-¡Por favor! Antes que digas algo, prefiero que hablemos de la información que tengo. (Dijo Hermione)
Severus tenía cara de querer decir mil cosas pero se iba a aguantar, aunque su cuerpo casi no resistía el inflarse y explotar, ir por aquél atrevido y darle un puñetazo para dejarle esos hermosos ojos con pestañas largas, disparejos. Pensar en la combinación del color azul con el morado, la piel de mármol blanco con moretes verdes.
¡Ohh qué complacencia! Su rostro tramando ese acto le daba exceso de placer, su gesto serio y rudo transformándose con una sonrisa ladeada, expidiendo testosterona en esa mirada profunda y oscura…
-¡Deja esa mente en paz, no vas a gobernarlo! (Dijo Hermione temiéndose que se iba a desquitar de alguna manera Legeremáncica)
Severus permanecía callado…
-¿Severus?
Severus permanecía callado más tiempo pero empezaba a cerrar los puños.
-¡¿SEVERUS?! (Hermione hizo cara de “¿Cuál es tu problema?”)
Severus… permanecía callado…
Con la mente ida, muy lejos pero muy lejos, más lejos todavía… Sí sí, más de lo que te imaginas…
Permanecía Callado…
-¡Voy con Remus! (Dijo Hermione Rendida)
-¡TÚ! ¡Jovencita insolente y provocadora! ¡No vas a salir de aquí hasta que… Conversemos! (Dijo al principio con voz fuerte y luego esa voz pausada y cuerda que solía usar cuando el misterio quedaba corto)
Estaban en una habitación amplia, oscura al extremo gusto del respetable profesor Snape, era gris, las paredes escarchadas sobre los gruesos muros de castillo antiguo, piedra gruesa casi negra. Una cama al fondo de la estancia amplia quizá rígida e incómoda para dormir… Sí para dormir…
Pero, el mayor responsable y cabeza de Hogwarts no quería eso, ¿Cómo dormir con la amargura y con otros motivos en la cabeza?
La alfombra color vino tinto, las sábanas, el tul alrededor de esa fantástica cama, un escritorio en el centro, no podía faltar el angular derecho lleno de libros hasta tocar el techo. Unas lámparas con velas encendidas alumbraban el espectro rostro de Severus mientras miraba a Hermione con esos intensos ojos oscuros como para comenzar una persecución entre los muebles de la estancia. Una persecución mental quizá…
-¿Ahora sí puedes hablar? (Dijo Hermione)
-¡Sí que puedo! (Se cruzó de brazos caminando delante de ella y colocándose a unos pasos de la puerta que lentamente empezó a cerrarse atrás de él)
-Hay dos salidas y dos entradas en esta escuela, las dos están resguardadas con hechizos mortales. No podrás desaparecer y aparecer cuando se te plazca afuera de este castillo. ¿Dónde está Remus?.. No lo sabes tampoco. (Dijo serio)
-Sé que estuviste preocupado por mí y que no debía de seguirlos hasta el extremo izquierdo del tren. Siento mucho haberte hecho sentir así. (Dijo Hermione pensando que eso estaba en la cabeza de Severus)
-¿Qué recuerdas además de ver su rostro? (Usó esa voz interesante, caminó aún más lentamente detrás de ese escritorio hasta alcanzar la esquina, deslizaba su mano como buscando polvo sobre la superficie pero en realidad era como si probara a través del sentido del tacto.. ¿Probar qué? ¿Quién sabe?)
-No recuerdo haber visto su rostro, la tenía cubierta, casi no puedo recordar nada, no recuerdo haber despertado ni salido de la cama. Pero recuerdo que estaba frente a ellos como si me llamaran… Como si fuera una pesadilla.
-No tienes idea de lo que hiciste que sienta, sentí temor de perderte… (Gruñó) Es seguro que estabas hechizada, de la misma manera que han manipulado a Remus, Harry y Ron… Minerva aún sigue desaparecida, la han buscado por todo Londres, temen el que esté muerta o peor aún, prisionera de aquél joven mago. (Su voz empezaba a volverse más gruesa)
-¿Cómo sabes qué es joven?
-Por que lo vi… (Severus ahora se acercó a la mesa plateada con superficie de cristal, intentaba acortar la distancia entre él y Hermione de forma distraída pero esta se alejaba cada vez más a cada paso que él daba hacia delante)
-A veces te comportas tan extraño, Severus… Me da… Me da miedo…(Dijo Hermione sintiéndose asechada) ¿No vas a dejar que salga, verdad?
-¡No, no lo haré! ¡No dejaré que te vayas, jovencita!
Hermione sonrió nerviosa, no puede ser que ese hombre sea así de serio y misterioso y a la vez le siga haciendo sentir perder las fuerzas de las piernas por tenerlo delante, imponente, controlador, sexy… ¿Qué era lo que buscaba? ¿O quizá sí iba a realizar lo que deseaba su mente haber estado tan incómodo mientras el otro mago le coqueteaba?
Tomar a Hermione entre sus brazos y hacerla sentir que es sólo suya, que nadie tiene derecho de dirigirle la palabra, que nadie tiene derecho de contemplar sus labios o imaginar sentir la piel de su cuerpo bajo sus dedos, los toques seguros que él le daba cuando la tenía.
-¿Por qué te alejas? (Dijo serio haciendo un movimiento recto de su cuello)
-¿Qué intentas hacer? (Miró a Severus con desconcierto) Ammm, deberíamos ir con Remus, planear la defensa y seguir la pista de los desaparecidos. (Dijo la estudiante ya casi cayendo en el hoyo que cavaba Snape)
-No te preocupes de eso, Remus fue a Londres (Bajó un poco el tono de su voz) y tardará en llegar aquí, el día de mañana tendremos reunión, vendrán los aurores del ministerio acompañando a Hagrid, si mis cálculos son correctos… Después de eso no habrá descanso ni tiempo de acercarnos o quizá sí… Es mejor no perder el tiempo… (Siseo acercándose más a ella como una mamba negra venenosa) Tenemos toda la noche para los dos… (Habló pausado en sus últimas sílabas)
-¿Es una nueva técnica para conseguir lo que quieres?
-¿Yo esforzarme? (Dijo soberbio sabiendo que si extendía su mano para invitarla a la cama, ella no iba a mostrar ninguna resistencia)
-¡Qué seguro, profesor! (Dio pasos hacia su derecha como en un juego se sensualidad)
La joven se retiró el suéter, se quedó con la blusa que abrió hasta la mitad de su pecho para dejarle ver lo suficiente. Ella también sabía jugar con él pero esta vez no, ya se sentía derrotada, no podía verlo a los ojos, la miraba con tanta intensidad.
-Ven (Dijo con esa voz que aunque quería contradecir no podía dejar de obedecer)
Él extendió su mano quitándose la capa con levitación y exponiendo ese distinto pero mismo color de levita elegante negro ceñido a su tonificado cuerpo delgado y conservado, escondido para las miradas de otras personas, en especial a otras jóvenes y mujeres.
Hermione intentaba no ser tan fácil ¡Diablos! ¿Cómo podía hacer eso con ella después de conocerlo íntimamente? Cada que él lo insinuaba era irresistible, la suavidad de sus manos, esa perfecta sensación de delicadeza cuando la tocaba con cuidado, similar a cuando en una clase de pociones destapaba esos frascos de vidrio, cortaba sutil el tallo de unas ramitas, desojaba las plantas del herbolario o resbalaba de sus manos con la piel de sus dedos esos pétalos de colores.
-Vamos a la cama… (Dijo pausado)
El profesor estaba controlado en el deletrear de las palabras, usando su lengua dentro de su cavidad bucal, entonando el tono perfecto de voz.
¿Qué hizo ella? Usar su varita para verse sensual, estar descalza, estar libre.
Caminó hacia él que ya había llegado al borde de la cama sintiendo sus extremidades inferiores tocar la cercanía, el límite para estar sobre esas sábanas que terminarían desordenadas. Ella deslizó sus dos manos por su pecho subiendo sus brazos frágiles al rededor del cuello de Severus, la tomó de los muslos e hizo que se trepe sobre él, las piernas de la joven lo rodeaban por la cintura.
Así la cargó mientras esos besos apasionados ensombrecían la habitación que lentamente se oscurecía, sólo entraba una luz tenue parecida a la luz de luna. Probarla con sus labios era un deleite, tocarse con sus lenguas enredados en un baile infinito de caricias y acercamientos corporales, las sensaciones recorriendo ambos cuerpos subiendo la temperatura como un caldero a fuego lento los preparaba para lo siguiente.
Lentamente caía el levita, la camisa blanca elegante, el pantalón negro estorboso en esas intensas caricias, el torso de él se exponía para ella mientras las grandes manos tocaban los muslos de la joven, la acariciaban y subían lento por su piel alzando la tela de ese vestido interior como seda.
Para sorpresa de Snape, ella ya no tenía ropa interior…
Se deslizaron extendiéndose en la cama, él sobre ella perdiendo todo estado mental de cordura, besando y mordiendo la piel blanca marfil de la joven, se sentía tan bien tomar de su cintura y entrometerse en ella mientras seguía el camino de su desesperado y excitado sentido del tacto en cada pecho de ella dispuesto a recibir mojados y húmedos labios del pocionista.
-¡Por merlín, Severus! (Un rostro con cicatrices los sorprendió en la habitación)
Hermione se exaltó debajo del cuerpo de Severus mientras aún seguían unidos expirando el aire agitados.
-¡No puede ser que haya olvidado ponerle seguro a la puerta! (Severus cerró los ojos mientras sus dos brazos lo sostenían al rededor del cuerpo de Hermione) ¿Vas a quedarte ahí, Remus?
-¡Perdón!
El profesor Lupin sintió como agua fría que caía sobre su espalda, sorprendido y petrificado se dio la media vuelta, abrió la puerta, salió y esta se azotó detrás de él…
-¡Hermione! (Dijo Remus para sí mismo mientras se alejaba sin creerlo)
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“Las mentiras tienen patas cortas” – Anónimo
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