(Este capítulo tiene escenas para mayores de 15 años) – Si eres una persona susceptible, evita leerlo.
___________________________________________________________________
Los besos de Severus eran intensos como si se hubiera estado deteniendo a mostrar su fuerza. Quizá la impresión que daba era desconocida y es que ante otros… ¿Cómo podían adivinar esa actitud desinhibida y sexual en él con sólo ver la oscuridad de la tela que lo cubría a través de esos pocos rayos reflejan-tes sobre su piel pálida en los pasillos del castillo?
Esa mirada interesante escondida en los rincones del comedor detrás de su diario, mientras tomaba una taza de café, mientras leía esos pergaminos, cuando estaba frente a esos calderos que expulsaban humo brillante, en la biblioteca sosteniendo un libro prohibido como si fuera cualquier historia para niños, cuando vigilaba a los alumnos antes de salir el sábado incluso antes de acercarse a él para recibir un “placentero” castigo. La miraba desde hace mucho tiempo… Ahora podía darse una idea de lo que ocurría en su mente de lo que quería hacerla sentir, imaginaba un día como ese, la oportunidad de tocarla así.
Para Hermione era interesante esta situación, no sólo era el aroma que expedía de su transpiración con perfume hecho en caldero, como elevada del suelo no sólo por la fuerza que él ejercía sobre su cuerpo, ni la aparente sabiduría de sus toques, era que sus piernas parecían flotar, era que su vientre quemaba quizá por la sangre concentrándose en su cerebro y en sus genitales, quizá la electricidad de su sistema nervioso hacía que los pies no le funcionaran. Se dejaba llevar por cada apretón de sus manos sobre sus caderas, ese deslizar desenfrenado tocando sus glúteos mientras la pegaba a él.
Sí, él estaba sobre excitado y la culpa era suya.
Severus tiró su varita al suelo junto a la capa negra, sus ojos oscuros parecían que miraban pero estaban perdidos en el interior de su mente encendida, concentrados en su agitación incrementada cada que podía ver más piel blanca y suave de ella, no lo desaprovechaba, no le iba a quitar la ropa en un segundo, esta vez iba a tomar todo el tiempo del mundo, se la arrancaba poco a poco tratando de no lastimarla, ya no iban a ser interrumpidos ni con diez guerras en Londres.
La aprisionaba aún cuando sólo estaba su ropa interior rosa cubriendo sus pechos, cubriendo su delicada intimidad.
Ella quería hacerlo retroceder y caer en la cama pero él no le dejaba. La joven trató una vez más hacerlo dar pasos en dirección a esa blanda superficie pero las piernas no le reaccionaban.
La cargó, él aún tenía el levita puesto pero sus botones estaban esparcidos por el suelo porque ella se la abrió a la fuerza, igual le pasó a su camisa blanca y los botones del pantalón. Él quería tener el control pero moría de curiosidad… ¿Lo haría, querría hacerlo de nuevo?
Sí, Hermione quería. Así que lo hizo retroceder hasta el borde de la cama mientras los labios de ambos no se despegaban, él inclinado levemente al ser más alto que ella, retrocedió un paso más e hizo que esta se sentara sobre sus piernas, Hermione se deshizo de toda la tela que estorbaba sobre él, con su varita le quitó el pantalón y se hizo hacia delante haciendo que él se acostara sobre la cama sintiendo todo el peso de ella sobre su pelvis, rosándose peligrosamente, sintiéndose a través de sus prendas interiores. Pero no estaba concentrada en eso… Su atención eran sus besos sobre el cuello del profesor, su oreja, su barbilla y lentamente bajar por su pecho.
Ella ni si quiera había llegado a la mitad de su esternón con esos besos suaves y húmedos sobre la piel pálida pero él ya cerraba los ojos imaginándose todas esas sensaciones a punto de culminar.
-Mmmmm niñaaaa (Su respiración varonil era agitada y grave)
Ella empezó a bajar más y él hacía lo mismo que aquél día, sus brazos estaban extendidos a ambos lados de la cama sujetando las sábanas con sus puños, pasó después de un segundo sobre su cabeza peinando desesperado los cabellos negros, su otra mano acariciaba el cabello castaño de la joven, el rostro delicado e inocente de ella mientras esta poco a poco se acercaba a su pelvis.
-¡Mmm Hermione! (Suspiró inclinando su cabeza hacia delante)
Quería observar todo, quería ver ese momento preciso, esos ojos inocentes verlo con deseo mientras los labios rosas eran mojados por una peligrosa lengua roja muchas veces.
-¡Oh por favor Hazlo..! (Dijo él despacio, pero se arrepintió por haber sonado tan apresurado)
Ella llegó hasta el borde de su bóxer y siguió de largo hasta estar sobre la tela estirada por el bulto formado en la entrepierna de su profesor, lo tocó delicadamente con dos dedos de su mano derecha y luego le antojó darle unas cuantas mordidas pequeñas y suaves para continuar con tiernos besos sobre la cúspide.
Los ojos oscuros la miraron y él casi fue derribado en ese instante. Ella con su otra mano jaló la tela del borde e hizo una intromisión para poder sacarlo con suma delicadeza. “¡Santo Merlín ¿Por qué era tan excitante ver su delicada mano sujetarlo así?!” Decía en su mente adulta.
Él se hizo hacia delante apoyado en sus codos, no podía perderse lo siguiente.
La joven lo miraba con una sonrisa ladeada sujetando su intimidad mirando directo a esos ojos oscuros que brillaban por la poca luz filtrada a través de esas cortinas.
Mordió sus labios y luego los mojó deslizando lentamente su lengua, se acercó despacio para besarle apenas rozándolo. Pero no fue hasta que sacó su lengua donde él se hizo de nuevo hacia atrás, cerró los ojos mirando tan sólo con su mente la humedad de esa lengua subir por el camino de la longitud total, la piel de su intimidad bajando y subiendo con ayuda de esa pequeña mano, mano que guió su virilidad a esa inocente boca… Lo apretaba, sentía su lengua, la saliva deslizarse en conjunto con su mano en un ritmo agonizante.
-¡Por merlín! ¡Ohhhh! (Él apretaba sus labios como respuesta al sentimiento placentero de esos labios rojizos)
Su pecho subía y bajaba por la respiración entrecortada de la excitación. Volvía a verla y después se arqueaba hasta que después de unos minutos sólo sostenía ese rostro con las venas brotando de su frente, cuello, rostro entero como haciendo fuerza ante a ese acto.
-¡Esperaaaa!¡Si sigues… voy a terminar! ¡Ohhhhh por merlín! (Severus apretaba la mandíbula, casi no pronunciaba bien las palabras)
Pero ella lo ignoró, lo estaba disfrutando, disfrutaba tenerlo así a su disposición desesperado y sufriendo el aguantarse el culminar.
-¡Uffffff! (Hizo una mueca de presión que hinchaba más las venas de su rostro enrojecido)
-Mmmmm, sabe tan bien… (Hermione intentaba apresurarlo con su voz, no quería perderse las consecuencias finales)
-¡Ohhh pequeña, ya no aguanto más! (Los ojos del pocionista estaban enrojecidos)
Ella empezó a succionar con más devoción, apretando el largo con delicadeza entre sus dedos, sabía que él no podía soportar más, la cúspide quemaba en su lengua, estaba más hinchada, sentía que latía. Las piernas de él se tensaban y su estómago se contraía levemente.
-¡Espera! ¡Espera! ¡Mi amor, espera! (Acarició el rostro de la joven intentando safarse y tomarla de la cintura)
Su rostro estaba rojo, desesperado… Ella sólo había conseguido unas tímidas gotas.
Ella se retiró el brasier y la trusa para quedar desnuda, en su mente joven sabía que él no iba a querer terminar así.
Severus se daba un respiro hondo, la acostó en la cama con delicadeza, la admiraba, la amaba, esa joven estudiante era suya, poder tener la dicha de besarla en cada rincón de piel que apreciaba era mejor que todos los sueños de su pasado, era mejor que haber vuelto a la vida.
-¡Te amo, Hermione!
Seguía besando su cuello, la piel de sus hombros, su vientre plano. Ella arqueaba su espalda por inercia al sentir las manos suaves del pocionista posarse sobre sus pechos, bajar hasta sus caderas usando esos besos húmedos, él a veces no se medía en la fuerza que usaba al subcionar su piel, la dejaba marcada, enrojecida, con leves círculos rosaseos. Llegó hasta su pelvis para besar esa delicada intimidad femenina, la tocaba al mismo tiempo que deslizaba su áspera lengua entre esos pliegues de piel más delgada en la mujer, húmeda por él, una reacción sana de sus glándulas corporales al entregarse voluntariamente en sus manos.
¿Que si sabía cómo tocarla? Por su puesto, él no tenía por qué haber leído revistas muggles ni si quiera haber practicado con otras mujeres, él tenía la experiencia de mil libros pasado por sus ojos, escritos por brujas que enseñaban sexología en san mungo. ¿Severus leía de eso?.. ¡Clarooo! Él sabía de todo, incluso hacer pociones para durar más en ese acto íntimo con ella.
La tocaba con cada milímetro de perfección, él lo sabía y no sólo por los fuertes gemidos de ella mientras se retorcía debajo de sus manos.
-¡Mmmmmmm, Severuss!
Ella no se lo esperaba pero él la volteó y se pegó más a su cuerpo subiendo de rodillas a la cama detrás de ella haciendo que esta quede igual que él viendo hacia el muro, se acomodó de tal modo que sintiera su virilidad entre sus piernas, deseoso por estar dentro.
Besaba su cuello, lo mordía, apretaba sus glúteos y muslos aprisionándola contra él, la inclinó deslizando sus manos por su espalda, la mordió muchas veces en varios rincones de esa blanca piel, no podía evitarlo, era tentador.
Acomodó su suave cúspide, mojada por sus propios fluidos y la introdujo dentro de ella con suavidad para quedar conectados en esa excitante posición. Ella apoyaba su cabeza sobre una almohada que atrajo con sus débiles brazos. Él reposaba una de sus manos sobre la blanca piel de la espalda, con la otra mano sujetaba su cadera para salir y entrar en ella.
-¡Ommmmm! ¡Ohhhh! (Gemía haciendo un ruido ensordecedor, la voz de Hermione era el acabose para el profesor)
Lo hacía con agilidad y precisión, sabiendo exactamente cuándo hacerlo más rápido y cuándo reducir la velocidad, su mano la tocaba sabiamente mientras tanto, la haría llegar en cualquier momento.
Esa forma, ese instante era grabado por los dos, no eran simples amantes, eran dos enamorados volviéndose locos. Experimentando con sus cuerpos lo que no se podía en sus íntimas conversaciones mentales.
-¡Mmmmmmmmmmmm! ¡Ohhhhhmmmmmm!
-¡Sí pequeña!
-¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhh Severus!
Ella culminó entre gemidos ahogados, su cuerpo por dentro se inflamaba y apretaba cada vez más con un temblor que, aunque quiso no pudo evitar parar.
Snape terminó unos segundos después dejándola oír esa ronca voz mientras se encorvaba hacia delante en los últimos espasmos de expulsión energética acumulada en sus epidídimos.
Después de eso la aplastó con su peso mientras ella dibujaba una sonrisa sutil de satisfacción y él recuperaba aire en el delicado cuello de su joven novia.
– ¿Estás bien? (Dijo un poco agitada)
-Perfecto, ¡Ufff! Aunque mi corazón se sale de mi pecho. (La agitación de Severus era razonable)
Él hizo un último esfuerzo para acostarse en la cama de lado y atraer a la joven cerca a él, pegada a su pecho.
-¡Sí que late muy rápido! (Dijo la estudiante al sentir esos latidos en su espalda)
-Tu corazón también late así por mí ahora y tan sólo con verme desde hace dos años atrás. (Dijo Severus usando esa voz interesante, trataba de respirar con normalidad mientras dejaba que se dibuje una sonrisa pícara en su rostro)
-¿Eso le da ilusión, profesor? (Dijo ella con un sentimiento de gracia aspirando profundo una buena porción de aire para terminar de recuperarse)
-¡Vamos, Granger, admítelo, estás… muerta por mí!
-Jajajaj claro que sí lo estoy, y me da risa cómo lo dices así con tanta soberbia.
-No soy soberbio. Sólo me han enseñado a decir la verdad. (Su voz regresó a ser la misma, ronca, conquistadora y seria)
-¿Cuándo vas a cambiar, Severus? Jajaja.
-¿Cómo quieres que sea, princesa? ¿Quieres que sea fuerte? ¿Quieres que sea cursi? ¿Quieres que sea sexy? ¿Quieres que sea cariñoso? ¿Quieres que sea rudo? ¿Quieres que sea… malo? ¿Un hombre perfecto quizá?
-Me encanta cómo eres, no me refería a que cambies de verdad.
-¿Sabes por qué te encanta? (Dijo interesante cerca a su oído y en voz baja)
-No lo sé… ¿Por qué te acepto tal cual eres?
-No, pequeña… Es porque soy todo eso que mencioné y más.
-Hahahahah (Apoyó su cabeza en la almohada rendida de perder ante él)… ¡Por lo visto también eres gracioso además de ser fuerte, sexy, cursi, rudo, cariñoso, malo y perfecto… ¡Claro, no hay que olvidar eso último!
-A ver respóndeme… ¿Qué me fal-ta para -ser- perfecto? (Dijo él con seguridad utilizando esas desesperantes pausas de malo)
-¿Cómo voy a responder contigo asechando mi oído? (Dijo la pobre Hermione queriendo reír de nervios)
-¡Inténtalo, vamos! (Severus la animó a responder mientras besaba su cuello y oreja)
-¡Está bien, está bien!.. ¡Eres todas esas cosas! Pero lo que más me gusta de ti es sentirme protegida cuando me abrazas o ver cuando frunces el ceño porque te hice enojar. Me gusta mucho que seas verdadero conmigo…
-¡Ya ves, hermosa!.. Y tú… ¿Sabes qué me gusta de ti?
-¿Qué te gusta? (Dijo curiosa)
-Que tienes buen gusto… (Dijo en tono serio pero luego rió)
-¡Severus! ¡Eres insoportable!
Ella se hizo hacia delante intentando zafarse de su agarre.
-¡Jajaja, Vamos estaba bromeando! No te alejes, ven, regresa, espera Hermione. (Logró que ella regresara a estar apoyada en su pecho) A mí, me gusta todo de ti… Tu sonrisa, tus ojos, tu cara, esa forma tan dulce de hablarme…
Hermione escuchó atenta hasta que entre cerró los ojos por sospechar que…
-¡Eyyyyyyy, esa es una canción! (Gruñó la pequeña)
-Jajajaj, perdón es que estoy feliz, me siento muy feliz… ¡Está bien, no te exaltes! Pero estoy siendo sincero, no necesito pensar qué me gusta y qué no me gusta de ti porque… ¡TE AMO! ¡Te amo pequeña, Granger! Y porque te amo no podemos seguir jugando a ser novios a las espaldas de todos, no podemos seguir teniendo intimidad sin arriesgarnos a quedar embarazados.
-En eso tienes razón… ¿Qué debemos hacer si Minerva no está y yo …? A eso añádele que eres profesor y yo una indefensa estudiante…
-¿Eso es lo que crees, Granger? Siento como si no quisieras hacerlo… Pones tantas escusas…
-¿A qué te refieres?
La joven se acomodó frente a él para mirarlo a los ojos.
-Tú no quieres seguir con esto. (Hizo una voz digna)
-Pero, ¿A qué te refieres? (Dijo ella confundida)
-A esto, a nuestra relación, a casarnos.
-¡Severus, estás equivocado!.. Aunque debo admitir que tengo temor… Pero es por todo esto que en ningún lugar estaríamos seguros.
-Por eso debemos casarnos a escondidas. ¡Ya lo quiero! (Dijo un poco sobresaltado y mandón)
-¡Oh vaya!… ¡Está bien, tú ganas!
-¡No, no se trata de ganar! Tienes que entender que no soy un jovencito de diecinueve años, esto es serio para mí. ¿Acaso no es serio para ti, niña? (Sí se podía sentir la autoridad en su voz ronca)
-Sí lo es, Severus… Pero…
-Ya lo sé… Quieres a tus ineptos amigos como testigos, incluyendo a Ron Weasley.
-¡Parece que lo detestas!
-No parece… ¡Lo detesto!
-¡Nunca pasó nada entre nosotros, Severus! (Hermione empezaba a enojarse)
-Sí que pasó, en la cámara de los secretos.
-¡Grrr! ¿De verdad quieres terminar discutiendo? (Dijo ella a punto de explotar)
-¡Bien… Está bien, no quiero eso!.. Lo que quiero es que tú y yo nos vayamos para siempre de Londres, de Hogwarts, de todos los malos recuerdos y pesadillas que nos persiguen.
-Si tú me enseñas cómo, Severus… Te juro que iré a donde tu vayas… (La voz de ella era un poco triste)
-Sólo espera, pequeña ya estoy cerca de encontrar al mortífago.
-Confío en ti. (Lo abrazó con fuerza ahí en la cama)
Se quedaron un momento en silencio…
-Remus sabe que estoy enamorado de ti.
-¿Tú se lo has dicho? (Preguntó curiosa)
-No, pero se ha dado cuenta.
-Olvida a Remus, ahora que despierte de su hechizo le sorprenderá muchas más cosas.
Hermione se acomodó en su pecho y luego acercó su oído a esos latidos fuertes del hombre que amaba.
-¿Te gusta el sonido?
-No, sólo me impresiona el que estés vivo y que mi mayor temor ahora sea que este corazón deje de latir.
-¡No pienses eso, mejor salgamos a cenar, te encantará el lugar!
***
Una hora después Severus la llegó a un lugar escondido al sur de Londres, su nombre “Restaurante Crawley”, era casi de noche y era el lugar perfecto para tener una cena romántica, él había ido antes ahí, muchos magos y brujas frecuentaban el lugar. Las veces que había ido ahí fue para acompañar a Dumbledore cuando Nicolás Flamel le encargó la Piedra del hechicero.
Ese lugar era seguro además de hermoso, como un minicastillo lleno de salas particulares, lámparas flotando en el techo junto a esa aurora boreal de color verde, mesas para dos o muchas personas con un vino tinto especial en el medio dentro de una cubeta de plata, copas de cristal al rededor que se inclinaban cuando el mago ordenaba servir.
Él había reservado en una de las salas privadas donde sólo habían otras dos mesas, una barra reluciente y un camarero.
-¿Crees que podamos encontrarnos con alguien?
-Quizá sí… ¿Pero eso no es problema o sí?
-Severus. ¿Qué planeas?
-Sólo quise celebrar tu cumpleaños como se debe. (Dijo con esa voz galante)
Sujetó la silla, hizo que la joven se siente, tenía puesto un vestido negro con brillantes rosas en el borde de una de sus mangas y el borde al final del vestido. Había sido otro regalo de su profesor de Pociones.
Ninguno de los dos se esperaba pero mientras Severus le estaba coqueteando a Hermione un mesero de otra sala se acercó con cierto tono amenazante.
-¡Disculpe Señor! Necesito la identificación de la menor para que pueda darle de beber ese vino tinto.
-¿Me perdonas, hermosa? (Le dijo a la joven estudiante) Dígame, ¿Usted cree que si ella fuera menor de edad hubiera podido estar sentada conmigo? (Dijo hábil y serio)
-Sí Sr. Snape, pero tres personas jóvenes en el primer piso insisten que usted ha traído a la joven por la fuerza.
-¿Quiénes son ellos?
-El Sr. Viktor krum, El Sr. Draco Malfoy y la Srta. Luna Lovegood.
-Lo que me faltaba… Trataré de ser claro ahora, no quiero volver a decirlo. ¿Parece que esa hermosa joven ha sido obligada a venir?
-No, pero, este restaurante quiere evitar problemas y las personas en el primer piso se veían bastante exaltadas.
-Dígale a Malfoy y Luna que suban. Los dos hablaremos con ellos.
Mientras tanto el mozo principal traía la cena de Hermione y Severus.
Él regresó a su sitio y le contó todo a Hermione, ella hizo un gesto de “Diablos, qué mala suerte” pero luego apoyó su mano en la de él para que no se preocupara ya que Luna era novia de Malfoy que también había sido un mortífago. No era por Malfoy el problema, ahí la que estaba moviendo el asunto seguramente era Luna.
Entonces Draco y Luna se presentaron delante de ellos.
-Buenas noches, profesor. Hola Hermione. ¿Por qué han venido aquí?
-Es mi cumpleaños (Respondió rápidamente la estudiante y añadió segura.) El profesor Severus es mi prometido.
-¿Prometido? ¿Te refieres a que se van a casar?
-Sí Luna. Y como vez nadie me ha traído a la fuerza… Tú siempre supiste que el profesor Snape me atraía, tú más nadie lo sabía.
-Sí pero pensé que Ron y tú…
-Tranquila Luna, no hay mejor persona para mí que Severus, con Ron no iba a llegar a ninguna parte. Ahora si me disculpas, tengo una cena. Después podemos conversar.
-Entiendo (Dijo Luna) ¿Y los demás lo saben?
El ex estudiante Malfoy sólo permanecía cayado, ni si quiera miraba a Snape porque sabía que la relación que tenía con su familia se había roto por completo.
-No lo saben, pero pronto se van a enterar.
-Mmm, bien… Vamos Draco, Hermione de verdad está enamorada de Snape.
-¿Y a mí qué me importa, Luna? Te dije que no viniéramos.
-Nos vemos, Hermione… (Estiró la mano para saludar al profesor que ya hacía parado detrás de Hermione, aproximadamente a un metro y medio viendo serio a Luna que en ningún momento se dirigió a él) ¡Hasta luego profesor Snape!
El profesor hizo una sonrisa forzada e inclinó la cabeza levemente en señal de respeto.
Los Jóvenes se retiraron y cuando iban a salir por completo de ese ambiente, Viktor se apareción queriendo arremeter por la fuerza pero Malfoy lo alcanzó a sujetar del brazo al mismo tiempo que le decía.
-¡Ella sale con él, no te emociones o puedes conseguir que te mate!
El Joven le dio una mirada desafiante a Severus que veía todo con ganas de explotar, pero se dio cuenta que lo que le decía el rubio era verdad. Hermione nunca quiso algo con él, no le respondió ninguna carta. Y le daba coraje verla con ese profesor. Así que respiró, acomodó sus ropas y se dio la vuelta.
-¡Mocosos tontos! (Dijo Severus enojado)
Hermione acercó más su silla y le dijo algo en el oído que le quitó el enojo en un dos por tres.
-No te enojes ¿Sí? Sabes que estas y más cosas pueden pasar.
-Qué bueno que nos vieron juntos… ¡Ya no estoy enojado! (La miró directo a los ojos, tomó sus delicadas manos y las besó)
Ella bajó la cabeza levemente, su rostro estaba sonrojado ante ese acto. A él de verdad no le importaba mostrarse con ella en esas actitudes enamoradizas y cariñosas.
Y así se la pasaron hasta el final de la cena, aunque comenzaron levemente separados, terminaron con las sillas bastante juntas, tomando vino tinto sin separarse de esos besos juguetones en las orejas y rostros de ambos.
______________________________________________________________________________________________________________________________________________________
“Todo tiene su tiempo, todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” – Eclesiastés 3:1
¿Te gustó el capítulo?
Tu calificación: