“No puede ser tan difícil realizar este hechizo, si puedo curar una herida podré hacer que mis dientes se vean como si usara fierros muggles pero sin mucho dolor…”
Sus manos acomodaban las hojas que había copiado a mano, se escondía debajo de sus sábanas.
Una estudiante pensaba en modificar un hechizo que había leído del libro de Harry donde Snape había modificado pociones y creado algunos hechizos peligrosos.
-Severus, ¿Qué han estado haciendo los jóvenes Gryffindor?
-El jovencito Wesley tiene problemas con todos los cursos, está detrás de la señorita Granger y su mirada no se va de los aros del campo deportivo, es un caso perdido.
Mr.Potter tiene miedo de equivocarse, tiene pensado hacer renunciar a sus amigos de su compañía, cree que los arriesga demasiado.
Hermione, la joven ha estado en la biblioteca los últimos tres días de cada semana, trabaja en hechizos personales de sus estudios aunque el últimos trabajo que escribió no he podido espiarlo, te dije que la joven iba a meter sus narices donde no le llamaban, ha terminado de leer libros de Legerements, no me sorprendería si intentara leer su mente y esta sea bloqueada con éxito.
-La joven es inteligente, déjala que haga pero quiero saber con exactitud en qué está metida, debemos evitar cualquier movimiento de ellos como defensa ante lo que sucede con Voldemort y los mortífago, no pueden acercarse, ser héroes sin que nosotros supervisemos eso.
-Quisiera poder expulsarlos pero no me dejas.
-No lo harás, Severus, sólo vigila que estén seguros.
Snape desapareció molesto delante del director, le caía mal obedecer, y más si era vigilar a tres hormigas aplastables que le causaban ronchas.
Esa semana siguió a cada uno, con todos fue fácil menos con la chica. Ella, esa joven se le hacía más complicada, era cada vez más fuerte después de los eventos donde él, el pocionista que sólo una vez puso ser profesor de Defensa, tuvo que hacer que Harry tenga su libro y las notas del niño sean sólo su astucia sucia, Slytherin y maligna de copiarse para ser buena herramienta de Dumbledore. La chica lo envidió, comenzó una competencia con el niño de anteojos.
El lado Slytherin de Harry le servía para algo, Snape creía que sólo eso lo hacía útil.
A Hermione esto le había afectado, Snape estaba seguro que la competencia para ella era sana y que la impulsaba de alguna manera a no quedarse atrás, ella funcionaba así, funcionaba si conseguía dar pasos adelante en lo que sea, no la conocía bien pero intuía su forma ordenada.
Intentó entrar en la mente de su alumna pero no lo consiguió.
Esa estudiante se había cerrado a todo lo que pudiera alterar sus pensamientos, su magia había incrementado con los estudios pero sobre todo por su fuerza innata de “protegelotodo”, no era egoísmo, la niña pensaba como Dumbledore, ella quería ganar porque el mundo mágico no podía irse por el abismo tan pronto, no podía desaparecer gracias a la mala administración de un loco narcisista.
Ella era la única centrada e inteligente, todos los demás estaban atados a una promesa o deseo egoísta, incluso él mismo, él reconocía que ni si quiera sabía por qué tenía que proteger al joven hijo de su ex amiga pero lo hacía, al final del día, cada semana le informaba al director sus movimientos.
La siguió muchas veces hasta que harto de no poder penetrar su mente decidió ser abusivo.
-¿Qué esconde ahí, señorita Granger?
-Son cosas de la escuela, señor.
La joven sentía odio por él aunque supiera la verdad, una verdad que repetía en su mente para compadecerse “El hombre es un amargado y herido por causa de la soberbia, no es malo pero tampoco es bueno, Harry y Ron pueden ser tontitos y poco perceptivos pero yo no voy a ignorar todas las veces que ese ogro negro nos ha salvado la vida de alguna forma.”
-Dígame de qué se trata -Snape quería acorralarla, faltaban pocos minutos para que ella sobrepase la hora de estar fuera de su casa. La distracción y discusión metiche era con intención de ganarle, le haría exponer sus motivos del por qué escribía o la castigaría por estar fuera de su torre.
-Son Runas y Pociones, profesor, además de un par de hechizos para modificar mis dientes.
La joven caminó hasta él y le entregó su libreta y libros con cuidado, su actitud era tranquila sin perder respeto, únicamente porque el hombre era autoridad sobre su cabeza.
-Sus dientes eran llamativos como los de un castor ahora ya se ven bastante mal, son comunes y ordinarios como el de todos los demás -miró las anotaciones de la niña -Señorita déjese de cosas banales, recuerde que yo le ayudé a que se viera así, con dientes ordinarios -quería reconocimiento, no podía evitarlo.
-Ya sé, señor, usted me arregló aquel problema pero el hechizo en el que trabajo no es para hacer más pequeños mis dientes sino para ordenarlos en mi mandíbula inferior -Miró hacia arriba y mostró los dientes -quiero que se ordenen que se vean derechos y bonitos, de por sí puedo tener buen cuidado en ellos pero ordenados me haría tener una mejor sonrisa.
Snape le vio la boca y se dio cuenta que la joven tenía un ligero desorden de dientes pero tan leve que no se notaba.
-Está exagerando, Miss Granger.
-Pero es algo inofensivo, es más usted debe tener el hechizo -vio los dientes del hombre -aunque después de ver su gesto empático al mostrarle los míos, me doy cuenta que no lo tiene.
Snape se enojó porque la joven era una chismosa y metiche.
El pocionista no sólo tenía los dientes chuecos sino que estaban amarillentos.
-¡Qué le importa a usted si tengo el hechizo o no, concentre su atención en asuntos de la escuela!
-No se enoje, por favor -rogó la joven, se arriesgaba a encontrar algo del carácter protector del hombre -le propongo algo, si me ayuda a hacer el hechizo yo le ayudo en lo que usted quiera.
-¿Cree que tengo tiempo de ser profesor particular?
-No dije eso, sólo… -La teoría psicológica de Jacobson le ayudaría en ese momento si sabía cómo utilizarla -Pienso que no debería desperdiciar ese conocimiento excepcional que tiene, usted es un hombre inteligente, usted hace las cosas bien por un motivo, si ese motivo es lo suficientemente importante como para morir sin tener más sentido en la vida, sin dejar alguna otra huella, haga entonces algo que cambie todas sus expectativas de utilidad, todos, señor, necesitamos motivos buenos o malos para seguir en algo y aunque ha querido verse como alguien que nos odia, usted sabe a qué me refiero, la realidad es otra, usted ha estado protegiendo nuestras espaldas al mismo tiempo que cuenta menos días a su existencia. ¿Va negar que nos ha salvado?
Snape pensó que la joven no sabía nada de él, no sabía sus motivos personales de cuidar a Harry y los mocosos, no sabía si era mortífago o no, sino que estaba tentando con una teoría estúpida y manipuladora que también había leído en la biblioteca.
-Mh ¿Cree que es más inteligente que yo? Porque no es tonta, Miss Granger, así que lo único que puedo decir es que -Se acercó a ella hasta estar frente a sus ojos, susurró despacio y lento -N… O… Es… No
-¡Por favor!
-Que no.
-¡Por favor es que quiero verme mejor, si podemos ganar la guerra habrá una vida por delante y no le parezco atractiva a ninguno de los chicos que me gustan! -se dio la vuelta sintiéndose mal, seguía, quería intentar usar a Jacobson -quiero- bajó la cabeza -quiero ser atractiva sin necesidad de pintarme como un payaso o sin necesidad de entregar mi virginidad a un joven que no puede controlarse.
Snape se escandalizó y quedó atrapado en el anzuelo que ella lanzó
Ahora mismo dígame ¿Quién le ha propuesto cosas indecentes?
La joven no le daba la cara y él no podía leer su mente.
-No le diré todo, es sólo que Ron prefiere a Lavender porque ella es una chica resbalosa y fácil y yo que he estado tanto tiempo cerca a él ni si quiera me ha notado.
Snape sintió asco, un Wesley no era motivo para deprimirse.
-¿Le propuso algún alumno algo indecente?
Él quería saber, su hambre por expulsar a un alumno era mayor que ayudar a la joven con una tontería.
Hermione tenía que abrir sus recuerdos y mostrar algo aunque sea, o por lo menos decirle.
-Cormac me citó a ir al baño de hombres en el segundo piso antes de que el profesor Horacio nos cite al club de las eminencias y… -hizo pausa dramática, sabía que el hombre era un exagerado moralista cuando le convenía.
-¿Y qué, qué le pasó, qué le tocó o qué le hizo?
Hermione lo miró a los ojos con cara de víctima.
-Me tocó las caderas, y me besó dos veces a la fuerza.
-¡Eso es inaudito! ¿Usted lo provocó?- Snape había sido pescado por la jovencita astuta.
-No, yo sólo andaba por ahí con mis libros -puso puchero.
-¡Es el problema de los chicos de ahora ya no tienen educación, no saben respetar a las mujeres! -me encargaré de notificar al director para que lo suspendan unos días -Estaba alterado -Aunque las mujercita de ahora tampoco son unas santas -alzó una ceja a la joven y la vio intensamente.
Ella entristeció y derramó dos lágrimas, estas eran reales porque estaba enojada, Ron la había cambiado por una joven estúpida y quería conseguir hacer ese hechizo para verse mejor delante de él.
-Señor, no quiero molestarlo ni insinuar que puede perder el tiempo con una joven Gryffindor, lo único que quiero es que me de el hechizo para arreglar mis dientes y yo le ayudaré con lo que se le ocurra.
Snape bufó cansado, la jovencita era patética.
-No la necesito a usted para absolutamente nada, Miss Granger, soy completamente suficiente en todo Pero, no le haría daño si le escribiera ese hechizo en un pergamino para sorprender al tonto señorito Wesley -no comprendía a su alumna, ese rebajarse -si quiere saber de alguien que vale la pena, mire a Draco Malfoy, él sí es otra clase de muchacho
Hermione dejó de llorar.
-Ni usted se cree lo que acaba de decir, señor, está bien que lo respete pero no se burle de mí -tapó su rostro y secó sus lágrimas como pudo, después de eso bajó la voz hasta ser un susurro -debería también hacer algo con esos dientes, su aliento a café o el té rojo puede estar arruinando el color marfil en su boca.
Snape frunció el ceño.
-Largo de mi vista antes de que me arrepienta, le alcanzaré el hechizo el día de mañana, es pan comido.
-Bien -dijo en tono normal y respetuoso -Tenga un excelente noche, señor -hizo una venia exagerada y profunda tanto que la punta de su rodilla tocó el suelo, así su intención compraría al mago aún más, él no era fácil de engañar pero sí era bueno para creerse superior.
-Antes de irme, señor quisiera obsequiarle una pasta dental que yo misma mezclé en la clase del profesor Horacio, es blanqueadora y no le contamina la sangre con flúor, lo disfrutará porque tiene un rico sabor a menta.
Snape por otro lado se sintió como una eminencia, correspondiendo con un gesto esa veneración delante de él, su ego crecido después de todos esos halagos extraños en la boca de la joven, lo hicieron sentir bien. Aceptó el regalo de la chica sin pensar que podía ser algo malo o también algo bueno.
***
En el desayuno Hermione se concentraba en los extasis, no podía contra su genio de conservar buenas notas a pesar de su crecimiento físico y crítico donde sus ideas estaban lejos de la niñez.
Era ese momento donde sus compañeros y amigos le estorbaba, un momento provechoso y competente para comer algo saludable.
-Miss Granger -Saludó Snape
La joven se puso de pie y volvió a hacer una reverencia profunda de respeto.
-Profesor ¿Cómo le va?
-Oh, muy bien, sólo quería comunicarle que podía ir a mi despacho para darle el importante hechizo que necesita y también avisarle que le resté a la casa de Gryffindor treinta y cinco puntos.
-Muchas gracias, usted es tan solidario, misericordioso y admirable -la joven se aguantan la risa, ya sabía cuál era la debilidad del Slytherin -si no es molestia quisiera saber por qué restó puntos a la casa de Gryffindor.
-Porque las reglas son las reglas, cuando vaya a mi despacho tiene que ser a horas que no están permitidas, si nos descubren entonces necesitaré un castigo y sólo lo estoy adelantando.
-Tan inteligente, señor, gracias.
Snape con aires de grandeza como si de verdad tuviera razón la niña, se acomodó las ropas y tomó postura.
-De nada, la espero más tarde.
-Sí… Eh… Quisiera sugerir para la siguiente oportunidad, que quiera castigarme, puede buscar algo que me perjudique más de forma individual -Snape la vio atento -me refiero a que si se da cuenta, ganar la copa no me interesa mucho que digamos sin embargo que me retire de algunos cursos como adivinación estaría mucho mejor porque es mi materia favorita -la joven mentía.
Snape, con el ceño fruncido hizo la reverencia sutil de la cabeza que solía hacer, como otorgándole una afirmación a la persona que estaba delante de él, después de eso se fue por el corredor largo del comedor sin decir absolutamente nada más a esa estudiante.
***
Casi cerca de las nueve de la noche, Hermione había recibido un pergamino de su profesor para decirle la hora exacta que tenían que verse. La joven que aún permanecía con el uniforme bajó despacio hasta las mazmorras, se mantenía confiada, lo peor había pasado, Snape había accedido a darle un poco de ayuda, algo que casi no significaba nada sólo para probar que el hombre era humano y necesitaba un poco de interacción social a pesar de su gran soberbia.
Tocó la puerta de su despacho confiadamente, el hombre abrió y alzó ambas cejas en saludo.
-Buenas noches, profesor -hizo la misma reverencia acostumbrada y reciente -Espero haya tenido una excelente cena.
-He tenido mejores, alumna.
-Su clase de la tarde fue brillante, única y hermosa, no hay duda que usted es un incomparable profesor.
Snape se irguió aún más.
-Deje de adular, Miss Granger, no exagere los modales.
La joven se relajó y se sentó de forma modosa en su sofá café porque el hombre la había guiado ahí.
Cuando el hombre se sentó a su lado sin perder elegancia, sacó de su bolsillo una bolsa de tela beige, hizo un pase y se lo puso en las manos con cuidado de tocarla demás. Ya era bastante escandalozo para él reunirse con una estudiante.
-Hice el hechizo, está ahí dentro en un pergamino doblado y además he mejorado los ingredientes de su blanqueador, ya no tiene sabor a menta o por lo menos ha bajado el exceso de frescura, parecía que me comía un témpano de hielo cuando lavé mis dientes hace unos minutos.
-Ante de hacer un comentario a lo que me da y dice, quiero hablar de forma seria algo importante -lo vio a los ojos, se miraban con un leve giro de sus cuerpos, estaban juntos pero por Hermione se acercaron más -no, no piense que exagero mis modales, así soy yo, quiero y deseo que sepa que lo respeto y admiro.
Snape no supo que decir, se sintió halagado pero no lo dijo o hizo algo.
La joven añadió.
-Entonces le agradezco, es genial y extraordinario que haya podido ayudarme con algo que parece un poco banal, sin embargo es muy importante para mí, no me he sentido bien algunos días porque ser rechazada es una patada dolorosa en mi estómago.
-Pero usted no ha sido rechazada ¿Acaso ha hablado con el señor Wesley?
-No, señor, no le he dicho nada, nada de mis sentimientos.
-Pues ahí está, no ha sido rechazada.
Hermione miró para otro lado, se perdió en sus pensamientos, guardó la bolsita que le dio el profesor en un bolso largo que no se había quitado de encima.
-Tiene razón, nunca le he dicho nada -dijo ella, pero debería notar mi interés, que me gusta.
-Si no soy demasiado indiscreto, señorita, quisiera saber por qué ¿Por qué el señor Wesley y no algún otro alumno con altos promedios escolares? -esa pregunta también era para su difunta.
-Es que no lo sé, supongo que Ron me agrada.
-No, niña, tú no sabes nada -negó indignado y se hizo hacia el respaldar del sofá recordando muchas cosas y tiempos pasados.
Hermione en cambio sintió curiosidad, se atrevió a estirar su mano derecha y tocarle la barbilla al hombre quien saltó con el contacto atrevido y atrapó con su mano derecha la muñeca de su estudiante.
-¿Qué hace? ¡No puede tocarme! -el hombre estaba a la defensiva.
-Tranquilo, señor, sólo quiero revisar, mi padre es dentista y he aprendido mucho de él todos estos años.
Snape estaba tenso, no quería que lo toque porque eso le causaba dolor, incomodidad, no estaba acostumbrado a eso.
Pero la niña estaba preparada, sabía que el mago iba a utilizar su pasta dental natural.
Hermione hizo el hechizo lumus de forma silenciosa y tomó su varita como si fuera una linterna para alumbrar dentro de la cavidad bucal del pocionista, se acercó más y apoyó su rodilla en el medio de las piernas del mago sin lastimarlo o tener otra intención que meter sus ojos en la boca de Snape.
Severus se dejó hacer, sabía que el padre de la niña era un dentista, ya la había vigilado por Dumbledore muchas veces.
-Oh, ha tenido una mejora radical -se sorprendió al ver que los dientes del mago ya no tenían un color café amarillento.
-Aques e u usted enga e he la a do los ientes u a sóla ez y eso ha sido odo -no había perdido su mal genio, pero en ese momento el hombre era jalado de la boca, sus delgados labios pálidos eran estirados por los dedos de la joven, los cuales estaban protegidos con guantes de látex.
-Entonces, eso significa que las clases de pociones con usted han sido suficientes los años que pasaron. Se supone que la pasta tendría el mejor efecto la segunda vez, la tercera era la difinitiva y mire, es un éxito.
Cuando la joven le entregó un pañuelo y le devolvió su boca, se acomodó a su lado para escucharlo hablar.
-Debe de tener en cuenta que he mejorado su receta, señorita, por eso ha tenido un mejor efecto su mezcla blanquecina.
Hermione abrió los ojos y se tomó ambas manos.
-Sí es cierto, mírese, ahora tiene los dientes blancos, mi padre estaría muy admirado de verlo.
-Gracias.
-De nada -dijo la joven natural, como si lo conociera de toda la vida -voy a utilizarlo también, tener los dientes más limpios será llamativo.
-No importa lo físico, Granger -el hombre tocaba su barbilla, la joven había estirado su boca como si fuera las tripas de la res para rellenarlo de carne molida y grasa.
-Sí importa, señor -bajó la cabeza triste -Lavender es atractiva.
-Usted también lo es, usted es agraciada además de curiosa, un poco insolente pero inteligente, a los jóvenes de ahora o por lo menos los que valen la pena, les interesa la inteligencia.
-¿Usted cree? -no dejó de estar triste.
-Por su puesto, señorita ¿Con quién cree que está tratando?
-Pero -la joven decidió contarle más -pero los chicos de ahora también buscar dar besos y a mí eso no me agrada porque no sé cómo hacerlo.
Snape pensó escandalizado, los tiempos habían cambiado.
-Sí que tiene un problema, las jovencitas de tu edad sólo deben de pensar en sus estudios aunque cuando uno crece no puede evitar estar lleno de molestas hormonas. Puedo ayudarle con sus hormonas, soy completamente capaz de experimentar con usted una nueva receta para que sus instintos juveniles se calmen y se concentre en culminar la escuela.
-¿Cómo, cuál es?
-Poción Royale.
-Ay no, con eso mis emociones y sentimientos desaparecerían, me convertiría en una especie de zombie.
-Pero sería aún más excepcional en sus estudios, Miss Granger -el mago no jugaba, hablaba en serio, ni si quiera se creía que estaba con esa alumna discutiendo de pociones tontas o hormonas.
-Mh -pensó la joven -creo que no, prefiero, osea, quiero… Conservar mis sentimientos y emociones.
-Bueno, usted se lo pierde -Snape se sintió decepcionado, creía que la bruja le iba a dejar experimentar ser una mujer zombie, una computadora andante con todas las respuestas -y antes de que se vaya, quiero enseñarle cómo funciona el hechizo, lo haré conmigo pero para eso tiene que acompañarme a mi habitación.
La joven asintió, no se le pasó nada malo por la cabeza.
Entraron a la habitación del mago y ahí el hombre había llevado un espejo de cuerpo completo sólo para poder hacer ese hechizo y además mantener el máximo secreto del acto.
-Tome la varita con firmeza, de un pase hacia arriba, hacia la derecha y finalmente hacia abajo con las palabras Sort dentium, de inmediato un pequeño golpe en la mandíbula con la punta -Snape la vio para que preste atención -lo probé con un alumno de Slytherin, tomé como escusa un castigo y me salió bien a la tercera vez pero no tema, voy a hacerlo conmigo primero para ver si no pierdo una pieza.
Hermione se preocupó.
El hombre frente al espejo se apuntó así mismo, golpeó su mandíbula y se tomó el rostro con la mano izquierda de forma estrepitosa, le había dolido y no poco.
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