Beso Francés Capítulo XIX En El Día Seis 💌💚🔥

 

Esperar hasta verla era necesario, no quería verse débil, no quería causar lástima, prefería erguirse sobre sus pies, vestirse como siempre y acercarse con una excusa tonta. Era mejor usar el tiempo acostado para escribir todas las posibles formas, cómo explicarle a una joven, que mientras estaba inconsciente, había vivido con ella situaciones tan reales e importantes, que les habían arrebatado esa dicha patética del amor por culpa de unas criaturas desconocidas ¿Acaso sería fácil convencerla, o no necesitaba eso?

Sólo necesitaba encontrar el primer pequeño espacio abierto dentro de su complicada y joven mente, una oportunidad para acercarse poco a poco y no lastimarla. Había cometido errores, lo vivió, ahora en los recuerdos se estudiaba como en tercera persona, cada movimiento, no sería igual a los anteriores.

La cama de la clínica era difícil, pésima, la peor de todas al estar despierto, los paisajes dentro eran aburridos, le dolía la soledad porque cuando salía de su aula podía encontrarla cuando quisiera.

*

Esa misma madrugada, cerca de las cinco horas, pidió a Ginny Wesley, le deje la varita, y que nadie lo viera mientras se recuperaba por completo, a nadie le iba a permitir verlo así.

Tardaría una semana o menos, estaba acostumbrado a recuperarse en dos días de heridas muy graves ¿Qué podía salir tan mal? Ser envenenado era distinto, quizá tardaría más.

Ahora que estaba conciente las pociones era más efectivas, además de que él iba a intervenir en cada cosa que quisieran colocarle en las venas o darle con la comida.

Las enfermeras en esa clínica, enviadas por su doctor de cabecera, recibían instrucciones directas del mayor pocionista, en dosis, en ingredientes añadidos a sus mezclas, explicaciones minuciosas con su letras, sobre pergamino beige claro, que entregaba con ganas de mejorar lo antes posible y salir de ahí, de la atención de la prensa y de la atención de esos molestos estudiantes o familias que ahora querían alentarlo como si de verdad fuera héroe.

No quería más, era ridículo, ya no quería tanta atención, no de ellos, quería misericordia de una, una sola persona.

Pidió con respeto, silencio, mucho silencio para pensar, pero al parecer otra persona cerca a su habitación, gustaba de música clásica dramática, no era muy su estilo, el gustaba más de lo oscuro, pesado, notas extravagantes. Se conformó rápido a tener que soportar esa música lenta y suave de piano.

Ginny era la única al que él había permitido acercarse además de que quería reclamarle con preguntas específicas, qué tipo de cosa le había estado leyendo cuando estaba acostado e inconsciente, además de libros de pociones, literatura y revistas muggles. ¿Qué cosas habían conversado delante de él? ¿Qué advertencias? ¿Qué noticias?

*

Severus se sintió desesperado el tercer día, solicitó a McGonagall para consultarle algunas cosas y hasta que al fin ella estuvo en su presencia, después de veinte minutos de interrogatorio por su lado, se sintió decepcionado con cada negativa.

-No, Severus, nunca te has acercado a mí a comentar algo importante de alguien en el castillo.

-No hablo de alguien, Minerva, sólo quiero que sepas bien, esto es importante para mí, la pregunta no es por cualquiera. Bastaba con que saliera de tu boca, un simple “No, nunca”

La mujer se quedó pensativa, como si el hombre hubiera estado alucinado, sintiendo pena y poniéndose en sus zapatos al enfrentar dolor y fiebres tantas semanas, por largos días, y encima en un estado complicado e inconsciente.

-No, nunca me has hablado de alguien importante, personalmente no hemos tenido tanta confianza.

-Gracias, ya no tengo más preguntas -suspiró sin que ella lo note, cansado-. Sólo tengo que decir, gracias Minerva, gracias por preocuparte y por haberme dado una segunda oportunidad.

-La oportunidad te la han dado los jóvenes, yo lo hice por honor y porque al final no eras lo que todos pensaban.

-No hagas prejuicios sobre mí, aún no, nadie me conoce.

Minerva alzó la mirada y el rostro puntiagudo, altiva, seria.

-Recupérate pronto, profesor Snape.

Severus asintió y ella lo dejó solo.

El mayor pensó que ella aún no olvidaba todo lo que había sucedido, y es que él era culpable de muchas oportunidades donde Voldemort había tenido éxito, todo eso no se componía de la noche a la mañana, tenía que pasar un tiempo.

***

En el día seis, después de haber despertado, se ponía de pie por completo, sin cansancio o dolor, se había acostumbrado al sonido del piano al lado de su habitación, incluso lo disfrutaba mientras veía a través de la simple y delgada ventana, la cuál le dejaba ver que estaba parado en el piso cuatro, cerca a una avenida muy transitada.

Sostenía sus manos detrás de la espalda y estaba preparado para volver a Hogwarts, algo que Wesley le había insistido.

Ella quería que aceptara la petición de la actual directora para formar parte del cuerpo docente como profesor de pociones y DCAO. No iba a negarse ¿Para qué? Si estaba lejos no iba a poder encontrar una oportunidad con ella, Hermione.

Hogwarts no le preocupaba, a él le quitaba el sueño otro asunto.

Para él estaba claro en la mente, se sentía capaz, se repetía “si he podido conseguir ese corazón valiente dos veces, podré hacerlo de nuevo, tiempo tengo, y ahora mucho”

Cualquier oportunidad tenía que pensar que podía ser la última. ¿Un plan menos forzado? ¿Un “Ey, ¿te acuerdas?” Le ayudaría? No, se le tenía que ocurrir algo distinto.

***

El cuerpo del mayor se alteró cuando Ginny sin querer se había convertido en su mensajera y al octavo día, la alumna Hermione Granger había solicitado verlo.

Él interrogó a la pelirroja y le pidió que describiera con detalle la forma, sus gestos, las emociones que podían estar en esos ojos café claro cuando esta le había solicitado aquella reunión.

Él se negó, no quería recibirla en ese espacio que era ajeno a él, si tenía que hablar con ella o con otro tenía que ser en su ambiente, en su territorio, con sus reglas e imágenes que él quería entregar.

La joven estudiante no tuvo que esperar, al sexto día de salido de esa clínica, cuando las clases se habían retomado a destiempo para recuperar las actividades, él le permitió acercarse a su alumna, la cita fue en su despacho a primera hora de la mañana, seis y media exactamente.

Casi fue insoportable, cuando pudo sentir y oler su esencia, antes de que ella pase el portal para observar aquellas delicadas manos, y contemplar su cabello largo y rizado color castaño, su respiración se fue, como si de pronto el lazo del diablo volviera a rodearlo por el cuello para apretárselo y matarlo lentamente, su alma salió de su cuerpo y al no saber qué hacer tuvo que regresar con él, para tomar fuerza de donde no tenía, para darle la espalda a la chica, e intentar responder con respeto.

No quería ser tan dramático pero ella lo impresionaba, le hacía doler el corazón, con fuerza.

-Profesor, Bienvenido -su timidez era cualquier otra cosa, menos miedo, él podía descifrar los tonos de su voz, en poco tiempo había aprendido tanto de ella.

Se equivocaba quizá, no tenía que confiar en inventos de su inconsciencia.

-Bienvenidos, señorita Granger -volteó a mirarla directo a los ojos.

-Yo quería… -bajó la mirada, estaba claramente nerviosa-, quería decirle que estoy feliz de que todo el esfuerzo por rescatarlo, haya servido para tenerlo vivo y frente a mí.

-¿Frente a usted? -se acercó con algunos pasos, seguro, delante de ella.

La joven dudó.

-Sí, delante de mí, delante de mis compañeros, delante de la escuela entera, hoy se presentará todo Hogwarts en el desayuno, después de todo lo que hemos vivido, señor -su suave voz lo dijo en doble sentido.

Él no pudo evitar verlos, a ambos, juntos, cuando escuchó esas palabras “después de todo lo que hemos vivido”, su corazón se quebró como si fuera a romperse en su duro escudo protector y giró para darle la espalda.

-Pues que cada quien busque su oportunidad de seguir, alégrense de sí mismos, hay mucho trabajo que hacer -en otras palabras, había dicho que no le interesaba.

Otra vez, cuando él volteó a verla, lo notó, estaba nerviosa, cabizbaja y dispuesta a decir algo importante.

-Sólo quería ser amable.

-¡No sea amable conmigo, soy… -se detuvo de cometer un error-, Soy Severus Snape! No me quite el tiempo, por favor, sea concreta.

La estudiante frunció el ceño, triste.

-He venido… Quiero, porque yo… He soñado… Con…

Y cuando iba a terminar de decirlo, Harry, los Wesley y dos profesores aparecieron al mismo tiempo, en el ambiente, con ellos.

Snape quiso gritar y mandar hechizos por doquier, pero no le quitarían la oportunidad, él tenía que pedírselo aunque hayan muchos testigos.

-Señorita Granger, quisiera me acepte la petición de tener el cargo de asistente para mi curso -dijo con seriedad, como siempre solía hablar-, le mandaré los detalles en un pergamino.

Hermione asintió.

-Sí claro.

Después de mirarla con atención, pasó a ver a Harry, a Ginny, a Ron, junto a los otros alumnos con ojos de distintos colores, uniformes con azul, con amarillo, uniformes con verde y plata, todo le pronosticaba una pesadilla.

Resignado, suspiró como tantas veces en ese día.

Despídelos, se te ocurrirá algo, lo han arruinado. Pensó.

-¿Vienen a traer regalos? -preguntó con energía, como solía ser en cualquier clase de pociones.

Harry sonrió, pensó que era una broma.

-Nosotros… -el lentudo no pudo hablar porque el pocionista interrumpió, veloz.

-Les escribiré a cada uno para solicitar algunas cosas que necesito, equivalentes a todo lo que me han robado durante tantos años, eso incluye el respeto, así que por favor ¡Largo de mi vista! -las últimas palabras fueron de terror y suficientes para que todos salgan corriendo de ahí.

Snape, después de ver eso sonrió, su toque no había muerto con el Snape anterior a excepción de la incorregible dos palabras “por favor

Minerva estaba ahí y también un profesor de cabellos negros y lisos.

-Buen día, Profesor, le presento a… -La bruja fue interrumpida.

-Sé que es el nuevo profesor de vuelo, el Señor Motttontosky -se burló-, que por cierto está casado con una alumna Slytherin con el nombre de Rose, la cual retomará curso, este año… -Una de sus cejas estaba alzada, sus dedos de ambas manos formaban un triangulo frente a su cintura y su parada y voz soberbia no tenían arrepentimiento quería causar miedo a Minerva.

El ex doctor del mago abrió los ojos más que sorprendido y empezó a tartamudear.

-Co Co, Co, ¿Cómo lo supo?

-Es que soy brujo -soltó en tono agrio. Snape podía morir de diversión en su interior gracias a sus proféticos sueños.

La directora suspiró, el hombre era exactamente igual a como era en el pasado.

Ojalá haya cambiado algo
Se dijo enojada.

-Si ya lo conoce, entonces, nos vemos en el desayuno. Y por cierto, no sé si se lo había comentado, profesor Snape, pero Hermione Granger tiene que ayudarme a mí en transformaciones, a ella le corresponde por ser la perfecta de Gryffindor, no podrá ir a ayudarlo.

-El prefecto de Slytherin murió y aunque haya estado vivo ahora, prefiero a Hermione Granger porque es superior que muchos egresados de la casa de Slytherin.

-No, la alumna vendrá conmigo.

-Pues ya lo veremos, Minerva. Ella tiene que elegir.

***

Ocho de la mañana exactamente, todos los alumnos llegados desde la madrugada anterior, por seguridad, estaban ahí reunidos con todos los integrantes de la plana docente en la escuela y un grupo de cinco aurores pertenecientes al ministerio de magia y hechicería.

Snape estaba ansioso, de esas ansias que provocaban hambre y no te dejan en paz las extremidades, hasta que regresas a tu cueva y te escondes por unos minutos, sin embargo él sabía cómo calmarse, una poción revitalizante mezclada con Barago, lo mejor en su estantería privada.

A pesar de que se lo habían prohibido, él la usaba porque no podía estar en el mismo ambiente con ella, era insoportable hasta cruel y hermoso verla a lo lejos, porque se daba cuenta que vivía y las estúpidas almas escondidas dentro de cuevas, le daban otra oportunidad por alguna buena razón. Eso creía.

La directora, quien ya todos sabían quién era, dio un discurso largo de una hora para honrar el nombre de Albus Dumbledore. Snape escuchaba en silencio, su rostro sostenía enojo, renegaba por dentro porque quería acusar al anciano, como desagradable y convenido, una persona detestable a la cual no soportaría tratar de nuevo. Dumbledore no había cumplido con él como tantos años habían acordado. Los secretos se habían muerto justo en el momento que le había lanzado en el pecho, aquella luz verde esmeralda.

*

Después, los pocos alumnos nuevos, cerca de cuarenta, menos que otros años gracias a todo lo que había ocurrido, pasaron al frente y para ser repartido cada uno a sus respectivas casas.

Se presentó al doctor Mott como nuevo profesor de vuelo porque daba la casualidad, que el mago era mayor que Snape cuatro años y que había estudiado en Hogwarts, además de haber pertenecido al equipo profesional, Falmouth Falcons, no con muchas victorias en el Quidditch pero al fin y al cabo importante en ese deporte. Mott, había sido capitán por dos años, razón suficiente para tener el cargo en esa famosa escuela.

En el itinerario dispuesto, luego de presentar a la estrella de Quidditch, quien llamó la atención fue el pocionista, porque además de ser profesor de pociones, también sería profesor de DCao.

Se le concedió la palabra y dejó a todos con la boca abierta cuando aceptó y se apuntó así mismo en la garganta, exactamente sobre su cicatriz con intenciones de hablar, esa herida era notoria, se exponía ligeramente por debajo de su mandíbula en la parte izquierda de su cuello.

Aclaró la garganta y dijo:

-Feliz comienzo de año escolar, han pasado cosas terribles, monstruosas y lamentables, quisiera dar mi más sentido pésame a todas las familias que presentaron pérdidas significativas, pero hoy es un momento posterior, la vida continúa así que nadie quiere que pongan esas excusas para tomar este nuevo año como si fuera cualquier cosa… “in sig ni fi can te”. Hogwarts aún rechaza la incompetencia, y aún les pide educación y lo mejor de ustedes. Y más en las clases que buenamente, la directora McGonagall, me ha permitido dictar.
Los castigos serán peores para los gandules, más terribles que años pasados -alzó la ceja a más de diez jóvenes cercanos a él en las distintas mesas y terminó con la atención sobre ella, esa hermosa mujer de labios carmines.

El profesor Mott escuchó con claridad y miró por encima de las cabezas de los estudiantes para saber si ellos estaban tan nerviosos como él en convivir con ese mago, todos los estudiantes pasaron saliva al mismo tiempo. Se convenció, Snape seguía siendo imponente y tan tremendamente terrorífico como le habían informado.

***

Perder el tiempo no era una opción para el jefe de Slytherin, tomó pluma y papel después del evento y citó a la alumna en el nuevo ambiente para profesores, al frente de la biblioteca.

📜

Buenas tardes,
Le escribo para seguir con lo acordado en el aula de pociones.

Si acepta mi propuesta, necesito que coloque los siguientes datos.

1.Nombre completo.
2.Fecha de nacimiento
3.Cursos con más altas notas los dos años anteriores.
4.Notas finales en el curso de pociones de los últimos tres años.
5.Y alguna sugerencia para el cambio de métodos en el curso, y me refiero a métodos de enseñanza.

Todo esto es para llenar el documento oficial que nos piden en el ministerio.

Después de llenar correctamente cada espacio, entrégueme este documento de forma personal en la dirección que le he escrito a la espalda de este pergamino, le dibujé un mapa para que no se pierda.

Siete y media de la noche.

Atte: Severus Snape

Hermione recibió el pergamino cuando una ave negra, un cuervo para ser específicos, le soltó el rollo envuelto en plena cena, su compañera Ginny estaba curiosa de saber quién le había escrito.

La estudiante de rizos se guardó el papel y además el contenido, no quería estar más nerviosa con la cizaña de su mejor amiga, se vería con Snape y aquello ya era algo que no podía creer.

***

Snape esperaba tranquilo alejado del bosque, de lado oeste cerca de las colinas donde nacía el agua que llegaba hasta el lago, ahí, un campo abierto y enorme dejaba contemplar en el medio, una pequeña casa abandonada.

Una casa que conocía bien, al igual que al dueño, el brujo de levita.

La estudiante apareció y lo vio desde lejos, como a docientos metros de ella sobre una de las colinas, el mayor miraba atento a los campos abiertos sin perder atención a su alrededor, la vio con él filo de su rabillo izquierdo sin mucho esfuerzo.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, casi a cuarenta metros de él, se distrajo, al reconocer rápido de qué casa se trataba. Aquella era la misma casa que había visto en sus sueños, el lugar donde se había visto con Snape.

No supo qué hacer, todo lo que sucedía parecía un acto previsto.

-Se… Se ñor -no le quitó el ojo a la casa mientras se acercaba más a él con la capucha de su capa sobre sus rizos.

Snape no dejaba de contemplar el lugar.

Al sentir cerca a la bruja, habló con su típica voz grave y gruesa.

-Mire, señorita Granger, mire la primera escuela particular de pociones, para este verano, todo el primer piso tendrá hechizos de expansión y el segundo y tercer piso será mi hogar, un lugar donde usted podrá venir a visitarme cuando al fin sea profesora en Hogwarts.

Hermione se sintió indispuesta de pronto, el mago intentaba decirle que estaba a punto de retirarse de ser profesor y ella una especie de reemplazo.

-¿Quiere que lo visite aquí? No está muy lejos de la escuela, bueno, sí lo está si se viene en tren, pero ¿Por qué me dice eso?

-Porque usted será mi reemplazo, yo voy a enseñarle bien, tanto que nada ni nadie podrá superarla en medio siglo. La señorita Wesley insistió que acepte el cargo de profesor pero yo no quiero estar aquí, yo sólo necesito encontrar uno nuevo motivo en mi vida y eso no sucederá en Hogwarts. Usted me va a ayudar ¿Puedo confiarle ese secreto?

Si él le decía que se iría entonces debía decirle de sus sueños.

-Yo, quisiera decir algo también, un secreto -habló rápido, no podía esperar otra interrupción.

-Hable, exprese lo que quiera, la escucharé con atención -Su gesto fue desinteresado, sus ojos negros no dejaban de ver la casa vieja y destartalada.

-El tiempo que estuve en la clínica, soñé con usted -su voz bajó de tono, se hizo sutil, pero al final en sus sílabas presentó seguridad.

Snape se puso nervioso y decidió enfrentarla, intimidarla para que saque todo de una vez.

-Cuénteme qué vio en sus sueños -giró levemente el cuello y luego lo acompañó todo su cuerpo, se acercó a ella, tanto, que la alumna ya estaba temblando-. Diga, no creo que tenga otra oportunidad de hacerlo -mentía.

El mayor se acercó aún más y se inclinó hacia delante para poner su oreja a la altura de ella e invitarla a que le diga cerca a su oído, justamente como un secreto o confesión.

Hermione aspiró su perfume, serio en una bocanada nerviosa para empezar a decirle, y no pudo evitar emocionarse.

-Yo… Soñé… Que usted me besaba… -tomó todo el coraje Gry para ser capaz de confesar algo tan difícil de pronunciar delante de alguien como él. El hombre se quedó quieto, su barbilla rozaba los rizos suaves con olor a vainilla, de la estudiante.

Snape aspiró y suspiró tranquilo, quizá relajado, sabía que estaba siendo cruel y más porque ella estaba nerviosa, sus ojos en en la mañana le habían dado una pista.

-¿Qué más soñó? -susurró con tortura en el oído de la pequeña. Fue firme, como él solía hablar, con pausas.

-Soñé que usted y yo nos veíamos a escondidas, y expresábamos sentimientos al otro, muchas veces.

Snape se enderezó, la miró a los ojos como en acusación y se quedó callado por unos segundos para cargar el ambiente con más incomodidad.

-¿Por qué serviría que diga algo así? ¿Usted cree que yo soy capaz de besarla, de citarla para confesarle sentimientos bobos, hacerle el amor en una casa como la que ve frente a nosotros, llevármela muchas veces conmigo para saciarnos hasta el cansancio del otro y despertar juntos con la luz de la primera hora del día? ¿Mh? ¿Cree que soy capaz?

-Yo… Yo no dije nada de eso -ella creyó que el mago la leía.

-Conteste por favor -exigió.

-¿Quiere que le mienta o que le diga la verdad? -sentía que podía darle un paro cardíaco en ese instante, estaba agitada.

-La verdad, señorita Granger -fue suave como muy pocas veces había sido.

-Yo creo que usted es capaz de hacer todo lo que me sugirió en su pregunta, y conmigo. Y creo que le sería más fácil si yo estuviera muy interesada en que eso sucediera.

Snape le dio la espalda después de ignorarla.

-Mejor ponga atención a sus estudios -le arrancó el pergamino que ella llevaba en la mano izquierda y luego la dejó sola con una desaparición.

***

El mago ya la tenía, cerca de las once de la noche, decidió volver a escribir, no podía dejar que el tiempo se fuera otra vez.

📜

Buenas noches.

Gracias por confiarme su secreto, yo prometo guardarlo y usted debe prometer guardar el mío.

Pdta: También estaría encantado que todo aquello, de sus sueños, pase, pero usted y yo, ahora, somos desconocidos.

Hermione lo leyó antes de dormir sin poder creerlo. Se quedó temblando buen rato mientras releía y releía esa segunda carta de Snape en antes de terminar el día.

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