El Jaque de Lionel Capítulo III ¿Desayuno Inglés?

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Noche de un día regular

-Es ella, señor Shabandar -señaló el joven conductor, hizo que el mayor viese hacia su derecha, ambos se encontraban dentro del automóvil.

Los ojos felinos de Lionel, prestaron atención, en ver cada movimiento de ese cuerpo delicado y hermoso, definitivamente era ella, esa era la mujer que buscaba; Aquellos ojos claros donde podía reflejarse cualquier color de tela clara u oscura en el día y la noche, esos suaves labios carmesí casi rosados, su cabello lacio y rubio, ahora tan suave y sedoso como una cascada dorada en un magestuoso caída sobre una montaña, era mejor que su melena de leona. Luego estaba esa grácil cintura de bailarina, aquella que había sentido con sus manos un par de veces y sobre todo sus elegantes y femeninas manos, suaves, que ella posaba en su pecho al acercarse para decir cosas en secreto, como esa vez con los empresarios chinos.

No era algo que se podía evitar, tanto el conductor como Lionel, guardaron silencio, casi por inercia y después de eso, la distracción de verla pasar frente a sus ojos y delante del auto, sin detenerla.

-Es preciosa -dijo el conductor.

-Sí que lo es -Lionel siguió la conversación distraído, porque en el mundo que conocía no había nada que podía escapársele de las manos, el dinero y las mujeres pero ella no era del grupo ¿O sí? El molde de esa mujer era distinto – Cuando la conocí, la primera impresión que tuve fue que era un poco ruda, tosca, pero después no era así, es una dama en todos los sentidos.

Sí, era muy fácil para él atraer la atención de una joven chica, guapa, pero como ella tan fuera de lugar, independiente, fuerte e inteligente, no. Nunca había tenido a alguien como ella, que le recordara tanto a él mismo, su personalidad. Aquella era esa principal razón del por qué lo había impresionado. A ella, si la quería de alguna manera, no sabía por qué, tenía que conquistarla.

¿Por qué pensaba así? ¿Qué pasó con su obra de arte? ¿Podría Lionel, responder aquello?

-¿Entonces no va a ir a reclamarle que le robó su obra de arte? -incitó el joven al mayor.

-Mh, ¿Y qué tal si nunca supo nada? Yo la vi irse de mi casa y regresar a este gran país. Quizá Harry también planeó timar a la señorita PJ.

-Recuerde que estaba molesto -soltó el joven en reclamo-, Ella es la razón por la cual usted está pasando tanto frío en este país. Esa es una barbaridad -la empatía del joven era exagerada.

-Lo sé, déjame pensar, me veré muy ridículo si aparezco de la nada, sin motivo sólido, primero tengo que estar seguro. ¿Cómo le reclamo sin estar seguro?

-¿Entonces qué haremos?

-Todo se construye veloz en mi cabeza, jovencito, ya lo tengo.

Shabandar entre cerró los ojos al ver que el otro auto arrancó y se alejó en la calle donde estaba la oficina.

-Voy a volverme socio y jefe de esa empresa el día de mañana, es hora de invertir en Norte América, pequeño niño -Con una ceja alzada maquinó y maquinó hasta dar con eso que necesitaba decir.

El conductor asintió también con los ojos entre cerrados y una ceja alzada en empatía del gesto de ese hombre rico.

***

-Vengo desde Inglaterra para comprar algunas acciones ¿Les molestaría un socio más? -su cita fue aceptada veloz por los agentes representantes de esa mediana empresa, inversores era lo que anhelaban desde el año anterior.

El mayor no conocía las tangentes, su forma de hablar directa había captado la atención de ese hombre calvo con ropas rosas y los otros dos de mediana edad que no podían evitar tocar sus rostros después de escuchar a Shabandar hablarles por cinco minutos.

Estaban arrepentidos, el hombre frente a ellos no estaba jugando.
Se lamentaban el haberlo hecho esperar cerca de dos horas al creer que era cualquier payaso.

-Usted puede ser socio de esta empresa, somos tres sucursales pequeñas en todo el país además de dos tiendas departamentales de ropa de mujer. Planeamos abrir una agencia más en Miami.

-No tengo que convencerme más, este año la navidad llegó antes, les ayudaré con los gastos de su próxima oficina, además de algunas un buen poco de acciones.

El otro hombre, el que estaba en el sofá alto, escribía como loco al abogado para que les diera visto bueno.

Y así, dos días después, con dos llamadas que salieron desde esa misma empresa, habían conseguido socio nuevo y con eso armar lo antes posible una nueva y grande oficina en su local.

-Flash Back

-Jovencito, esto confirma mis sospechas -miró su plato, lo que estaba frente a él- se ve delicioso, te lo agradezco, un día sabrás qué es un desayuno Inglés si vienes a Inglaterra.

-Si usted me invita, yo encantado de ir.

Shabandar sonrió y asintió.

-Sí, claro, cuando quieras. Te ayudará primero una visa americana.

El joven se puso feliz a pesar del agrio comentario.

Shabandar sonó seguro, sonó como esos hombres que cumplen su palabra.

-Entonces, le decía que ella trabaja en una empresa de diseño, no sé si es modelo o una de las pasantes para fotografía, lo que sí se es que ellos tienen proyectos grandes y la mayoría es para una grande cadena de tiendas de ropa en el norte de este país.

-Han pasado tres años, puede haber tomado una carrera corta de fotografía aunque con el porte que tiene puede ser una modelo mayor, no es tan joven. No lo creo, me creo más la teoría que es fotógrafa o quizá tiene negocios de ropa -Observó al joven, cómo este cortaba sus salchichas- ¿Y tú cómo has podido tener tanta información? ¿Eres espía de medio tiempo?

-No, pasé al edificio con mentiras, les dije que tengo una market de productos varios y que me encantaría que me hagan posters en todo el estado -Soltó sin parar de comer- Entonces, acerca de la empresa, me dijeron que su especialidad es el modelaje, fotografías publicitarias para ropa y calzado.

-Mh, eres inteligente ¿Ella te vio?

-No, la recepción es bastante acogedora y reservada, no pude ver en el interior de las oficinas.

-¿Cómo sabes que está ahí?

-Fácil, mi tía trabaja en ese edificio.

-No me lo digas, ¿Es de limpieza?

-Exacto, usted sí sabe. Tengo muchos familiares trabajando en el sector de limpieza, somos expertos en eso -miró al mayor con orgullo.

-Mh, un don grande corre por tus venas, Eduardo -fue sarcástico.

-Gracias por llamarme por mi nombre, señor Shabandar.

El conductor realmente se sentía bien en tener familia en el sector de limpieza dentro de esa pequeña ciudad.

*

Shabandar disfrutó del desayuno a pesar que no era lo que esperaba, en ese lugar el sabor era exquisito, tan importante, no quiso demostrar el gusto que le agarró al pan horneado de centeno o a las salchichas receta especial, con eso habían conquistado su inquietud por regresar, repetir cuando fuera posible.

-Señor, ahora podemos irnos a comprar algo decente. Quizá cambiar de look, algo de color en el cabello y dejar crecer su bigote.

-Justo ahora quiero decir algo que golpee esas ganas tuyas por molestar, sin embargo me voy a aguantar y voy a seguir algo de tu amable consejo. Primero, sí voy a comprarme ropa americana -hizo un gesto pensante- algo casual y un par de trajes. Quizá dos bufandas masculinas, dos suéteres, una casaca negra y unos pantalones vaqueros de color sobrio y serio. Mh, también he visto que se suele usar un tipo de zapato zapatilla por comodidad, supongo que será fácil una vez que llegue a la tienda -sonrió cuando vio la cara del conductor hacer rostro de desagrado.

A menos que Shabandar quisiera verse como un viejito, entonces debía comprar esa ropa, pero no, tenía que llamar la atención de una joven quién sabe para qué intención, si ese viejo no tenía asesor de imagen, entonces él se haría cargo.

-Tengo un lugar donde podrás comprar ropa casual, excelente para esta época y temporada de nieve.

-Voy a confiar en ti, jovencito, al parecer eres más perspicaz y acertado de lo que se ve, así que vamos allá.

Eduardo condujo unas cuadras bordeando la plaza centrar y el municipio donde estaba la estación principal de policías, al bajar por la avenida larga que empezaba a estar llena de nieve, un gran centro comercial se asomó por su lado derecho y a unos cien metros después, algunas grandes tiendas de ropa masculina donde estaba esa famosa marca Arnaldo Contin, no era ropa tan cara así que le haría ahorrar buen dinero.

Sí, ahí van a vestir a Shabandar con estilo. Pensó el conductor sin imaginar que era ropa europea.

Ingresó por su lado derecho hacia el estacionamiento, bajó unos metros al subterráneo, estacionó en un espacio vacío y antes de subir al ascensor pagó y sacó ticket de una pantalla digital.

-Se supone que el estacionamiento sea gratis para la gente que compra en el centro comercial -Eduardo explicó al mayor para ver si conseguía algo de efectivo.

Shabandar metió la mano derecha en el bolsillo interno de su saco para tomar su billetera, metió sus gruesos dedos y sacó al menos unos veinte billetes de cien.

Volvió a guardar la billetera, miró a Eduardo y le entregó todo al estirar con elegancia su mano.

-Dos mil dólares, tu pago de esta semana.

A Eduardo casi se le salen los ojos.

-Muchas gracias, señor -se portó aún mejor con él.

Shabandar le entregó además, doscientos más.

Eduardo le abrió la puerta del ascensor, sonrió nervioso porque no había ganado tanto en una semana por llevar en taxi a un extranjero dentro de la ciudad.

Al llegar a la tienda, el joven conductor arrugó la boca y frunció el ceño, su plan tenía que surtir efecto.

-Señor Lionel, espéreme en ese corredor, voy a llamar a una experta en moda masculina para que nos de su opinión.

-¿Dan ese servicio, aquí?

-Por su puesto, estamos en Pensilvania.

Eduardo caminó hasta perderse en el fondo de la tienda para poder así acudir hasta el mostrador de caja, en ese espacio habían cuatro hombres mayores bien vestidos con cintas sobre sus hombros, listos para dar su sugerencia como confeccionistas y expertos en ajustes de traje elegante y casual.

-Señorita, por favor -susurró haciendo su cuerpo para adelante, intentando ser lo más discreto que podía- tengo en el pasillo a un hombre inglés que quiere conquistar a una buena mujer estadounidense, muy atractiva. Verá, él es alto, de cabellos castaños y canos, buen porte y soberbia sobre sus hombros, nariz recta y larga, una sonrisa de diplomático y sobre todo, los brazos largos y fuertes. Necesito que me envíe a un buen consejero de ropa y si no se puede, me encantaría que usted pueda convencer al mayor para que vista menos robótico y sea más interesante.

-¿Usted es su novio?

-Creo que no me está escuchando, él no es gay.

-¿Y usted?

-No, yo tampoco… -pensó un instante-, ¿Hay algún descuento por serlo? -cambió su tono.

-De hecho sí, es la semana de orgullo gay en Pensilvania, tenemos un cuarenta por ciento en prendas como trajes, sombreros, sacos y bufandas. También en toda la marca “Pink is real beauty”

-Oh, muy bien, pues ambos somos de closet, no podemos decirlo abiertamente pero sí, considéranos el descuento, nos gustamos, no podemos ventilarlo aún, y también nos aventuramos a crearnos cuentos héteros.

La joven sonrió.

-Estaré con ustedes en un par de minutos.

Eduardo le guiñó el ojo.

Shabandar veía una vitrina de maniquíes que vestía ropa casual en distintas combinaciones.

-Hola guapo -dijo Eduardo para tomarlo de la mano.

Shabandar se sobresaltó, confundido.

-A ti qué mosca te picó -acusó intentando zafarse de la mano del joven.

El plan de Eduardo por no hacerlo gastar tanto era bueno pero podría provocar un infarto al pobre hombre inglés.

-Ahora nos van a mostrar la mejor combinación de invierno, mi amor.

-¡Qué demonios, ya suéltame! -luchaba porque Eduardo deje de tomarlo por la mano izquierda.

Lo siguiente fueron unos segundos de lucha de parte de Shabandar, porque el mayor no quería perder la cordura, disimulaba su rabieta.

Se apagó de golpe el forcejeo cuando el conductor se lanzó a su cuello.

-Es divertido -dijo con una enorme sonrisa.

La joven vio el gesto con buen ánimo, le gustaba mucho las muestras de afecto entre las personas, sobre todo el gesto de ayuda, muchas personas llegaban solas a comprar su propia ropa pero ese hombre mayor y atractivo, tenía la ayuda de su joven novio.

Shabandar lo fulminó con la mirada.

-Si no te bajas de mi cuello, te voy a romper la cara de un sólo golpe ¿Qué te parece? -dijo entre dientes, sostenía una sonrisa fingida para no hacer un escándalo.

Eduardo puso cara de susto y se libró gracias a la intervención de la señorita cajera.

-¿A quién voy a vestir? -dijo con energía.

Los dos hablaron al mismo tiempo.

-A mí
-A mí.

-Sal de aquí -ordenó Shabandar y entró al vestidor con la joven.

Unos ocho minutos después, el mayor que se había dejado quitar toda la ropa, tenía a una hermosa joven de ojos café y cabello negro a la altura de su pelvis, quien con delicadeza, medía el largo, desde la planta de los pies hasta su entrepierna.

-Estos dos pantalones van a quedarle muy bien -en su boca sostenía la cinta métrica.

-Mh hum -levantó la ceja haciéndose el interesante para dejar que ella haga lo que quisiera con sus medidas.

La muestra de una amable y cariñosa jovencita trabajadora le había robado el aliento, ahí en ese país, real, aquella era una demostración donde había calidez, no sólo por esas pequeñas manos delgadas que quemaban sino la voz y ese corazón lleno de atención hacia su humilde persona.

¡Qué, bonito país! Pensó Lionel

*

La cajera le ayudó a ponerse los pantalones toqueteando todo lo que podía a Shabandar que lucía unos magníficos boxers vino tinto. La tela hacía lucir al mayor el contraste de su piel y el color llamativo rojo oscuro.

¿Quién iba a decir que trabajar dos años en una tienda, había capacitado a una joven cajera, para imitar a los señores que ajustan los trajes? Nadie podía pensarlo a simple análisis.

Esa jovencita que tenía en la solapa su nombre en letra cursiva, lo jalaba desde ambos lados de la pelvis para intentar cerrar su pantalón, su nombre;Jeanett.

Ella, con cuidado, giró en dos maniobras, todo el cuerpo del mayor, e hizo que él mismo se mire en el espejo aún con el pecho descubierto.

-Muy bien, el pantalón le queda perfecto.

No se quedó la joven, no quiso detenerse, tenía ojos para observar a ese inglés maduro, aquellos músculos medio definidos y esa espalda recta que lo hacía ver tan elegante y guapo.

Sin duda era atractivo y más en la edad que tenía.

¿Cuánto tenía, unos cincuenta, sesenta? Se veía con fuerza para cargarla sobre el descanso de la derecha.

Mordió sus labios.

-¿No cree que me aprieta un poco los muslos? -sugirió Lionel, despertando así a esa joven inocente.

-No, mire, aún tiene un par de centímetros para sentirse libre, este tipo de pantalones están de moda en Europa, Italia para ser exactos, señor.

-No sabía que a los italianos les encantaba estar tan apretados -era un creído y presumido- no me haga caso, seguro sí por cómo se portan de pintorescos y llamativos, son lindos, para qué negarlo.

-Moda slim fit, guapo. Es lo mejor para lucir las piernas y estos que están aquí -le señaló su trasero y el hombre abrió los ojos.

La joven otra vez mordió sus labios.

-Voy a llevarme sólo dos, los quiero negro y azul oscuro, prefiero no hacer notar tanto allá atrás.

-Lo que usted diga -respondió atenta.

-También deseo algo menos ajustado de los muslos, aunque con el mismo corte en la parte inferior llegando a los tobillos. ¿Qué es aquello que tiene en las manos? -preguntó a la señorita quien se incorporó delante de él.

-Es una revista que te ayuda a combinar la ropa dependiendo del look de tus cabellos.

-Interesante, préstemelo -se lo quitó con cuidado de las manos- ey, aquí está el pantalón que me pedí, queda muy bien con esta camisa, este saco, el cinturón y ese par de zapatos café oscuro -señaló a los modelos maduros, uno de esos hombres, el del centro tenía un look gris de cabellos peinados y barba- dame también, este juego azul entero de tono oscuro con café, se ve estupendo -señaló la parte inferior a la derecha.

-¿Algo más, señor? -preguntó ella muy interesada en que compre sin ver el mañana, porque las ricas y sonantes comisiones estarían directas en sus bolsillos antes de fiestas decembrinas.

Shabandar volteó la página.

-Esto, es magnífico, dame también estos dos juegos completo con reloj y zapatos -También estas tres bufandas -escogió dos claras y una oscura -Espera, dame estos otros dos trajes.

-A la orden, ahora que sé su talla, será más fácil. Ordenaré ayuda de inmediato para envolver lo que ha pedido. Entonces ¿Se llevará alguno puesto?

-Sí, me llevaré puesto el primer traje que escogí -era inevitable mostrar su rostro contento.

Esa impaciencia de mayor le alcanzó para esperar unos dos minutos dentro del cambiador, sentado, sólo con la ropa interior inferior.

Jeanett le dio todo el cambio y él se colocó cada prenda con parsimonia y gozo, cuando lo dejó solo, definitivamente no había nada como esa buena ropa nueva, tocar su piel, sentía placer, mucho placer.

Eduardo había acertado con él ¿Acaso había algo mejor que ir de compras a un lugar de buena atención? Bueno, quizá sí pero para él, en ese instante, ya era bastante aprobado su puntaje de haber ido a Pensilvania.

Se miró al espejo sin perder la altivez, sonrió y salió para que lo contemplen.

La empleada de la tienda y Eduardo, aplaudieron de inmediato.

-Bravo, te ves como un Europeo rico y presumido.

-¿No era esa la idea? -puso una sonrisa de lado que casi mata a la dependienta.

-No, cuando me di cuenta que era ropa italiana quise decirte “vámonos” para huir, sin embargo se ve muy bien en ti.

-Gracias, jovencito.

-¡Por favor, qué elegante forma de tratarse, ustedes dos! -estaba atenta a todo, la mujercita, esos dos eran encantadores.

-Así es mi bombón -añadió el conductor y Shabandar entre cerró los ojos -por favor denos la cuenta, llevaré a este guapo a la peluquería.

-A la orden, señores -le guiñó un ojo a Lionel, se dio media vuelta sobre sus tobillos y caminó hasta la caja delante de Lalo.

El mayor no hizo nada, hasta dejó que las bolsas la cargue el joven con lesión cerebral, el cual se le había antojado decirle; bombón.

Lalo también había aprovechado para tomar algunos suéteres gruesos, unas camisas de oferta color palo rosa, dos pantalones beige y unos zapatos café.

***

Todo había sido cerca de cinco mil ochocientos dólares pero el descuento les hizo pagar un poco más de la mitad.

-No sé por qué han hecho tanto descuento, la ropa es buena, quizá más que eso… -era razonable estar confundido.

-Así de acogedores, somos -Eduardo le guiñó el ojo como ya se había acostumbrado.

Shabandar puso gesto de que le gustaba, apretando los labios junto a un asentir sutil, por ese par de tremendos abrigos que Eduardo le había escogido.

***

Dos horas después el mayor tenía nuevo corte de cabello, además de una nueva forma de barba que apenas estaba crecida.

-El barbero dijo que vayas en una semana para acomodar mejor el largo de los siguientes días.

-Sí, me parece bien.

-Voy a conducir al edificio donde trabaja tu chica, me enviaron unos mensajes al celular cuando te vestían, estoy seguro que la encontraremos.

-Vamos -soltó seguro, quería ver a los ojos a esa mujer, quería saber, estar seguro si ella sabía algo de su pintura.

¿Estaba obsesionado? Quizá sí, un poquito.

______Fin flashback _____

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Siguiente capítulo: “Un jefe más alto”

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