Confía en Mi Capítulo V Un Año Y Medio Antes ¿Cómo Empezó?

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Ella necesita ayuda
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-No creo que sea necesario instalar ese tipo de artefactos -Snape explicaba serio e importante junto a la directora viendo hacia arriba mientras un grupo de magos hacían levitar la segunda parte de un elevador hasta el tercer y cuarto piso.

-Profesor, usted tiene permiso para aparecer pero no los alumnos, hemos tenido incidentes con jóvenes de primer año, nunca han tenido que subir hasta el tercer o cuarto piso, siempre han bajado hasta las mazmorras para sus clases de pociones.

-Que usen las escaleras, no entiendo ¿Por qué hacen inútiles a las nuevas generaciones? Los jóvenes Gryffindor… -fue interrumpido por una voz conocida.

-Profesor, profesora, buenos días -Hermione Granger pasó a su lado con un enérgico saludo acompañada de un infaltable libro.

-Buenos días -dijo pausado en molestia obvia por ser interrumpido. La profesora Minerva lo acompañó al mismo tiempo.

-¿Me decía que estamos consintiendo a los jóvenes, usted cree eso?

-Pues… -Alzó una ceja haciéndose el importante con su peculiar hablar pausado-, no recuerdo haber escuchado quejas de los alumnos de Gryffindor -deletreó aún más lento-, de subir y bajar todos los días hasta el tercer piso.

-Pero esta vez tendremos a muchos niños jóvenes trasladándose hasta el tercer y cuarto piso. Las aulas nuevas de DCao y Pociones tendrán uso.

-Eso ya lo sé, yo sólo le daba mi punto de vista… ¿Cómo es el mecanismo, aprietan un botón para que baje y suba?

-No, es mágico… Los jóvenes podrán entrar en grupos de quince y al apretar el botón se trasladarán tan rápido como usar Red flu.

-Interesante… -quería irse pero Minerva siempre lo detenía.

-Ah, Severus ¿Has pensado hacer tutoría personalizada? Es un incremento del sueldo del cincuenta por cuenta y sólo una vez por semana.

-Es llamativo, Señora, aunque con tantos profesores de Defensa y pociones no creo que se necesite de mis servicios.

-Al contrario muchacho, eres el mejor profesor de esos cursos que tenemos y no lo digo para convencerte que hagas tutoría sino porque el dinero te vendría bien, si yo podría hacerlo lo haría.

-Tú puedes enseñar ambos cursos, Minerva.

-¿Serás o no tutor? -ella presionaba muy duro.

-¿Quién querría hacer tutoría profesional conmigo, Mh? -la pregunta se mezclaba entre la intriga y el sarcasmo.

-¿Y por qué no Hermione Granger? -la bruja veía atenta el trabajo de los magos y el ascensor-, no te daría problemas a comparación de otro estudiante.

-Pero yo no se lo ofreceré -fue tajante-, con permiso, señora -se dio la vuelta y s e alejó.

-Déjamelo a mí -sonrió la bruja y siguió en lo que estaba.

***

Al día siguiente en la mañana la directora caminó hasta donde estaba la estudiante, quien sostenía un libro con su mano izquierda y con la otra agitaba su varita para hacer florecer algunas plantas.

-¿Cómo estás, señorita Granger? -la bruja mayor llegó hasta ella, animada.

-Excelente, profesora aunque ya le dije que me llame por mi nombre -bajó el libro de delante de sus ojos para sonreír con empatía y de inmediato volver a lo suyo-, ¿Me necesita para algo, profesora? Ahora mismo estoy estudiando el nuevo libro de Dacao, tiene hechizos extras de aceleramiento.

-Sí está muy interesante… De hecho venía para ofrecerle una tutoría profesional.

Hermione cerró su libro y puso atención.

-¿Usted, directora? -mantenía una sonrisa sutil en los labios.

-No, una con el profesor Snape. Él dará tutoría profesional, es para preparar a los alumnos para ser maestros en Hogwarts.

-¡Oh cielos, lo sé! sé de qué es la tutoría aunque me sorprende bastante que él quisiera dar una, ya sabe, profesora, el profesor Snape es muy soberbio y complicado -bajó la voz en la última parte como en secreto.

-¿Te desanima su carácter, cierto? -la directora creía que había sido bueno intentarlo, otro alumno se negaría de inmediato, no culpaba a la jovencita su aquello era una negativa.

-En realidad sería todo un reto -su rostro interesado hizo sorprender a la directora.

-¿Quiere intentar la tutoría con él?

-No, señora, no quiero intentarlo, verá que podré hacer la tutoría con el profesor Snape -se acercó más a la directora- ¿Cuándo empiezan las entrevistas y guías de herramientas? Creo que tendremos que salir a veces para poder conocer las personas que están afiliadas a Hogwarts ¿Cierto? -caminó hacia un lado pensativa-, la gente que trae los materiales, hace las copias, los instrumentos, los silabus, el ministerio… ¡Sería interesante ser profesora como usted!

Minerva sonrió ampliamente.

-Sí, jovencita, entonces déjeme avisarle al profesor.

-Claro, por favor escríbame una carta cuando empiecen las entrevistas.

Minerva asintió y la dejó sola otra vez.

***

Mientras tanto el mago de las mazmorras caminaba al lado del profesor Filius de levitación, cerca de las nueve de la noche, después de que el pocionista había regresado de una reunión con los nuevos profesores de Dacao y pociones, unos cuatro,dos mujeres y dos hombres, ninguno ex alumno de Hogwarts.

-Dos alumnos quieren hacer tutoría conmigo.

-¿Quiénes? -Snape escuchaba atento.

-El señor Thomas y el señor Seamus.

-Pensé que debían ser de la misma casa -Snape de refería a que si él era Slytherin debía tener un alumno Slytherin para la tutoría.

-Es que no es obligatorio por eso deberemos aceptar sólo uno y de la casa que sea. Yo me enteré en la tarde que la señorita Granger tomará tutoría contigo, Severus.

-¿Granger se lo dijo o Minerva? -Snape quería saber si había sido una imposición de Minerva.

-La estudiante, Severus, yo mismo se lo pregunté, me acerqué a ella al final de la clase y le pregunté si haría el curso para ser profesora y me dijo que sí. Yo le ofrecí darle mi tutoría porque ella es una alumna excepcional sin embargo me dijo que lo haría contigo.

Snape escuchó como si nada.

-Comprendo, pues si es así no modo, tendré que hacerlo yo -al pocionista le daba igual, era una vez por semana de entrevistas y valotarios, nada de otro mundo-, ¿Cuándo es la primera entrevista?

-Mañana en la tarde, yo, creo que ya escogí al señor Thomas, me quedaré con ese estudiante ya que el señor Seamus siempre encuentra la manera de explotar.

Snape asintió perdido en sus recuerdos, en los desastres ocasionados por ese alumno.

***

Al siguiente día antes de la cena, seis de la tarde.

Hermione Granger veía el pomo de la puerta que daba a la principal aula nueva de Dacao, imaginaba que dentro estaba el encargado de ese curso, Severus Snape.

Tenía temor, incertidumbre por no saber cómo actuar.

Tocó tres veces y esperó.

-Adelante -Una voz gruesa conocida la llamó.

La joven no tuvo que tocar la puerta, esta se abrió frente a ella y le dejó ver al mago sentado en su escritorio. Guardó la calma, estaba alterada o mejor dicho asustada, nunca había estado sola con él.

-Buenas noches señor, aquí está mi solicitud de tutoría -caminó despacio y colocó frente a él un pergamino perfectamente doblado en dos con autorización y sello de dirección.

-No se preocupe por mi firma, comencemos de inmediato -el ceño del mago estaba levemente fruncido mientras ordenaba unos papeles que usaría en la entrevista. Al tener todo en orden dijo en voz alta como si dictara. -, Teoría vocacional y profesional, llenará esa hojas después de que yo le pregunte, no sea muy extensa sino concisa, Señorita Granger, aquí no tendrá que presumir que sabe sólo dejarme ver que está enterada.

La estudiante asintió y no dijo más nada, sólo vio cómo el mayor colocó frente a él pergaminos cortados en rectángulos, tintero y una de sus plumas plateadas.

-¿Qué espera, Granger, escribirá allí de pie? Ya siéntese… -no podía cambiar su genio ni un segundo, era el señor de las mazmorras no había duda.

-Voy, voy… Lo siento es que pensé que…

-No piense, comenzaremos ahora.

Snape se inclinó hacia delante y pasó la primera hoja delante de sus ojos.

-Datos personales.
Escriba en el primer pergamino, nombre completo, edad, materia vocacional, materia débil, materia favorita. Tiene un minuto -el hombre la miró y ella empezó a escribir veloz.

-Sí señor.

-Espere Granger, la pluma está hechizada, sólo tiene que dictar.

-Ah, bien… Si es así entonces… Mi nombre completo es Hermione Jean Granger -Veía su hoja y cómo la pluma escribía con letra impecable y negra, tan impecable como la suya-, Tengo diecisiete años pero cumplo dieciocho en un mes.

Snape rodó los ojos, era claro que le preguntaba la edad, la fecha exacta no si se compraría pronto una piñata.

-Continúe -exigió él.

-Mi materia vocacional es Pociones, no tengo materia débil, y mi materia favorita es Dacao.

-¿Desde cuándo? -cruzó los brazos sorprendido, sabía que ella prefería runas o aritmancia.

-¿Desde cuándo? -se preguntó la chica-, Uy no recuerdo la fecha exacta.

-Olvídelo no lo pide el documento -su rostro serio ignoró lo dicho.

La chica asintió y el siguió.

-Enumere lo que usted cree que es enseñar en Hogwarts, le daré tres opciones y usted tendrá que ordenar según su criterio.
1. Es ser responsable con mi misión de bruja.
2. Es sentir satisfacción por enseñar.
3. Es crecer profesionalmente -la miró-,
Vamos Granger, no me mire y ordene.

Así se pasó Snape durante veinte minutos, dictando todas las preguntas de tres hojas que le enviaban de coordinación estudiantil en el Ministerio de magia. Y ella respondía de forma concreta.

-Le agradezco ¿Mañana a qué hora puedo venir, señor? -habían acabado al fin.

-Después de la cena -Snape fue cortante, se había puesto de pie y ordenaba los papeles que habían utilizado.

Ella acomodaba su alforja y se dirigía a la puerta para irse pero pensó un poco que antes de huír de ese incómodo lugar y situación, podría intentar interactuar con él, un poco más.

-¿Irá al comedor, señor? -quiso ser amable.

-Así es, Alumna -no cambió el tono, serio, perdido en sus importantes pensamientos.

-Entonces lo espero -ofreció curiosa, ella iba hacia allá ¿Por qué no arriesgarse a preguntar?

Snape asintió desde su lugar, guardó todo con magia, se colocó la capa y abrió la puerta para que ella salga mientras la chica no perdía atención. Nunca había tenido eso, alguien que le abra la puerta y nunca se había imaginado una situación similar, menos con él.

-Y… ¿Aún va a San Mungo por tratamiento?

-No -caminaba con la mirada al frente, altivo y un ceño de que le apestaba todo como siempre o que no le importaba esa conversación, sin embargo no había nada de malo en tener cierta información. Para él era eso, si hablaba con alguien era para estar enterado de todo por si acaso debía usarlo en el futuro-, ¿Usted va a San Mungo aún?

-Sí, aún, señor, los domingos en la mañana, voy por red flu porque tuve una infección en la rodilla y otra en la muñeca, me los había roto, ambos, pero por la adrenalina no me di cuenta hasta que estaban a punto de darme de alta, se dieron cuenta que aún me subía la fiebre a pesar de que no tomaba las medicinas que provocaba esa subida en los latidos de mi corazón. No me duele pero al parecer sigue infectado.

-¡Son tan inútiles en San Mungo! En ves de curar, son buenos para matar -La miró de reojo con una ceja alzada y siguió viendo al frente -, esa es la razón por la cual ya no voy, además de que no los necesito.

-¿Cree que el sistema de salud es malo? -ella se atrevió a poner en tela de juicio y arriesgar a su profesor con una pregunta como esa.

-Voy a decir con humildad, que soy mejor solo en comparación con toda esa bola de pocionistas y magos.

Hermione sonrió, le agradaba conversar con él, por alguna extraña razón hasta eso le hacía sentir bien sólo porque él no solía socializar nadie.

-Sí -respondió con respeto y cuidado-, de eso no le discutiré, profesor.

-Mh -hizo un sonido importante como sorprendido de que ella diga eso-, Gracias -su agradecer fue dudoso. Luego pensó que la chica no iba sanar rápido si seguía yendo a San Mungo-, ¿Desea llevar el tratamiento conmigo? -ni él mismo creyó escuchar lo que salió de su boca.

La chica se detuvo de golpe, aquello era increíble.

-Po… Por su puesto -soltó animada y avanzó rápido para alcanzar al mago.

Snape asintió.

-Tiene una infección -su voz sonó tan gruesa como siempre aunque en un tono diferente-, lo primero es aumentar su ingesta de ajos, cebollas, jengibre, canela, cúrcuma y kefir de leche -enumeró rápido, inteligente.

-¿No me hará daño el ajo? -la joven preguntaba porque usualmente no consumían aquello, muy poco de cada uno y a la semana no era nada.

-¿Es vampiro o bruja, Granger? -suspiró cansado, otra vez aburrido.

-Bruja -sonrió porque sabía que se estaba burlando de ella y le seguiría la corriente sólo por ofrecerse a ayudarla.

-Entonces no tiene nada que temer -dijo pausado. Suspiró profundo porque pensaba más-, Vamos a la cocina.

El adulto la guió hasta los cocineros expertos, eran elfos que por su puesto tenían excelente paga y gracias a esa chica que la seguía a su lado.

Al llegar a esta enorme cocina, ella vio todo el orden, la organización, cada una de las preparaciones y las áreas que a su vez eran estaciones. Unos elfos picaban, otros freían y otros sacaban y metían charolas al horno.

-Natso -Habló Snape, serio a un elfo con gesto soberbio el cual volteó a verlo, este era un poco más viejo que todos lo que ahí estaban activos -, Necesito una sopa que contenga ajos, cebolla, jengibre y una ramita de canela.

-Al instante, señor -movió sus dedos y dentro de una gran olla de acero pequeña se mezclaron los ingredientes junto a papa, jugo de soya, tomates, agua y fideos chinos.

-¿Tiene yogurt de Kefir? -preguntó el mago, no paraba de pensar.

-No señor, eso se nos ha acabado -el elfo entristeció al darse cuenta que faltaba aquello en la cocina. No le agrada a fallar a los pedidos y menos si eran de profesores como él.

-No importa -hizo pausa-, creo que tengo un poco en el almacén -el mayor cruzó los brazos y asintió en agradecimiento-, por favor envíe eso siempre en el lugar de esta estudiante, frente a ella en el gran comedor.

-¿Cómo se llama la estudiante? -preguntó el elfo.

-Hermione Granger -el pocionista contestó aburrido.

“¡Ay wácala, sopa de ajos!” se dijo la chica en la mente mientras sus ojos y gestos no mostraron felicidad precisamente.

-Gracias, todo sea por sanar más rápido.

-Vaya, le espera una deliciosa cena -hizo pausa dramática y añadió-, Toda la semana.

La chica pasó saliva.

Durante la cena Snape observó todos los gastos de esa estudiante, cada movimento, queja y asco con el que no dejó de comer hasta que se cada fideo se terminó.

Satisfecho de haber obligado sutilmente a la perfecta de Gryffindor, beberse una mezcla poderosa contra la infección, asintió para sí y continuó con su café.

***

El gran comedor, nueve y media horas de la mañana.

Snape tenía una pequeña conversación con Pomona y Minerva, ellos se encontraban charlando cerca del principio de la mesa de los Slytherin.

Los alumnos ingresaban en grupos de tres, cuatro y a veces solos, como últimamente la estudiante de Gryffindor estaba.

Snape se dio cuenta porque ella era la única joven que siempre cargaba sobre sus manos un libro abierto. Mala suerte para él porque cuando fijó su mirada en ella y ese estado perdido en definiciones y letras, ella se giró, lo vio y le soltó una sonrisa como saludo.

Merlín, la culpa es tuya, no eres amable” pensó el mago, prefería mantener su reputación como profesor que da miedo no como el profesor que recibe sonrisas fraternales.

Al principio el mago no iba a responder pero en una venia imperceptible lo hizo y gracias a eso cuando llegó la hora de la conversación vocacional, la chica le obsequió una caja de galletas de fresa, de todos los postres del mundo, lo que más odiaba.

El karma se había cobrado, otra bendita vez.

***

-Son deliciosas, a mí me gustan aunque con té negro.

Snape se concentraba en mascar mientras hacía gestos finjidos de que le agradaba.

-Muchas gracias -contestó, no pensaba que a veces, ser amable le conseguía cosas gratis o peor, que de verdad la estudiante le haya perdido miedo en un par de días.

La chica se acercó, rodeó la mesa y señaló el papel que el profesor estaba leyendo.

Snape se quedó congelado, nunca había dejado que alguien se acercara tanto a su cuerpo.

-Usted tenía razón, algunas preguntas se repiten -dijo ello volteando a su izquierda, sin ninguna intensión más que comprobar que él estaba en lo cierto.

Fue extraño, al ver el rostro del mago, su repentina sorpresa, fue a su silla y se sentó para seguir.

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Este capítulo está en edición.

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