—¿Gabriel? —preguntó el mago cerca del centauro acostado. Dio pasos hacia él para tocarlo.
—Se ha quedado dormido, está cansado —explicó Hermione como si nada.
—Mh… —sacudió al joven centauro— Gabriel ¿Qué se supone que haces?
El centauro abrió los ojos y casi al mismo tiempo se puso sobre sus patas, aturdido.
—Pues me he quedado dormido ¿Qué parece? —Los centauros tenían casi el mismo mal humor que el pocionista así que se entendían a la perfección.
—¿Y tú? ¿Has visto algo, Granger? —Snape levantó una ceja mientras la acusaba con la mirada.
Hermione asintió y el se puso alerta.
—Sí, vi a un individuo alto acercarse a mí de forma amistosa y decir que están usando algunos árboles del bosque para continuar con su red de túneles subterráneos. No nos van a hacer daño ni tampoco a los árboles.
—¿Y por qué no lo detuviste? ¿Qué tan alto es?
—Es más alto que tú, mucho más, por lo menos dos metros y un poco más…
Y no lo detuve porque cuando gritaste, desapareció. Mh… También dijo que no era humano y bueno, lo comprobé porque no tiene la misma piel que nosotros —dijo con cuidado— hizo referencia a que no puede tocarnos porque es peligrosos, desaparece por el camuflaje y al parecer detesta la magia. Sospecho que escuchó tu conversación con Quirón porque hasta me dijo su nombre y el nombre de sus ancestros.
El centauro miró a Snape, suavizó el ceño.
—Creo que mi familia ya no tiene nada que hacer aquí, Severus, se ha comprobado que no quieren territorio o no piensan invadir nuestras aldeas. Me iré a darle la noticia a mi padre —sus patas dieron pasos inquietos.
—Espera, Gabriel… —exigió el mayor.
—No, te lo dijo Quirón, ahora tenemos lo que queremos. Ya no necesitamos seguir más a esas criaturas —al terminar de decir esas palabras sus galope se alejó con agilidad hasta desaparecer a la distancia.
Quirón llegó detrás del mago un segundo después.
—¿Hablaron con la criatura? —su ansiedad era por la joven bruja imprudente.
—¡Aún no sabemos nada de él! —insistió Snape.
El centauro lo miró a los ojos, su desesperación, Snape sabía algo y lo escondió.
—Te acompañaré este fin de semana, por ahora creo que ha sido suficiente —Quirón era realmente su mejor amigo, esperaría por acercarse nuevamente al pocionista y descubrir eso que no quiso decirle en el instante.
—Pero si acabamos de llegar —soltó la joven bruja con el ceño fruncido.
Snape giró y la vio extrañado.
—Son las once de la noche, ha transcurrido buen tiempo ¿Por qué dices que acabamos de llegar?
—Ah, yo… —no lo creía, esa bruja no se había dado cuenta del tiempo ¿De verdad se había desperdiciado tanto?
—Ve al castillo, Hermione, espérame en mis aposentos.
—No, estoy cansada, mejor me voy a mi torre.
Snape asintió.
La estudiante se dio la vuelta y los dejó, unos pasos más adelante, a unos diez metros de ellos, desapareció de golpe frente a las puertas del castillo.
***
—No hagas cosas que no haría Snape —Quirón aconsejó.
—Quiero obsequiarle un buen recuerdo, no puede ser un objeto sino algo, una circunstancia. Todo lo que te dije acerca de ella, siento que arruinó la confianza que tenía en mí. Ahora parece que no quiere estar a solas, conmigo.
—Llévala a un lugar que adore —Quirón, el mayor de los Centauros era un buen conquistador ya tenía dos esposas —Le gustas, es joven, ponte en sus zapatos, está asustada porque eres un hombre difícil y diferente a su acostumbrado entorno de niños mimados.
—No tengo ni idea de dónde llevarla… Hay tantas razones que me ponen molesto cuando intento preguntarme ¿Qué demonios estoy haciendo con ella, con una niña? Después sólo llega el silencio y la culpa, le hice daño lo admito con la cabeza abajo, quiero compensarla, no sólo por hacerla pensar que la había utilizado sino también por todos esos años en que la ignoré. Sus amiguitas deben de advertirle de mí, está claro y sobre todo los alcornoques de sus amigos los cuales felizmente no están aquí. Quiero que ella sea para mí si así lo quiere y al intentar algo pequeño me da… Ese sentimiento de culpa, ella es tan pequeña, y me refiero a su edad porque es madura.
—Tienes problemas, brujo jajaja. No te había escuchado hablar más de diez palabras juntas y ella te hace casi recitar un testamento. Lo siento, bromeo… —Hizo una sonrisa de lado, analizando al pocionista— Estás cambiado, mírate esos ojos cuando hablas de ella, mira esa forma de apretar tus manos entre sí.
—Se supone que tú eres un macho salvaje, los humanos somos más complicados en ese tema, Quirón, has estado presumiendo toda una semana de tu nuevo hijo mientras yo soy nuevo en el tema de sentir.
—Las hembras de mi especie son difíciles, pero muy difíciles, tanto que son ellas las que escogen a su centauro. Esa joven me escogió a mí y ahora me ha dado un hijo más —la esposa del príncipe, la última, había hecho exactamente eso, con él.
Snape suspiró.
—No he pensado en tener hijos aunque si lo imagino sé que tendría un par de mocosos preciosos, todo gracias a esa posible mamá, Hermione Granger… Es tan pequeña… Ella… Quirón, de verdad me gusta esa mujer —apretó las palabras— me vuelve loco, a veces siento que voy a perder la cabeza de… De observarla mover esos labios frente a mí y todo eso que hicimos… Fue… Es… Me recuerda un síntoma tan profundo en el estómago.
—Mh, placer y más… Sé cómo te sientes, estás enamorado, eso pasa una sóla vez en la vida —Miró el semblante de su amigo de años—, toma las cosas con calma, la conoces como se supone debías conocer con sigilo. Por otro lado tú, tener un hijo, no me imagino que seas un padre por ese egoísmo innato y mal humor de tu personalidad.
—Mira quién habla… Con ella creo que valdría la pena esforzarse aunque no creo que aquello sea conversación para mañana, ella también está enamorada de mí y posiblemente ambos nos gustamos al mismo tiempo en el pasado… —las constantes lo atacaron—, ¿Para qué le pregunto si quiere tener hijos conmigo si ni si quiera me lo he planteado en serio? Já, es una locura.
—Considera algo, tu hembra es pequeña, los hijos que tenga de ti, pueden matarla —la seriedad en el centauro era mayor a la de Snape.
—Nosotros usamos otros métodos, aunque fueran niños grandes, en los hospitales mágicos sabemos cómo corregir ese problema sin afectar a ninguna de las vidas, no somos centauros —resopló de nuevo y cruzó los brazos en un gesto extraño, sorprendido por todas esas palabras, los consejos de Quirón y las sugerencias de pensar en hijos— ¿Cómo es posible que hayamos llegado a este tema de conversación?
—Jajaja, Snape, tu cara es una pesadilla en este instante.
Snape le alzó una ceja.
Conversar con el centauro le había dado eso que necesitaba y no había conseguido después de que Albus se había ido para siempre. No era que confiaba con él sino que el brujo de barba blanca no le dejaba hacer una vida libre y social además de la que tenía con él mismo y por necesidad.
***
Hermione llegó al borde del lago y caminó hasta entrar al bosque por el camino más angosto y cercano. Había tenido dos días interesantes conversando con quien se supone no tenía que hablar con ella.
—Ey ¿Quieres algo de comer? —dijo al aire, como si hablara sola.
—No —contestó de forma seca una criatura que se materializó aparentemente. Su piel cambió delante de ella de marcas verdosas de distintos tonos, tornasolados, a un color blanco albino en menos de dos segundos, como una ola que sacude el polvo de cabeza a pies— No me alimento de lo mismo que tú —sonrió de lado, más amable de lo que podría ser un humano.
—¿Entonces qué, con qué te alimentas?
—Lo sabrás…
—Quiero seguir con nuestra conversación. Esa donde me explicas que el profesor Snape no es bueno para mí pero que no existe otro más compatible.
—Recuerdo que me hablabas de este tipo de mal carácter que debes eliminar de tu vida. Y él, es tan necesario para tus planes a futuro.
—Jajaja, no he dicho que sea de mal carácter —sonrió sorprendida.
—Con toda esa descripción de cómo es, el color de sus ropas y sus acciones, con todo eso puedo llegar a esa teoría —Hizo que Hermione camine delante de él, a un par de metros, quería que se interne junto a él en el bosque, cerca de la cueva de donde había salido.
—¿Qué vas a mostrarme en esa cueva?
—Lo que tú desees ver, cualquier cosa.
—¿Será posible ver en la oscuridad?
—Quizá sí —volvió a sonreír la criatura, convencido de que posiblemente vería algo bueno ahí adentro.
Hermione vio un cambio de nivel en el camino del bosque, entre las ramas de un enorme árbol. La tierra bajo sus pies se inclinaba hacia abajo en una pendiente difícil de andar.
Caminó con sigilo estudiando con cuidado cada rincón, entretenida y ansiosa por ver qué mundo existía ahí abajo. Unos pasos más la hicieron pasar el portal oscuro y unos metros dentro, la oscuridad la rodeó y acorraló, dejándola completamente expuesta.
—Aquí está ella —una voz soltó lejos, como a cinco o seis metros desde donde la joven estaba parada. No se veía nada.
—Déjenla pasar, es una orden —una voz más gruesa se dejó sentir en el silencio. Hermione no hacía nada, estaba a la expectativa, no tenía miedo, ella tenía una varita dentro del cinturón, la cual no pensaba usar porque no creí necesario.
Un segundo después todo al rededor se pintó de luz, una luz rosa intensa que subía de insectos similares a las luciérnagas pero más grandes, como pequeños pájaros, iluminó una docena de rostros blancos y un ambiente de transición espectacular.
Entonces así, esa jovencita curiosa vio el rostro de la criatura, la otra, era aún más alta que el virlux con quien había estado conversando varias horas en dos días.
Quien la vio de forma intensa, se veía conocido.
Hermione sintió que algo la atravesaba por el pecho, era como angustia, era un sentimiento muy fuerte y profundo que la emocionó y además conmovió.
Se miraron directo a los ojos, ella quería saber más, no sabía por qué pero recordaba algo, no veía imágenes sino la sensación de estar cerca a él, de mirarlo.
Se debilitó hasta caer en sus rodillas.
Empezó a llorar hasta que tapó su rostro, una angustia extraña y desesperante le apretó el pecho, esa criatura era alguien importante y el presentimiento le contaba un evento pasado ¿Qué era, por qué era posible la conexión?
—¿Hermione? —susurró una voz gruesa, conocida —¿Qué haces aquí?
Snape estaba a su lado, ella alzó la vista y vio el cielo azul, el sol entre las ramas altas en aquél lugar del bosque y ese olor característico del mayor.
Aquello la sacudió en confusión ¿Cómo era posible que en un instante se haya movido de una cueva como a veinte metros abajo de la tierra, hasta la superficie?
—Yo, estaba… —podía intentar explicarlo pero el profesor no le iba a creer nada.
—El bosque no es seguro —Snape dijo con energía—, no vengas aquí sola ¿Por qué me das la contra, acaso no lo habíamos hablado?
—No recuerdo cómo llegué aquí, creo que me quedé dormida. No sé qué pasa —la confusión era más fuerte.
Snape asintió, ve a clase, no faltes más porque la directora me pide explicaciones a mí.
—Lo lamento —bajó la cabeza y empezó a caminar de regreso, necesitaba ayuda pero sobre todo huir de él, de Snape, antes de que se enoje con ella.
—Espera ¿Quién es él? —le preguntó uno de las criaturas al otro que era más joven.
—Él es el varón del cual está enamorada.
—Despiértala, es muy extrovertida, te hablará absolutamente de todo lo que le preguntes.
Hermione despertó dentro de la cueva, vio de nuevo a su alrededor y frente a ella ya no estaba la criatura de voz amigable sino uno distinto, aquel al que creía conocer.
—Ayer me contaste todo lo que sucedió con ese mago llamado “Severus Snape” ¿Cuál es tu pregunta? —el Virlux con el que había hablado varias horas, tenía otra voz, era exaltada, un poco más gruesa y seria.
—Yo, cómo… ¿Cómo llegué aquí? —veía atenta a los ojos azules de aquella figura alta sentado con cuidado sobre una roca a dos metros de ella.
—Te acompañó un joven Virlux. Has venido por tus propios pies.
—Es cierto —dijo en voz más alta de lo que pensó, para convencerse de que no era un sueño.
—Yo le dije a su compañero que no estoy segura de lo que hago con él, estoy enamorada pero también tengo miedo —soltó pensando en Snape aunque había empezado a disimular ¿Cómo demonios estaba ahí, tan expuesta entre tanta criatura masculina?
—El miedo es natural allá arriba, por otro lado, la seguridad depende de ti no de él, tú eres capaz de decidir lo que quieres ¿O no? —el joven Virlux era amable de nuevo.
—Sí, señor ¿Y qué tal si vuelve a lastimarme? Snape es bueno en el fondo pero a veces… Ese misterio tan profundo y oscuro me causa… Terror, algo similar a lo que siento ahora mismo mientras me veo rodeada por todos ustedes.
—Eso te hará mayor, eres una joven madura e inteligente, todas esas veces fuiste tú quien dejó que él hiciera eso, contigo. Y ahora —aclaró—, igual que en este instante, eres tú quien quiso venir aquí, regalarnos una visita —La voz del ser frente a ella cambió en un tono perspicaz, astuto.
—No había pensado en ello… Y bueno —Dijo nerviosa— creo que ya es momento de irme.
—¿Por qué tan temprano? —se puso de pie la criatura mostrando esa altura no humana. Las criaturas al rededor la rodearon.
—No me siento bien al estar frente a ti ¿Quién eres? ¿Por qué has cambiado?
Aquella criatura masculina estaba harta, detestaba las preguntas cuando estaba enseñando.
—Veo que no lo recuerdas, debe ser la magia del pocionista —miró a su derecha—. Está bien —volvió a ella y adelantó unos pasos que casi hacen que Hermione muera del susto—, no tengo que hacer más que dejarte ir por ahora.
—¿Cuánto tiempo he estado aquí? —exigió ella.
—Una semana.
Intentaba hacer algunos hechizos silenciosos pero no podía. Hermione abrió los ojos, asustada. No sabía lo que estaba pasando.
—¿Una semana? —preguntó, quería tiempo para pensar cómo irse de ahí.
—Ve —ordenó—, No te voy a detener, el varón de capa larga te busca. Y tú… —Señaló al joven Virlux— Debes acompañarla. ¿Querías verla de cerca? Pues ya ha sido suficiente, no vuelvas a traerla aquí.
La criatura más joven, aún se veía mucho mayor que ella, por lo menos de la edad de Snape, él la invitó a salir de la cueva y unos segundos después estaban juntos en la mitad del bosque.
—No es malo —soltó con suavidad— es sólo que está prohibido acercarse a personas como usted, lo que hacemos después de un encuentro es… Tenemos que… Debo ser sincero, después de que nos encontramos con alguien como tú, tenemos que matarlo. Pero tranquila, no es de forma traumática, sólo liberamos su alma y su cuerpo se queda tendido en el suelo —añadió verdadero, quitado de pena y con mucha tranquilidad.
Hermione tembló.
—¿Va vas a matarme? —preguntó sin creer nada.
—No, ya no —Sonrió de lado, como si escondiera otro motivo más.
—¿Qué, me llevaste a esa cueva para quitarme la vida? —acusó la bruja.
La criatura asintió.
—Es decepcionante, yo confiaba en ti —Hermione puso los ojos rojos, por alguna razón se sentía traicionada.
Lo que sea que era esa criatura albina, no tomó en buen síntoma la forma en que ella le habló, su mirada, sus palabras, nunca nadie le había hecho sentir así.
—Lo siento, por favor no me odies —era verdad, no le agradaba tener un sentimiento negativo sobre él.
—Te odio, no quiero volver a verte —la joven se dio la vuelta y empezó a correr sin ver atrás, los árboles se quedaban en la voluntad de ella, correr era lo único que se le ocurrió para no herirlo, ramas y altos gigantes de madera con enormes raíces parecían detenerla, pero no, cuando ya se había alejado lo suficiente tomó su varita y desapareció en dos segundos.
La criatura se quedó sobre un árbol alto sin saber a dónde ir porque ella simplemente se había esfumado.
***
Hermione corrió hasta su torre después de aparecer en la torre de astronomía, no sabía lo que le esperaba esa noche, y al traspasar el portal atrás del cuadro de la señora gorda, la criatura la esperaba en una espesa tiniebla, él, le indicó que no haga ruido, pues todos dormían y no precisamente de forma mágica o natural.
—Lo lamento —se disculpo.
Esa cosa tenía que tener magia para estar ahí, frente a ella ¿Qué sucedía si no?
—¿Qué haces aquí? —se asustó—. No puede ser que hayas llegado tan rápido.
—Tú eres más lenta de lo que crees, y vengo a disculparme —estiró su mano para entregarle algo a ella— intenta no tocar mi piel —ordenó.
Hermione recibió el objeto como pudo y cuando él se descuidó, la estudiante lo tomó del brazo, milésimas de segundos después.
La acción hizo que desaparecieran sin embargo él, algo en él no permitió que se muevan donde la joven quería.
Aún estaban dentro del castillo.
Una conexión muy fuerte se hizo de inmediato, tanto que puso frágil el cuerpo de ambos, se envolvieron en luz intensamente blanca y recuerdos asaltaron a ambos como en una tonada escuchada al revés sobre un tocadiscos.
Hermione caía lentamente hacia atrás y la criatura se encogía en una grave oscuridad, ella le estaba quitando algo en ese contacto.
Entre tanta confusión e imágenes, él la cargó como pudo y la posó sobre el suelo de piedra.
—Vicky —susurró la criatura y cerró los ojos para recordar.
En una especie de sueño, dentro de su imaginación, la criatura sintió el contacto tibio de unos labios, una mujer mayor de al menos veinticinco años de edad, lo besaba de una manera que no hubiera podido imaginar, era un beso apretado, los labios de ella atraparon los suyos, y luego la humedad asquerosa en su lengua porque ella se había atrevido a entrar y tocarlo más allá. Su delgado cuerpo cerca al de él lo llenaba de un aroma a jazmín, ahogando sus espacios de oxígeno y descontaminantes, era todo menos tóxico, era una sensación hermosa y desesperante.
Susupiró y abrió los ojos cuando escuchó pasos en el corredor, se pudo de pie y observó a todos con cuidado, ellos no lo veían, estaba arriba, trepado de la curva de una esquina.
—¿Señorita Granger? —dijo la directora, asombrada por verla tirada en un pasillo de las mazmorras— ¡Severus, está aquí! —gritó al mayor el cual se acercó con trote ligero sobre el pasillo desde unos veinte metro en una intersección.
—¿Estuvo aquí todo el tiempo? Es completamente imposible —el mago sabía que algo andaba mal.
***
Hermione abrió los ojos y cuando miró el diario el profeta a su lado se dio cuenta que sólo había transcurrido una semana después de que decidió ir a investigar sola al bosque.
—Hola, profesor —susurro débil— me dirá que he estado inconsciente una semana ¿Cierto? —Severus asintió—. Lo sabía, entonces aquello confirma mi pequeña investigación, esas criaturas del bosque también tienen magia —quiso sentarse pero las fuerzas no le alcanzaron.
—No te levantes, tu debilidad es por la falta de alimento —Severus no creía que hubieran podido encontrarla, pensaba, pensaba sin parar en el bosque prohibido.
—Sí, estuve ahí con ellos, puedes revisarlo.
Snape pronunció el hechizo sin importarle la debilidad de ella y antes de que se introduzca aún más en su mente un peso grande cayó detrás de él.
—¡Suéltala! —exigió la joven criatura que ahora sabía qué tan alto era después de Snape.
La potente voz la distrajo.
Snape se llevó a Hermione de ahí dos segundos después.
***
—¡BENDITA SEA! ¿Cómo?
—No lo sentiste, ellos me han hecho ir dos veces con ellos. No escapes, algo quieren.
—¿Qué necesitan?
—No lo sé, quedémonos en silencio, si pueden viajar igual que nosotros entonces no tardarán en estar frente a ti.
Sus ansias se volvieron nervios, al contar hacia arriba se vieron en el número doscientos tres en la mente y no había rastro de cercanía en aquél lugar protegido.
—Estaremos seguros por ahora. Dame una poción revitalizante, por favor
—exigió la jovencita, ella planeaba sin parar, no se le escapaba nada— La criatura me dijo que habías usado magia para que olvide su rostro.
Snape asintió, serio.
—Así es —Se acercó frente a ella —accio poción —pronunció lento— Ten, que te aproveche.
Hermione aceptó el objeto y bebió como si tomara jugo de calabaza.
—Quiero decir algo, no sé si estas criaturas puedan hacernos daño, y si pueden, no quiero quedarme con lo que siento… Ahora… Yo… De verdad te quiero, Severus… No he olvidado todo lo que hemos pasado, cada palabra, cada mensaje en susurro mientras hacíamos el amor o al estar muy agotados… —Suspiró al no poder aguantar mantener la voz tranquila, se había quebrado y sus ojos se pusieron rojos por el dolor que sentía al pensar en ellos— No he olvidado aquella carta extraña al intentar conquistarme con mentiras, tu voz en el silencio con sólo nuestros latidos y respiraciones. Quiero quedarme contigo porque te amo, pero… —sus ojos se llenaron de lágrimas—, Tú…
El mayor separó los labios y cuando iba a decir algo, ella lo interrumpió.
Su semblante se derrumbó, resignada a decir exactamente lo que pensaba.
—Tú, vas a hacerme daño, mucho daño —lo dijo lo más suave que pudo.
Snape frunció el ceño, no se iba a conformar a que ella lo aparte.
—Lo haré, así es —aceptó como verdad–, pero también lo hará la persona que elijas después de mí, cualquier hombre lo hará y no porque lo merezcas sino porque así son los hombres, los humanos —explicó subiendo los niveles de su control y sobriedad—, Las personas cometen errores por las circunstancias, a veces voy a enojarme sin ganas de faltarte el respeto. No voy a perderte por una certeza que ni si quiera yo puedo conseguir de ti, tú, Hermione Granger, ¿Vas a hacerme daño? —preguntó en defensa.
Ella abrió los ojos sorprendida, no pudo responder de inmediato.
Dudó, algo iba a salir pero no salió nada, las palabras se atoraron en el interior en respiración agitada.
—No lo sé.
—Entonces tampoco sabes si yo te haré daño —la seguridad de esa voz la calmó, la pronunciación. La valiente estudiante se dejó ir en lágrimas, gruesas lágrimas de aceptar que pudo haber terminado con él en ese instante—. No quiero hacerte daño, joven mujer, testaruda e insolente, también tengo miedo aunque no por mí. Estoy seguro que puedo esforzarme para ser mejor que cualquiera al que puedas elegir si no fuera yo —Hermione alzó la mirada y vio directo a esos ojos negros, la forma en que explicaba, con gravedad y convencimiento—, Nadie te conoce como yo —bajó el tono de su voz en susurro, una suavidad que la emocionó, esas pausas la enloquecían, se acercó a ella e inclinó su rostro hacia ella—, Nadie sabe lo que yo sé de ti, Granger, he sido tu profesor primero muchos años, me sé tus manías, me sé el final de cada curva en tus letras al escribir con tinta negra, la manera en que lees y analizas, tantos años, he sido tu protector, he sido tu amigo un par de días y ahora he sido ese que te da la sábana para que cubras tu desnudez, sé cómo piensas, sé qué sientes ahora mismo, pude verlo antes y puedo verlo hoy.
Ella se sacudió, nerviosa, escucharlo hablar así era lo que necesitaba.
El mayor le arrancó un beso apretado, enfurecido, con una carga pesada en pasión que ni él se imaginaba estaba contenido dentro de su ser.
¿Te gustó el capítulo?
Tu calificación: