iba a mojar, no era de su agrado sentir la ropa pegada a su piel con agua sin embargo no usaría su magia hasta llegar al cuadro frente a la torre de Astronomía.

—¡Profesor, espere! —había corrido atrás de él por lo menos unos ciento cincuenta metros, el mago caminaba rápido y era comprensible la razón.

Fue entonces que la escuchó, escuchó la voz de una alumna y se frenó.

Se detuvo junto a un gran árbol de cerezo, era viejo y alto y frente a este uno de duraznos.

Ella vio que se paró y frenó su ímpetu a un paso menos ligero.

Se quedó sin aire, se lamentó haber esperado que se alejé tanto.

Al llegar frente a él la lluvia empezaba con gotas que parecían esperar turno para caer.

—Señor, disculpe… —tomaba aire como podía mientras él aún tenía ese ceño confundido.

No dijo nada, Snape sólo la miró directo a los ojos como esperando algo, por su puesto tenía muchas ganas de irse.

—Es que… Yo quería… Hacer…. —se ahogaba mientras pensaba que le hacía falta hacer ejercicios porque su corazón casi se le salía por la boca. Se detuvo de hablar, respiró un par de veces y cuando se había calmado un poco, siguió—, Es sobre seguir la carrera, me acaban de decir que algunos estudiantes serán enviados a la escuela de Durmstrang ¿Es cierto? ¿Sabe sí me enviarán a mí?

Snape frunció el ceño intentando leer la mente de la joven.

A la pregunta sólo asintió.

—Entonces sí ¿Seré una de las que envíen?

El mago asintió de nuevo sin perder seriedad y el ceño fruncido, ahora que ya sabía lo que ocurría se irguió en postura importante y a la vez con atención.

—Cielos, no quiero ir allá, me tardaría más para ver a mis padres… Y ¿Ahora qué hago, señor?

La chica vio esa intención clara de querer decir, el mago se hizo la capucha hacia atrás haciendo notar sus cabellos negros a los lados de su rostro y su recta mandíbula como el principio de esa enorme cicatriz.

—Espere, no, lo siento, no hable, sólo dígame si puedo solicitar un cambio.

Él insistió en abrir los labios y mover la mandíbula lento para hablar e informar, despacio.

—Escriba una solicitud a la directora – fue rotundo, se dio la vuelta y siguió su paso justo cuando la lluvia se abalanzó sobre ellos con intensidad.

La chica reaccionó rápido, elevó su varita e intentó cubrirlos a los dos, para eso tuvo que acercarse al cuerpo del mayor como nunca antes había estado.

El profesor actuó rápido, vio las intenciones de la chica para cubrirlo y sólo por unos segundos lo aceptó porque después de pensar qué hacer alzó su varita y con un hechizo mejor y efectivo la cubrió, a ambos debajo del árbol de cerezo.

Se fijó en la ropa que traía la chica, ropa de verano, descubierta, en cualquier momento se haría daño y más si seguía sola hasta el castillo, era verano pero el agua enfriaba rápido.

—Espere, profesor… —iba a decir pero fue interrumpida.

—Vaya a Durmstrang por lo menos un mes —sonó como orden—, si le interesa el curso de DCAO vaya un mes y luego se regresa.

Hermione pensó bien, pensó que el mago sabía y que debía hacer caso de sus recomendaciones.

—Sí, eso haré, muchas gracias —entendió por dónde iba el consejo así que asintió.

—Cúbrase, son días de lluvia —miró un momento al cielo, sus cabellos estaban levemente mojados. Se quitó la capa negra y gruesa, algo más como que se la empujó arrugada en el pecho a la menor.

Ese mago era poco de sutileza, se dio la vuelta y se marchó.

Ella se colocó la capa lentamente y pensó.

Tiene razón, un mes en Durmstrang me enseñará a defenderme y luego podré retomar las clases de duelo con el profesor”

Miró al cielo y dejó que la lluvia la toque después de regresar su varita a su cinturón.

¡Qué feo tiempo es este, Merlín!

Al llegar al castillo le contó a sus amigos que el mago no estaba tan mal, que no le habló con mal humor, sí podía hablar eso fue la primera impresión, la segunda fue que podía decidir si ir a otra escuela o quedarse y la tercera fue:

¿Por qué tengo la capa de Snape?

*

La chica debía contarle a su novio que se alejaría por unos meses sin embargo este por su inmadurez e inseguridad le rogó que no, que debía quedarse con él cerca de su casa o entonces todo se acabaría.

Aún con cinco días para marcharse Hermione pensó que sólo había sido una más de sus peleas.

Decidida a arreglarlo aunque también con intención de entregar al profesor su carta de recomendación para que este le firme, se le ocurrió bajar a las Mazmorras personalmente y buscar a su eterno abrumador.


Nadie se imaginó que ocurriría un loco accidente.

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Cap en edición…

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