Una semana antes de la muerte de Dumbledore
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Hermione sabía bien separar los estudios de las cosas personales pero últimamente estaba muy concentrada en un error, eso era creer que podía llamar la atención del mago.
Miraba por encima de las cabezas de unos jóvenes en el patio afuera del castillo, el que llevaba al camino para ir a la casa de Hagrid, no quería estar ahí pero estaba porque esperaba observar al mago sin que este se diera cuenta.
Se escondía de Snape, se sentía avergonzada al haber confesado a quien alguna vez fue su enemigo, que estaba enamorada de Snape, si bien no le había dicho su nombre, le confesó enterándose ella misma que eso era lo que pasaba en su cabeza, y además se sentía culpable por un beso clandestino.
Quería estar sola pero una jovencita de cabellos rojos la acompañaba, estaban en silencio sentadas en el suelo de un pequeño balcón en la piedra del castillo, uno que estaba elevado y cerca.
—¿Te ha hecho algo ese beso?
—Más de lo que imaginas, Gin.
—¿De verdad te gusta Lucius Malfoy? —el nombre lo deletreó con un poco de asco —bueno, no está nada mal físicamente pero es un desgraciado.
—No, no me gusta él, es algo peor… Yo estoy enamorada —suspiró rendida.
Ginny abrió los ojos y la boca sorprendida.
—¿De él?
—No, no él —tapó su rostro esperando algo malo, cada que pensaba en Snape la nuca se le enfriaba o peor, su estómago le dolía.
—¿De quién, Hermione? No me digas que es profesor…
—Sí, es profesor, es… Severus Snape
—¡Qué! Pero si ese hombre no tiene sentimientos, es más, entre él y Malfoy creo que gana… Malfoy.
—Me hubiera gustado escuchar eso antes de acostarme con el experto en pociones.
—¿Te acostaste con él? ¡PM, Hermione! ¿Cuándo sucedió eso por qué no me lo habías contado?
—En navidad, le escribí una carta… Está bien, te lo resumo.
En Navidad lo cité y le dije que quería que me diera un beso, no era que quería besarlo a él sino que quería que me enseñe a hacerlo, imaginaba que él como adulto había tenido experiencia y acerté. Me besó y cuando lo hizo fue… Al besarme sentí, wow, creo que no había experimentado algo tan intenso en la vida ¡Por Merlín! El hombre simplemente se entregó en ese “simple” beso casto —se acomodó mejor en el suelo—, después le dije que me había agradado y que necesitaba saber más, que me enseñe a dar un beso más profundo, uno de pasión y humedad como suelen presumir los franceses. Entonces lo hizo pero a la vez usó otros acompañantes como sus manos, me regaló caricias sutiles que me llenaron el pecho de unas ganas inexplicables de “Algo”. Ese hombre en la cama no es como puedes verlo por ahí en los Pasillos, es apasionado, cálido y lleno de afán, uno que no puedo creerlo hasta hoy. Ambos nos agitamos por tantos besos apretados, tantas caricias mutuas. Mi rostro y otras partes de mi cuerpo consiguiendo excitarse y finalmente lo hicimos, él me hizo el amor, lo hicimos al mismo tiempo sin parar culminando todas las historias que teníamos que contar.
Ginny la miraba impresionada, para Hermione era duro hablar de todo eso.
—¿Te hizo el amor? ¡Qué demonios si ese hombre no sabe qué es amor!
—Te lo juro que no esperaba que sea tan intenso, hasta él me dijo que se llamaba así “hacer el amor” y después de navidad en la reunión de la orden, me acorraló en el baño y —¡Merlín, Ginny no pude resistirme a él! —La voz de Hermione era apretada, exaltada y no se distinguía si era satisfecha o de lamento—, caí de nuevo, nos besamos y después terminamos desnudos en su cama ¡Ay dios! me llevó a su casa esa misma noche de la reunión que desaparecí, él envió una carta a Harry y a otros para avisar haciéndose pasar por mí. Esas noches, porque fueron varios días enteros, nos gastamos la cama y nos mezclamos, nuestros cuerpos se enredaron, se unieron, se hicieron uno entre esas sábanas blancas… ¡Merlín! Lo que sentí fue muy intenso y cuando quise irme de su casa me jaló dos veces dentro de ella para besarme… Y, dos días más hicimos el amor sin parar.
Ginny no creía, pensaba que Hermione no estaba hablando del pocionista sin alma y sin corazón.
—Hermione —el tono que usó fue maternal y suave —él también debe extrañarte, porque apuesto que esperabas que te largue al día siguiente y… Y no lo hizo lo que significa que le gustó estar contigo la primera vez, osea vamos a pensar. —se sentó a su lado—. Si esa noche de navidad lo hicieron y la siguiente vez él fue a buscarte, entonces significa que tú también le gustaste más de lo que hubiera podido imaginar.
—No, me dijo que me olvide de todo al final de esos días —la miró, tenía los ojos rojos.
—Ahora entiendo por qué llorabas al inicio del curso
¿En qué pensabas?
¡Es Severus Snape!
Estar con él es un riesgo muy grande —Se arrodilló junto a ella y explicó—. Nos enteramos hace poco que es un mortífago espía de Dumbledore… No comprendes la magnitud del problema, él, si el caso fue que se gustaron, entonces te está protegiendo al alejarte bruscamente, te cuida al decirte que te vayas.
El rostro de Hermione cambió, Ginny podía tener razón.
Se secó las lágrimas y puso atención.
—Recuerdo algunas de sus palabras, entre todas las que dijo, repitió mucho: “tú eres mía” —apartó la vista de la joven bruja—. Recuerdo su rostro cuando me acariciaba y cuando estábamos unidos. Era intenso, me estudiaba al milímetro, perdía la razón al darse cuenta que me gustaba la fuerza que usaba, ese desenfreno algunos minutos y luego el control lento y rítmico similar a una caricia completa, no era frío y cuando culminaba, después de mí, me acariciaba y besaba hasta que perdíamos todo sentido del espacio y tiempo. ¡Oh juro que fue maravilloso y lo extraño! Es desesperante verlo y que me ignore o esa mirada fría y amenazante, no puedo entenderlo ¿Por qué no está avergonzado? En cambio yo creo que sería imposible volver a mirarle los ojos.
—Hermione, un hombre frío no dice “Tú eres mía”, un hombre frío no da caricias o te besa o se entrega así como cuentas esa experiencia.
Su amiga era veloz, mientras le respondía para animarla, pensaba en muchas cosas que podría ayudarle a volver con él, o por lo menos que se despidan como se debe.
—Es que no puedo asegurarlo, Gin, puedo sospechar que quiere protegerme pero si me equivoco me daré falsas esperanzas. Él me dijo que morirá y aunque no sé exactamente de lo que habla, sé que es por ser un mortífago, es inteligente y no creo que haya bromeado.
—¿Ves? Es eso, te aleja a propósito. Mira, Hermione, hagamos algo, algo que al menos te deje más tranquila y segura. Sácate la duda de tajo.
—¿Qué es?
—Escucha —se acercó a ella en susurro de palabras prohibidas—, vamos a comprobar si gusta de ti dándole celos. Tienes que cambiar esa cara de caracol deprimido, tienes que destacar y hacer como si lo hubieras olvidado, para eso voy a ayudarte.
—Sí, haré lo que me pidas pero ¿Crees que funcione con él? No sé, podemos intentarlo…
—Primero es mejorar tu rostro, eso puedes arreglarlo sólo con una sonrisa y otras cositas que me las dejarás a mí, tranquila no hablo de pintarrajear tu cara. Después tienes que ser tú, la de siempre, no la enamorada. Tercero debemos solicitar ayuda a un joven mayor que no sepa lo que hacemos con exactitud, alguien que te arranque un par de sonrisa y coquetee constantemente. Cuarto, miradas, lanza miradas sexys cuando él quiera chocar contigo, ahí debes utilizar algo más pero yo te mostraré cómo. Déjame todo a mí, yo te voy a ayudar a que tengas la certeza de que Snape te usó o sólo te cuida.
Hermione asintió.
***
Junto a lago, cerca de las cuatro de la tarde ese mismo día.
—Tu boca, ponle un poco más de rojo, no mucho, sólo lo suficiente para resaltar, eso lo puedes hacer con ese hechizo que te mostré. Hazlo así, cuando sepas que él está en el ambiente concéntrate en un punto, sonríe con sutileza y luego convierte esa sonrisa en una que comienza a ser maliciosa pero que no termina su cometido de traviesa. Tus dedos, usa tus dedos y manos, acomódate el cabello, toca tu cuello, toca tus labios, usa paletas redondas y dulces, de preferencia con frambuesa o fresa intensa, el color es importante, tu mirada, si te lo cruzas debe mostrar misterio, no le digas nada con la mirada, usa esa mirada pensante y traviesa para mirarlo pero luego desvíala como si hubieras estado perdiendo el tiempo, de preferencia que sea mirar al joven que te digo. Y finalmente desaparece, si sientes que te mira desaparece y queda en encontrarte con tu pretendiente aunque sea sólo para conversar.
—Son tantas cosas, Gin, no sé si pueda hacerlo.
—Sí podrás, yo te ayudaré, si no funciona la primera será la segunda y la tercera, voy a estar contigo.
—Bien, lo haré. Me enoja un poco perder el tiempo así pero bueno, vamos a ver si después de esto las cosas mejoran al menos en mi cabeza porque no puedo concentrarme cuando me reúno con los chicos.
Ginny puso rostro seguro.
—Es la última vez, te lo prometo.
* **
La clase siguiente de defensa, Hermione estaba más relajada.
Ginny le había pasado un papel que decía en tinta aguada:
Si pasa a tu lado sonríe despacio viendo el papel, intenta reír pero a la vez aguantarte de soltar el ruido y luego una mirada perdida y pensativa, toca tus labios, yo te avisaré si voltea a verte. Recuerda leer este papel como si fuera muy interesante.
Hermione cumpliría el consejo al pie de la letra.
En esa clase teórica de Snape, mientras él se paseaba como si nada, ella tomó su trozo de pergamino con ambas manos y leyó en baja voz.
Snape quién estaba al frente exponiendo se dio cuenta que estaba distraída, porque él vigilaba a todos a detalle, así que la ignoró un par de veces hasta que ella sonrió y luego se pintaron sus mejillas de rubor, la vio intentar mantener la calma viendo hacia el proyector pero después bajaba la mirada al pergamino.
El pocionista terminó de hablar y ordenó leer una par de páginas fue hacia atrás en el aula y se quedó ahí vigilando todas esas cabezas.
Hermione volvió a tomar su pedazo de pergamino y leyó otra vez, ahora la tinta había cambiado y tenía dos corazones con un párrafo que decía.
En la biblioteca el silencio es de terror, pero afuera tus labios tienen ese carmín interesante y llamativo.
Snape leyó aquello porque la tinta cambiaba de mensaje cada que alguien más quería leer. Él estaba enojado porque ella, esa joven distraída no se comportaba así. Intentó ignorarla e ir hasta el frente para continuar hasta que se ganó con un pase más.
Un joven alto y castaño, uno de los que se sentaba atrás de la casa Ravenclaw, no dejaba de mirarla y era que Ginny había escrito un papel para él confesando que su amiga Hermione podría estar interesada.
Los minutos siguieron su curso.
Snape quien estaba inmiscuido en sus pensamientos, alzó la mirada y vio a la joven sin querer, ella, la castaña en la quinta fila, leía su libro pero de repente mordió sus labios y su lengua hizo un peligroso camino sutil en sus labios inferiores.
Ginny miraba con atención, estaba sentada detrás de Hermione y le lanzaba aire en línea recta a su espalda para avisarle que sospechaba de que Snape podría estar viéndola con atención.
Hermione sonrió muy sutilmente, abrió la boca y deslizó su lengua nuevamente mientras escribía, la deslizó en su labio inferior de extremo a extremo, muy lentamente y luego se tocó con la yema de sus dedos anular y medio de la mano derecha.
Ginny vio el rostro del mago con ayuda de un pequeño espejo circular de al menos dos centímetros de diámetro, uno que usaba en su cartuchera de plumas. Captó todo a detalle durante diez segundos.
Él la veía, miraba a la bruja pero era extraño, entre cerraba los ojos y una de sus cejas se alzaba levemente, no tenía cara como de que le gustase lo que veía sino de que lo desaprobaba y le incomodaba.
*
Al terminar la clase le contó todo a la joven bruja y ambas se quedaron confundidas.
Ahora seguía en la lista que el mago la vea mientras otro hombre le coqueteaba.
Hermione estaba en el patio junto a la biblioteca del primer piso, afuera de este habían asientos donde ella descansaba a un lado recostado su espalda, mientras Ginny y su novio conversaban y el pretendiente de Hermione, coqueteaba.
Wesley estaba rogando que Snape pase por ahí y sí, lo hizo, Snape pasó por ahí tan frío y soberbio como siempre y según Ginny evitando con todas sus fuerzas ver a su joven compañera que por cierto estaba “Bastante concentrada en Emon, el alumno de Ravenclaw”
***
Los siguientes dos días, Snape estaba preocupado por la insistencia de ella por querer llamar la atención sin embargo no había caído en cuenta que ahora era él quien la vigilaba y seguía, ella se había acostumbrado a Emon, la tensión se había convertido en calma, esas sonrisas suaves del joven con mejillas rosas ahora la hacían sentir bien tanto que se había olvidado por unos instantes de Snape.
El pocionista la colina amplia atrás del campo deportivo, ese joven no dejaba de hablarle y sonreírle, por eso se había olvidado que aquél lugar ya estaba afuera de las inmediaciones escolares.
Estaba enojado, había pasado de su estado curioso a su estado colérico, tenía ganas de gritarle, de darle una bofetada o castigarla por una semana.
Los había seguido el día que pasó, en el tercer piso,
esto empezaba a ser distinto, ella ya no buscaba que él estuviese alfrente para verla sino que estaba escondida y a solas con Emon, el joven, mayor que ella por dos años, casi del mismo tamaño que él, le coqueteaba constantemente y tenía esa actitud clara de llevar las hormonas alborotadas.
—Déjame darte un beso —el rostro del joven sonreía seguro de lo que iba a hacer.
—Te dejaré dármelo si me aseguras antes que lo harás bien y no me vas a decepcionar —ella le seguía el juego.
—Quisiera que seas mi novia, el beso puede esperar.
Hermione estaba fascinada, ya no quería el beso sino ser su novio.
—¿Me lo estás pidiendo?
Emos sonrió y asintió.
—Pues no te responderé si no me lo preguntas con voz audible.
—¿Quieres ser mi chica?
Snape no podía creer lo que veía, ella estaba a punto de responderle pero ya no pudo más y tuvo que intervenir.
—Mh ¿Qué sucede aquí? —la voz recta asustó a ambos jóvenes.
Hermione se había olvidado que él era el objetivo.
—Bu bue buenas noches, señor, yo estaba preguntando a mi amiga si quería ser mi novia.
Snape alzó la ceja.
—Granger, pregúntale para qué quiere ser tu novio.
—Yo…
—¡Pregúntele! —Alzó la voz al ver que ella no podía hablar.
—Emon, ¿Para qué quieres ser mi novio?
—Dígale lo que está en su cabeza, jovencito, recuerde que puedo leerle la mente.
—Yo…
—¡Te ordeno que se lo digas!
—Yooo…
—Si no lo haces será la primera vez que un alumno admita delante de mí, que es un cobarde ¿Quiere que la alumna Granger piense eso de usted?
—Yo, Hermione, quería que fueras mi novia para poder tocarte y si se podía acostarnos…
—Pregúntale cuándo, Granger.
—¿Cuándo, Emón?
—Mañana, yo te iba a convencer que nos acostemos, mañana —estaba avergonzado, ya no quería mirarla a la cara.
Snape sonrió.
—Esa es la declaración de ser novios, sólo es la autorización verbal, Granger, para que alguien la toque a su antojo.
Hermione se puso triste, bajó la cabeza y no miró más a Emon ni al profesor.
—Ojalá lo hubiera sabido antes, Señor, perdone mi falta de respeto al sistema escolar —ella no se refería a Emon, sino a algo obvio que venía a ella de sus recuerdos.
—¡El noviazgo no es para mocosos de su edad así que se irán a cenar después de que me ayuden a hacer unas cosas en mi despacho.
Los alumnos asintieron y siguieron al mayor hasta las mazmorras.
En el camino Hermione no sabía si huir pero había metido la pata por estar tan distraída, la idea era fingir no dejarse llevar por el orgullo y alto autoestima alimentado de un mocoso largo e inteligente.
Emon estaba arrepentido, prefería salir de la escuela para acostarse con alguien que ser expuesto así de esa forma delante de las chicas de su curso.
Snape abrió la puerta de su despacho y dejó que entre Emon mas no dejó que lo haga la alumna.
—Usted espere aquí, señorita.
Hermione asintió y esperó.
Esperó
Esperó
Esperó
Y Esperó
Cuando escuchó que abrieron la puerta, se encontraba en el suelo casi completamente dormida.
El amigo desfiló frente a ella con las manos rojas de sacar la mugre de los calderos.
—Espero que tengas mejor suerte que yo, Hermione —se fue sin poder verla a los ojos.
—¡Pase, señorita! —se escuchó que Snape la llamó desde adentro con energía.
Al entrar vio todo ordenado y a Snape cómodo en su silla.
—¡Ten más dignidad, Granger!
Hermione apretó los párpados al cerrar los ojos, iba a tener una regañada de esas que te hacen doler la cabeza.
—Tengo dignidad.
—No parece, hoy iba a besar a un mocoso sólo para molestarme.
Hermione abrió un poco los ojos mientras su mentón se clavaba en su propio pecho.
—¿Por qué le molestaría aquello?
Subió la mirada como pudo y se vio en esos ojos negros fríos y tenebrosos.
—Tiene razón, no me molestaría para nada.
—No hice alguna afirmación sólo pregunté por qué le molestaría que haga lo que todos hacen algún momento aquí, enamorarse.
—Usted no ama a ese joven, usted ama a otra persona.
Ella pensó que le hablaba de Wesley.
—Mis sentimientos no son importantes, ahora sólo quiero acabar la escuela.
—Eso es lo que debe hacer, concentrarse en sus estudios.
Ella tenía ganas de salir corriendo porque no aguantaba la presión, no aguantaba las ganas que tenía de besarlo, a él, las ganas de llorar y suplicar que le explique por qué no podía existir algo entre los dos.
—Eso haré —le habló al mago muy débil, creía que no iba a aguantar más, que se pondría a llorar en cualquier momento, no alzaba la mirada, la mantenía en la superficie del escritorio.
Snape se puso de pie y ella lo siguió, en esos dos segundos la jovencita dejó escapar una lágrima del lado del ojo derecho.
El pocionista se acercó y le habló de cerca, permanecía recto y altivo.
—¿Qué es lo que quiere Granger?
—Quiero que me ayude a borrar mi propia memoria, quiero olvidarlo… Quiero olvidarte.
—No voy a hacer eso porque es prohibido y si se enteran voy a arruinar muchos planes. ¿Qué esperaba de mí, jovencita tonta?
—Absolutamente nada.
—Sí que esperaba algo.
—Yo… Yo…
—Dígalo.
—Yo… —no pudo más, sus emociones la envolvieron cerrándole el pecho.
Snape frunció el ceño y se adelantó a ella.
—Dígalo.
Hermione hizo lo posible para subir la mirada y verlo pero se rompió en mil pedazos.
—Yo… Me he enamorado de ti y lo lamento tanto.
Snape quería tener una actitud fría pero no pudo, fue tocado en la seriedad y ella aunque no le importaba le hizo sentir culpable porque el amor no era una opción en ese instante.
La jaló a él y la abrazó, la rodeó con sus brazos como abraza un protector y la apretó aún más, colocó su mentón en la coronilla de la estudiante, no dijo nada sólo guardó silencio para que ella se calme.
Lloraba desconsolada, porque no podía resistirlo, no sabía si lo vería de nuevo o si iba a tener nuevamente esa oportunidad, por eso no quería soltarlo.
Segundos después estaban aferrados al otro, pensando cada uno en que la vida era injusta, se dejaban ir en ese simple abrazo fuerte cargado de calidez y sinceridad. Un abrazo que duraría más.
Para ella y para él lo que venía no sería fácil y estaban resignados.
Snape cerró los ojos y la cargó para sentarla en el sofá, sería una madrugada larga.
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