El Nuevo Mortífago Capítulo VII DULCE PADECIMIENTO

-¡LEGEREMANCIA!  

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El lugar donde estaban era un escondite secreto de Snape perteneciente a sus padres, una casa protegida con magia entre Londres y la escuela Hogwarts, sólo constaba de dos pisos pero era amplia y cómoda.

Las horas pasaban y no podía despegarse de ella, se sentía culpable de no haberse dado cuenta, de no haber sospechado con anterioridad, estaba des-concentrado estuvo tan desinteresado de trabajar con los estudiantes ni si quiera quería saber nada de la orden…

Se sentía culpable de haber llamado sangre sucia a Hermione cuando ahora sus manos estaban manchadas de ella aún con las heridas cerrando poco a poco con ayuda de sus hechizos… Con ayuda de sus pociones. 

Se estaba esforzando para que ella no quedara marcada por el hechizo que él mismo hizo conocido a Potter en un libro que encontró de casualidad.

También sentía rabia consigo mismo, era desesperante todo lo que ocurría… Severus ni siquiera hubiera querido estar vivo pero los planes no fueron suyos. Él no planeaba despertar y verla a ella extender su mano frente a él, después de ese silencio oscuro como espera del más allá al que se había estado acostumbrando.

Muchas horas más pasaron y no sólo eran los cortes del hechizo, estaba contagiada y por tocarla él también se contagió pero al estar trabajando con esas pociones no fueron tan fuertes las consecuencias y pudo empezar a medicarla sin que eso fuera lo más importante que tenía para preocuparse.

Un día pasó contemplándola, curando su cuerpo, junto a ella, esperaba que reaccione para poder decirle que él tenía toda la culpa. Que habían sido traicionados…

La había desvestido en esa cama de sábanas blancas, le quitó la falda de la escuela, la blusa llena de sangre y toda su ropa, borró todo rastro del incidente. Y lo único que le dejó fue la ropa interior sobre esa delicada piel blanca lastimada.

Recordó ir a entregar esas pociones, fue a la orden dejándola sola con temor… Al cuidado de su elfo más confiable, le había advertido que no se metiera con ella, que no dejara que alguien se acerque siquiera a curiosear. 

¿Qué podía hacer él?.. Pero ellos sabían que algo había pasado al ver el incendio cuando salieron, pudo haberse acercado sin perder tiempo para advertirles que ya no estaban escondidos, que había un traidor… Pero no fue capaz de dejarla herida, al menos con esas marcas profundas.

Ellos entendieron todo y se lamentaron el no haber estado con ella, en confiar en Severus. Harry y Ron aún no estaban enterados…

Al regresar Remus estaba con él.

-Debiste habernos avisado, pero estamos tan sorprendidos de que Neville fuera el traidor, ahora él tiene acceso, lo que nos obliga a cambiar de nuevo el lugar de reunión. (Miró a Hermione cubierta por las sábanas) ¿Está muy herida?..

-Ahora… Está desmayada, pero hago todo lo que puedo para que no quede ni una sola marca en su cuerpo. Además de esas heridas, Neville nos contagió esa misma noche pero pude darme cuenta a tiempo… ¡Me siento mal por esto! (Dijo enojado)

-Tranquilo, Severus… ¡No fue culpa tuya!

-Sí lo fue… Porque desde que me dijiste para estar en la orden no les puse la atención suficiente, ni si quiera tenía ganas de perder el tiempo con ellos. Pero ella… Ella siempre estuvo comprometida, ella es tan insistente y se preocupa por todos incluso por los que odia.

-¿Lo dice por ti, Severus?

-¡Vamos! ¡Tampoco te agrado! No le agrado a muchas personas… Eso lo sé…

-Pero es culpa tuya…Siempre has sido tan… tan no sé… Tan oscuro y tenebroso…

-¿Y ustedes no lo eran?.. Yo sólo me dediqué a lo mío, siempre busqué mi propia paz, la soledad era mi momento pero ustedes me hicieron recordar que no sólo estaba solo sino que debía de sentirme solo… Ella fue la única que me entendió…

-Eso es el pasado, Severus.

-Pero se portaron mal… ¿Y ahora yo soy el malo?… Siempre he podido ser cualquier cosa que la gente ha querido decir que soy pero nunca he sido un traidor. Ni para la orden ni para Dumbledore.

-Nunca te ha importado lo que la gente cree de ti, Severus… ¿Por qué ahora piensas en eso?

-Nunca me importó… ¡Ni nunca me importará! (Lo miraba con rostro serio y enojado) Pero ya no quiero perder más, ya no quiero sacrificar más por el orgullo.

-Severus, tienes a muchos que te odian pero también tienes a muchos que te admiran… Ella por ejemplo, admira lo buen profesor qué eres… (Miró de nuevo a la estudiante) Ya has hecho bastante, si quieres me llevo a Hermione a Hogwarts.

-Noo.  Primero necesito decirle que me equivoqué…

-¡Vamos! Es una carga para ti..

Severus hizo el rostro para otro lado para que Remus no vea el gesto que hizo.

-Ella… Ella no es una carga, yo la cuidaré… La cuidaré… (Miró a la estudiante) La cuidaré lo mejor que pueda hasta que… Hasta que pueda levantarse sola y yo pueda decirle todo acerca de Neville.

-¿Estás seguro? Sabes que en Hogwarts estará mejor.

-No… En Hogwarts la cuidarán bien pero no estará mejor que conmigo.

-Vaya… Detecto que es algo personal…

-¡Vete Remus! Te avisaré cuando esté mejor.

-Ella no es Lyly… (Dijo intencional, cerciorándose que Snape no lo hacía por culpa)

El profesor Severus al escuchar esto se fue contra Remus y lo tomó de la ropa obligándolo a retroceder.

-He entendido- hace- mucho- tiempooo… Que Lyly nunca fue para mí, las cosas pasaron como tuvo que pasar… Yo, no me separaré de esta joven, no voy a volver a ver cómo unos idiotas se la llevan y no la protegen como se- lo- merece… ¡Mírala ¿Qué tienen igual?, Ella no es Lyly… No me lo tienes que aclarar!

Remus hizo una sonrisa ladeada al darse cuenta lo afectado que Severus estaba por Hermione.

Entonces el licántropo desapareció en humo blanco…

Sí… La chica le agradaba. La admiraba, se había sorprendida con lo hábil que era, se había sorprendido de lo buena que era. Era excelente estudiante, era una excelente bruja, ella era simplemente admirable como persona… 

Ese beso que ella le dio hizo algo extraño en él, no sabía con exactitud qué era. Él tenía que estar cerca de ella para averiguarlo, ya no quería ser “Alguien complicado” Así como escuchó de las palabras de Hermione en su recuerdo, recuerdos que ella se negó a borrar. 

Esa sonrisa en sus recuerdos que le dio antes de desaparecer frente a él le dio una pequeña entrada. 

Cuando Remus desapareció se acercó a ella, la destapó y siguió con el hechizo, limpió cada centímetro de esas marcas, veía ese rostro inocente, ese rostro delicado y así pasó otro día usando un gotero para darle la poción que ellos habían hecho. Casi otra madrugada entera con una silla cerca a la cama, cerca a ella, viendo cada centímetro de esas marcas desaparecer. 

A veces iba a la habitación contigua para intentar dormir pero no podía dejarla sola, no se atrevía. La casa estaba muy bien resguardada pero tenía que estar atento esta vez. 

Apareció uno de los muebles de la sala ahí en la esquina de la habitación para poder estar cerca a ella si se quedaba dormido.

***

Unas horas más pasaron, casi cuatro de la mañana y la joven se movió, abrió los ojos… Empezó a intentar reconocer dónde estaba y se atrevió a levantarse de la cama. La cabeza le daba vueltas, había sólo una lámpara de luz cálida prendida a su izquierda, hizo un esfuerzo sobrehumano para sentarse y ahí… Al fondo de la habitación distinguió a alguien que conocía, eso la hizo sentir más tranquila.

-Severus… (Susurró)

Empezó a recordar lo que había pasado, los últimos minutos antes de perder la conciencia estaba con el profesor Severus y Neville siendo atacados por unas criaturas desagradables. Intentaba recordar más pero no podía. Se fue hasta el borde con delicadeza y se deslizó hasta el suelo sus pies descalzos sentían lo frío del suelo. 

Frente a ella había un tocador que parecía ser de una mujer, era de madera oscura, alrededor adornado al estilo barroco pero todo caoba. Se acercó más y pudo ver una gran cicatriz en su hombro izquierdo reflejado en ese espejo, tenía forma de raíz. 

Su ropa, no estaba, se sintió confundida pero se imaginaba que había sido herida. Se miró frente al espejo un buen tiempo, varios minutos, sentía dolor punzante e intenso cada que la piel de sus dedos tocaban esas marcas y de pronto…

Algo muy suave se posó sobre sus hombros cubriendo su espalda, era de tela larga, de color negro, estaba tibio y olía a menta. Vio la tela de cerca y se dio cuenta que era la capa de Severus, esta se cerró ni bien estuvo frente a él al girar lentamente. Al ver directamente esos ojos negros, sonrió, su corazón latía rápido porque estaba nerviosa, tenía muchas cosas que preguntar.

Pero no salieron otras palabras…

-Usted… Usted ha cuidado de mí.

-No debiste de levantarte, no tienes las fuerzas… (Dijo eso y se quedó parado frente a ella al ver su debilidad)

-Gra… Gracias… (Severus corrió para sujetarla antes de caer)

La acostó en la cama, le dejó la capa encima y siguió curando sus heridas.

La contemplaba, evitaba fijarse en su desnudez pero no pudo evitar darse cuenta que era una hermosa mujer… Ya no era una niña, era una joven mujer. 

Acercó el mueble a la cama para sentir si se levantaba de nuevo. Estiró su brazo para alcanzar a darle una caricia en el rostro, también en ese cabello castaño. Bajó con el rose de su piel por ese cuello delicado y ese hombro que aún tenía marcas, eran menos que antes pero estaba lastimado. 

Se quedó ahí por mucho tiempo y luego bajó hasta su mano. Se hizo hacia delante y se quedó acostado encima de las piernas de la joven estudiante sobre las sábanas que a su vez estaba sobre la tela de su capa. “¿Qué pasa si cierro un poco los ojos?” Pensó, pero no resistió y se quedó dormido.

Y así pasó otra noche más junto a ella. Al amanecer ella volvió a abrir los ojos y suspiró… El olor a menta había incrementado y ahora le encantaba sentirlo tan cerca. 

Intentó moverse, tocó su hombro y este ya no le dolía, volteó a su derecha, había una mesita, sobre ella una lámpara que estaba apagada, al costado de esta estaba su varita así que se estiró y la alcanzó, y con mucho cuidado empezó a sentarse sobre la cama pero se dio cuenta que el profesor Severus estaba ahí, sobre ella, durmiendo profundamente.

Con mucho más cuidado se incorporó, logró sentarse y así pudo alcanzar el cabello negro y lacio de ese hombre. Su mano izquierda tocó con temor y se deslizó entre sus cabellos con delicadeza. Ese cabello se había convertido en lo más hermoso que había sentido entre sus dedos, veía su rostro, el ceño fruncido de la madurez, los tiempos de dedicado estudio que lo hicieron un experto en pociones, quizá el mejor del mundo. Algo que no veía en una sonrisa suya lo hacía ver tan atractivo frente a sus ojos.

Pensó mientras lo miraba dormido sobre ella… ¿Se dará cuenta si entro en su mente?

-¡Legeremancia! (Susurró al usar su varita con cautela) 

Y entonces lo logró… Lo vio todo, a él llevándola hasta la cama, sus manos llenas de sangre, su cuerpo derramando ese líquido espeso por doquier, curando sus heridas con afán, viendo su arrepentimiento ante tantos insultos, su varita con esa luz al curarla en cada espacio de su cuerpo. No sólo había sido su hombro, no sólo había sido su piel… Era una tragedia, eran las peores escenas… Su ropa, la cama, a él recostado noche y día cerca de ella. Hasta que llegó a ver… Ese recuerdo… Vio a Remus junto a él proponiéndole llevarla a la escuela…

¡Oh… Se negó todas las veces el separarse de mí! Pensó… Lo vio a él tomar la iniciativa de cuidarla… A ella acostada, indefensa mientras recibía esas tiernas caricias… Su mente discutiendo quién era ella para él y entonces cuando casi terminaba de ver dentro de ese oscuro ambiente… Snape apareció viéndola directamente a los ojos, ahí en sus pensamientos como dándose cuenta de lo que pasaba y entonces ella al sentirse vulnerable, lágrimas cayeron por sus mejillas… Y todo paró de repente…

Él había despertado, y quizá no sólo en ese instante, quizá le dejó ver algunas cosas… Ella lo miraba agitada, cansada, ese hechizo la puso débil de nuevo pero no se quedó tranquila, no sólo podía darle una sonrisa.

Se arrodilló mientras él se hizo hacia atrás en ese mueble negro. 

Y sus palabras no alcanzaron para decirle “Gracias” Se lanzó a su cuello, le entregó el abrazo más fuerte que nunca había dado a nadie a pesar de su debilidad. Él la recibió de las misma manera sujetándo su delicado y tibio cuerpo y atrayéndola hacia su pecho para estar aún más cerca a ella.

Su capa negra la cubría con delicadeza, su cuerpo reposó sobre sus rodillas mientras su mente grababa ese momento. Ella sólo podía llorar… Se había visto así misma a punto de morir y ver en ese momento a la única persona que tenía que estar ahí… Nada fue casualidad, nada fue intensional. Ya no estaba sola… No podía sentirse mejor.

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“Las cosas suceden y ya, y para evitarlo no se puede hacer más que lo que está a tu alcance” – J.K. Rowling

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