Un año y medio atrás
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-No importa, es todo lo que hay que responder de parte del ministerio, ahora vendrán mis preguntas -dijo autoritario después de ver el atrevimiento de la joven por acercarse a su derecha, muy cerca a su cuerpo e ir hacia delante de la mesa para tocar con uno de sus dedos las hojas de pergamino que él estaba revisando.
Ella había regresado a su silla frente a él, atenta a cualquier petición.
¿Por qué la chica se le acercaba tanto, acaso se sentía con la confianza suficiente de hacer como si ellos fueran amigos?
El mago no sabía qué pasaba en la cabeza de la chica y tampoco tenía ganas de averiguarlo, no habían malos pensamientos, no había confusiones. Eran épocas distintas ¿Por qué se sentirse ofendido o exaltado con su cercanía?
-Bien, espero sean fáciles -soltó la chica y él bufó viendo hacia las hojas de pergamino a su derecha. La chica era una reverenda presumida.
-Usted espera que sea difícil Granger, no se engañe ni me engañe a mí -no la miró, lo dijo en tono aburrido como si ella lo supiera bien y estuviera fingiendo.
La chica negó.
-Que pueda con las preguntas no significa que sea fácil -estaba siendo sincera ¿Por qué presumiría?
-Mh -Snape se quedó pensando.
-¿Y bien? -la chica se mostraba ansiosa.
El mayor alzó una ceja.
-La primera pregunta es:
¿Por qué cree que su materia favorita y vocacional ha cambiado este último año?
-Ya sabe -lo miró al rostro buscando sus ojos negros penetrantes pero no obtuvo conexión -por los eventos recientes donde aquellos cursos tenían que haber estado más desarrollados en todos y sin embargo no fue así. En mi opinión personal faltó mucha preparación, señor. Siempre me han gustado las materias es sólo que a veces lo que más te gusta es más difícil de conseguir -le hablaba con respeto, ella respetaba al profesor -Pociones siempre ha sido una de mis materias favoritas pero también una de las más difíciles hasta el año pasado.
Snape se acomodó hacia delante del escritorio y sujetó su barbilla con ambas manos en una pose un tanto extraña, sus codos se apoyaban sobre la superficie y los pergaminos.
-¿Qué espera de ser profesora? ¿Cree que se le da bien enseñar? -casi hablaba entre dientes, aburrido aunque esa era su peculiar forma de hablar.
-Aunque no lo crea, espero aprender. Y de verdad no creo que sea buena enseñando pero quiero intentarlo, con el tiempo sé que lo superaré. A costo plazo creo que lo más deseo es independencia.
El mayor cerró su agenda a la izquierda y vio el gran reloj de arena fosforescente sobre su armario, se sentía distraído. No encontraba la bendita hoja y ya empezaba a improvisar metiéndose donde no debía.
-¿Independencia? -Habló grave.
-Sí -La chica se relajó-, quiero una casa, mis reglas, una vida.
Snape se estaba desviando al imaginar que él en algún tiempo deseó lo mismo pero por malas prácticas se le olvidó.
-Ya debe irse, es hora de dormir. Tome una de esas pociones sobre el estante, los de la tercera fila y… Venga el lunes a las siete.
-¿Qué son? -miró el estante.
-Usted lo averiguará… -Snape quería que ya se vaya pero ella no paraba de hablar.
-Muchas gracias, profesor, en menos de dos días ha sido tan distinto conmigo.
Snape hizo gesto desinteresado.
-Sólo doy una charla vocacional ¿Se le olvida?
-No, yo no pienso eso -desafió ella, atrevida.
-Ahí va de nuevo su insolencia, Granger ¿Quiere saber qué pasa, verdad?
-Sí claro…
-Usted me regaló un paquete de galletas, y eso me compromete a darle algo a cambio. Es molesto, no me gustan los intercambios, es una pesadilla, pero ya me comí hasta la última bola de harina y azúcar con incrustaciones de fresa deshidratada así que tome una poción y váyase.
-¿Le molesta que le regale cosas? -ella le expuso un rostro levemente triste.
Snape se mordió la lengua ya que en realidad no quería tener toda esa paciencia que estaba teniendo con ella.
-No me molesta pero sí me hace sentir comprometido con usted.
-Pero no lo tome así, verá, la gente es así cuando encuentra a otra que es agradable.
Snape cambió su rostro de enojado a incrédulo.
-¿Soy agradable? He sido profesor de pociones muchos años en este castillo y usted… De verdad… ¿Acaba de decir que soy agradable? -sacudió la cabeza confundido.
-Calma, calma, siéntese -la chica volvió a acercarse hasta él y pidió con sutileza-, tranquilo, siéntese un momento. Yo sé que usted no está acostumbrado a tener amigos, y no significa que yo quiera ser su amiga o me comporte como tal pero sí me gustaría que usted esté más relajado, la vena de la frente le va a explotar y la del cuello me está mirando feo.
-¿Qué? -Snape ya estaba alterado, la chica lo empujó de su hombro derecho a su silla, otra vez.
-Calma, por favor… No le estoy faltando el respeto ¿O sí? -La chica se divertía con esas cosas de valiente.
-Espero que no… -dijo serio y fue interrumpido por ella.
-No, le juro por Salazar Slytherin que… Que sólo quiero… Conocerlo y… -Bajó la cabeza, tímida-, también quería decirle gracias.
-¿Por qué, Gracias? -Snape contestó rápido y luego rendido.
-Por todo lo que hizo… -la mirada de la chica se perdió en sus recuerdos y se quedó en las manos del mago sobre la mesa-, Usted debe saber qué es ese todo y si se diera cuenta de lo que significa para muchos sabría perfecto que un paquete de galletas no será jamás… Suficiente -Vio sus propias manos, se levantó, le dio la espalda al mago y se acercó al estante -, así que me llevo esta poción y… Permiso, lo veo después -hizo una sutil venia después de agarrar cualquier botellita de todas las que ahí había.
-Señorita Granger -Snape la detuvo antes de que tome la puerta.
-¿Sí, señor?
Snape no supo qué decir, porque quería comunicar que sólo había cumplido a cabalidad su trabajo, no había sido algo personal o altruista.
-Mejor el lunes a las nueve -sugirió librándose por un pelo.
-¿No es muy tarde a esa hora? -Sus ojos se fijaron en él.
-Le diré a la directora que le entregue un LPSAD.
-¡Ah qué bien, así podré salir del castillo a la hora que sea! -por su puesto que estaba feliz, aquello era un privilegio alto.
-No señorita, no se aproveche, es sólo cuando tengamos que salir con los proveedores o al ministerio.
“Libertad para salir a deshoras“ se dijo así misma. Es suficiente para mí
-¿Mañana irá a Hogsmeade? -la chica no quería dejarlo en paz.
Ahí va de nuevo, Granger. Se dijo Snape en la mente.
-Mañana iré como todos los sábados, junto al profesor Filius ¿Por qué?
-¿Puedo ir con ustedes? -la chica no tenía miedo a que ese hombre explote.
-Preferiría que no, nosotros hablaremos de lo dictado en clases y de la disciplina que se debe impartir.
-¡Vamos, profesor! Me serviría para ir aprendiendo -dijo animada.
¿Cómo me libro de esto? ¡Morgana! Snape estaba cansado.
-¿No tiene algún amigo por ahí con el cual salir?
-Todos están muy ocupados, deben recuperar clases y notas antes de la graduación.
Snape rodó los ojos.
-Si viene conmigo tendrá que ser útil, cargará mi agenda de la escuela.
Así iba a desanimar su entusiasmo, que ella piense que sería una especie de asistente. Al menos eso creía el mago, que la idea en una orgullosa y valiente Gryffindor no sería buena, sentirse como una esclava no estaba en su genética.
-¡Excelente! Hasta mañana entonces, profesor -contestó animada.
¡Maldita seas, Morgana! Snape esperó hasta que la estudiante lo dejó solo.
Se lamentó.
-De profesor a niñera ¿Por qué no me llevaste contigo, Merlín? -se dejó caer en su silla.
***
En el desayuno…
El profesor Filius salía de su despacho con hambre y pensando en su entrevista de la tarde anterior, se dirigía al gran comedor.
El alumno con el que había hablado le sorprendió, definitivamente los chicos que alguna vez había visto llegar en primer grado, crecieron, eran hombres jóvenes.
-Profesor Snape -llamó al verlo unos metros delante de él cerca de cruzar el portal del comedor.
El pocionista lo vio y contestó enérgico con esa postura altiva de siempre.
-Profesor Filius, justo iba a buscarlo al comedor.
-Dígame -el pequeño profesor vio hacia arriba.
-Quisiera invitarlo a tomar una copa de Whisky en la tarde, en Hogsmeade. Sería bueno hablar de exigir más disciplina a los alumnos -su conciencia ahora estaba limpia, aunque era la primera vez que invitaba al semiduende para beber, a él le gustaba estar solo pero como no había podido sacarse a Granger de encima, entonces tuvo que fingir.
-Claro, encantado -hizo una inclinación de aceptar y caminó con Snape hasta la mesa de profesores.
Por otro lado tenían en la mesa de los Gryffindor a una joven que peleaba con una taza grande de sopa, bueno sólo caldo de un menjunge que Snape le había recetado.
Renegaba, hubiera preferido tomar una sóla poción amarga en vez de tener que ingerir lo necesario para curarse a través de sus alimentos, algo que disfrutaba normalmente ahora tenía que ser una tortura.
Hermione giró a su derecha para ver si Snape había llegado y sí, el mago escuchaba atento a su, al parecer, nuevo amigo el profesor de levitación Filius.
De verdad era inédito ver aquello ya que el mago siempre había sido tan arisco, la joven se culpaba por esos mal prejuicios adelantados, tenía razón su madre en decir que era mejor tratar a la persona en vez de escuchar de otros a ciegas y además creer.
Ahora era adulta, quizá siete años atrás estaba muy concentrada en otras cosas pero ahora casi podía ponerse en los zapatos de Snape, en el presente adoraba esa soledad silenciosa para estudiar y practicar, que gente corriendo a su alrededor para pedirle siempre ayuda. Aún le nacía ayudar a otros pero al ver cerca su graduación, concentrarse en ella le gustaba y más aún con un buen tutor.
-Hermione Hola -Seamus se acercó junto a ella con un plato de huevos revueltos-, ¿Qué comes, o mejor dicho qué tomas? huele muy fuerte.
-Y que lo digas, es caldo de ajos, sabe horrible pero debo tomarlo porque es para una infección, algo que sólo podía darle a una de cada mil personas me tocó -hizo la boca hacia un lado.
-¡Qué mala suerte! Ni modo, sí que huele raro.
-Felizmente puedo hace un poco de magia con el olor del plato, osea que lo que hueles ahora es mucho menos de lo que realmente es… Para la transpiración ya lo tengo arreglado -levantó el vaso-, jugo de Sandía.
-Buena idea… Mh ¿Irás a Hogsmeade? ¿Quieres que vayamos a tomar un poco de cerveza de mantequilla?
-No puedo, me hubieras dicho antes, iré con el profesor Severus y el profesor Filius a unas cosas de la escuela ¿Tú estás haciendo una?
-De pociones así es, con el profesor Horace.
-Genial, es impresionante.
-Bueno, Hermione, ya será para la próxima.
El chico la dejó sola y ella volteó a ver a su profesor aunque no de forma muy notoria, y al encontrarse de causalidad con esa mirada negra, le alzó la taza en modo de saludo, él asintió.
El mago sabía que ella cumpliría a cabalidad todo lo que él demandara por ser tema de salud.
*
Cerca de las tres de la tarde, el pocionista y el semiduende caminaban por el sendero recto hacia Hogsmeade, apenas habían cruzado la salida posterior de Hogwarts cerca de la torre de astronomía. Snape se había adelantado a propósito a ver si perdía a la chica en el camino, sin embargo ella los alcanzó cuando estos ya se habían acomodado en sus sillas en la última taberna.
-Profesor Filius, profesor Snape -Saludó con energía la chica y justo cuando iba a sentarse una bombarda que parecía máxima, explotó la puerta de entrada.
-¡Ah! – Filius gritó por inercia.
Hermione estaba en el piso, cubriendo sus oídos.
Muchas esquirlas habían volado alcanzando el lado derecho del rostro de Snape y el brazo de la joven que cubría su mejilla izquierda, tan diminutas que al parecer muchas habían rebotado pero otras sí habían conseguido hundirse en la carne.
-Ouch, el oído izquierdo me duele -La chica se sentía adolorida.
Snape se agachó para tomar de ambos hombros a la estudiante y sentarla en la silla alta, miró al profesor y a su alrededor mientras observaba con detenimiento por encima de la ventana hacia la calle y justo cuando iba a tocar la puerta escuchó una voz.
Su oído agudo percibió un grito rabioso afuera del local.
-¡Se juntan con malditos mortífagos, son un asco y vergüenza!
-Retrocedan -Dijo Snape al presentir que esta persona lanzaría otra y lamentablemente no erró.
Hizo paso ligero hasta la mesa y cubrió con su capa al profesor y a su estudiante. Segundos después los tocó y los llevó al segundo piso de la estancia Cabeza de puerco, otra taberna del lugar.
-¿Se encuentran bien? -miró al semiduende, este se cubría las orejas por el miedo -Denme un par de minutos, limpien sus ropas -les dijo a los dos.
Snape regresó delante del desastre y puso todo como estaba con un par de hechizos, con otro más pudo sacar una copia fotomental de la persona que los había agredido. Era un visitante en Hogsmeade al cual nunca había visto.
Al regresar con su estudiante vio que el semiduende ya la estaba atendiendo, agitando su varita para curar sus pequeños rasguños.
-He visto al sujeto, parece ser un fanático de la desinformación, un cualquiera -miró a su colega.
-No te preocupes, Severus, esto pudo ser peor. Debo confesar que me escandaliza el hecho irresponsable que lancen bombardas sin revisar que habían menores adentro.
La chica sintió un fuerte vahido que le obligó apoyarse de la mesa frente a ella.
-Wow… -se tocó la sien derecha.
-Filius, te dejo, debo llevar a la chica a la enfermería. ¡Merlín, Minerva me va a matar!
-No, tú no tienes la culpa -el Semiduende se sacudía las ropas.
-Profesor, estoy bien, sólo fue el estruendo, nada grave -Hermione quiso tranquilizarlo.
-No, el profesor debe haber hecho un hechizo de restauración en sus ropas, pero no creo que haya quitado las esquirlas más pequeñas, esas deben quitarse a mano.
-¿De verdad, una por una? -sí le parecía exagerado, ella no sentía nada, empezaba a preocuparse por eso.
-Una por una -el mago no perdía seriedad -primero deben hacer un hechizo de fosforecencia o darte de beber sumo de zanahoria mágico, es para exponer los cuerpos extraños que están incrustados los cuales espero no tenga.
-Mh, bueno -la chica dijo preocupada, de verdad que había sido un mes difícil.
Snape no supo qué hacer, si tomarle de la mano o cargarla así que optó por tocarle el hombro y aparecer juntos en la enfermería.
Ahí en ese ambiente, el sol entraba en vertical, las camas estaban vacías y algunos elfos al fondo, se concentraban en la limpieza del lugar.
En el pecho del mago había preocupación, no porque se muera su estudiante, aquello era poco improbable, era porque algunas personas externas a la escuela aún no confiaban en él, entonces no podría, quizá, tener libertad de salir y menos con una joven a la cual debía preparar como profesora o al menos incentivar aquella profesión en ella. Debía mandar cuanto antes, una carta al ministerio para pedir inmunidad y sobre todo vigilancia.
-Me duele el estómago -dijo la chica viendo hacia todos lados sin encontrar a la enfermera.
-Señores ¿Dónde está la enfermera?
La postura importante de Snape se adelantó hasta los elfos, ellos lo miraron un instante y respondieron.
-Salió hace unos minutos, debe tardar porque fue a recoger pociones e insumos.
Snape se impacientó, ahora debía hacerlo él.
-Venga, yo lo haré, no es difícil -se giró extraño sobre sus talones-, acérquese a esta camilla, acuéstese a lo largo pero primero retire la capa y el suéter -ordenó. Caminó unos metros y retiró de lo cajones algunas piensas de punta plana y redondeada.
Con magia hizo que la camilla se haga más delgada, lo suficiente para que ella apoye sus brazos a los lados, trajo una silla cercana y se sentó empuñando su varita de pino.
La chica veía atenta todo, no creía que fuera tanta cosa esa explosión.
-Intente no moverse -añadió el mayor después de quitarse la capa.
La labor que el mago haría era minuciosa, y si se movía podría hundir más algunas astillas.
Agitó la varita pronunciando despacio un hechizo de fosforecencia.
–cutis luceat -abrió los ojos cuando ella empezó a brillar en el rostro, la punta de su varita le tocaba la mano izquierda a la chica- ¡Merlín! son más de los que pensaba… -se le escapó aquello preocupando a la chica-, Aufer -pronunció en el rostro de la chica para que las esquirlas grandes salgan lo más que se podía de la superficie. Hizo un soplido fuerte y miró de nuevo-, ahora está mejor, son unos cuantos.
-¿Cuántos, señor? -dijo preocupada.
-Unos treinta -el tono de la voz del hombre fue informativo, al parecer la idea era agradable, nunca había retirado esquirlas de la piel ni con hechizos ni manualmente, celebraba por dentro haber tenido éxito en dos hechizos nuevos en el primer intento.
-Adiós sábado -la chica hizo un gesto triste-, no podremos beber cerveza de mantequilla, profesor.
-No se mueva -posó sus manos con cuidado sobre la frente de la chica acercando su rostro a ella a centímetros para ver con detalle -Ya será para una próxima vez, alumna, Hogsmeade no se moverá de su lugar -apretó los dientes por tomar una esquila pequeña, su tono grave y seco no era impresionante sino normal.
Ninguno se fijó de lo que sucedía. La chica veía el techo blanco y las líneas de diseño de interiores, aquello era impresionante, cómo no fijarse en los detalles de algo que estaba tanto tiempo ahí, el techo de la enfermería se veía impresionante.
-Ouch -dijo ella al sentir cómo se desprendió una esquila de su piel. Como si le hubieran arrancado un pelito de la ceja.
-Algunas están incrustadas hasta la dermis, Granger, aguante el dolor -ordenó.
Tan cariñoso el hombre, ella pensó.
La vista de la chica pasó a los ojos del mago y ahí en esa atención contempló sus pestañas y el color de sus iris mientras este estaba concentrado. Por algunos segundos casi pudo memorizar las líneas e incluso se sintió capaz de contar los pelillos sobre su párpado izquierdo.
-Ah, señor… Sus pestañas son… -por un momento se olvidó que era Snape a quien veía.
-¿Qué tienen mis pestañas, Granger?
-Están rizadas ¿Se las riza?
-Tengo un salón de belleza en las mazmorras, Granger ¿No lo sabía? -soltó eso pausado, con gravedad y sarcasmo, provocando una carcajada en la chica.
-Ha, ha, ha, esa estuvo buena… Ouch -dijo al sentir otra esquirla salir gracias a la pinza que usaba el mago con sumo cuidado -lo siento, es que es la primera vez que le veo las pestañas, son… Ordenadas y curvas hacia arriba. Debe ser su genética.
-No se mueva, Granger -ordenó sin darle tanta importancia a lo que ella decía.
La chica se dio cuenta del desinterés así que se atrevió a verle los labios.
-Sus labios parecen blancos pero en realidad tienen un tono rosa pálido y dan la sensación de ser suaves -ella quería ver si él hacía otra broma.
-Miel de abeja y vaselina -el mago volvió a ponerle atención si dejar de hacer lo que hacía-, los usaba cuando era joven, usualmente me sangraban -se refería a sus labios.
-Ah gracias, es un buen dato… ¿Y para el cabello rebelde? -le estaba pidiendo a Snape algunos consejos que no necesariamente eran de belleza sino de salud.
-¿Me está tomando el pelo, Granger? -Snape paró y la miró directo a los ojos lo que provocó que ella se ponga nerviosa. Se quedó en silencio unos segundos pero luego añadió-, Pasta de aguacate y ya no moleste.
-Gracias, señor, seguiré sus consejos.
-Por ahora no creo que lo necesite, su cabeza está bien y sus labios se ven funcionales.
La chica se sonrojó aunque sabía bien que quizá eso que escuchó no había sido lo primero que el mago pensó decir.
-Tengo sueño -pestañeó viendo al mago en el rostro, de nuevo-, Outch, gracias -el mago le picó la barbilla con la pinza sin querer-, ya con eso tengo.
-No fue a propósito, pero si se sigue moviendo le sacaré un ojo.
Ella asintió.
Así se fueron cerca de tres horas hasta que atardeció.
-Listo -retrocedió el mago con todo y silla-, nada en rostro o brazos.
-Al fin -resopló la chica, se sentó rápido sobre la camilla y se tocó el hombro sin pensar que le dolía.
Snape la veía atenta.
-¿Le duele?
-Un poco no sé por qué -dijo ella confundida.
El mago se acercó otra vez y con sus dos manos apretó, sus dos pulgares juntos y el resto de sus manos cubrían todo el hombro de ella, vio la reacción veloz de la chica y ese fruncir el ceño en notoria molestia.
-Debería ser medimago, es muy bueno para esto -la chica le dijo en tono sincero.
-Es un simple hematoma. ¡Ya váyase, le queda una hora en hogsmeade!
-No, me quedaré con usted, de todas maneras tenemos una reunión -soltó aburrida.
Snape se alteró.
-Claro que no, le dije que hasta el lunes.
-No por la tutoría, sino por el permiso que me solicitó a dirección.
-La directora no me ha notificado -negó rotundo y cruzó los brazos -hoy saldré en un par de horas.
-¿Con su novia? -Hermione era una chismosa.
El profesor escrutó a la chica a detalle, ella hablaba en serio.
-¿Por qué le importa? -le alzó una ceja.
Ella alzó los hombros.
-¡Merlín! ¿Tiene una novia? -eso sí que era increíble.
A Snape le molestó que ella crea que el hecho era imposible.
-¿Usted quiere serlo? -soltó rápido para que se vaya de una vez, bajó la mirada y entre cerró los ojos en intenso acecho sin dejar de cruzar sus brazos por el frente.
La estudiante no se esperaba eso.
-¿Y por qué no? -Sonrió divertida. La chica era Gryffindor, nadie podía ganarle en una conversación falsa. No porque debía mentir sino porque nadie podía ganarle en armar algo creíble.
-¡No sea payasa y váyase! -Caminó hasta la puerta de la enfermería y alzó la voz-, le diré a Minerva que esta noche no puedo reunirme con ella, tengo que salir con mi novia.
La chica rió por molestar al hombre y ver que no la quemaba viva era un gran avance para su relación profesional. Ella sabía que esa noche era tiempo de surtir el almacén. Así como lo hizo la enfermera, cada mes iban a los lugares correspondientes y pedían grandes listas de carga que llegaban en tren hacia Hogwarts.
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Lunes en la noche.
La chica se reunió con el mayor, nada fuera de lugar, esta vez la primera vez que el mayor le dejaba tarea además de la proposición de ser también su asistente algo que ella estuvo contenta de aceptar ya que la teoría pura, como sugería el ministerio, no sería suficiente.
Además ella quería incrementar sus habilidades en Dacao y pociones porque muy dentro de ella una de sus posibilidades al salir de la escuela era trabajar en el departamento de defensa por un par de años, ganar dinero suficiente para comprarse un departamento y luego ser profesora en Hogwarts.
Suspiró al subir hacia su torre y por alguna extraña razón al ver en una de las pinturas y recordar lo que la serpiente mayor le dijo, sonrió.
Sonrió porque el mago le empezaba a caer bien y su seriedad era genial sobre todo para hacer bromas.
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Siguiente Capítulo: “El Balcón del sueño” y “Asistente de carne y hueso”
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