El Nuevo Mortífago Capítulo XXV Remus, la orden, Reconciliación…

Hermione y Severus recibieron la luz del sol juntos, tapados con las sábanas claras, la luz caía sobre ellos de forma suave de una ventana avitralada con magnífico diseño en cristal gris, blanco y azul noche. 

El director de Hogwarts aún estaba adormilado rodeando con su brazo la cintura de la joven mientras esta con los ojos abiertos pensaba en que necesitaba una buena explicación a la mentira que creía había descubierto.

Severus le había dicho que Remus regresaría hasta ese día en la mañana… Su actitud de la noche puede responder esa pregunta con claridad pero necesitaba tener una explicación si descubría que era una mentira.

-Buenos días, hermosa (Dijo Severus con la voz melosa y gruesa)

Besó el hombro de la joven, con mucha ternura…

Ella fue al grano, había despertado con una sensación placentera que recorría todo su cuerpo además de estar locamente enamorada de él pero su orgullo insistía en que le diera explicaciones. Porque también estaba muy apenada y no sabría cómo iba a ser para volver a ver a su profesor Remus a la cara.

-Buenos días Sr. Mentiroso.

-¿Por qué me dices así? (Dijo él sentido porque no le gustaba cuando ella quería pasar el límite de su tolerancia. Sí es cierto que eran novios pero seguía siendo mayor que ella además de tener un carácter recto y conservador)

Rodó por la cama y se sentó haciendo que la sábana cayera hasta su cintura, miraba a la joven atento y con mucha autoridad.

-Dijiste que Remus llegaba hasta la mañana.

-¿Y no crees que pudo haber aparecido?

-Dijiste que nadie tiene autorización para entrar o salir del castillo.

-No, lo que supuse era que iba a venir en tren.

-Jajaja, tu seriedad me causa gracia. ¿Entonces pude haber desaparecido si quería?

-No, tú no tienes permitido eso aquí. (Dijo con autoridad)

-¿Por qué si soy mayor de edad, además pertenezco a la orden?

-Lo siento Hermione, aquí son más estrictos con los alumnos y tú sigues siendo alumna de Hogwarts… (Se levantó de la cama por completo dándole la espalda a Hermione mostrando su entera desnudez, tomó su varita y apareció un bóxer negro cubriéndolo se dio la vuelta y siguió hablando con los brazos cruzados) Claro que tú siendo mi prometida tienes todo el permiso tanto de las autoridades en esta escuela como las autoridades de Hogwarts. Pero yo Severus Snape, siendo esa mayor autoridad de Hogwarts te he prohibido poder aparecer y desaparecer fuera del castillo, así podré saber dónde estás… Todo el tiempo.

-¿Enserio? (Dijo ella sentándose en la cama, aún cubierta con las sábanas) ¿Entonces tengo el permiso pero tú no me lo das?

-Más que Obvio. (Severus deletreó exagerado y serio)

-Amor, esa actitud que estás teniendo últimamente me comienza a molestar. Además de que ahora tengo que lidiar el evitar sonrojarme cuando Remus quiera hablarme.

-Siento molestarte, princesa, pero entiende por qué lo hago (Suavizó la voz) Y de Remus no te preocupes, le propondré borrarle la memoria en ese preciso instante en que nos interrumpió.

-Tú no tienes pudor, Severus. Tampoco eres bueno conmigo, tomas decisiones por mí por tu carácter posesivo, por tus celos, siempre quieres tener el control.

-Y lo tendré siempre, Hermione, siempre voy a tener el control porque ¡TE ESTOY CUIDANDO! (Subió el tono de su voz cortante) AHORA no es seguro que andes por ahí jugando a ser una niña tonta, estudiante, escurriéndose en los pasillos acompañada de tus ineptos amigos. Me decepcionaría mucho que pienses y sientas que quieres seguir haciendo esas cosas por personas que no valen la pena.

-¿Lo dices por Harry? Porque él está desaparecido y ya tiene quién se preocupe por él… Por la única persona que me escurriría en los pasillos para esconderme e intentar ayudar… Eres tú… ¿Acaso no vales la pena?…

-¡No te atrevas! (Él vio que Hermione tomó su ropa y varita, mostrando su desnudez y dándole la espalda a Snape) ¡HERMIONE! Si te vas de esta habitación ¡JURO QUE LO VAS A LAMENTAR! (Gritó esto último ¡Qué gran error!)

-Ahora me amenazas… (Bajó la voz, casi lo dijo sólo para ella y añadió) Sólo iba a ir a darme un baño… ¿De verdad quieres que obedezca, Severus? (Dijo la joven rendida y triste sin poder tener respuestas, sintiéndose mal, sintiéndose confundida por lo que él acababa de decir tan duro y frío.) Si quieres que obedezca entonces tendrás que ser de nuevo mi profesor. Yo no quería contradecirte pero ya que me has amenazado sin ningún resentimiento dentro de ti… Tendré que portarme como esa estudiante tonta que piensas tú que fui y voy a ser. (Un nudo estaba en su garganta al final de esas palabras, después desapareció)

Snape vio cómo ella desapareció delante de sus ojos, tenía los puños cerrados, exageradamente enojado porque los hombres no soportan eso, que las chicas contradigan sus pensamientos ni sus decisiones, piensan que siempre hacen lo bueno cuando la mayoría de veces son las chicas las que los empujan a hacer lo correcto y ellos meten la pata fatal. Su molestia incrementó al ver que ella no volvió a la habitación y al recordar una y otra vez su voz decirle que ella se iba a convertir de nuevo en su estudiante. ¿Le estaba terminando acaso? ¿Por qué era tan insolente? No pudo soportar más, apretó los puños y tan sólo con su mente hizo que el vitral de su ventana explotara en mil pedazos sobre la cama que los vio despertar. 

Hermione apareció en el baño de las chicas, este estaba solo y seguro, su nudo en la garganta ahora era un ovillo de lana que no la dejaba respirar por el coraje.

Al dejar caer su ropa en el suelo no pudo resistir y empezó a llorar… ¿Qué actitud podía tomar? Estaba herida y no estaba exagerando, ella entendía que él estaba preocupado pero la trataba como una niña es más sentía peor, la cuidaba con una hija la cual tenía prohibido muchas cosas. ¿Acaso no le había demostrado madurez o fortaleza tantos años en Hogwarts? Todas las veces que lo enfrentó no pudo haber sido una niña delante de sus ojos… Las veces que decidía estar en desacuerdo, llamarlo petulante, desafiarlo con la mirada siendo una estudiante magnífica, aplicada al extremo y casi graduada con honores, ella no sólo era el tercio superior, era más hábil que cualquier otro egresado en varias generaciones ¿Qué diferenciaba a Hermione de ellos? La diferencia era simple, unos cuántos exámenes para culminar el año y las notas más altas de todos los estudiantes en diferentes grados.

Eso no era suficiente para Severus porque su temor le estaba haciendo comportarse de forma equivocada, reaccionaba de forma típica a su carácter pero equivocado a más no poder.

La joven limpió sus lágrimas mientras el agua tibia caía sobre su rostro, se había metido en la primera regadera. La soledad le ayudaba a estar calmada, a estar centrada y atenta.

Quizá no estaba tan molesta pero sí triste y no iba a aceptar más tiempo el hacer todo lo que Severus le decía que haga.

***

Había pasado unas tres horas desde ese baño tibio en las regaderas. Fue con Hogwarts para estar pendiente de cómo se harían las cosas mientras permanecían en esa escuela. Después se dirigió a la sala donde se servía el desayuno, era un poco tarde pero quizá podía alcanzar algo.

Habían pocas personas, algunas de las chicas de último año, algunos prefectos de Hogwarts y los profesores todos reunidos en la misma fila de lado derecho en esa gran sala.

Distinguió a varios profesores y entre ellos esa sombra negra que al verla se puso de pie frunciendo el ceño.

Ella no hizo caso a ese gesto, se sentó tranquila y se sirvió ella misma de ese banquete que apareció delante de sus ojos.

Al terminar el desayuno, la joven estudiante se fue hasta el patio central donde suponía podía encontrar a sus conocidos pero no pasó eso.

——

En ese patio central estaba Remus, Pomfrey y Hagrid planeando la reunión de la orden que sería en la tarde en algún lugar de ese castillo. 

Hermione tomó valor con la pena y se acercó a su profesor.

-Profesor Remus, disculpe que lo interrumpa. (Dijo con sutileza y este se apartó de los demás)

El profesor al verla abrió los ojos en señal de saludo y luego le extendió la mano para apretársela y no pudo evitar que esa imagen llegara a sus ojos como en un flash. Trató de concentrarse, aclaró la garganta y se puso serio.

-¡Qué bueno verte, Hermione!

-Lo mismo digo, Profesor Lupin. ¿A qué hora va a reunirse la orden?

-Después de la comida, iba ser en una hora pero Severus tuvo que salir, se ha ido con algunos aurores, han visto a Minerva en Londres, creo que está hospitalizada en un centro Muggle… Pero no están seguros que sea ella por eso él decidió ir personalmente.

-¡Por Merlín es una excelente noticia! (Dijo la joven estudiante)

-Así es…

-¿Entonces… Dónde nos reuniremos? (Dijo la joven curiosa)

Remus bajó la mirada e hizo una mueca con su boca de “Lo lamento”…

-Perdón Hermione pero me temo que no puedes tener esa información.

-¿Por qué no? (Se quedó sorprendida)

-Severus te… Sacó de la orden y nos ha prohibido darte esa información.

-¡Él no puede hacer eso!

-Sí mientras sigas siendo estudiante de Hogwarts, él es el director.

-Eso ya lo sabía pero yo y él… (Hermione quería decirle más pero se aguantó, el coraje le llenó los ojos de lágrimas delante de Remus sólo permaneció callada)

-Habló conmigo, Hermione. Hace unos momentos… Y siento decirte que… (Fue interrumpido)

-¡Profesor Lupin, nos vemos más tarde! (Dijo Pomfrey acompañada de Hagrid)

-¡Está bien, nos vemos luego! (Dijo alzando la mano después miró a la joven para terminar de hablar con ella) ¡Vamos a caminar un poco… Hermione!

La joven lo miró a los ojos y aceptó…

La llevó hasta un lugar parecida a una biblioteca, habían mesas rectangulares, plumas escribiendo sin supervisión sobre pergaminos flotantes,  tomando tinta de los recipientes siendo detallistas con la caligrafía.

-Mira, sentémonos ahí (Dijo el profesor)

Hermione se sentó frente a él intentando no decir lo primero que estaba en su cabeza.

-¿Qué es lo que me dirá? ¿Qué lo entienda, que me ponga en sus zapatos?

-Eso era exactamente lo que mi mente pensó pero también pensó en otra cosa más. ¿Cómo es que una señorita estudiante con las mejores calificaciones, la mirada inocente y una belleza innata ha podido rendir su corazón a un ser como Severus Snape?.. Su carácter es fuerte, rudo, siempre dice lo que piensa sin temor a ocasionar una herida… Además de que no es muy agraciado…

-¿Cree que estoy equivocada al estar enamorada de alguien como él o de alguien mayor que yo?

-Ese es el problema y siempre lo será para ti si decides seguir con esto que tienen ambos. Él es mucho mayor que tú y por lo visto es obvio que siempre quiere tener el mando, mayor razón tendría para probar esa conclusión en ti. Él ahora no te ve como una simple estudiante, ahora eres muchas cosas en su vida. Él está enamorado de ti y casi te ha perdido dos veces, por eso le doy la razón… Si yo hubiera estado en sus zapatos así como él estuvo también intentaría proteger a mi esposa, pero intenta comprender como piensa porque si no lo entiendes ahora, nunca serás feliz con él. Lo conocemos desde que era joven, su soledad es lo único que lo acompañaba además de un amor escondido por la novia de un amigo.

La joven bajó la cabeza, ella sabía perfectamente eso, que no tenía que tratarlo como un niño o un hombre débil o intentar contradecirlo si este quería cuidarla. Pero estaba molesta porque no la tomaba en cuenta, la creía incapaz y quizá los últimos fallos le daban puntos a su favor… Y la llamó tonta…

-Lo sé… (Dijo la joven hundiendo más la cabeza en la mesa)

-Piensa bien lo que harás, yo no soy su amigo pero sé cuando alguien está enamorado.

-Gracias por el consejo, profesor. Tendré que hablar con él pero no creo que sea hoy.

-Hermione, ve a ponerte al corriente con tus clases, es mejor que estés concentrada en eso ahora. Mientras tanto nosotros haremos el siguiente movimiento esta noche, la reunión de hoy sólo será planificar cómo traer a Minerva y a los demás Gryffindor desaparecidos, al parecer Snape tiene una pista importante.

-¿Quién es? (Dijo la joven)

-Lo siento, no puedo.

El profesor se levantó de silla frente a ella, rodeó la mesa y se acercó a ella para tocar su hombro en símbolo de comprensión.

Mientras tanto afuera de esa estancia varios personajes aparecían uno tras otro guiados por el líder que ondeaba su capa con importancia, dando pasos firmes, rectos y orgullosos por el pasillo en dirección a reunirse pronto con la orden, con un sentimiento de satisfacción al haber encontrado a Minerva.

El pasillo estaba justo detrás de esa sala de lectura y una inquieta mirada mientras él caminaba con pasó firme poniendo sus ojos en esas grandes ventanas, lo llevó a ver cómo en cámara lenta, Lupin rodeaba a Hermione en un abrazo que para ella se veía cómodo. La joven pegó su cabeza en el pecho de cara cortada, mientras este la sostenía como Snape solía sostenerla.

Snape hizo una aparición hasta el interior de esa sala de lectura y con sigilo se acercó para no apresurarse a matar a Lupin.

La joven se separó de Lupin con lágrimas en sus ojos y este la miró con ternura mientras tomaba de su mentón…

-¡Ánimo, ve a clases!

-Gracias… (La joven estaba por darse la vuelta y chocar contra Snape pero Lupin añadió algo…)

-¿Cuándo te hiciste ese tatuaje en el cuello? (Le dijo Lupin a la estudiante)

Esa fue su sentencia…

Snape abrió los ojos dándose cuenta que cara cortada nunca pronunció el hechizo “Revelatus” para poder ver esa marca en el cuello de Hermione, eso significaba lo mismo que la joven pensó antes de desaparecer frente a los ojos de los profesores.

Remus vio a Snape con un aire de querer golpearlo ahí mismo pero al acercarse más no lo hizo. Snape lo tomó del hombro y se lo llevó de ahí para interrogarlo.

La joven llegó frente a la lista de asignaturas pegadas en el pasillo más amplio del pasillo con una pregunta en su cabeza. “¿No se supone que podía verlo o si?” Exacto, sí era lo que aún no había llegado a su mente con rapidez, a Remus le atraía Hermione Granger, quizá todo apenas había pasado con el último incidente, quizá haberla visto desnuda comportándose como una mujer… “Qué bueno que Snape no lo escuchó” Dijo la joven en su mente.

***

Toda la semana Hermione había estado concentrada en sus estudios, las aulas nuevas eran un poco pequeñas y aveces incómodas, algunas asignaturas eran nuevas pero nada que ella no desconociera.

Todos esos días saltaba de clase en clase como la típica Granger de Hogwarts, la estudiante obsesionada con los libros y la presunción de sabelotodo insufrible.

Ella deseaba que el día no se fuera tan rápido porque recibiría una clase más, la de pociones y no precisamente con su profesor favorito.

Y como no se puede hacer nada contra el tiempo, ella ya estaba junto a los demás estudiantes expectativos por ver ingresar al director de Hogwarts mientras azotaba la puerta atrás de él.

-Buenas tardes, la clase de hoy será corta por falta de algunas herramientas. (Dijo con voz autoritaria sin mirar a nadie mientras que muchas letras con tiza blanca se escribían en la pizarra) La poción de hoy es un inhibidor de pensamientos, la persona que la consuma sólo sentirá la necesidad de decir la verdad frente a los que lo interroguen… (Levantó una ceja mientras se sentaba con los brazos cruzados en ese escritorio, tan erguido como un mástil) Cada quién tome un caldero, este trabajo será individual y sólo harán la primera parte de la poción, la segunda parte la copiarán con cuidado y en la siguiente clase lo harán solos… Harán también un ensayo de otras pociones similares a esta que tendrán que entregarme después de que hayan terminado con éxito la poción… Bien, pueden retirarse los que terminen de copiar.

Hermione lo quedó viendo sintiendo que lo extrañaba pero él no daba síntoma de querer entrar en su mente o si quiera mostrarle los mismos sentimientos. El rostro de su profesor permanecía en esos pergaminos que sostenía con las dos manos.

La joven estudiante tardó en copiar el contenido de la pizarra, a propósito por su puesto… Aún no lograba que él la mirase.

Rendida tomó sus cosas y se fue de ahí como si le hubiera roto el corazón.

Fue hasta su estancia y al sentirse muy sola regresó a la parte más alta de la sala de lectura donde sólo podían entrar los alumnos de último año.

Se acercó a esos grandes libros cafés y después de mucho tiempo sintió que extrañaba a Harry, Ron, Ginny, todos los demás… ¿Donde podían estar?

Las lágrimas por más que las retenía sólo le hacían recordar una y otra vez esas escenas de risas con ellos desde el primer año, todas las escenas de risa con unos padres que existían pero que nunca más iban a poder llamarla “hija”… Y esas escenas de cómo fue enamorándose de un maldito murciélago de las mazmorras.

Cerró los ojos recordando sus mimos y caricias con esas bellas y suaves manos que tanto admiraba, que la tocaban con sabiduría, la hacían sentir protegida, la hacían sentir como una mujer.

Se acercó a una pequeña ventana del extremo deseando poder verlo quizá vagando en ese gran patio, y así poder admirarlo de lejos, que se diera cuenta e intentara hacerla suya, convencerla como todas las veces jugando con su mente para perseguirla. ¿Es acaso que ella tenía la culpa?

Quizá esta vez estaba muy molesto y ahora no tendría tiempo para ella. Primero quería estar lejos de él pero se mentía y se mintió aquel día después que despertaron juntos como dos amantes secretos… Lo necesitaba, lo necesitaba tanto con ella, estar lejos de él no le gustaba nada.

Ella abrió los ojos, soltó el libro que tenía, este se estrelló en el suelo por una sensación repentina en su corazón… Cuando se giró vio unos ojos oscuros que admiraban su inquietud, sigiloso, sutil, sin entrometerse en sus pensamientos.

Ella avergonzada cerró los ojos para cerciorarse que no lo imaginaba hasta que él la tomó con fuerza y le dio un abrazo que parecía eterno para ella…

-Perdóname… (Dijo la joven con la voz quebrada) Pero no puedo estar más tiempo sin ti…

Él abrió la boca y con el mismo sentimiento en la garganta derramó lágrimas de sus ojos que no daban señal de tristeza sino de arrepentimiento.

-Perdóname tú, yo soy el tonto…

La abrazó aún con más fuerza y ella correspondió. La joven intentó soltarse y se lanzó a besarlo con todas sus fuerzas dejándose llevar por todo lo que tenía en su corazón, no sabía si era el lugar correcto, no sabía que quería él pero necesitaba desesperadamente que él hiciera con ella lo que quisiera.

Severus como leyendo su mente se concentraba en ese beso feroz que ella le brindaba. Se olvidó de dónde estaban y exploró con ella cada rincón de esos estantes de libros, dos sillas, un mueble que sostuvo sus caricias y el ímpetu que salía de sus cuerpos al unirse mil veces mientras hacían el amor.

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“El corazón tiene razones que la razón no entiende” – Anónimo

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