Beso Francés Capítulo V Resistencia Parte 2 😏

Al amanecer, seis de la mañana, la joven abrió los ojos despacio como recuperada de un día demasiado agotador, se sentía ligera, se sentía bien estar en su habitación.

Pero se dio cuenta que esa no era su casa y sus ojos hicieron ese golpe de sorpresa al separar cada párpado del otro con exageración.

“¿Dónde estoy?” La pregunta resonó fuerte en su cabeza.

No se movió pero se quedó sin aire al intentar reconocer el lugar por el olfato, esa habitación olía a

-Severus Snape -susurró tan bajo para ella misma que creyó se atoró con las letras.

Se giró lento a su derecha y ahí estaba él, boca arriba, cubierto con las mismas sábanas blancas y cubre camas color azul oscuro. Estaba asustada pero los recuerdos la alcanzaron lento y sus labios sintieron cansancio por besarse tanto con esa figura varonil al que veía dormir profundamente de perfil.

“¡Merlín, debo ser una suicida en ascenso!” la mente de la joven no podía estar quieta.

Acomodó su cuerpo mejor de lado derecho, apoyó su cabeza en su brazo e intentó relajarse admirando las facciones rectas del mago por varios minutos, seguro tenía ese rostro de atención excesiva, ese que ve los detalles en algo o alguien como interesante.

Al final le gustaba, no sólo fueron palabras impulsadas por la atracción sexual provocada por toques indebidos, el hombre realmente le gustaba y lo descubrió en la inconsciencia de un interés repentino, curiosidad ¿Qué pasaba si ese temor de contacto lo perdía con alguien experimentado? ¿Y si se equivocaba? Pudo haberse equivocado, se pudo haber topado con un loco desquiciado y sucio hombre que sólo arruinaba a las mujeres que tocaba, a las cuales sólo le contagia su amargura y las mantiene en soledad o peor, en venganza. Snape no era así, lo había descubierto, se hubiera saciado de ella y después le habría lanzado una cachetada.

Pensó que Snape era hermoso ¿Por qué? Si era el ogro más arrogante y tosco hombre de las mazmorras.

El mayor abrió los ojos aún pesado por el sueño y al estar completamente consciente hizo una respiración profunda y rápida que lo sobresalto en la cama sin dejar de ver el techo.

-Merlín, es viernes -susurró lento.
Su mano izquierda tocó la cadera de la joven mientras unos ojos café no le quitaban atención, quería averiguar por qué estaba relajado y posiblemente era por una aventura pero eso era imposible, que una mujer pasara la noche en el lugar donde no había llevado antes a una, su habitación le recordaba una época tonta y patética por eso no había sido capaz. Al sentir la tibieza de una cadera curva y delicada, recordó que se había acostado con su estudiante y suspiró profundamente para girar a su izquierda, tener frente a él esa mirada atenta e insegura, bueno, eso creía él, que sería una mirada insegura o arrepentida.

Sus ojos negros y precisa mirada fuerte se posaron en aquellos luceros de claridad y sombra que luchaban por resaltar en la penumbra de la habitación, una penumbra bonita que decía que la madrugada daba paso a la mañana dentro de poco.

Ninguno dijo nada, la atención de la joven no dejó de ser quisquillosa, se suavizó con los segundos y se quedó quieta.

Se miraron por largo tiempo.

Snape la contempló, aquella estudiante de rizos y labios bonitos era hermosa de verdad no sólo cuando estaba desnuda, estudió con cuidado sus líneas, sus cejas y sus labios, ella se dio cuenta de eso, no dijo nada sino que siguió en lo suyo.

-Quiere decir algo -Snape acusó en baja voz.

-Mh mh, no, sólo lo observo.

-¿Ha encontrado algo interesante en su análisis? -su humor escondido no podía resistir más tiempo, la amargura tomaba de los hombros a ese personaje libre que disfruta y goza, y así lo reemplazó con ese personaje que necesita respuestas.

Era extraño, se le había olvidado que él pidió esa situación. ¿Estaba drogado con poción? Al parecer sí pero la joven no respondió en el mismo tono áspero sino que fue sincera.

-Su nariz recta, larga y varonil además de sus cejas y pestañas y esa forma en que las líneas de sus labios delgados tienen gesto serio y elegante, debe ser su biología natural, quizá hereditario por su padre o madre, sus labios se ven con una textura suave y pálida. También es interesante su cabello negro y liso cuando no le cubre las mejillas. Y… Su olor, su perfume se ha metido a mi cabeza, es una poción, con veneno, ha estado usando eso en usted porque es fuerte, empieza a ser agradable aunque intenso -la forma de soltar las sílabas era cuidadosa para no hacerlo enojar.

-Diablos, usted está viendo más de lo debido -recriminó con dureza.

-¿Por qué? Me gusta lo que veo, es interesante, aquella es la palabra exacta.

-Entonces siga -Snape la jaló sobre él sin perder el ceño recto, la cubrió con las sábanas y frazadas, levantó un poco el torzo al tomar las almohadas de ella y colocarlas en su espalda, estaba semi sentado, casi acostado -¿Así que le gusta lo que ve ¿Eh? -ella asintió -Porque a mí me gusta tenerla conmigo, ahora. Acepte que es mejor que perder el tiempo con mocosos.

Hermione se sonrojó, no pudo evitarlo, dibujó una sonrisa tímida y se acostó en el pecho del hombre.

-Tú no necesitas que alguien te cuide, Granger, eres suficientemente fuerte y capaz de defenderte – A Snape no le molestaba, no sabía qué hacer ante el acto.

-¿Cree que yo quiero su cuidado? Ya no soy una niña. Y tiene razón, no necesito que alguien me cuide sino que necesitaba cuidar a alguien.

-… Mh, no. No querrá convencerse de que me está cuidando por que yo soy suficiente, solo -Colocó su gran mano sobre el cabello de la joven sin acariciar, sólo la sujetó en un gesto de simpatía y suspiró.

-Le parece gracioso lo sé, intenta aguantarse la risa, le parece gracioso que diga eso de cuidarlo y es que tenía esa intención al decírselo.

-Me parece descabellado así es. ¿Ahora cómo me la quito de encima?

-Recuerde que usted me puso sobre usted y no me refiero a hoy.

-Deja de aparentar ese respeto, me parece exagerado, acabamos de acostarnos, llámame por mi nombre -ordenó -Y no, su intención era engatusarme y lo ha conseguido.

-Es falso, no quería engatusarlo -contestó segura -tampoco sé cómo quiere que lo trate pero si me deja llamarlo por su nombre, está bien, lo haré.

-Le doy una pista, nada de formalidad y palabras rebuscadas.

Hermione se separó de él y lo vio intensa a los ojos.

-¿Rebusco palabras? ¿Para qué, para agradarle, señor?

-Sí y no me digas “señor”, llámame por mi nombre.

-Lamento decirte que soy así y que no buscaba agradarte, sólo quería conocerlo… Un poco.

-Ahora veo por qué modificaste mis dientes, querías aprovecharte de mí, Hermione -la última parte salió lento de su boca, en acusación.

-Jajaja, eres gracioso, jajaja -Hermione volvió a recostarse en el pecho del mago -su sonrisa era espantosa, yo sólo quería ayudarle.

Snape alzó una ceja, no había sonreído en años al menos no en serio.

-¿Cuándo me has visto reír en Hogwarts, señorita mentirosa?

-Quizá no querías sonreír por tus dientes peculiares de té.

-Quien no quería sonreír era usted, su novio debe estar buscándola desesperado ahora mismo.

-No tengo novio -Hermione se separó de él y volvió a la cama, estaba cansada pero tomó cierta seriedad cuando se mencionó a un pelirrojo, no quería hablar de noviazgos o enamoramientos.

-Mh ¿Así que al final no le hizo caso el hombre ejemplar con cabeza de zanahoria?

-Al final, alguien me lo arrancó del pecho -su voz fue suave y rendida, se acostó en la cama dándole la espalda.

-¿Fui yo, jovencita malcriada? ¿Yo soy su príncipe azul? -se burlaba de ella con tono desagradable.

-Mh no sé, quizá.

-Mírame cuando te hable -pidió el mago con cuidado porque sabía que la joven que estaba en su cama era de carácter fuerte e impulsivo y lo podría mandar a la yierda -Mírame para que veas lo que diré. ¡Yo no soy un caballero y menos un hombre para ti!

-Tengo sueño, durmamos un poco más y hagamos del amor de nuevo, vamos, oh vamos, sólo un poquitito más, por favor -su forma de hablar fue irresistible para él que también estaba cansado y no le parecía una mala idea lo otro.

Snape abrió ambos ojos sorprendido y obedeció en silencio.

Ella sonrió porque los hombres eran fáciles de manejar.

***

Cerca de las nueve de la mañana la bruja despertó para buscar una ducha de agua caliente y sí, como pudo lo consiguió con magia y no se tardó porque sabía que el mago despertaría en cualquier momento.

Salió del cuarto de baño e ingresó a la habitación, la cama estaba vacía y tenía las sábanas y frazadas casi en el suelo, tenía su ropa puesta porque hacía frío.

Suspiró por saber que el hombre quizá la había dejado sola otra vez, peor, sola en un lugar extraño.

Bajó por unas escaleras angostas hasta una sala simple y hogareña, esta tenía fotografías de un niño pequeño con cabello negro. Ella supuso que era el mago de bebé y le causó ternura.

-Allá afuera no la conozco y la odio con todas mis fuerzas -apretó las palabras entre dientes, el mago la sorprendió hurgando en sus cosas personales.

-¿Quién es usted, por qué me habla? -Hermione le siguió la corriente.

Snape vio que la estudiante tenía intensión de irse por la puerta y más cuando ella caminó hasta ella para alcanzarla, su delicada mano giró la perilla y abrió la puerta, el mago reaccionó rápido y la sostuvo de uno de sus brazos, exactamente desde la muñeca.
La atrajo a él y la besó despacio pero no se quedó todo ahí, el beso incrementó el volumen y la forma.

-Tengo que irme -Susurró la chica en los labios del hombre.

Snape asintió y dejó que abra la puerta de nuevo, no la dejó salir, la tomó de la manga de su brazo y la atrajo a él por segunda vez.

-Quiero quedarme -dijo ella exaltada, Snape la besaba de una manera que le absorbía el alma.

-No ¡Vete ya, niña tonta! -estaba serio, no se le daba bien ser, romántico. El hombre sólo tenía una camisa puesta.

Hermione asintió viendo los labios del mago y su altura frente a ella, ese pequeño inclinarse hacia delante para poder alcanzarla, alcanzar a besarle el cuello.

Volvió a salir y le dio la espalda, cerró la puerta detrás de ella.

Dio unos pasos por la calle, hacía muchísimo frío, no tenía una casaca o abrigo y estaba desorientada pero era natural, después de todo no conocía el lugar y los besos del hombre le habían quitado el aliento pero incrementado su temperatura, el contraste entre su piel y el viento eran fuertes opuestos.

Pero antes de llegar a la esquina de la calle desapareció y no precisamente por decisión propia o su magia.

Snape la había tomado de nuevo y la dejó caer en la cama, la misma de donde había salido una media hora antes aproximadamente.

-Jajaja -la joven estaba nerviosa pero se dejó quitar la ropa divertida, el hombre quería más y ella no se negaría.

-¡A mí me cumples, Granger! -el mago estaba encendido.

-Le daré sólo un beso, señor.

-Lo sé, un beso francés -le atrapó el rostro con brusquedad por ambas mejillas pero después la soltó y le acarició la frente por las raíces de su cabello rizado que empezaban a fascinarle.

***

Lo hicieron al menos unas dos veces más y cuando vieron la ventana, el sol les decía que era tarde, por lo menos cerca de las catorce horas.

-¿Afuera no me conoce y me odia, cierto?

-Así es, Granger.

-¿Y cuando estoy a solas contigo? -Volteó a mirarlo a los ojos y él le dio su fría y negra mirada.

-Conmigo tendrás lo que quieras, eso no es difícil de fingir.

-Pero ¿Qué quieres tú? -la joven tenía curiosidad.

-¡No te voy a pedir que seas mi novia, Granger, no seas ridícula y sentimental!

La joven sintió decepción, no era que se había pensado eso con exactitud pero parece que el hombre cuando estaba con ella a solas…

-Es bueno saber que cuando estamos a solas también me odias -dejó de mirar a los ojos al mago.

-No, no es así… -Snape quiso negar pero no supo qué más añadir.

-Por lo menos deberías tener un poco de respeto, el mismo que yo te guardo allá afuera.

-¿Me respetas allá afuera, Granger? -la acusó con la mirada, molesto.

-Y también lo admiro.

Snape se quedó en silencio. Esa estúpida joven sabía cómo controlarlo.

-Yo la admiro a usted -fue lo único que pudo decir esa alma tosca.

-¿Se acuesta conmigo porque me admira, señor?

-Me acuesto contigo porque me dejas tenerte y no puedo desperdiciarlo. También porque eres atractiva.

Hermione sonrió.

-Gracias, eso me hace sentir mejor -la estudiante se acurrucó en su pecho y él le dejó que haga lo que quisiera.

-No entiendo cómo consigues hacer esto -renegaba solo, de verdad era una alumna astuta.

-¿Qué? -Hermione sonreía.

-Que me ablande un poco como un tonto confiado, que haga que crea en imposibles -Sus palabras salían lentas, rectas y rendidas.

-¿Hago que creas en algo imposible? Pero sé que morirás, sé que no puedo enamorarme de ti sin embargo puedo quererte ahora.

-¿Quererme? Va, tú no me quieres, Hermione, sólo sientes unas estúpida y patética compasión.

-No y no tendría por qué mentir, yo te quiero, al menos lo hago ahora. En este instante, profesor, eres sólo mío.

Snape la apretó a él enojado, enojado porque no podía ni quería creerlo, si lo creía se iba a darse contra el muro de la realidad, este lo renventaría en el suelo sin problemas porque si dejaba ir un poco esa cosa estúpida de querer a alguien, saldría lastimado.

-Niña tonta, no te enamores de mí.

-Lo tengo claro, señor tonto. Y ya deja de decirme tonta porque tú y yo sabemos que no soy así.

-Grr, eres tan molesta e insoportable -hizo una mueca de fastidio mientras sentía cómo se aferraba ese juvenil cuerpo al de él.

-No sabía que usted podría ser diferente debajo de toda esa tela negra y cara de san turrón.

-¿Soy un pervertido, verdad? Es que si vienes a mí como viniste no puedes esperar que te ignore.

-Yo sólo le pedí ayuda en un hechizo.

-Pero me estabas coqueteando, viniste con ese gesto forzado de amabilidad y esa forma de sobrepasar la confianza ¿Quién le enseñó a hacer eso, señorita manipuladora? Soy hombre, soy débil y además tienes un hermoso cuerpo de mujer…

La joven lo interrumpió.

-¡Me estaba observando por los pasillos con perversidad! ¡Ajá, lo atrapé!

-No, yo descubrí su figura en Navidad, tramposa, así que no me juzgue.

-Yo sólo quería que tenga una sonrisa segura y me de un hechizo a cambio.

-Mh, tenía que imaginar era sólo interés de conseguir algo.

-Hemos sido beneficiados al mismo tiempo sin querer, así que no me juzgues, mis intenciones no eran malas, puedes leer mi mente si quieres -su voz se puso seria.

-Ya lo hice y dices la verdad -se acercó a ella, tanto que volvía a rozarle los labios -¿Quieres que tengamos derechos sobre el otro?

-Sólo si lo quieres también -lo besó lento como últimamente le gustaba hacerlo.

El hombre asintió y añadió:

-Te dejaré en la madriguera, nos veremos después si Merlín así lo permite.

Se cambiaron de ropa y la dejó en el campo de hierva detrás de la casa de los Wesley.

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