El Nuevo Mortífago Capítulo XLI 2da Parte – Final – Antetorum

 

Hermione sintió que se desplazaba a gran velocidad yendo y viniendo hacia atrás en un tornado, al llegar la calma le hizo persivir un aroma conocido, el aroma de un obsequio familiar impregnado en sus propias ropas. Apretaba los párpados queriendo despertar de inmediato pero al hacerlo tuvo la oscuridad de su mente que invadió con temor hasta que lentamente la luz empezó a cegarla, luz habitante de un sueño, sus manos, su cuerpo, el ambiente y las superficies tenían una estela brillante como en un sueño.

-¿Qué es esto, dónde estoy?-

-Es una alternativa, es lo que borrará el rencor en tu corazón.- Dijo la voz de un hombre que no había escuchado o quizá sí pero no podía ser.

Era una clase, una de primer año. El título de la hoja le indicaba que el primer día en clase de pociones.

¡Pum! Un ruido escandaloso y golpeado la sobresaltó. Un hombre alto de cabellos negros con rostro ceñudo y vestimenta negra se introdujo al aula con tosquedad.

-Nadie agitará la varita y hará encantamientos tontos…- La voz se le hacía conocida pero no.

Quiso poner atención y se dio cuenta por un artículo que había leído acerca de Hogwarts de que era el profesor Severus Snape de pociones. No puso atención suficiente en sus palabras hasta que la presentación ortodoxa, exigente de esos labios mayores exagerados y amenazantes terminaron de hacer ruido.

Él realizó una pregunta y su instinto juvenil, más el vasto conocimiento reciente la hizo alzar la mano.

-¿Y usted es?- Dijo el mago.

-Hermione Granger, profesor, buenos días.

-No me salude, diga la respuesta si la sabe.- Dijo el profesor terrorífico.

Ella respondió y no sólo a esa sino a dos preguntas más.

Pero él no la miró y siguió con la explicación de la clase.

Al culminar la extensa explicación del primer día y veinte ensayos propuestos por el adulto como tarea, los alumnos guardaron sus pergaminos y plumas e hicieron un gesto de alivio al levantarse.

Ella dejó caer sin querer una goma Muggle al suelo junto a un lápiz.

Al arrodillarse en el suelo para recoger los objetos, estos estaban flotando a veinte centímetros de la superficie, fijó la mirada en estos y atrás un par de piernas y zapatos serios la esperaban.

-¿Por qué trae esos objetos a clase de pociones?- Era la voz más escalofriante del mundo.

-Yo… Lo siento prometo que no los traeré más.-

El mago movió la varita cuando ella lo vio a los ojos y los objetos subieron a la altura de esos ojos negros avellanados.
Él empezó a observar curioso y en un movimiento certero cambió la mirada para ponerla sobre los ojos marrones de ella.

-Interesantes… ¿Cree que estamos en la escuela de la esquina de su casa?

-No, profesor. Lo siento.-

Ella se levantó y bajó la mirada al suelo avergonzada.

-Cosas muggles, usted debe ser de familia muggle. Yo que usted no presumiría eso.

-Perdón…- Dijo asustada con su pequeñita voz inocente.

-Respecto a su intervención en clase… Fue brillante.- La vio a los ojos y ella subió la mirada.

Las piernas empezaron a temblarle hasta que llegó al rostro y luego a las pupilas del profesor.

Lo vio por un par de segundo hasta que lentamente dibujó una sonrisa y él tomó los objetos flotantes con la mano derecha.

La siguió viendo a los ojos e hizo un esfuerzo máximo para sonreír a la pequeña.

-No crea que soy así normalmente. Pero desearía que la siguiente clase no levante la mano o participe hasta que la llame.- Fue rudo en esas palabras.

Ella mantuvo la sonrisa viéndolo a los ojos.

El mago le dio la espalda llevándose los objetos guardados en su bolsillo.

-SÍ profesor, gracias.-

-Otro día le devolveré estos objetos… Ahhh y por lo que a usted concierne, soy el temido profesor de pociones así que no le diga a nadie que hablé con usted y es más dígale a todos que no respiro.- Le dijo despectivo mientras se introducía al fondo del aula.

La joven tomó su maletín y salió casi corriendo, tenía una sensación extraña, se sentía orgullosa de sí mismo, se sentía asustada pero ese momento le causó placer.

***

Las manos de ella parecían flotar y no recordaba cómo pero ya estaba en otra clase más.

-Las infecciones dérmicas causadas por la menta del bosque se quedan en la sangre durante una semana razón por la cual el tratamiento de poción para combatirla se hace a tiempo en los primeros síntomas…-

Todos los alumnos hicieron silencio preguntándose ¿Cuál es la primera señal del envenenamiento?

-La primera señal para darse cuenta y tratar el peligro de muerte es que dejas de respirar y te caes de golpe en el suelo.- Añadió el pocionista con asco.

Los jóvenes horrorizados pasaron saliva.

-Asegúrense de estar acompañados si se les ocurre de pronto tocar una hoja de menta del bosque. También asegúrense que esta persona pueda cargarlos a la enfermera en menos de tres minutos.- Se volteó dándole la espalda a sus alumnos y añadió. -Pueden salir.

Esperó cinco minutos y como se temía la jovencita pequeña de rizos castaños estaba ahí viéndolo atenta con la maleta en mano y gesto preocupado.

-Pro… Profes…- No terminó de hablar hasta que fue interrumpida.

-¿Qué quiere, Granger? ¿No escuchó el otro día cuando le dije que no respiro?- Volteó a verla a los ojos.

-Lo siento, tengo preguntas.-

-Debí suponerlo con una sabelotodo como usted. ¿No fue suficiente lo que leyó en su libro antes de prepararse para mi clase de hoy?-

-Usted no dice nada de lo que está en el libro.

-Qué atrevida, parece que ahora quiere cuestionar mi forma de enseñar.

-No es eso, lo siento.- Bajó la cabeza.

-SÍ ¿Está cuestionando mi forma de enseñar? ¿No le pareció suficiente dejarla intervenir dos veces? Ahhh y por favor no se sienta mejor que otros por eso. Por favor retírese de mi vista.

-Yo, profesor… Sólo quiero hacer una pregunta.

-Está bien… La formula, le respondo y se va ¿Queda claro?-

La joven asintió.

-La menta del bosque es la más potente en su especie pero me preguntaba si con ella se puede realizar un perfume así como el que lleva puesto usted el día de hoy.

-¿Menta del bosque en un perfume?- Dijo lento con pausa exagerada. -Mmmmm.- Pensó.

Caminó hasta el escritorio y tomó algo de un cajón, lo sacó e hizo una seña para que ella se acerque.

Le entregó el objeto a la joven y ella con cuidado quitó el corcho para poder aspirar el olor.

-¿Es… Seguro?- Preguntó ella con timidez.

-SÍ, ¿Cree que voy a envenenar a la alumna más brillante de mi clase?-

“Ayy qué carácter” Pensó la joven. Y no pudo evitar volver a preguntar.

-¿Es el mismo que usa, verdad?-

-Es muy perspicaz e interesante, Granger. Es el perfume que uso así es.

La joven no abrió el corcho, sólo cerró los ojos y dijo:

-Calone, fougère aromático, menta del bosque, lavanda de tallo, coriandro, sándalo y el cedro blanco, neroli, geranio…- La jovencita frunció el ceño como si le doliera sentir y aspirar del aire el perfume del profesor. -Ámbar, tabaco, almizcle y musgo.- Al terminar de hablar sintió escalofrío, una sensación conocida la recorrió completa y le hizo estar bien.

-Su seguridad asusta Srta. Hermione. ¿Dónde aprendió a hacer eso?

-No lo sé, fue como si lo recordara. He de conocer cada uno de los ingredientes de forma individual sólo eso. ¿Entonces usted le quita el veneno a las hojas?

-No, le quito el veneno a toda la planta con un procedimiento que sólo yo sé el cual no consiste en usar magia. Ahora retírese, tengo cosas que hacer.

La joven iba a decir algo más pero no lo hizo, dio media vuelta y se fue dejando el pequeño frasco sobre el escritorio del profesor.

Cuando ella se fue el mago se dijo en la mente.

“Tan pequeña… ¡QUe me perdone Merlín pero es una maravilla interesante para explotar!”

***

Casi un mes había pasado y la joven alumna molestaba a su profesor siempre con preguntas. Le pidió el libro que él usaba donde estaban sus apuntes acerca del perfume y él accedió a prestarlo con la promesa de que se lo devuelva en un mes.

Al pasar quince días más, Hermione se sentía genial por memorizar cosas a los que otros no tenían acceso, la personalidad de su profesor empezaba a pegarle en la suya “contagiándola” de formas y maneras en su comportarse, al menos eso creía ella.

Un día junto a unos compañeros de escuela vio a su profesor pasar por el pasillo, lo siguió hasta que este fue a visitar a Hagrid. Cuando salió de esa cabaña lo saludó enérgicamente como si fuera su amigo delante de un niño de lentes y un pelirrojo.

El profesor volteó molesto porque se lo había advertido. Caminó hasta ellos y les borró la memoria.

A ella la tomó por el hombro para desaparecer con ella y aparecer en la sala de la directora Minerva donde la acusó de confiansuda e impertinente.

Al salir de la sala de la directora ella se acercó y le dijo:

-¡¡¡Hágalo de nuevo por favor!!! Fue tan divertido… Y esas ganas instantáneas de vómitar ¡Wow! ¡Por. Favor! ¿Enséñeme a aparecer, sí?

-GRANGER usted tiene dos llamadas de atención ¿Cómo puede estar feliz?

Así lo estuvo molestando por unos días pero no delante de otros sino enviándole notas voladoras que lo interrumpían en su despacho.

***

La joven leía acerca de la menta del bosque cerca de los palcos del campo de Quidditch, era una especie de escondite al aire libre descubierto ya hacía dos meses desde que llegó a Hogwarts cuando no quería leer en la biblioteca.

El profesor, ese profesor mal humorado de pociones le parecía un excelente ejemplo a seguir, alguien a quién admirar.

Le dejaba intervenir en cada clase o decía delante de todos para molestarla “Srta. Granger, avergüence a sus compañeros con su inteligencia presuntuosa”
Y después de eso le daba un miserable punto para su casa de Griffindor.
Ella al principio lo tomaba a mal pero luego utilizó eso como situación motivante para esforzarse aún más.

El profesor nunca le hablaba bien en clase pero era un poco distinto cuando ella decidía molestarlo con preguntas después de sus horarios o en los pasillos cerca de la cena.

Después de clase él la amenazaba diciendo. “Recuerde que tengo magia y puedo desaparecer todo rastro suyo de identidad si le dice a alguien que consiento sus preguntas curiosas al final de cada jornada y que le estoy enseñando cosas que a otros no.”

Ella sonreía cuando él se hacía el malo porque le empezaba a agradar esa forma suya de ser.

***

Ahí escondida entre los palcos del campo deportivo a un día de cumplirse el plazo fue perturbada por su temible profesor.

-GRANGER, es usted una insufrible y detestable sabelotodo a la cual no se le acaba el afán por tener conocimiento. De tanto leer su cerebro se derretirá.

-Profesor Snape, gracias por el cumplido.- Ella lo dijo como cantando.

-De nada pequeña…- Hizo voz gruesa. – ¿No puede acabar ese libro aún? Le dije que me lo devuelva en un mes.

-Mañana termino, sólo memoriso sus compatibles, complementarios y mezclas inocuas… De leer terminé hace veintiocho días.

“Maravillosa, es una pequeña excepcional, podría aprovecharla, podría conseguir tanto de ella o simplemente ser su mentor” Pensó el mago. “Me recuerda tanto a mí, quisiera adoptarla y ponerla en… Una jaula.”

-Mmm presumida como siempre no quepa duda.- El mago rodó los ojos al usar un tono aburrido.

-Gracias.- La joven sonrió viendo al mago y guiñándole un ojo.

La chica no sabía cuándo había dejado de tenerle miedo y hasta había conseguido sentirse en confianza a pesar de ser sumamente reservada con él.

Pero era una joven al fin y al cabo, había concentrado tanto sus sentimientos en sorprender a ese profesor que su interés se volvió más personal.

Las actitudes y personalidad ante él se transformaron en gusto por complacerlo y maravillarlo pero también a su corta edad empezó a imaginarse caminar con él de la mano para ir a tomar un jugo de calabaza por el parque de diversiones cerca de su casa.

Él le era increíblemente atractivo a pesar de ser un amargado renegón, un hombre que no se podía traspasar fácilmente y menos conquistar con simplezas.

-Profesor, ¿Tiene novia?

-Eso no le interesa a una jovencita de once años de edad con personalidad desquiciante y terrorífica.

Él se sentó a su lado y ella cerró el libro.

-SÍ me interesa.- Dijo en tono serio. Se acercó para apoyarse en el hombro del profesor sin pedirle permiso.

-¡Granger, no se quede dormida nuevamente porque tuve que desechar mi capa negra cuando usted la dejó babeada la semana pasada.

-Profesor yo me quiero casar con usted. No me interesa si parece una locura o si le parece una ocurrencia de medio día.

-Ayy Granger, mejor aprenda a amarrarse bien las cuerdas de sus zapatos.- Levantó la ceja cuando sintió el calor de ese tierno cuerpecito inocente en su hombro.

La jovencita gustaba de él, ya se había dado cuenta… Bueno… Ella se lo confesó cuando le pidió el libro de menta del bosque para leerlo.

-No bromeo, sólo espéreme unos seis años y podré ser suya para siempre.

-Está desquiciada no diga eso, mejor duerma.

El se quedó a su lado todos los viernes en el mismo lugar hasta que ella cumplió dieciocho años y con esto una sobresaliente estudiante experta en pociones y defensa contra las artes oscuras. La joven más que lealtad le debía todo su conocimiento a ese profesor amargado.

El día que cumplió diecisiete él le obsequió una cadena de oro-plata, se lo entregó en las manos y luego se lo colocó en el cuello.

Le preguntó.

-¿Qué hará cuando se gradúe?- Dijo en tono curioso.

-Seré la mejor bruja alquimista de Sanmungo, me arrepentiré un mes entero de haber estado en Gryffindor y no en Slytherin todos estos años, también me arrepentiré el haberle insistido que sea mi novio por tanto tiempo.- Su voz era madura sus facciones más delineadas, era una joven mujercita soberbia, obediente pero orgullosa.

-Hermione, te voy a extrañar. Ahora explícame ¿Por qué sales con ese tonto pecoso, Wesley?

-Son habladurías, no salgo con nadie… ¿Y además qué le importa?- Lo vio desafiante a los ojos levantando una ceja como él lo hacía.

-SÍ me importa porque no puedes salir con alguien tan sopenco como él, no desperdicié tanto tiempo haciendo que seas lo que eres para acabar teniendo muchos mocosos pelirrojos y luego hacerles roponcitos mientras estás deprimida pensando en que te arruinaste la vida.

-Eso es otra cosa que haré cuando salga de aquí.

-¿Qué harás?- Le levantó una ceja curioso.

-Convencerlo de que estoy enamorada de usted de que nunca le he mentido mientras crecía, me calló tantas veces pero ahora ya no puede hacerlo, casi me gradúo en un año más. Luego en un futuro no muy lejano voy tener muchos mocosos pero de cabello negro, de rostro atractivo, mirada seria y profunda como la de usted.- Le sonrió coqueteando con él. -Voy a casarme con usted.

La joven se adelantó al rostro sorprendido de su profesor, con lentitud y breve sutileza se acercó hasta el cuello de él para aspirar el perfume que ella le había estado haciendo desde los doce años de edad, entregándole como obsequio cada navidad, copia de la original receta que pudo percibir cuando tenía un tiempo de conocerlo.

-Puedo sentir el sabor de la menta y un poco de poción en mi lengua cuando estoy cerca a usted, respirar su perfume es…- Cerró los ojos. -Voy a extrañarlo con todas mis fuerzas.- Dijo ella arrebatada y sin temor de ser rechazada de nuevo.

Cerró los ojos y lo besó en la mejilla tan lento que pareció una marca caliente de un hierro al rojo vivo sobre la piel del mago.

Para él fue como el golpe más fuerte que pudo recibir porque simplemente lo enloqueció.

-Yo también lo extrañaré, profesor qué pena que no le gusto ni un poquito.- Repitió la joven.

Ella se levantó del pasto y se dispuso a darse la vuelta para irse pero él la tomó de la mano y la jaló hasta hacerla caer al suelo de rodillas.

Cuando ella estuvo en el suelo frunció el ceño intrigada porque no se esperaba esa reacción tan poco ortodoxa de su respetable profesor.

-Espera.- Dijo él con el corazón acelerado en milésimas de segundo que aumentaba con cada respiración suya viendo lo hermosa que era.

Y entonces se acercó al rostro de la joven para tomar sus labios y…

Un beso… Tierno al principio, pasó a ser húmedo hasta el extremo de sentirse con el sentido del gusto, el sentido del olfato y el sentido del tacto. Mezclados en una sola sensación eufórica que quitó la seriedad en la cara de su alumna y la convirtió en placer que incrementó en deseo desesperado de tocarse más.

Se acostó sobre ella, siguió y siguió hasta quitarle el aliento y hacerla alucinar, imaginar muchas cosas posibles con él incluyendo arrancarle la ropa negra y dejar que él la haga suya ahí mismo.

La joven confundida se alejó del profesor unos centímetros para lograr capturar aire y decirle:

-¿Por qué?- Suspiró. -¿Por qué me hace esto?— Usó un tono fuerte y reclamante que sonó débil por la falta de oxígeno.

-Porque quise que seas mía desde que cumpliste quince años de edad.

——

Entonces el tornado regresó, un tornado de confusión la atarantó en ida y venida hasta que la hizo despertar frente a él en ese refugio oscuro frente a la playa.

-¿Cuál Granger?

-Jajajaja… Sabes que eligiré el segundo donde te dije que quería casarme contigo desde que era una niña. ¡Es increíble, todo fue tan real, pude sentir cada día durante todo ese tiempo! ¿Cómo lo hiciste? ¿Fue la cadena… Y tu magia?

-Te lo contaré cuando ese mocoso de cabello negro que crece en tu interior nos conviertan en una familia.

Él le recordó que ella le pertenecía pero no contra su voluntad, nada de lo que ellos habían vivido se había convertido en pasado, una falsedad disfrazada, porque todo lo que pasó entre ellos fue real como todo lo que después pasaría.
Tan real como la magia que empezaba a multiplicar las células crecientes y microscópicas en el fruto entrañable de Hermione. Algo que no podían ver, algo que aunque se separasen los iba a unir por siempre, más que la magia en sus almas, más que un recuerdo, más que algo concreto, era una sola palabra.

“Antetorum”

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.
.


Fin

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“La gente piensa que sabía muchas cosas, pero no. Cuando me lo ofrecieron creo que sólo habían escrito tres libros. Así que en general yo me iba enterando.
Al mismo tiempo que los lectores cada vez que salía un libro lo abría y decía: Mmm parece que sigo…“ – Alan Rickman

***

Has llegado al final del El nuevo Mortífago, muchas gracias por seguirme en estos locos capítulos, le agradezco a mi querida Yemel el haberme insitado a escribirla hace miles de años… Jajaja,
hace años y darle unos últimos capítulos contemporáneos.

Definitivamente
seguiré escribiendo Sevmione porque me quiero desquitar con estos personajes que tanto he aprendido a amar en pocos meses.

Severus y Hermione han sido más que mis personajes en estos meses lejos de casa, han sido como mi familia, recuerdo la visita de mi hermana cuando le dije por febrero…

“Tráeme esa bendita agenda mía atea que está en mi habitación en casa de los viejos”
y ella me decía “No encuentro esa agenda”

Recuerdo que puso la habitación y mi biblioteca personal de patas arriba (Mi madre se encargó de informarme acerca de eso desde Lima.)

Y esta Yemel llevó esa historia volando desde Lima hasta la Rivera Maya, Veracruz y finalmente con Don Benito Juárez en CDMX. Aquí al fin, para tenerlo en mis manos y empezar a copiar hoja por hoja.
¿Por qué no vino de frente desde Lima? Porque la condenada se fue de viaje a Cancún para ver a su novio Inglés.

Muchas gracias de nuevo, saludos a todas y todos mis respetables lectores, les invito a leer mis otras historias.

Pdta: Pronto el Epílogo.

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