Confía en Mi Capítulo III Relación Oculta 🔥 – Remus Y Padres De Granger Part 1 🏙

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Snape esperaba en su escritorio, veía el reloj de arena dibujado con tinta negra por él, se había tomado el tiempo de hacerlo sobre un pergamino que reposaba inservible, perdía el tiempo, conveniente, veía paciente cómo la arena de esta caía de un extremo a otro y pensaba en razones del por qué no debía de esconderse ante Lupin y quizá debía usar la simpatía patética y bonachona de este para conocer al padre de Hermione.

Caerle bien al padre de Hermione ¿Era necesario?

El problema estaba en que no se le ocurría cómo y además también que no le interesaba mucho.

Era sincero con él ¿Por qué iba a interesarle la aprobación de un hombre que no era de su mundo y que posiblemente no quería conocer?

Se preocupaba, era eso porque a pesar de él para ella sí era importante aún más después de casi haberlos perdido por siempre durante la guerra con Voldemort. La jovencita no se lo había dicho pero él lo veía.

La primera impresión que el pocionista tenía era que ella adoraba a sus progenitores y la respuesta estaba en su carácter y forma de ser.
Esa belleza interna y externa, además de la seguridad que su presencia exponía en todo tiempo, cada cosa que realizaba ese extremo cuidado, se lo debía a ese par de personas.

*

En un segundo el mago se puso de pie, justo cuando uno de los tubos de mensajería soltó un ruido extraño e hizo que un rollo brinque frente a él.

-¿Y ahora qué pasa? -estaba de mal humor, estar quiero era desesperante y apenas se había dado cuenta.

Tantos años atrás, las tareas que le demandaban lo mantenían siempre en constante movimiento y sobre todo fuera de un sólo lugar, sin embargo ahora estar encerrado entre cuatro paredes las benditas diez horas al día le hacían perder rápido la paciencia por algún motivo.

Extraña las largas caminatas y recolección de ingredientes durante la noche en el bosque prohibido, extrañaba descargar su energía con niños engreídos, necesitaba ser máxima autoridad otra vez, castigar y gozar de ver sufrir a un par.

Los tiempos que tanto había deseado, no estar frente a mocozos sino sólo tener mucho tiempo para él, ahora podía usarlos en leer o explorar sus calderos con nuevos y exóticos ingredientes, pero después de que esa joven llegó al Ministerio, se distraía, estaba afectado, las únicas ganas que tenía era de estar cerca a ella.

Ansias le apretaban el pecho, pensamientos a su alrededor en constante perturbación dentro de los arbustos perfectos en su razón. Hipótesis, experimentos, quizá también preocupación porque no entendía lo difícil que era acercarse a ella sin toda esa alta y variada barrera de protección a su alrededor con manos y piernas y opiniones varias, una cadena de estorbos, su familia, amigos y todo a su alrededor, sí las ansias eran molestas pero también excitantes porque lo difícil le despertaba las ganas de hacer justo lo contrario, parar, no iba a detenerse, él y ella eran libres para hacer lo que sea.

Tenía ganas de llevársela, ganas de leer con ella, ganas de tener otra vez esos silencios privados en una gran habitación circular nombrada como aula en lo alto de un castillo y además ver que otras manos tocaban lo mismo que él en perfecta sincronía, una armonía de respiraciones, buena compañía. Disfrutaba aquellos recuerdos en su mente y disfrutaba secretamente porque no se imaginaba que podía pedírselo alguna vez. La quería sólo para él o al menos ser él para ella sin preocuparse por caerle a otros, bien.

-¿Qué sucede? -observó el rollo inquieto sobre su escritorio, cambiada de beige a rojo una y otra vez.

Se acercó nervioso y fijó sus ojos en el sello el cual le indicaba que era de lo más alto del ministerio, una autoridad estaba claro.

Abrió el rollo impaciente e hizo un pase rápido de arriba abajo con el ceño fruncido.

📜

Jueves, 20 de agosto

Ministerio de Magia y Hechicería,
Gerencia General

Señor Severus Snape, con la autoridad asignada en Gerencia y toda la autoridad del W.G.

Es grato comunicarle que se le ascenderá como jefe del Departamento de Defensa y además el control del departamento de Misterios dentro de la entidad que representa.

Sin más que decir, esperamos su pronta respuesta aprobatoria para asumir el cargo otorgado y el cual debe de adoptar como un gran honor.

Tenga buena tarde.

📜

-Ha, ha, ha, ¿Así que un gran Honor eh? El honor es que yo trabaje para ustedes, qué reverenda conchudez -soltó en voz alta.

Tomó su pluma y escribió sobre un pergamino rectangular

📜 “Voy a pensarlo”
firma: S.S. 📜

Usó el mismo empaque de la carta con ganas de reciclar como se solía hacer en ese departamento, lo metió con cuidado y dejó que la mensajería lo absorba hasta el destinatario.

Se irguió sobre sus pies, se colocó bien la capa para estar abrigado y se dirigió con Hermione, el camino se lo sabía de memoria, a unos pasos de su puerta, aunque era la segunda vez que pisaría esos diminutos escalones de metal.

Tocó la puerta y esperó abajo porque sentía que la estructura se podía romper con él ahí en lo alto.

La chica abrió y saludó tímida, con ese gusto e inquietud de las primeras frases que intercambia un par de novios, aunque no sabía si eran aquello sólo sabía que se habían dicho cosas importantes con un peso mayor a un dictamen.

-Hola Severus, ya voy, dame un minuto.

El mayor asintió, apoyó un hombro y el codo del mismo lado sobre la pared con las manos cruzadas.

Ese minuto se convirtió en cinco y ella bajó.

-Disculpa -dijo Hermione, muy nerviosa, se le notaba en el rostro y ese grandioso sonrojo que él no perdía de vista.

-No ha tardado tanto como se sintió, señorita -Snape era bueno para el sarcasmo y también para molestar.

Ella sonrió, el mago le encantaba.

Salieron juntos otra vez hasta el estacionamiento mágico, ella sin fijarse en quién estaba al rededor subió a su auto con un sentimiento de un hoyo en su estómago, sin ganas de responder preguntas difíciles sólo pasárselo bien.

-¿Por qué estás así? -la curiosidad del hombre era más una certeza.

-No lo sé, es que… Estoy nerviosa. No puedo creer que esté sucediendo, esto es un poco extraño, me gusta pero estar dentro de tu auto… A solas… Es increíble, sólo lo había visto en mi imaginación, y mi cabeza es demasiado creativa, a veces -la franqueza era algo de lo que ella se arrepentía rápido y más en ese instante donde pudo haber sugerido algo diferente a estar dentro del vehículo sólo para charlar.

Snape se acercó al rostro de ella y respiró profundamente.

Ella por otro lado sentió que al acercarse, si quiera tocar la tela de sus ropas, le era tan difícil de creer otra vez Merlín, habían trabajado juntos pero estar a centímetros de él, con ese calor de su cuerpo alto que emanaba el Slytherin, esa figura, siluetas de sus brazos largos, sus muslos, sus rodillas, sus pies. Cómo el pantalón negro parecía ajustarse al llegar a su ingle, y su olor, todo le causaba extrañesa y a la vez le causaba un sentimiento de gusto, también que estaba haciendo algo malo cuando por todos lados comprobaba que no era así.

Ella ya no era una estudiante en Hogwarts sino fuera de ella. No se atrevía aún en mostrar confianza, acercarse a él y besarlo.

Snape parecía captar una impresión de su rostro, ese rubor juvenil en sus mejillas y su boca tierna, ese par de bellas pieles que deseaba tocar y traspasar.

Hermione pensaba,
¿Por qué le era más fácil acercarse a Ron y Snape era tan imponente, por qué le hacía sentir nerviosa? Con ese niño su trato era informal y fuera de delicadezas y cosas que le llamaran la atención, en cambio con el Slytherin, cada cosa que él hacía tenía un significado alto, incluso él, le hacía sentir importante y valiosa sin decirle nada.

-¿Qué te pone nerviosa? -preguntó el adulto, con un ceño serio y una voz pausada.

-Pues… -sonrió tímida-, tu forma de mirar, no sé qué pasa ¿En qué piensas?

-Pensaba en decirte “insolente” -susurró cerca a su rostro-, porque recordé todas esas veces que usaste el giratiempo para llegar a mi clase con una aparición y me aguanté de decir un par de cosas delante de todos. No cabía duda que los leones tenían ciertos privilegios.

-No digas eso… -el sonrojo subió un tono más oscuro-, ¿Por qué pensamos en cosas que no tienen nada que ver con esto?

Snape asintió, supo de inmediato a qué se refería la chica.

-Es fácil, porque ninguno sabe cómo, exactamente se llegó a este punto en nuestras vidas, donde nos hemos cruzado a mirarnos no sólo como profesor alumna o compañeros de trabajo -se acercó tanto a ella que atrapó sus labios con suavidad y le dio un beso lento.

Iba a explotar, Hermione iba a explotar en cualquier momento hasta que abrió los ojos y miró detrás de la cabeza de Snape a un hombre acercarse hasta a unos aproximadamente treinta metros.

Se separó del mago bruscamente con un beso corto y sonoro.

-Es Remus, está cerca -su voz salió con cuidado, los rostros de ambos estaban encendidos, se acercaba el Gryffindor y sería difícil que ese mago no lo notara.

-Voy a decírselo ahora.

Hermione abrió la boca.

-¿Así nada más? -Hermione no lo creía.

-Sí, lo haré -Snape giró justo cuando el otro mago se apoyó del techo de su auto.

-Profesor, Hermione ¿Dónde irán?

-Iremos a cenar -La estudiante soltó tímida.

-¿Puedo ir con ustedes? -la intención de Remus era interrumpir cualquier plan de esa negra cabeza donde su joven amiga termine en su segura amplia cama con sus inocentes arterias llenas de pociones anticonceptivas.

Nada equivocado, ese era el deseo de Snape aunque también de Hermione.

-No, es una cena de dos -Snape contestó en tono autoritario.

Remus siguió bebiendo de su lata de cerveza de mantequilla fría.

-Quiero insistir, no tengo con quién ir a comer -puso puchero delante de los ojos fijos de la joven, quien después de unos segundos miró a Snape.

-Lupin, Ya estamos juntos, ella y yo, tenemos una relación personal, cercana y sexualmente sana -soltó sin aviso, sin interesarle la reacción del otro.

Hermione sonrió y luego apretó sus labios para no reír.

Remus casi se atora con la cerveza.

-Pero, pensé… -fue interrumpido por Snape.

-No pienses, mejor pregunta -dijo Snape, con ánimos que empezaban a alterarse. No le gustaba que los demás sepan qué hacía.

-¿Hermione? -Remus miró a la joven, frunció el ceño como en petición de explicaciones.

-Así es, profesor… Tenemos esta relación desde la escuela al menos, me refiero a que ya nos habíamos dicho algunas cosas sólo que hace poco se hizo concreto…

-No puedo creer que Snape te haya pedido que seas su novia -Remus se burló con una sonrisa amplia y de sorpresa en sus labios.

-¿Quieres ser mi novia, Hermione Granger? -Snape preguntó interesante, a propósito, pausado cómo solía ser, la veía a los ojos café, esos que lo inquietaban tanto.

-Sí, claro que sí, Severus -ella era honesta, había ensayado la respuesta mil veces aunque en otra situación que por su puesto no iba a llegar distinta a como se dio finalmente.

Remus se quedó con la boca abierta.

-Con permiso, profesor, iremos a cenar -el pocionista le guiñó un ojo a Remus, arrancó el auto, subieron las rampa del estacionamiento con dirección al departamento de la joven.

Lupin terminó de espaldas, apoyado sobre la columna más cercana al escape del estacionamiento.

Aquello era una noticia escandalosa que él no contaría a nadie a menos que otra persona lo supiera primero.

***

Era la casa de la estudiante el cual traía ese ambiente cargado de misterio entre ambos, no habían resistido ni unos minutos en la sala, conversando, ahora paraban cada minuto en el pasillo que llevaba directo a la habitación.

—Espera, tengo que cocinar ¿No lo recuerdas? —Hermione lo empujaba del pecho y eso enloquecía al profesor.

—Ya no sirve hacerse la difícil, yo quiero ser tuyo y tú quieres ser mía, es cosa de tiempo y practicidad, Granger.

La Joven reía nerviosa, él estaba jodidamente en lo cierto, lo que sentían por el otro era demasiado obvio.

Los besos apasionados los detenía cada tramo y los dejaba con menos peso en el cuerpo, sin respiración.

-Me gusta la forma en que besas -dijo Snape en tono de admiración, regresando rápido a ella.

-Apenas aprendo contigo -ella se defendió. Le acariciaba el rostro al mago. De verdad copiaba cada cosa que él hacía, él sí que sabía besar y le hacía pensar cómo era posible.

-Mientes -Snape la acusó.

El mago se había quitado la capa, la camisa y ella el saco y el suéter, sus grandes manos pocionistas le tocaban la cintura, la apretaba constantemente contra su torso para respirar desesperadamente mientras sus bocas y tibiezas húmedas dentro, rendían caricias y peleas.

El muslo de ella estaba a la mitad de él y la pelvis del mago se clavaba en su vientre.

-Ah, eres mi locura -le dijo en los labios, sin soltarla, el pocionista no
dejaba de tocar mientras la aplastaba con pasión en el marcó del portal.

-Mh, y tú la mía -ella no podía hablar, le dolía todo, le dolía incluso la piel porque ardía. Cada centímetro de su cuerpo deseaba el contacto de las manos de ese hombre.

Ingreron a su habitación besándose, las luces de ambas lámparas se encendieron por un hechizo mental de él y entonces en un movimiento grande, sus manos pálidas empezaron a quitar, sugerir y desprender toda tela hasta dejar que la naturaleza mostrara la verdadera humanidad de ella.

Oh hermosa ella, cada silueta, sus curvas sutiles, delicadezas.

La chica le tomó la correa al mago sin dejar de ver hacia abajo, hacia su pelvis, y él mientras tanto se deshacía de la blusa rosa claro y un interior superior violeta suave con bordes llamativos y transparentes.

Esa mujer temblaba en sus manos.

-Tiemblas -acusó él, buscaba los ojos de ella pero su inocente mirada quería ver su desnudez.

-Es por que quiero… Por eso tiemblo -metió su inocente mano dentro de la tela del pantalón y bajó el cierre para no perderse nada.

Se acostaron en la cama, ella sin nada de ropa, con cada rincón de su cuerpo expuesto antes él y el mago con la ropa interior color azul oscuro ceñido a su excitada virilidad la cual ella ya había empezado a tocar.

El toque, su tierna mano derecha le arrancaba algunos imperceptibles rugidos.

Sus besos se hacían más intensos al mismo ritmo de sus contorsiones corporales y la sugerencia de estar más cerca al otro hasta completar lo deseado.

La pelvis de él la buscaba y ella con naturalidad le dejaba pasar a tocarse y apretarse con aquella tela estorbosa de sus interiores hasta que, lo que estaba ahí aprisionado, se liberó solo hacia un lado, por sus roces desesperados, desbordando los límites de la propia tela que se supone lo escondía.

La punta de su virilidad había encontrado la forma de respirar y ella al sentirlo desnudo sobre su muslo, se inquietó, aún más al sentir lo húmedo que podía estar.

Snape ya no respiraba sino rugía hambriento mientras se entretenía en los juveniles y calientes pechos de ella y ese par de suaves y rosadas cúspides con sabor y olor a vainilla.

-Merlín!! -dijo ella, casi no se entendía lo que provocaba las respiraciones alteradas de Hermione y más cuando la boca del mago se paseó hasta encontrar su inocente y delicada femeneidad-, ah, siento que voy a morir… Ah, Severus…

El rostro del mayor era rojo, como un camarón cocido, tan cambiado en esos asuntos íntimos que ella sentía que era un sueño, verlo así con ella le ocasionaba una multiplicación exagerada de morbo y placer.

Sus miradas encendidas, posesas, y aquellos lacios cabellos tocando aquellas curvas del interior de sus muslos.

Los besos del mayor la sacudían y su lengua, posesa y agitada como su respiración junto a su tacto exacto y perfecto la llevaban a un jardín lleno de hechizos, placer que se extendía y latía con ganas de que la llene aún más.

Ella se esforzaba para verlo a los ojos pero por lo que él le hacía, no podía más que dejar que el aire salga en enloquecedores gemidos que estimulaban al mago a ser menos precavido.

Hasta que sus oídos se taparon y una ola gigantesca de lava la meció completa al interior de una cueva suave y violenta, tan profunda y dulce, lejos de la realidad. La corriente recorrió cada espacio en todo su cuerpo desde su columna vertebral.

Sus respiraciones, las de ambos eran agitadas pero ella en pocos segundos alcanzó lo más alto de un intenso orgasmo, aún más que todos los que ella había conocido sola, porque Snape se hundió ágil en ella, prudente aunque no sutil para disfrutar de ese abrazo castigador y apretado.

Se besaron, Snape se sentía grandioso, y en el pecho una excesiva e indescriptible victoria, compartida con ella, perfecta, la joven que ahora autorizaba su tacto, se sentía perfecta para él.

Su corazón estaba agitado, no iba a poder resistir más, se rendiría fácil después de haberla escuchado.

Completo de placer no paró, sólo gemía junto a ella,
la reacción que eso causaba, le encantaba, oírla, magia, flores, era un regalo, cómo esa piel tierna me dejaba entrar aún más. Sus hermosos latidos y espasmos lo acariciaban en lo largo de su hinchada excitación cada que entraba y salía sin compasión.

-OH, no aguantaré más, lo siento debo salir un instante -se disculpó, estaba exageradamente estimulado.

-Espera no, sigue, sigue, mi amor -Hermione lo alentó atrayendo su rostro a ella para besarlo, distraerlo por un instante.

Snape se calmó volviendo el ímpetu de ambos como en una lenta balada de amor. Suspiros intensos ruidos amplios y extensos que llenaron toda la habitación.

-Ya no puedo más, Hermione -Snape no había llevado alguna poción, su varita estaba lejos, por eso se sintió en la obligación de decirle.

-Shhhh -la chica susurró en sus labios para calmarlo-, culmina, sí, ahora Severus, siente lo que yo sentí, es delicioso, mi amor -la joven hizo que él abra la boca al escucharla por la desesperada excitación.

Él, sin desobedecer aquella anhelante petición, se acomodó mejor sobre ella, la abrazó aferrado como uno solo y se hundió con ritmo. Ambos sentían la longitud del hombre y la humedad que lo dejaba pasar, poca dificultad. Se miraban de cerca en roces de sus labios, caricias constantes.

Hasta que sus párpados y dientes se apretaron dejando salir aire con dificultad, en los últimos segundos soltando todo su energía con gravedad.

Ella, lo recibió, su hermoso llanto íntimo y aquel temblor de placer.

-Te adoro, te adoro Hermione, ¡Merlín, te adoro! -toda su energía acumulada durante algunos meses se liberó ahora rodeando a ambos en una cómplice y relajada situación.

-Te amo, yo te amo -dijo ella, lo sentía, sentía cada cosa que ocurría.

-Oh -el mayor intentaba respirar normal pero no podía y ella le besaba la barbilla, los labios y las mejillas.

-Mh -Hermione hizo en su mente un hechizo de placer para ella y uno para él para incrementar la locura que habían ocurrido.

Aún agitados se besaron por varios minutos.

***

-¿Bebiste una poción? -Snape preguntó curioso, se acostaba boca arriba con ella sobre su pecho, adormilada.

Se cubrían con dos sábanas de algodón.

-No ¿Te preocupa? -soltó ella cansada.

-Yo no tengo problemas con eso, Granger, sólo que no quiero que te sorprendas en el futuro de las consecuencias obvias y prematuras.

Hermione se apoyó sobre su pecho y alzó la cabeza con una sonrisa en sus labios, coqueta.

-¿Acaso no sabes quién soy? -le dio una caricia en la barbilla, con los labios -, he bebido una poción anticonceptiva desde el otro día, todas las tardes después de almorzar -ella sí pensaba que podía pasar algo así con él, estaba preparada para eso y el mago entendió justo así cuando la escuchó.

-Mh hum, ya veo -se giró a ella para besarla otra vez-, Tu departamento es más grande que el mío —cambió de tema en un dos por tres.

-Me lo alquila un conocido de la promoción, un ex compañero, pago cerca de dos mil libras cada mes.

-¡Santo Salazar, me han visto la cara!  yo pago tres mil y mi cocina es del tamaño de una caja de piegnomo.

-Pues ven conmigo, usemos un poco de magia y esto se puede agrandar.

-Sabes que no tengo que pensarlo dos veces, Granger, es una propuesta definitivamente llamativa, sobre todo para ti porque al parecer seré el nuevo encargado de todo el departamento de defensa y ganaré el doble que tú, como debe ser ya que soy el maestro aún.

-Ha, ha, ha, me alegra, Brujo… ¡Merlín Severus, de VERDAD!.. Es una excelente noticia, ¡Estoy orgullosa de ti!

Snape se le quedó viendo, nunca había escuchado tal alegría y aquellas palabras con ese tono sincero exacto, dirigidas a su persona.

-Gracias, primor, ojalá hubiera sido más difícil ganarme el puesto -la besó y recordó lo que ella le había contado en la cena-, Y… ¿El lunes irás con tus padres?

-Sí, es cumpleaños de mamá ¿Vas venir conmigo, cierto? -Ella se sentía alegre sin embargo él no tanto.

-Si me pides que vaya iré ¿Quién más estará? -el mago solo no quería estar y menos ante un par de muggles

¿De qué iban a charlar, teorías de la evolución o quizá esponjas de baño? Sus prejuicios eran realmente altos.

-Pues todos los demás trabajan, excepto el profesor Lupin, Ni y su pequeño bebé. Ellos también irán. Le escribí una carta a la profesora Minerva pero como es lunes se le hará imposible.

-Lo haré, me presentaré.

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