Beso Francés Capítulo VI Te La Regalo

El mago no se fue pero le hizo creer que sí a la joven, esperó que ella se instale en una de las habitaciones de la madriguera.

Al verificar que estuviera bien se dio la vuelta y caminó por la hierva alta, sintió que alguien lo seguía de cerca.

—Severus ¿Qué hacías con la Joven Granger? —aquella odiosa voz hizo una sensación de malestar estomacal pronta en su interior.

Snape fue lo más sincero posible.

—Me aseguraba que mi trofeo esté bien además de vigilar de cerca a los mocosos.

—¿Hermione Granger? ¿Ella es tu trofeo? —sonrió pícaro y malicioso, dio unos pasos hasta estar a medio metro del pocionista.

—Así es, me ha costado bastante ganarme su confianza así que no lo arruines, no le digas a nadie sino mi plan estará deshecho.

Lucius interpretó aquello de la peor manera.

—¿Te gusta la niña?

—Es un hermoso utensilio, uno que nadie ha tocado y no permitiré que lo toquen porque será mía y después de quien la quiera —la soberbia de su voz dejó sorprendido a su amigo.

—No está nada mal pero es una sangre sucia ¿Te imaginas qué sería revolcarse con alguien como ella?

Severus sentía la necesidad de responder rápido, había estado con ella, el comentario le dio coraje, quiso reventarle la boca al hombre de cabellos lisos en una sarta de crucios o con el puño cerrado.

—Oh sí que lo hago ¿Sabes qué es sentir que una niña se convierta en mujer? No tienes ni idea qué es eso.

Le dijo indirectamente que él ya se había echado encima a Narcisa en la escuela antes de que esos dos se casaran, por su puesto estaba arrepentido pero el hombre de ojos claros no lo sabía.

—No tengo esa grata experiencia, Snape —el hombre se desvió, se supone que Severus intentaba desorientarlo pero consiguió algo inesperado. El rubio platinado estaba repentinamente interesado.

—Deja de ser un ocioso pervertido y dedícate a lo tuyo —advirtió el pocionista.

—Mh, ahora me interesa tener tu trofeo —su voz alzó un cambio de tono al final, le parecía entretenido el reto de quitarle algo a su compañero de filas Slytherin.

Snape apretó los labios en un gesto desinteresado y contestó:

—Si la quieres puedes tenerla pero debes ganarte primero un beso sin usar magia o la fuerza.

—Eso es imposible, la niña me detesta.

—Y lo difícil es lo que te quita la razón ¿Eh? —Snape incitaba ahora, porque sabía que Malfoy no lograría nada con ella además que le haría perder el tiempo.

—Me temo que es desesperadamente atractivo lograr el cometido, mh, no sé… Voy a intentarlo, es justo divertirse en estas épocas.

—Falta poco, todo se acabará y debemos ver las alternativas que nos quedan, tendremos que prepararnos por si ganamos o perdemos, no vaya ser que esta vez, Vol, vuelve a fallar con el muchacho ¿Acaso te puedes dar  el lujo de perder? No lo creo, yo no quiero perder y debes estar más preocupado tú que tienes familia, piensa en un plan y ve escondiendo cartas bajo tu manga.

—¿Eso sería como ser un traidor?

—No confundas mis palabras, yo daré la vida por Lord Voldemort cuando me lo pida.

—¿Y tú crees que me conviene perder? Sabes que lo que me interesa es acabar con la escoria del mundo mágico y además que todo esto termine para mi familia, sino fuera por el señor oscuro ahora mismo estuviera viviendo en Francia.

—No entiendo por qué últimamente ese país es lo que todos quieren mencionar.

—No comprendo ¿De qué estás hablando? —Malfoy estaba confundido.

—Olvídalo, tienes hasta la siguiente semana para conseguir un beso de la joven, si lo consigues, te la regalo.

Sin querer, Snape reveló al hombre que la joven no se iba de su cabeza loca y grasa.

—Trato hecho —el hombre tocó al pocionista debajo del hombro como despido y desapareció.

Snape sin embargo se quedó en el campo, en el lado que no estaba protegido con el hechizo protego totalum.

Pensó, ahora más que nunca tenía que estar pendiente de los jóvenes, incluso si Dumbledore no se lo pedía.

***

Toda la semana que se reunió en Malfoy Manor pensaba en ella en qué podría estar haciendo el hombre de cabellos plateados porque en su silla no estaba o llegaba tarde.

Por otro lado Hermione el día lunes para ser exactos, recibió una carta sin firma con un sello definitivamente Slytherin, se imaginó que el pergamino era del pocionista por eso lo leyó muchas veces.

He soñado contigo los últimos meses, quisiera saber por qué, no nos queda tiempo para pensar, Merlín es tan caprichoso y ha colocado en mi mente tu nombre, Hermione.

Me ha impresionado tu belleza.

¿Snape escribiría una carta así? La duda la invadía.

No le contó a nadie, guardó su carta en un bolso beige que llevó a la madriguera tiempo atrás, se reventó la cabeza imaginando las posibilidades y confirmó que Snape no podría escribir algo así, las letras se habían grabado en su memoria y ensayaba una manera o situación en que el hombre de capa negra podía haber escrito esa misiva.

El día martes por la tarde también le llegó correo, no creyó que fuese algo que tuviera relación con la carta anterior pero se equivocó y además confirmó que no era el pocionista.

El pergamino estaba acompañado de una flor rosa pálido aplastada y enrollada con cuidado.

Los hombres son libres de tomar una decisión cuando están presionados por sus propios corazones, necesito verla, deseo tanto tomar su mano o escuchar su voz frente a mí, hay muchas cosas odiosas sucediendo en este instante y para mí está no intercambiar palabra con usted aunque sea una vez. Deseo verme en sus ojos negros.

Las palabras eran torpes, directas, desesperadas, no podía ser Snape porque el hombre ya había hablado con ella. ¿Qué sucedía, entonces? ¿Quién le estaba escribiendo esas cartas? ¿Quién confundía el color de sus ojos?

Los hechos mostraban que no era alguien con quien trataba, era Slytherin definitivamente pero ¿Quién le jugaría una treta tan tremenda?

Entonces sospechó de Draco, era el único Slytherin sintiéndose libre en el mundo mágico para manipular con sus cosas de niño, era el único que le hablaba para molestarla.

Tomó su pluma y respondió.

Malfoy, sé que eres tú.
No pierdas tiempo conmigo porque sé que tramas algo, en mi vida nunca habrá una posibilidad de reunirme contigo para “intercambiar palabras” a menos que sea para insultarte.
Ve a pedirle dinero a tu padre, que tu mamá te haga un poco de té y te cobije en su regazo como el niño mimado que eres.
Ten bonita tarde, niño enamorado.

—Ve, búho, llévale la carta a tu dueño.

Esa jovencita le entregó la carta en el pico a aquella ave y esta se fue volando en menos de dos segundos.

Lucius recibió la carta en una estancia escondida en lo alto de su casa y al leerla dibujó una sonrisa maliciosa, ella le había respondido, significaba que ya tenía su atención, ahora sólo tendría que convencerla de verse.

Así hizo, el día miércoles tomó su pluma en la madrugada, cinco de la mañana para ser exactos, escribió siendo lo más mentiroso que podía.

Hola, hermosa, me descubriste, soy Slytherin pero no soy Draco, el niño es la vergüenza de la casa, de verdad quisiera que podamos reunirnos, vernos cara a cara y decirnos unas cosas, te dejaré insultarme si así desea tu corazón.
Bella dama, iré a Rostand Rostand esta noche en el pasaje tres cerca de las diecinueve horas del día, estará oscuro y será peligroso, pero no dejaré que alguien te vea o te lastime.

—¿Bella dama? Wow, definitivamente no es Draco ¿Quién demonios eres? ¿Cómo crees que puedo arriesgar mi vida así?

Era cierto, no iba a reunirse con quien fuera en el callejón nocturno, eso era una locura.

Pero le daba curiosidad, Hermione tenía curiosidad de ir por eso se hizo de la capa de Harry y apareció una hora antes.

No veía a nadie, el callejón era húmedo y mal oliente ¿Quién sería capaz de invitarla ahí? Sólo alguien que necesitaba esconderse.

Y entonces unos pasos la alertaron, esta persona tenía una capa y una capucha cubriendo su cabeza, se escondía y caminaba raro.

Vio que estaba más cerca y empezó a distinguir un aroma que era odioso, sabía que era algo que estaba guardado en su almacén de recuerdos pero no llegaban las palabras a sus ojos, las letras ¡El bendito nombre!

Aquél hombre alto pero no más que Snape, dejó caer la capucha hacia atrás, mantenía una sonrisa nerviosa, y una luz que entraba de un cruce de la calle por una farola blanca, esta le iluminó el rostro y los ojos claros como el agua, revelando su identidad.

Hermione sintió rabia, tomó su varita y caminó detrás de su espalda, acercó la punta y habló con seguridad.

—¡Entrégueme su varita, Lucius Malfoy o no respondo!

El hombre sonrió al reconocer su voz y giró.

Hermione soltó el hechizo de lumus máxima y este se alzó sobre sus cabezas con sutileza. No dejó de apuntar al mago.

El mayor metió la mano dentro de sus ropas después de tener ambas alzadas y sacó su varita para después entregársela a ella sin discusiones.

—Puedes tenerla todas las veces que quieras —habló con sensualidad, su voz era grave y sutil.

—Me sorprende verlo a usted, señor Malfoy ¿Lo envió su hijo?

—No, nadie me ha enviado —dio pasos a ella mientras que esa varita café lo apuntaba en el pecho —Yo tenía ganas de verla.

Hermione caminó y lo hizo retroceder enojada.

—¿Qué tiene entre manos?

—Sólo quiero un beso.

—¿Está mal de la cabeza? Usted me da asco.

—Antes compartía el mismo sentimiento por usted pero ahora estoy enamorado.

Hermione no sabía lo que pasaba, hasta podía pensar que era un mal sueño.

—¿Está enamorado de mí? ¿Cree que eso es algo posible? ¡No me quiera ver la cara!

—Le veo la cara ahora mismo, sus ojos café brillantes, sus labios rosas y suaves, aquella cintura grácil y sus delicadas manos.

—¡No voy a besarlo, usted está loco!

—Mañana Voldemort matará a muchos mortífagos, antes de morir quisiera cumplir un sólo deseo. Quiero darle un beso, un beso que jamás olvidará y después puede matarme con su varita si así lo desea —la jovencita no era capaz.

—No es un deseo sincero, sólo me está fastidiando y además, no quiero besarlo. ¡Le dije que me da asco!

—Sólo un beso, deje que la bese y no se arrepentirá, después de eso me iré y moriré feliz.

Hermione lanzó un hechizo que atrapó al hombre con muchas cuerdas, su cuerpo parecía estar rodeado de una crisálida seca color marrón la cual le dejaba asomar sólo la cabeza.

—No hay una persona más falsa que usted, si desea un beso se lo daré pero no porque quisiera besarlo sino porque se ve patético suplicando.

Lucius sintió la victoria venidera, le daría un beso bonito, suave xuno que recuerde y después se iría para que así llegue otro día y pueda mandar a tres de sus hombres, que la lleven a Malfoy Manor para poder violarla.

Ella se acercó y se quedó quieta, ahora él tendría que besarla.

El hombre se inclinó como pudo pero antes de tocar sus labios un hechizo lo alcanzó en el pecho y lo desmayó, este venía del principio del callejón.

—¿Ibas a asesinar a Lucius Malfoy? —preguntó la voz rabiosa que se acercaba junto a su varita.

El cuerpo del hombre rubio plateado cayó en el suelo haciendo un ruido seco, su nariz empezó a escurrir posiblemente por el golpe en la cabeza.

—No, sólo lo desmayaría con varios crucios, debes haber leído mi mente.

—Eso fue lo que leí, estabas a punto de matarlo con tu varita.

—Sí, pensaba en matarlo pero mejor iba a cruciarlo.

Hermione vio al hombre tendido frente a él y se arrepintió de sentir tanto odio, de verdad lo hubiera matado.

Snape se acercó a ella y lanzó un hechizo de protección para que nadie los escuche, el rubio podía tener compañía.

—¿Me está siguiendo, profesor?

—Sabes que es por encargo del director. Los sigo a los tres.

—¿Y ahora qué hará con él?

—Él puede esperar un poco. Ahora voy a desquitar mi rabia contigo.

Le lanzó un hechizo para desarmar a la joven tan rápido que ella se sobresaltó y se sintió insegura. Se quedó la varita de la chica y la guardó en su capa.

—¿Por qué me quitas mi varita?

Snape de verdad estaba enojado, tenía la mandíbula apretada y el ceño levemente fruncido.

—¿Fue una estupenda idea venir sola a un callejón que pudo haber estado repleto de mortífagos? Pensé que eras más inteligente, Granger.

—Yo… llegué a sospechar que podías ser tú quien me escribía esas cartas.

—Ese es un insulto terrible ¡No quiero soportar algo así nuevamente! —El hombre le gritó, tan fuerte como solía hacerlo en clase y ella se llenó de miedo —¿Por qué citaría a una estudiante de Hogwarts en un pasaje sucio, húmedo y mal oliente? Estabas a punto de besar a un hombre estúpido. Si lo hubieras hecho, hubiera tendido que matarte después.

—Ha has… Has leído mi mente, eso no estaba en mis pensamientos.

Hermione intentaba no temblar, de verdad estaba enojado con ella.
No se fijó de lo que dijo el mago a detalle o por qué estaba enojado sino sólo en su tono rudo y autoritario, estaba pensando que realmente había sido imprudente ir sola a ese lugar.

—Tienes razón, no te creía capaz pero me llenó de rabia verlos juntos… ¿Sabes que te tendía una trampa, verdad?

—Lo imaginaba. ¿Qué quería?

—Quería acostarse contigo a la fuerza.

—¿Lucius Malfoy? ¿Por qué?

—Es una larga historia, te la cuenta después de arreglar unos asuntos.

Snape caminó hacia ella, le puso las manos en la cintura y la acorraló para acercar su boca y besarla.

Tomó sus labios con posesión, como el que puede sin pedir permisos, su intención se intensificó en razones que sólo estaban en su cabeza, se había dado derechos solos como la primera vez que aceptó ir a ver a la chica para ayudarle a borrar un par de momorias importantes de su corta vida.

No, no quería hacerse responsable de ella pero el minuto u hora que tuviera que estar, estaría para Hermione en todo lo que le pidiese.

—Ah —suspiró intentando escapar del hombre quien la apretaba contra él y le acariciaba la nuca para que no se aparte, sentía que el hombre le quería terminar los labios y quería dejar en su cavidad bucal, su larga y húmeda lengua de serpiente, la cual últimamente tenía un gusto dulce y fuerte.

Snape se apartó de ella cuando vio que estaba incómoda, le dio pequeños besos en los labios mientras se le ocurrió a su mente, interrogarla.

—¿El viernes irás a Hogwarts?

—Tengo que ir.

—Será un año difícil, voy a ser profesor de defensa.

Seguía depositando besos en ella y es que no era que usualmente era así de mimoso sino que quería llevársela a la cama todas las veces que podía, mañana iban morir, era mejor vivir el momento lo más intenso que Merlín les permitía.

—¡Santo Merlín, eso sí que es noticia! —lo apartó y caminó hasta Lucius Malfoy —¿Qué harás con él? —preguntó mientras tomaba todo el aire que necesitaba.

—¿Regresarás a la madriguera? —el hombre necesitaba una oportunidad de tenerla más tiempo que una sola noche entre sábanas.

—Los chicos me esperan.

—¿Y si te quedas conmigo para que me cuentes qué pasó con Malfoy? —Sugirió el hombre, la sutileza no iba con él.

Ella giró para verle los ojos o intentar verle la cara porque casi ya no había luz.

—Haré todo lo que me pidas, tú eres el sabio.

—Si vienes conmigo sabes que tendremos mucho sexo.

—Antes le decías “hacer el amor” —se quejó la estudiante.

—Eso fue antes, tú lo has dicho, un pasado donde me rogaste aprender conmigo cosas de adultos, jovencita inteligente.

—Ojalá no fueras mi profesor porque quiero insultarte —se sintió mal.

—Já, Granger, tú quieres venir conmigo aparte de mis necesidades.

—¡Pues quédate con esas ganas, yo me iré a la madriguera!

La joven le dio la espalda y él sintió una apuñalada en el pecho.

Pero no desesperó,
Sabía cómo podía convencerla.

Contuvo su enojo y lo hizo salir en forma de “manipulación sentimental más una pizca de culpa”

—¡Vamos, hermosa! —la tomó del brazo y le habló cerca de un oído —tomé lo que tú quisiste darme, fue una oportunidad de ser pleno, de ser feliz y olvidar la guerra ¿Ahora vas a quitármelo? ¿Por qué?

Esa forma de hablar era irresistible para la joven Gry.

Cerró los ojos, él no le veía la cara.

—Tienes razón —se rindió —también quiero pero esta vez quieres tú más que yo y no siempre será cuando tú quieras.

—Entonces que sea cuando tú decidas, pero hasta el viernes démosle compañía al otro ¿Qué dices?

El mayor parecía que estaba negociando.

—No tengo una forma de comunicarme con mis amigos ¿Cómo sabrán que estoy bien?

—Mi ave, tómala si deseas, si me pides que escriba la carta, también lo haré.

—¿Harás cualquier cosa que te pida a cambio de que me acueste contigo?

—Lo que sea, Hermione.

—Pues no es difícil, sólo quiero conocerte —dijo despacio y él permaneció callado por largos segundos.

—Dame un par de minutos en lo que me llevo a Malfoy, vendré y nos iremos juntos ¿De acuerdo?

Hermione asintió y no pudo evitar ir a él para abrazarlo. El mago se dejó dar esa muestra de afecto y sin participar mucho esperó que lo suelte para llevarse al hombre que estaba tirado en el suelo inconsciente con una sonrisa en los labios, a su casa.

Desapareció y apareció, regresó con ella pero al estar en el callejón la joven ya no estaba.

—¡Maldita seas, Granger!

Recogió su patética ilusión y ganas y se la llevó con él a la Hilandera para encontrarse con una fantástica sorpresa.

Ella estaba ahí, estaba ahí en su cama arropada, sosteniendo uno de sus libros favoritos.

No supo cómo interpretar lo que sintió en el pecho, la joven no lo había abandonado y encima había dejado frente a la chimenea un caldero hirviendo con té de Menta.

—¿Cómo supo dónde ponía el té de menta? ¿Ha metido sus narices en mis cosas personales? —el hombre no podía dejar de ser tan tosco.

—No es su caldero, y tampoco su té, Señor.

No lo miró, se quedó en la cama leyendo afanosa.

¿Qué podía reclamar, Snape?

Aquella mujer sabía cerrarle la boca.

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