-Se supone que hemos llegado temprano -miré a mi hermana caminar apresurada delante de mí, arrastraba su maleta de rueditas después de bajar del taxi, el cielo era gris y el clima tremendamente frío en verano.
Al rededor se podía admirar muchas casas, edificios, una amplia avenida en cruce, iluminación led camuflada en modelos anticuados y una pequeña cafetería en la esquina me dirían cómo reconocer el lugar si tenía que llegar sola al mismo departamento, por eso veía cada detalle, incluso las líneas blancas pintadas en el paso peatonal que tontamente pensaba, serían diferentes en la siguiente paralela.
-Tengo que salir, me dijo que quería encontrarse conmigo en la plaza pero después debo llegar a la dirección que me dieron en la oficina a las ocho de la mañana.
-¿Ya no lo habías mandado a volar? Chris no es un hombre para ti, es mayor, tiene cinco hijos y dos ex esposas, te está mintiendo, Andriu, ya hablamos de eso.
-Por eso estás aquí, Jessy.
-¿Cuánto tiempo nos vamos a quedar? Le dije a mi mamá que cuide de Ale una semana.
-¡Pero si te dije que tenía trabajo en Londres, sólo será un par de meses!
-No, Andriu, no ¿Cómo voy a dejar a mi hijo dos meses? ¡Estás loca, te aprovechas de mí sólo por el pacto gemeluno que hicimos de niñas!
-Mi mamá ya sabe, yo le dije. Y sí, una promesa no se rompe, al menos no como me han roto el corazón.
La vi prácticamente dejar su maleta de equipaje y la de mano en el suelo como si las hubiera lanzado, estaba llena de nervios y rabia, el novio le había mentido pero supongo que quería comprobarlo en la oportunidad de viajar al otro lado del mundo que le daba su trabajo, necesitaba una certeza, claridad de que ya no había nada que hacer.
-Está bien -suspiré -no está tan mal estar aquí.
Antes de que nos abrieran la puerta la persona de seguridad, la misma que posiblemente se había ganado con nuestra discusión, miré hacia la esquina y entonces me paralicé. Vi a un actor, un actor alto de cabellos canos que no se supone podría ver ahí en Londres o en alguna parte de Europa.
-¿Qué, no piensas subir al departamento?
No giré, no pude dejar de verlo.
-Mh, no, no es, es imposible, además no estaba tan gordito.
-¿De quién hablas, quién se supone que es? -volvió a dejar sus cosas en el suelo con brusquedad, retrocedió sus pasos y se asomó a la puerta del edificio.
El portal era grande y estábamos lejos, el hombre estaba de perfil hacia nosotras.
-Es que yo, creo que es Alan Rickman.
-Ah, el actor ese que tienes en tu fondo de pantalla de la laptop. Pero, ¿No colgó el traje?
La miré con odio y rencor, acababa de decir en tono de burla y gestos ásperos que Alan había sido enterrado hace tiempo atrás, unos cuatro años atrás. A mí no me agradaba pensar eso aunque fuera realidad.
Mi semblante cayó, bajé la cabeza y lo miré con cuidado por última vez, tomé mi maleta y la arrastré dejando sola a mi hermana gemela, estaba muy triste aunque no tanto porque yo nunca lo conocí como persona, sin embargo saber que ya no estaba ahí una persona a la cual admiras, era una estrella menos que mirar en las noches, junto a la luna.
-Olvídalo, tienes razón, sólo es mi emoción por estar aquí, ahora veremos si estudié bien el inglés europeo por seis meses -mi voz fue resignada.
Mi hermana sonrió y yo seguí mis pasos, algo me decía que no se iba a quedar callada.
-Si tienes problemas con el inglés, yo te voy a traducir.
No podía evitar ser presumida, haber estudiado inglés británico por tres años y luego tener un novio mayor por WhatsApp durante casi dos, la había convertido, según ella, en una experta.
-Sí, no te preocupes -no volteé a verla sino que seguí mis pasos sin saber a donde iba.
***
Despaché a mi hermana rápido para que se largara, no había nada que comer y tenía ganas de encontrarme con ese hombre o al menos observarlo, ya había visto uno similar en Lima ¿Cómo no podía contemplar a un clon de Alan Rickman en Londres? Era más probable ver un hombre similar a él, aquí, en esta misma calle Whitehall.
Me puse un abrigo, saqué un poco de dinero en efectivo de mi billetera y dejé lo demás en el apartamento.
Cuando salí por el portal del edificio ¿Qué creen que pasó?
Sí, seguía ahí, el hombre seguía de pie ahí mismo.
Se imaginarán qué sucedió después, no quería mirarlo pero no podía evitarlo, era tan parecido, tanto que tenía que verlo de cerca.
Ensayé una cuantas frases y oraciones en inglés dentro de mi cabeza pero decidí que quería ser lo más franca posible aunque mi corazón con pantalones sintiera una traición al contárselo de regreso.
Tienes que portarte de forma casual, recuerda que no lo conoces, eres una americana de un metro sesenta de estatura, unos centímetros más alta con ayuda de tus tenis, una joven de veintiocho años de buen físico, así que algo pasará si le coqueteas, el hombre debe tener como sesenta o más, algo pasará eso es seguro.
Pasé a su lado después de darme aliento e hice algo que nunca en mi vida había hecho tan descaradamente, bueno una sóla vez antes por circunstancias de juego, pero juro que ahora lo que salió de mí fueron sólo los nervios.
Ay mamita, qué estoy haciendo
-Uh, Londres es más hermoso de lo que creía -No lo miré directamente hasta que dije la palabra “hermoso” al pasar cerca de él, tenía el celular en la oreja derecha a propósito, después avancé unos pasos más intentando llamar un poco la atención delante de sus ojos sin perder estilo e importancia.
Giré viendo hacia una tienda sin perderlo de vista con el rabillo de mi ojo izquierdo, me puse de perfil a propósito para ver si me miraba y sí, lo estaba haciendo.
Qué vergüenza ¿Por qué haces esto? Es estúpido, Jessy.
Vi un sonreír de sus labios, de lado, que me encantó, era un galán inglés sin duda. No importaba si era o no porque se parecía mucho, tanto que era suficiente una conversación de halago en esa calle rara y europea.
-Hello -Me dijo en baja voz, quizá para probar si le hacía caso.
-Hiiiii, hannndsome -Le hice un guiño con mi ojo derecho, hice una sonrisa similar a la de él como si de verdad fuera tan valiente.
Para no ponérselo complicado a ustedes, le dije aún sin sacarme el celular de la oreja “Hola, guapo” y luego me fui a dar más pasos tontos.
Parecía que estaba tranquila, que atendía una conversación interesante, una llamada, pero era mentira porque ni si quiera tenía señal nacional sino sólo algunas redes de WiFi libres notificando constantemente un vibrar tosco en el lóbulo de mi oreja.
La realidad era que mi corazón latía a mil por hora, sí se parecía mucho a él, era atractivo, sus ojos eran claros, rasgados, esa sonrisa la había visto antes sólo por fotografías y de la persona que obviamente no estaba ahí a unos metros de mí, no podía ser él pero podía utilizar mi ilusión para sacar un poco de provecho, quizá unas fotos o algo para llevar conmigo de regreso al hogar y hacer que muchas amigas sientan envidia.
Me fui observando la calle, recto, delante de mí, sin salir de mi papel actoral de joven confundida, caminé unas cuadras sin saber por dónde estaba y cuando quise regresar no encontré la calle, soy tan torpe, no conté cuántas veces me desvié a la derecha y luego a la izquierda y cerca de las siete de la noche después de vagar casi todo un día encontré el edificio y a mí hermana llorando en la entrada.
-¿Dónde estabas, tonta? -ella me ama aunque no lo parezca.
-No encontré el edificio -estaba cansada sólo quería reposar en algo que no sea una grada o banca del parque.
-Pero la dirección la tienes en el correo que te reenvié hace dos semanas -mi hermana creía que no había pensado en eso.
-Sí, lo siento, tienes razón. Sin embargo mi celular murió una hora después de que salí del apartamento. No recordé el nombre ni el número de la calle -me sentía mal -he comido pero estoy muy cansada, por favor quiero acostarme y llorar un rato, extraño a mi pequeño, seguro me busca ahora mismo porque no puedo dejar de pensar en él.
-Compre dos chips para el teléfono, te daré uno, podrás llamar a tu terremotito príncipe.
Sonreí feliz.
-Sí -Le respondí agradecida, la seguí hasta entrar al departamento y me dejé caer en el pequeño sofá.
Era un lugar pequeño, un lugar donde habían dos muebles, apenas dos habitaciones, una cocina pequeña y un baño.
Me quedé viendo a través de la ventana deseando poder ver de nuevo a ese hombre, pero sería difícil distinguir desde el piso diez y en la noche.
Al tener mi celular con ese número largo, pude tener al fin señal para responder a los que se acordaban de mí. El primero fue mi compañero, amigo y cuidador de mi cora, preguntando si ya lo había cambiado por un inglés más alto que él. La segunda personita removió mi corazón hasta estrujarlo de ternura.
El corazón con pantalones me advirtió que se enteraría de todo porque mi hermana le diría. No había forma, ¿Cómo saldría con un hombre más alto que él?
Más alto que un metro ochenta y cinco sería como salir con Hagrid
Sabía que diría algo como eso, así que me guardé lo que pasó para mí solita, no le dije nada, me señalaría con el dedo y el ojo poseso haciéndome sentir culpable.
Era tierno, me caía bien a veces.
***
Al día siguiente no salí en toda la mañana pero en la tarde, casi noche, acompañé a mi hermana a una reunión de trabajo, era un restaurante en un edificio a quince minutos de ahí.
Pedimos lo que sea del menú porque algo nos decía que la comida estaría bien sea lo que sea, y bueno, también por la lista de precios exorbitantes.
No nos fue tan mal, lo que quedaba por hacer era probar un excelente postre de chocolate.
*
Cerca de las nueve, cuando ya no había mucha gente un grupo grande de personas se juntaron en la parte trasera del restaurante, la luz era tenue ahí, como romántica.
Me fascinó que apenas apreciaba lo grande del salón, lo elegante y sobre todo lo extranjera que me sentía con tantas personas altas y de ojos azules, verdes, amarillos y rojos, esos cabellos dorados como el sol o grises como la panza de un burro.
Estaba orgullosa de mi cabello castaño oscuro.
Puse atención a mi mesa nuevamente justo cuando el mozo trajo los pasteles de chocolate, y entonces ahí se escuchó una risa grupal, seguro que de la mesa de atrás.
a curiosidad no me dejó tranquila, miré de nuevo por segunda vez, al escucharse una voz grave sonreír con prudencia. Y no pude creer lo que vi, la persona que vi.
Algunos hombres altos rodeaban a una mujer que ahora sí estaba segura de quién era.
Indiscutiblemente era la ex de Alan Rickman.
Tengo que decirle, tengo que decirle que vi a Alan. Pero quizá no me va a creer ¿Qué hago?
Me limpié las comisuras con la servilleta, me puse de pie y me acerqué a ella sin titubear, como si la conociera y sin importar que estaba acompañada, le dije delicadamente:
-Hola, Sra. Rickman ¿Usted es la señora Rickman, cierto?
Todos me vieron a los ojos, me puse nerviosa porque no me decía nada la mujer con peinado de faraona Wesley, sólo se quedó en silencio.
-Lo siento, debo haberme confundido -me disculpé por la vergüenza, no sabía qué más decir.
Quise irme rápido porque la tierra no se abrió ni me tragó.
-No, no soy la Señora Rickman, ya no.
Volteé a verla ni bien pronunció “no” en el inicio de su respuesta.
-Lo siento, no quise molestar -salí corriendo después de hacer una venia rápida con mi cabeza.
No esperé nada, sólo me fui porque era una locura, el hombre que vi no era Rickman.
Dentro de mí, eso que escuché de ella me hizo sentir menos culpable de coquetear a su difunto clon de esposo, se me pasó muchas cosas por la cabeza en esa firme idea de intentar buscarlo en la misma calle que lo vi.
No piensen mal, sólo quería conversar y practicar mi inglés británico.
***
Los siguientes cuatro días me quedé en el primer piso del hotel por las mañanas y tardes y salía constantemente para ver si aparecía el misterioso hombre, pero no aparecía.
Pero una noche mi hermana me invitó a la casa de su jefa, la cual ella describía como “excelente humana y mujer” una profesional preparada e intelectual.
Un mozo o guarda llaves nos hizo pasar y al entrar vimos a unos niños, de unos once, diez y ocho años de edad, estos se parecían increíblemente a… Ok, ok si lo digo se van a burlar de mí pero era lo que mi percepción veía.
Sí, una completa y desquiciada locura que ignoré al auto juzgarme como obsesionada y fanática, cuando tantos años negué serlo.
Lo que sentía por ese hombre atractivo era admiración, sólo admiración y respeto.
Jajaja qué mentirosa eres.
La mujer salió, vi con detalle sus facciones, era relativamente joven y no sé por qué quería que fuera alguien cercano a su familia, a la familia de este hombre que ya descansaba en el cielo de los bombones de sesenta años con cabellos canos.
Pasamos a un patio amplio en la parte trasera de la casa, la que por cierto tenía una arquitectura magnífica y griega, sin verse anticuada, todo lo contrario, era la primera vez que veía un visual tan moderno armonizar con columnas griegas, pinturas realistas y de colección. La jefa de mi hermana definitivamente era una persona de buen gusto en interiores.
El timbre no dejaba de sonar, mi mano derecha sostenía una copa de vino sin vino porque no quería beber pero los nervios de estar en un lugar donde no era extrovertida, me intimidaba.
Me quedé junto a una gran maceta de un pino enano enterrado cerca a la ventana donde se podía ver la sala, cruzaba los brazos y no perdía de vista a mi hermana, quien conversaba con esas personas mayores tan fluida y segura que me llenó de orgullo. Sonreía, estaba feliz por ella porque esa oportunidad aparecía una sóla vez en la vida y algo dentro de mí presentía el éxito.
No dejé de cruzar los brazos cuando una persona del servicio me quitó mi copa y me la cambió por una llena hasta la mitad como se suele servir, la cual estuve tentada de beber pero no lo hice.
Miré a mi alrededor y vi el patio amplio junto al jardín, lleno de gente, tantos invitados que ya no sabía dónde estaba mi hermana, un desfile de trajes y vestidos, no sabía qué hacer, no sabía si quedarme aún más tiempo parada acompañando el pino de mi izquierda y no dejar de cruzar mis brazos porque tenía frío.
Un hombre se me acercó, un hombre de cabellos negros y me preguntó si trabajaba en la empresa, yo como muda negué con la cabeza e intenté hacer el acento más británico que había ensayado antes para decir:
-Soy una fotógrafa y diseñadora en descanso, acompaño a mi hermana que debe estar por ahí.
-Qué interesante -Su voz semi grave me puso nerviosa.
-Me agrada lo que hago, Londres es un poco frío pero las personas son cálidas -eso era una mentira descarada, los ingleses eran fríos como el agua del pacífico en verano.
-Así que eres extranjera, interesante, eres una joven linda ¿Cuantos años tienes, unos veintidós?
-Veintiocho y usted ¿Unos cincuenta?
Me sonrió descarado.
-Te ves más joven de lo que dices tener.
Todo le parecía interesante a ese hombre, ya me caía mal.
No quise poner mucho entusiasmo en seguir porque no quería dar alas a un hombre con un anillo tan enorme y dorado como el mío en su mano izquierda.
Sonreí a lo último que dijo para que tenga un mensaje directo de que ya había sido suficiente de tanta charla, mi amigo el pino necesitaba más atención.
Incliné la copa en mi boca para absorber un poco de delicioso vino tinto, volteé lentamente al pasadizo por donde todos estaban entrando y sentí la necesidad de gritar.
Un hombre tan similar al clon de Alan, el mismo que vi afuera del edificio, se acercó a la mujer que era la jefa de mi hermana y la besó en la frente.
El vino de mi boca bañó a mi compañero, el pino, y el hombre a mi lado creyó que me había atorado.
-Disculpe, se encuentra bien, señorita.
Tosía lo más elegante que se podía, algo exageradamente difícil porque el vino estaba en uno de mis pulmones.
-Gracias, no pasa nada. Fue la impresión.
Él creyó que lo decía por él. 🙄
No dejé de ver al hombre alto con disimulo y prudencia, él veía a su alrededor contemplando la reunión con las manos en los bolsillos con una postura altiva e importante, algo así como todos los que estaban ahí, hasta que para mi afortunada suerte el hombre a mi lado le habló.
-Patrick, hola ¿Cómo estás?
Yo me quise morir ahí mismo, obvio.
-Hola, Jonathan -su voz inglesa era perfecta para mí, tan varonil.
El hombre de cabellos lisos y negros se llamaba con un meme.
Me hice la distraía e hice unos pasos a mi derecha para alejarme del coqueto acompañante y el alto clon de Don Rickman.
-Pensé que no vendrías -dijo el coqueto.
-Tenía que venir, mi hermana es muy persuasiva -El clon era prudente, su forma de hablar me recordaba al difunto.
-Entiendo, lo es, así son todas las mujeres. Vine con mi hija, debe estar por ahí.
Estaba lejos, lo suficiente para que no reconociera mi rostro, no quería tener algo que ver con el hombre coqueto y menos con el clon que se llamaba como Alan.
Pero no me libré de él.
En la otra esquina de la gran ventana y dando la espalda a los hombres, con postura altiva, así como ellos, me limité a observar al interior de la sala y beber mi vino pensando en mi vida.
El mozo, quien podría pensar que deseaba verme alcoholizada, me volvió a ofrecer vino pero le dije:
-Gracias, es suficiente -mi copa ya tenía suficiente ¿Quería verme borracha?
Pero no se marchó, se quedó viéndome y después sobre mi hombro para hacer un gesto raro con el rostro.
Lo miré porque pensé que estaba convulsionado o algo pero no, estaba hablando con alguien de mí con señas y gestos.
-Señorita, le están hablando.
-Por favor dígame que es mi hermana —no quise voltear porque tenía miedo.
-Son dos hombres -me dijo justo lo que no quería escuchar.
Giré por educación y los vi, eran “Don coqueto y Don clon”
-Hi -Dije despacio y asentí en símbolo de que los vi.
Se acercaron a mí y lo primero que escuché me hizo sonreír.
-Hello, señorita que piensa que Londres es hermoso -sonrió de lado.
Oh my, sí es Alan Rickman
-Me gusta Londres -Respondí sin dejar de verlo a los ojos.
-Pero es frío -Dijo Don coqueto.
-También cálido -Insistió ojos verdes Rickman.
Se imaginarán cómo estaba mi ego, tenía a dos hombre más altos que yo intentando hacer conversación conmigo, yo, una humilde y guapa latina que gusta de hombres grandes.
No precisamente hablo de altura sino de edad.
-Usted ¿Es cálido? -el vino en mi sangre estaba haciendo efecto, no solía beber nunca así que era posible seguirle la corriente a un hombre atractivo, en un lugar extraño.
-Oh -hizo pausa larga como pensando qué diría -cuando tengo un buen vino, sí, soy cálido.
El otro hombre fue a buscar el vino de su amigo y entonces el alto Patrick me invitó a salir de inmediato.
-Pero -Dije dudosa porque no quería dejar a mi hermana.
-Sólo un par de minutos -insistió con una seña.
-Estoy casada, señor -No quería que mi conciencia me acuse pero es que no sabía lo que estaba pasando, esto era demasiado loco para ser real.
-Y quien ve frente a usted también está casado, sólo vamos a conversar -su voz era seria, se mantenía centrado y respetuoso.
Me tocó la mano para jalar de mí y salimos al jardín exterior, sentía frío, aún más, pero cuando me tocó fue como si ya lo hubiera hecho antes.
Una sensación familiar me conmovió, me sentí bien, como quien es tocada por el tío guapo que no ves hace años, del cual sientes orgullo porque dirige una empresa exitosa de modelaje.
Me dejé llevar y entonces me di cuenta de lo que pasaba, era un sueño, supe que era un sueño, de esos extraños y cincuenta por ciento realistas, me tomó de la cintura para caminar conmigo así, abrazados.
Me hablaba a mí misma para alentar mi soltura, una invitación fresca para relajarme.
Mi brazo izquierdo rodeaba su gran cintura, sentía la tela, e incluso jalé su bufanda con mi mano derecha sólo para comprobar que no despertaría, que no era un sueño.
-¿Usted es así, señor? -estaba curiosa de enterarme qué pasaba.
-¿Cómo?
-Pues así adelantado a la confianza -cuando le dije eso apretó mi cintura con su mano, la mano que se sentía más clara sobre el vestido negro que me cubría, uno prudente y elegante por supuesto. Su mano derecha era grande, cálida y suave.
-Vamos, somos amigos, no me cambies de tema ¿Te gusta Londres?
-No quiero mentir, señor Alan.
-No me digas, señor.
-Pues la verdad no me gusta el frío pero sí me gusta otras cosas.
-¿Qué te gusta?
-Me gusta ahora mismo que esté vivo -Mis palabras sonaron emocionadas porque lo estaba, estaba emocionada, me paré y toqué sus mangas, sus brazos, su pecho como en reconocimiento, su bufanda, su olor fue recogido y todo me parecía familiar, se acercó a mí pensando que estaba coqueteando o lo estaba manoseado, pero no.
Por Dios yo estaba comprobando que estaba vivo, aún en ese acercarse coqueto frente a mi rostro, el cual estaba unos diez centímetros más bajo que él, mis ojos se pusieron rojos, el hombre estaba frente a mí y lo sentía con mis manos, él me sostenía de la cintura sin ser malintencionado.
-Tienes que decirle a Rima, por favor -le dije -ella debe estar destrozada.
-¿Rima? Ah, Rima, no recuerdo quién es Rima.
Le toqué el rostro y lo besé en la mejilla, para eso ya estaba llorando, yo estaba emocionada, con un nudo en la garganta, sintiendo la angustia en mi pecho de que su esposa estaría feliz de verlo.
Toqué su cabello, lo vi muchas veces para ver si no desaparecía.
-¿Dónde estuviste, Alan?
-En una reunión de trabajo, Jessy, pareciera que has olvidado quién soy.
-No, nunca lo haría, nunca me olvidaría de ti, por favor, te lo suplico, ve con Rima.
-No, este es mi momento para estar contigo, para conocerte y saludarte. Has venido tú por mí, a conocerme, no hagas que el viaje sea en vano.
Me puse a llorar pero me aguantaba porque normalmente me veía fea cuando lo hacía, mis lágrimas caían por mis mejillas.
Me estaba diciendo que vino a verme a mí, a una extraña desconocida que lo admira con locura.
Era extraño escuchar eso porque nunca esperé que él me hablará con las mismas palabras que yo, que yo había pedido la misma noche que supe que ya no estaba en el mundo.
-Señor, yo, no sé qué decir. Pero puedo intentar exponer que lo admiro, es un excelente actor de cine pero sobre todo de teatro, ha dejado un legado hermoso en Estados Unidos, muchos actores británicos están siendo exportados al norte de América. Y las fans lo extrañan mucho.
Sonrió sin verme, me tomó de nuevo de la cintura con su brazo derecho para seguir caminando.
-¿Este es un sueño, entonces? -Preguntó elegante, su voz en persona me dio escalofrío porque apenas me daba cuenta con quién estaba.
-Uno de los mejores sueños que he tenido en mi vida -le dijepp
-Ya deja de llorar, Jessy, eres una buena chica, tienes que ser feliz y aprovechar la noche.
-Sí, porque despertaré y todo habrá desaparecido.
-¿Me darás un beso? -Sonreía dulcemente. Era todo un caballero.
-Ya se lo di -volví a la formalidad, lo admiraba mucho.
-Aquí en los labios -señaló sus labios con su dedo índice.
-No creo que el sueño me lo permita, además de mi narcisista forma de ser -reí por la broma tonta que hice.
-Hay que intentarlo, jovencita narcisista -dijo en tono divertido, grave pero divertido.
Como era mi sueño, me adelanté a él y lo jalé de la corbata, cuado pude sentir su respiración en mis labios me puse nerviosa pero seguí, cerré los ojos y toqué su boca con la mía, un beso inocente y se podría decir que amistoso.
Sus labios eran suaves, delgados y suaves, no era frío, era cálido.
Se alargó un poco más de lo que deseaba y entonces abrí los ojos con más ganas de llorar.
-No quiero que te vayas, Rickman -le dije triste.
-La que se irá será usted, señorita Jessy.
Mi hermana empezó a llamarme mientras él me sonreía de forma amistosa, tierna, caballeros y galante. Todas esas emociones arrugaron mi corazón.
-No olvides que te admiro, Alan, nos veremos en un futuro no muy lejano.
-¿En el cielo?
-Así es, soy de izquierda, recuérdalo… Todos van al cielo.
Él empezó a reír por mis inventos locos y tonos de payasa, lo que decía era una incoherencia grande.
Mi respiración iba a detenerse en cualquier instante y sí, lo hizo.
Recibí un golpe muy fuerte en el estómago, era mi hijo, mi hijo de un año saltó en mi estómago mientras dormía, despertándome a las seis de la mañana con brusquedad.
Mis manos temblaban, mi corazón sentía ternura, mis labios parecían haber besado unos labios, a un buen humano.
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❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️
Te mentí, Rickman, no sólo te admiro, espero que podamos vernos de nuevo y si es posible sin besos torpes.
No, señor, no quiero esperar el cielo.
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