Una semana antes de salir.
Snape tenía planeado llevar a la chica a un lugar fuera de Escocia pero esa semana se convirtió en exámenes finales para quinto y sexto año, la profesora le había pedido a Hermione que le ayude a la supervisión en los salones y aquello le quitó al menos una hora y media de las cuatro que pasaba con él.
Eran días donde parecía estar en una montaña rusa; al subir, el cielo estaba claro y se podía ver lo qué sucedía en su interior pero otras al nivel del suelo, todos esos fierros hacían ruido, la estudiante se hacía tímida, no le decía nada concreto. Cuando eso pasaba se animaba él a decir o hacer algo pero se frenaba por ser incorrecto.
Había salido con ella unas tres a cuatro veces y en aquellas ocasiones sólo hablaron temas de la escuela.
Quiso invitarla a pesar de la responsabilidad, la buscó dos días pero ella no estaba, quizá seguía a todos lados a Minerva. Estaba desesperado aunque disimulaba bien.
-Señor Thomas ¿Ha visto a la señorita Prefecta de su casa?
-No está, señor ¿Desea que le de algún recado?
-No -respondió frío, siguió su camino por el pasillo hasta llegar al salón de la directora y observar curioso desde afuera.
Ahí la encontró, vio a su alumna caminando entre los chicos con las manos detrás de la espalda y un porte conocido, aquello le causó gracia porque empezaba a comportarse como él.
Cuando llegó el martes y ella tardó en estar frente a sus ojos, en ese instante él sintió un tirón muy fuerte en sus entrañas, nostalgia, tristeza, ella estaba a punto de irse y él no sabía qué hacer. Pensaba y se decía que quizá debía renunciar, quizá podría intentarlo en el ministerio, tener más tiempo y dinero, o sólo debía esperar.
-Buenas noches, Señorita -él estaba en el pasaje secreto, a unos metros del principio, ansioso por charlar, tocarla, abrazarla con intensidad, y aquello pasaba cuando llegaban frente al portal.
-Profesor -fue lo que ella respondió al acercarse antes de abrazarlo e impregnar su levita con su suave aroma de flores y vainilla-, lamento llegar tarde es que la profesora me comprometió a…
-No se preocupe, lo sé -interrumpió con una voz explicativa y sutil -la he buscado por todos lados.
Contar eso para el mago había sido como un difícil reto, ni si quiera él sabía por qué había dicho todo eso, sólo se le salió.
-En la mañana pensé que lo vería en el desayuno, quería comentarle que me dieron de alta en el hospital. La infección ya no existe gracias a su excelente sopa.
Él lo hizo como siempre, tomó su mano y le ayudó a subir por las escaleras empinadas e irregulares mientras asentía con atención.
-Excelente noticia.
Ya arriba, en el segundo piso, no la soltó sino que ella al intentar avanzar, por la mano de él, retrocedió.
-¡Ey! -soltó ella sorprendida. Snape siempre había sido reservado para cosas como esa. Ya sea contacto o juegos con este.
La abrazó por la cintura y ella se aferró a su cuello mientras permanecían de pie, la cabeza del mago estaba sobre el hombro de ella y sus cuerpos como hace dos días, pegados sin espacios para pensar “¿Por qué?”
-La extrañé -era más directo, no tenía temor, aquello hizo temblar a la joven por dentro.
Ella intentó apretarlo y él se quejó sin oxígeno por un momento.
-Oh ¡Yo lo extrañé! -Hermione se sentía bien en sus brazos, no había nada mejor que eso. Si él decía, ella también.
En momentos similares sus conversaciones se hacían naturales, conversaciones que más parecían no tener sonido, sin embargo a sus oídos el ruido de sus respiraciones eran escandalosas, no formados en sus labios sino más bien de sus gestos y el movimientos de sus manos, escasos de significados claros pero a la vez claros, la verdadera comunicación empezaba a surgir ahí, otra vez.
Un momento íntimo donde no había espacio para más de dos.
Susurraban como desde hace poco sin saber que se había hecho costumbre compartir expresiones, sin saber porqué nada podía ser mejor y sin saber que todo, cuando estaban solos, los unía.
-Quería llevarla a conocer una motivación -le habló como si le doliera y es que ese cuerpo apretado a él hacía que su mente perdiera fuerza e incrementara su temperatura y deseo de “poder”-, el lugar es fuera del castillo.
¡Merlín, es tan hermosa! Aspiró el perfume de sus ropas perdido en ella.
El mago hizo un movimiento inesperado, incluso en su cabeza se sintió culposo. Invitó a la estudiante a sentarse sobre su muslo izquierdo, la primera vez, y ella no se negó.
La vio a los ojos y luego a los labios, una mirada profunda y negra cargada de placer.
Sí, él sentía placer en verla y tenerla cerca.
-Pero ya no se va a poder -dijo el mago, lento -ya no hay tiempo.
Hermione quería hacer todo lo que él sugería porque sentía que lo conocía y no habían malas intenciones en ese nerviosismo que empezaba a inquietar su corazón, ambos se querían, al menos ella así lo sentía.
Esa delicada estudiante, acercó su boca a la mejilla de él para depositar besos pequeños, lentos para incitar en la caricia a que él la tocara también. Se fue de sus pálidas mejillas a su cuello y pálida piel el cual olía a impregnado de lavanda y madera.
-Mh -soltó él como si estuviera pensando aunque el ruido era en gusto y placer.
-Hoy huele muy bien, profesor -soltó ella, abrazándolo por el cuello.
Snape posó sus manos en la cintura de ella con caricias sutiles, su respiración estaba calmada.
-Dígame cuando no ha sido así -la voz del mago la acusó, presumido.
Ella sonrió.
Desde la anterior ocasión en que estuvo con él había notado que el mayor accedía a todo lo que le pedía.
Era increíble que tan sutil contacto les causara exaltación, su mano pequeña sujetaba el rostro del mayor mientras lo besaba una y otra vez.
-Gracias, me gusta que seas así -su voz fue baja y grave, Snape no quería que ella dejara de hacer.
Y ella se imaginó que ese día él le pediría que su relación de confianza creciera.
Le daba curiosidad, quería tocarlo más, o mejor dicho, al revés.
-Te voy a extrañar -los ojos de aquella pequeña se tornaron rojos y húmedos, su voz le dejó sentir a Snape el sentimiento con que lo decía.
El mago suspiró profundamente, aquello lo atravesó, lo golpeó.
-¡Lamento que deba pasar! Dime, señorita Hermione ¿A dónde irá los primeros días afuera de Hogwarts? -él estaba preocupado por eso además de que se sentía mal cada que pensaba que ellos, sus conocidos, volverían a tenerla cerca otra vez. Aquello le causaba celos, la quería sólo para él.
Hermione apoyaba su rostro en el pecho del mago con intensión de ver lo que había descubierto dos días antes. Cuando ella lo abrazaba, el cuerpo del mago reaccionaba. Pudo ver cómo su pantalón por la pelvis se llenaba con un maravilloso ser, se dio cuenta que a Snape le excitaba que lo toque y que lo bese, él estaba listo para más y ella casi podía perder la cabeza porque era un deseo reciente, besarlo además de sentir toda su piel.
Suspiró habiéndole ganado la curiosidad, nerviosa.
Se separó de su cuerpo, a un lado porque creía que no iba a aguantar.
-Iré con mis padres, recuerde que después que me ayudó pude arreglar volver con ellos.
-Casi lo había olvidado aunque… -frunció el ceño perdido en sus ojos café-, yo no hice nada.
-Sí ha hecho, y estoy muy agradecida -esta vez se acercó y casi le besa la comisura izquierda-, Voy a extrañarlo pero si quiere podemos seguir viéndonos aquí, profesor -al fin lo dijo, por su puesto que quería verlo de nuevo.
-No, no -negó con voz seria-, debe concentrarse en lo que viene, un viejo como yo va a distraerle -su voz se hizo recta de nuevo aunque interesante y pausada.
-¿Sabe qué voy a extrañar más? -preguntó ella con voz animada, intentando cambiar de tema.
-No, qué Granger…
-Su risa -sonrió frente a él, tímida porque sabía que él la miraría pronto a los ojos y se pondría nerviosa al tener esa negra mirada haciéndose daño e incrementando su deseo de besarlo.
-Y yo extrañaré esas terribles bromas ¿Cuándo me he reído? Qué gran mentira -no reía, el hombre parecía que era falto de expresiones.
-¡Oh vamos esta vez casi se ríe! -insistió ella.
Él esquivó su mirada.
En su mente se imaginaba tenerla, besarla hasta el cansancio, desnudarla y probar cada centímetro de piel, comer su aroma a besos en sus manos, muslos y vientre, y entonces se puso de pie y confesó.
-Ya no quiero ser su amigo, es inapropiado -dijo de espalda a ella -sin embargo quiero verla otra vez…
Hermione se sintió confundida.
-Yo también quiero verlo otra vez… ¡Lo amo! -quiso ver qué decía el mago- Sabe que lo quiero con todas mis fuerzas ¿Acaso no lo ve? ¿Por qué dice que ya no quiere ser mi amigo? -ella exigía una explicación.
Snape no podía cometer el mismo error dos veces, debía decirlo, debía pedirlo, sólo si confesaba lo que sentía no iba a perderla, no a ella aunque se fuera. No quería perderla.
-Cuando se vaya todo terminará y ya no será lo mismo, usted tendrá otros tratos, otras relaciones y usted conocerá a alguien más y todos los recuerdos que existen de estas semanas se perderán -seguía de espaldas a ella, en un tono serio y explicativo -por eso antes de que pase quiero que se acabe, sin embargo debo decirle que la aprecio en demasía y cuando me necesite estaré para usted.
-Espere, no lo haga así por favor, no tiene por qué decir todo eso -camino hasta él quien sostenía las manos detrás de su espalda y entonces se dio cuenta que habían lágrimas en las mejillas del profesor.
Por verlo así, retrocedido y se derrumbó.
Sus sollozos se escucharon al rededor y Snape apretó los párpados.
-Le prometo que lo amo y que nada de esto se perderá, no importa todo lo que me diga, nada de esto. No lo voy a olvidar. Usted seguirá siendo importante para mí, voy a escribirle y me responderá… Prometo que lo haré cada semana -ahora ella estaba rota- Y usted ¿Me lo promete, promete que me escribirá?
El mayor levantó su mano izquierda para limpiarse el rostro de forma elegante y luego voltear a verla.
-Se lo prometo -caminó otra vez hasta el sofá y se dejó caer hacia atrás junto a ella -por favor no le diga a nadie que me vio así.
-No lo diré, esto es nuestro secreto.
-Hay una última cosa que deseo pedirle -Snape sonó en un tono mandón, osea como siempre.
-Quiero hacerle un último examen de Dcao y pociones, por escrito. Serán treinta y cinco preguntas, el día viernes antes de que se vaya.
Ella asintió, se acercó para besarlo en la mejilla y al pasar el tiempo de siempre sentados junto al otro, en silencio, Snape la llevó hasta el castillo en el segundo piso y desapareció.
**
Los días antes de que la estudiante se fuera.
Snape la abrazaba otra vez allá arriba en la buhardilla de la casa de los gritos mientras ambos miraban a través de la ventana, pero cuando casi oscurecía, sus cuerpos se juntaban el contacto era natural y mecánico, tanto que ya acariciaban sus rostros con las yemas de sus dedos en silencio y respiraciones profundas.
Él se acercaba a su rostro, con su nariz larga, acariciaba su frente depositando besos y luego en sus mejillas con sus pálidos labios, se abrazaban para sentir el amor del otro sin preguntarse que eso si se podía.
El mayor la tenía contra su pecho, con los ojos cerrados, aferrado y silencioso dejando que pase el tiempo lento después de charlar unos veinte minutos, eso había sido el final de sus días juntos en Hogwarts. Deseaban poder hacer una pausa en el tiempo y grabar en sus recuerdos todo lo que estaban viviendo.
Severus quería besarla, se moría por hacerlo y las últimas veces sintió que ella también lo buscaba, la tomó de la barbilla, su nariz tocando la suya y sus ojos cerrados disfrutando del contacto, sus labios delgados acariciaron la nariz de la chica, otra vez, sus ojos, sus mejillas, ambos morían por decirse pero se detenían.
Y cuando al fin él planeó confesar que sus largas conversaciones los había empujado a ser más y que se había desviado a quererla, desearla como una mujer. Ahora la quiero sí y mucho, la quiero cerca no sólo como mi mano derecha. Cuando al fin se había decidido ya era tarde. Era el último día de clase.
Y no, no sucedió… Pero…
Viernes siete de la noche, despacho de DCao tercer piso, aula principal.
Severus escribía un examen sobre un largo pergamino, había dicho a la joven que debía contestar cierta cantidad de preguntas sin embargo ella tendría que llenar la mitad y el resto él lo haría, quería hacer copia del documento para darle una a ella y él quedarse con el original. No tenía desde primero si quiera una hoja completa con su letra y no se esperaba que ella le llevara escondido dentro de su bolsillo, una declaración de amor, la cual no le entregó al mago por eventos no planificados.
-Profesor, buenas noches -estaba animada y feliz de verlo, como días anteriores, traía una charola tapada con una cloche de cristal, también conocido como cubre platos pero más grande y transparente.
Snape se puso de pie y se acercó a ella para ayudarla con el objeto.
-¿Qué es eso? -cruzó los brazos después de poner el enorme plato sobre la mesa con dos recipientes hondos adentro los cuales se traslucian con obviedad.
-Tenía que traer la cena y además el postre -sacó de su bolsillo una caja de madera pequeña que creció con ayuda de su varita sobre el escritorio -Sopa de verduras con pollo y pastel de vainilla con ralladura de cacao.
-Mh, esos elfos cada vez más sofisticados -dijo el mago mientras se sentaba en su silla de maestro.
Hermione le sonreía.
-En realidad lo hice yo, todo, la sopa el pastel, su tajada es la más grande -dejó la alforja en el sofá, contenta, tenía un suéter lila pastel, un collar de piedras redondas y su falda gris de la escuela.
-Impresionante, no me lo esperaba -Snape sonrió sutilmente de lado y subió sobre la mesa dos recipientes hondos con ensalada de frutas, crema y una cereza. Por alguna razón a ambos se les había ocurrido quedarse más tiempo y comer juntos.
-Wow, tendremos un banquete -la chica dijo admirada, tomó un banquillo de esos que se usaban frente a las mesas largas y lo llevó hasta rodear el escritorio para acabar sentada junto a su izquierda.
Miró el escritorio para encontrar la pluma, la tinta y pergamino listo para el examen.
-¿Puedo empezar? -Hermione volteó a verlo.
-Sí, no me mire, comience ya -ordenó acomodado a su lado derecho, hizo la silla un poco hacia atrás y su puso su mano en el respaldar atento a lo que ella escribía mientras bebía una copa de agua.
-Pero ¿No me va a abrazar? -soltó engreída aunque con ese atisbo serio que él le había contagiado.
Snape se acercó y le dio un beso en la mejilla.
-No te distraigas -se le escapó la informalidad-, está difícil tanto que sé no podrá llenar todas las preguntas así que desde ahí, participaré yo.
Ella asintió leyendo la primera pregunta.
Snape puso el reloj de arena frente a ellos, el mismo que usaba para presionar a sus estudiantes en cada evaluación, esto hacía que contesten lo más rápido posible. En ese momento no era necesario pero le divertía verla apurada.
-Tómelo con calma, al final son veinticinco preguntas en veinticinco minutos.
-¡Agg, lo odio! -empezó a escribir más rápido.
Snape se puso de pie un instante, caminó hasta un armario en el fondo de donde sacó dos pociones dulces revitalizates que él había preparado un día anterior para la ocasión, no sólo eso había etiquetado con esmero, usó tapas de corcho y un lazo azul cielo.
Colocó ambos objetos también frente a ellos.
-Para que no me odie, doble ración revitalizante dulce con sabor a sandía.
La chica sonrió y seguía, era una máquina de escribir a mano alzada.
*
Los minutos se fueron y la pluma se fue al tintero automáticamente.
-Me faltaron seis -dijo ella decepcionada girando a su derecha y encontrándose con la mirada de Snape.
Él la veía intensamente, transmitiendo todo lo que sentía por ella.
-No se preocupe, es a propósito, si respondió las demás ya tiene un diez -Se acercó más al escritorio, pegando su pecho o lado izquierdo de ella, su barbilla casi se apoyaba de su joven hombro.
-Veamos -tomó la pluma con la mano derecha a pesar que era surdo y su brazo izquierdo le rodeó la cintura.
La joven giró un poco más a su derecha, se puso de pie y se sentó sobre el muslo del mayor, este movimiento a Snape le fascinó.
-Usted siga, no se distraiga -la chica volteó el reloj de arena.
El mago empezó a escribir y mientras lo hacía empezó a decir con la cabeza, que sí.
-Muy bien -sus checks eran exageradamente grandes, su voz se hacía cada vez más grave sobre todo al sentir que ella se acurrucada y terminaba por abrazarlo del cuello.
Hermione depositó un tibio beso.
Él siguió.
-Bien, todas las respuestas están bien -escribía anotaciones a los lados únicamente para aumentar alternativas-, voy a contestar las preguntas y le daré una copia del examen, por otro lado yo me quedaré el original.
-Sí está bien -ella depositó otro beso en su mejilla y luego pasó a su cuello con besos lentos.
En ese instante Snape ya estaba bastante excitado.
Hermione se atrevió a más, subió su mano izquierda para tocar los botones superiores de la levita, jugó con ellos unos segundos y luego empezó a abrir uno por uno.
Él se dejaba porque por obvias razones, le encantaba.
-Casi acabo -él escribía afanado en responder con precisión-, le ayudará mucho el libro que le di -sugirió el mayor con la voz aún más grave y susurrante.
-Estudiaré, lo prometo -La chica ahora besaba su cuello, su barbilla, su patilla y oreja, la cual hizo que él volteara a verla después de unos cortos segundos de fuerte y profunda exaltación. Cerró los ojos besando las mejillas de ellas y ella volvió a dirigirse con su mano izquierda por el pecho del mayor, pero esta vez bajó hasta su cinturón.
-Ah -soltó aire gravemente excitado y apretado -no, no… -bajó su mano para sostener la de ella y la volvió a subir a su cuello, al tercer botón abierto. Ya no podía disimular, su respiración lo exponía inquieto.
Ella empezó a besar su cuello aún más intenso, la respiración de Snape ahora era errática, nerviosa, débil, quería frenarla pero se sentía enloquecedoramente bien.
La joven
Siguió con los botones hasta su vientre y luego la camisa blanca que se escondía en su interior.
-Ah -ya no sabía cómo podía soportar, ahora tenía los ojos cerrados, lastimado por las caricias -por favor no me hagas esto -soltó en el oído de ella en susurro y las palabras apretadas, informal-, no podré con esto si te vas -el mago se refería al recuerdo, el extrañarla, si le daba algo no iba a detenerse, él pediría más.
El mago hizo un esfuerzo para hacer el hechizo de magia sobre la pluma y dictar con su mente, ya no quería distraerse. Se puso de pie con ella encima, la cargó con su brazo izquierdo y con el otro tomó los dos pomos de poción.
Desaparecieron y aparecieron en otro ambiente donde las llamas de dos teas altas los guiaron a saber lo que sucedería.
Sentados en el filo de la cama, Snape le ofreció una botellita a la joven y él bebió la otra poción.
Acostados en la cama el mayor empezó a posarse sobre ella para besarla, besar su rostro su barbilla y cuello, ya no iba a resistir la tentación.
-¿Tienes miedo? -intentó estar calmado mientras soltó esa pregunta con valentía.
-Sí -soltó ella, sincera-, pero te quiero, lo quiero -susurró y lo besó despacio.
Ahí comenzó todo, Snape se hizo de rodillas sobre ella, le retiró el suéter por la cabeza para encontrarse con la blusa de la escuela, abrió esta y se maravilló. Nada, nada antes había sido tan bello delante de sus ojos, un sujetador café claro sosteniendo sus curvas superiores y su vientre plano exponiendo un ombligo que para él era perfecto.
La besó, acercó sus labios y ella lo atrapó. No existía para ambos algo más excitante que ese contacto suave, húmedo, ni si quiera tenían que tocarse más para conseguir viajar al último lugar claro y oscuro en el planeta, una loca corriente violenta convertida en agua calma, tibia y placentera, beber de los nuevos sabores de la vida, encontrar lo que no existía y traerlo al fin para ellos.
-Yo también te quiero -dijo Snape sin parar de sacarse toda la tela del cuerpo.
Besó sus labios de nuevo, regresó a ella de lado mientras que con su mano derecha terminaba de desvestirla. Fue a su cuello para hacerle exactamente lo que ella le hacía unos minutos antes, volverla loca, desquiciarla, incitar un nivel tan alto de más donde no podría bajar jamás al menos en sus recuerdos.
-Ah.. -Hermione suspiraba sin poder frenarlo, la piel de Snape le quemaba cuando la tocaba, como aquel día con fiebre y sobre todo desde el vientre y los muslos.
-Me encantas -Snape dijo, se sentía culpable porque dentro de esos recipientes de donde habían bebido había dos ingredientes que provocarían el olvido si ambos se quedaban dormidos. No paraba de besarla, bajaba lentamente a su pecho, con cuidado paseando sus dedos en todas esas curvas y a ratos apretaba todo lo que ella le permitía, más abajo hasta su ombligo y seguir hasta conseguir lo que descubría.
-¡Ah Severus, tú… Tú… me encantas! -sus voz se hizo aguda, sin aire, ya no podía hablar.
El mago siguió hasta probar lo que imaginó en su mente que había conseguido en el íntimo cuerpo de ella con sus caricias.
Reacciones, reacciones naturales, húmedas y desesperadas por unir su cuerpo con él.
*
Unas tres horas después, ella dormía profundamente cubierta debajo de sábanas gruesas viendo la puerta y él recostado boca arriba sin tela encima.
Un suspiro intenso y sabor dulce en su lengua lo levantó y entonces vio a la joven a su izquierda, impresionado, tanto que creyó que aún no había despertado.
¡Merlín! Se acusó en la mente.
Alcanzó su varita para colocarse la camisa y la ropa interior, rodeo la cama confundido pero con ese instinto despierto de investigación, miraba cada rincón, los objetos al rededor y entonces vio las botellas las cuales sí recordaba.
¡Ha sido la poción! Pensó, al final bebimos los dos.
Al hacer el hechizo para ver el pasado, tomó polvo dorado de uno de sus cajones y lanzó junto a dos palabras mientras empuñaba su varita.
–Appare Vestigium -susurró intentado apoyarse de algo para no caer de la impresión, y sí lo vio. Todo, todo delante de él empezó a iluminarse con una manta y tenue lluvia de dorado.
Sus cuerpos desnudos, la conexión, el vaivén de su pelvis y a ella loca, entregada, maravillosa mujer debajo sus manos. Sus recuerdos se unían a esas imágenes y hacía más intenso el dolor repentino en su cuerpo, un dolor suave, agotado y por su puesto placentero.
Se limpió y a la chica en un hechizo rápido con su varita, la vistió de cabeza a pies menos lo zapatos, dejaría que descanse hasta una hora después.
Se vistió así mismo con un levita azul oxford oscuro, listo para conseguir algo de comer, ya que por una reciente situación el hambre era sinónimo de recuperarse, raro en él por algunos años, sentirse hambriento y verdaderamente relajado.
La dejó descansar un instante con temor de que se asustara debía regresar rápido y estar ahí para explicarle. Recordó que todo estaba servido en el aula de Dcao, la cual no se abriría hasta las ocho de la mañana con los elfos quienes siempre dejaban en orden y limpio, cada espacio.
Desapareció y apareció nuevamente en su habitación, evitó no hacer mucho ruido hasta que colocó todo minuciosamente sobre un mueble alto y plano, apuntó con su varita los dos recipientes con sopa y los calentó.
Miró sobre un calendario, un pintura que le decía la hora y el día, notó que aún faltaba para amanecer, debía despertarla pronto por si acaso.
Se acercó y se sentó en la orilla junto a ella para acariciar su mejilla e intentar despertarla:
-Hermione, debes regresar a tu habitación -no quiso mantener su trato formal y decidió el de cercana confianza después de lo que vivieron.
-¿Eh? -preguntó separando los ojos con esfuerzo, se sentía agotada -¿Dónde estoy? ¿Estamos en tu habitación?
-Sí, comamos algo y te lo contaré -susurró, no podía dejar de decir lo que sucedió a pesar del temor que eso se malinterpretara porque por más que no había inducido en ella el deseo de estar con él, el recuerdo había desaparecido como efecto de la poción doble revitalizante. Ya estaba arrepentido de habérselo ofrecido especialmente antes de besarse.
Hermione se puso de pie, buscó el sanitario y regresó al borde de la cama dispuesta a escuchar alguna explicación.
-Buenos días -soltó con una voz aún baja y dulce para él.
-Aún no amanece, primor -le entregó la sopa, se sentó a su derecha y empezó a comer.
-¿Por qué estamos en tu habitación, recuerdo que estábamos en el aula y ahora aquí, no recuerdo más, cómo llegué aquí…? -no supo qué más decir.
-Sí recuerdas que llegamos aquí pero no recordarás más, bebimos el revitalizante y… -fue interrumpido.
-¡Claro, nos quedamos dormidos! -pensó-, sólo debe usarse después de tiempo de exámenes para recuperar fuerzas, olvidas algunas horas antes de beberla. ¡No debimos beber!
Él asintió y dijo:
-Así es.
-¿No supiste qué pasó? -preguntó sin perderse la forma en que él miraba sus labios y luego regresaba a su plato.
-Sé lo que pasó -desencajó la mandíbula seguro de contar ¿Tú qué crees que pasó?
-Yo creo que me dormí y me trajiste después de que terminamos de llenar el cuestionario.
-¿De verdad, Granger? -él le alzó una ceja, nervioso.
-No, no se me ocurre nada pero dentro de mí desearía… -le sonrió coqueta y nerviosa-, que por fin haya conocido otra faceta tuya.
Ambos siguieron con sus sopas hasta la última gota. Snape le recibió el bold y colocó ambos sobre el mueble y regresó con el pastel de vainilla.
La abrazó después de entregarle el platito y el pequeño tenedor.
-¿Eso quieres? ¿Crees que sucedieron cosas prohibidas?
-Sabes que quiero eso y más, profesor -suavizó la voz cuando dijo la última palabra, enamorada.
-¿Y si no volvemos a vernos, Granger?
-Sabes que volveremos a vernos, no resistiremos, lo sé.
***
Snape la acompañó hasta despedirse de ella en el tren.
Al regresar al salón de pociones apenas se daba cuenta que estaba pasando, ella lo dejó, se fue de la escuela.
Lloró esa noche, fue una de las más duras en toda su vida porque cada día durante dos semanas sentía que ya no la vería, se fue para siempre.
Si locura más grande se había marchado.
Intentó seguir en la escuela después de las vacaciones de verano hasta que no pudo más después de seis meses, y renunció.
Sin saber que la encontraría ahí donde iría, en el ministerio, supo su paradero porque tenía algunos contactos adentro en el área de aurores, él tenía un excelente puesto y ella empezaba a ejercer desde abajo, la mejor noticia fue saber que la habían asignado al mismo departamento que él aunque en un área alejada.
No le hablaba no se había dado la oportunidad sin embargo cada que podía la observaba, quería que ella se acerque otra vez.
Y tenía que decirle que la amaba.
La primera vez que la vio entrar entre toda esa gente su corazón se detuvo y el aire no ingresó, él bajaba por las escaleras y ella iba junto a todo ese grupo nuevo de pasantes.
No estaba enterado, que ella también esperaba verlo y hablarle pero aquél momento demoró más de lo que ambos pensaron, verse otra vez era un fuerte anhelo.
El día que ella lo vio pasar cerca del primer cubículo que la asignaron estaba acompaña, junto a una compañera de la primera sección de filtro para campo.
-Ay Merlín, ahí está -se cubrió con un sobre de papel. Su voz sonó débil.
-¿Qué sucede? -la joven de cabello rubio vio el cambio repentino en su semblante, Hermione se puso excesivamente roja.
-Nada es que… -no quiso decir.
-¿Lo conoces?
-Sí, lo… Conozco… y no pensé verlo tan pronto.
-¿Qué sucedió entre ustedes?
-Nada, algo complicado -Hermione no quiso decir más.
-¿Es casado?
-Mh, no lo veo hace seis meses así que no lo sé.
-Pues pregúntaselo, Hermione.
-No lo sé, necesito estar cerca, involucrarme en el área donde trabaja, ahí podré tener una oportunidad.
-Estás de suerte, en quince días habrán convocatorias para estar dentro del departamento de defensa en el área de investigación.
La chica viajó dentro de su imaginación, cada espacio, todas las posibilidades y algunas ideas de cómo acercarse. Así lo planificó, durante dos semanas seguidas, conseguiría su cometido, decir lo que sentía y entregarle su corazón. Estaba segura que él no la rechazaría.
-Vaya, Gracias Julia… Tienes razón, es increíble -vio directo a los ojos de su compañera -Juro por Merlín que lo haré.
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Siguiente capítulo “Presente Final – Aquí está el examen”
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